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Mateo 12:1-21
12:1 En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer.12:2 Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.
12:3 Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre;
12:4 cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?
12:5 ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?
12:6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí.
12:7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;
12:8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
12:9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos.
12:10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?
12:11 El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante?
12:12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.
12:13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.
12:14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
12:15 Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos,
12:16 y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen;
12:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
12:18 He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio.
12:19 No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz.
12:20 La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio.
12:21 Y en su nombre esperarán los gentiles.
JESÚS, SEÑOR DEL SÁBADO
JESÚS, SEÑOR DEL SÁBADO
Palabra: San Mateo 12:1-21
V, clave 12:8 “porque el Hijo del hombre es Señor del sábado.”
En la palabra de semana pasada aprendimos que Jesús nos hace descansar en ‘llevar su yugo’. Por medio de su yugo, nos unimos al Cristo, aprendemos de él y nos fortalecemos en su gracia y amor. Amar su yugo es la sabiduría.
A diferencia del yugo de Jesús, la palabra de hoy refleja cómo el legalismo de los fariseos echaba un yugo pesado a los hombres. Jesús desafía a este legalismo, revelando el espíritu de la ley. Jesús, siendo el autor de la ley, nos da a saber el verdadero significado del día del reposo. Por medio de esta palabra podemos aprender cómo podemos ser libres de todo legalismo y vivir el sábado del Cristo. Oro que Dios nos ayude a aprender y vivir esa vida libre en Jesucristo.
Primero, ¿No habéis leído? (1-5). Jesús le había invitado a su descanso a toda gente trabajada y cargada (11:25-30). Tras hablar de su descanso, iba Jesús por los sembrados un sábado que era el día de reposo (12:1). Allí se observa que aún en sábado Jesús y sus discípulos trabajaban diligentemente por la obra de salvación. Y ni siquiera tuvieron tiempo de comer bien por trabajar. Los estómagos de los discípulos iniciaron a reclamarles con sus propios ruidos. Ellos sintieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
Los fariseos, al verlo, le dijeron. “Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado.” Probablemente en esperanza de poder acusar a Jesús, los fariseos estaban presentes allí. Ellos vieron a sus discípulos no con el corazón misericordioso, sino con el legalista. No hay cosa más fácil que analizar y criticar a los demás. Los fariseos parecieron ver este momento como una oportunidad para criticar a Jesús.
Sus críticas a los discípulos no tienen que ver algún hecho como un robo, ya que estaba permitido comer algunos granos de espigas por la ley. “Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano, pero no aplicarás la hoz a la mies de tu prójimo.” (Dt. 23:25). Como sabemos, los fariseos eran famosos por su estricta interpretación de la Ley. Para evitar quebrantar las leyes de Moisés, sus eruditos crearon una serie de reglas e interpretaciones extra y se las añadieron a la Ley.
Sus criticas estaban relacionadas con el sábado. El cuarto de los diez mandamientos de Dios dice: "pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios. No harás en Él ningún trabajo." (Ex. 20:10a). Según la visión legalista de los fariseos, ‘arrancar las espigas’ se consideraría como ‘recoger una cosecha’ y ‘desespigar (frotar espigas)’ como ‘trillar’. En la actualidad, este nivel de critica nos puede parecer algo ridículo. Pero para los fariseos era como casi violar el mandamiento literal de Dios. Su visión legalista provocó que perdieron el espíritu de palabra y su significado.
Cuando los fariseos criticaron a sus discípulos por la Ley, Jesús se defendió por la misma Ley. Vamos a leer el verso 3. “Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que con él estaban sintieron hambre” Esto no quiere decir que ellos no la habían leído, o leído poco sino no habían leído bien espíritu y significado de la Escritura. Jesús quien es el autor de la Escritura, les citó dos ejemplos bíblicos para replicarles sus críticas; dos citaciones bien conocidas por todo el pueblo.
David, cuando huía de la persecución de Saúl, entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición junto con sus hombres por su hambre (1S. 21:1-6). El sacerdote Ahimelec le dio de comer a David esos panes santificados que eran solo para los sacerdotes (Lv.24:9). Sin embargo, el sacerdote Ahimelec no fue legalista, sino tenía buena comprensión del espíritu de la Ley de Dios. Y les dio de comer los panes sagrados en misericordia de Dios. Y Dios no castigó a Ahimelec, ni a David quienes amaban a Dios.
Y con toda paciencia y mansedumbre Jesús les ofrece otro ejemplo “¿O no habéis leído en la Ley cómo en sábado los sacerdotes en el Templo profanan el sábado, y son sin culpa?” (5). Los sacerdotes trabajan todo el sábado en el Templo, pero quedan sin culpa a pesar de sus trabajos arduos. Esto quiere decir que el sábado existe no para el sábado mismo, sino para servir a Dios con todo corazón. Y el sábado fue establecido para el hombre a tener comunión activa con el Dios y descansar en servir a él.
En una ocasión a los saduceos, Maestros de la Ley, Jesús también hizo la misma pregunta cuando dudaban la resurrección de los muertos. “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? / ¡Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos! Así que vosotros mucho erráis.” (Mc. 12:26-27)
“¿No habéis leído en la Ley?” Jesús sabía bien que los fariseos eran expertos en la Ley. Y sabía que tenían un gran celo a guardar la Ley. Pero con esta pregunta Jesús toca a la postura de su corazón ante la Ley. Con esta pregunta Jesús quiso que los fariseos entendieran del significado verdadero del sábado y dejaran de ser ignorantes del espíritu de la Ley como quien nunca había la leído. Jesús como el autor de la ley, les redarguye con qué corazón deben leer la palabra de Dios y comprender del espíritu de la Ley y el corazón de Dios en ella.
Cuando uno lee las palabras de Dios, su lectura no es para jactarse de su conocimiento bíblico, menos para criticar a otros, sino es para conocer de quien es Dios y de su voluntad y vivir conforme a ella. Los que aman y sirven a Dios son los que hacen la lectura bíblica para comprender su corazón y obedecerle. Jesús también podría preguntarnos con toda seriedad. ‘¿Comprendes mi corazón hacia ti y lo vives en mis palabras?’ Oro que podamos leer su deseo y voluntad hacia nuestra vida en su palabra y vivir conforme a su espíritu, agradándole a él.
Ahora ¿Qué dice Jesús del acto de sus discípulos y del sábado?
Segundo, Jesús, Señor del sábado (6-8). Vamos a leer el verso 6. “Pues os digo que uno mayor que el Templo está aquí.” El Templo es el símbolo de la presencia de Dios. Es el lugar dónde Dios estableció para tener la comunión con su propio pueblo. Este lugar es el lugar santificado, porque Dios se manifiesta allí para dar perdón de pecados y su palabra de vida. Sin embargo, el Templo físico pierde su importancia sin el Señor. Jesús es mayor que el Templo, porque es el Hijo de Dios quien estableció el Templo. Donde Jesús se presencia, ese lugar se convierte en el Templo vivo.
Leamos el verso 8. ““porque el Hijo del hombre es Señor del sábado.” Jesús no solo es mayor que el Templo, sino también el Señor del sábado. El Templo existe por su Señor y para él quien es el Cristo Jesús. En efecto, Jesús dándose su vida como el Cordero de Dios en la cruz, acabó la obra de redención. En Jesús cumple toda la función del Templo físico para el perdón del pecado y así Jesús mismo se hizo el Templo vivo. Cualquiera que recibe a Jesús, se convierte en su Templo santo. Así en Jesús nos da el reposo verdadero no solo los sábados, sino todos los días en él.
Jesús añade una palabra más. Vamos a leer el verso 7. “Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, no condenaríais a los inocentes” Con esta palabra, Jesús menciona que lo que quiere Dios no es sacrificios mismos, sino misericordia, un corazón conforme a Dios. Ya había mencionado Mateo en su evangelio 9:13 (Rf. Os.6:6) Los fariseos se creían cumplidores de la Ley. Pero no aprendieron que eran solo pecadores que necesitaban misericordia de Dios. Respecto al acto de los discípulos, tal como los sacerdotes que trabajaban en el templo eran inocentes, los discípulos de Jesús eran más que inocentes, porque fueron servidores de Jesús quien es mayor que el Templo. Jesús tuvo la gran misericordia a sus discípulos hambrientos que le seguían.
““Misericordia quiero y no sacrificios” Jesús nos da a entender que el espíritu de la Ley es la misericordia. A base de misericordia, Dios había dado toda la Ley a su pueblo. En su misericordia, Dios envió a su único Hijo al mundo. Y su Hijo, Cristo Jesús servía a toda la gente en su misericordia. Sin su misericordia, no puede existir la obra de salvación en nosotros. Oro que podamos entender el corazón de Dios hacia nuestra vida y tener ese corazón misericordioso hacia los demás en todo momento.
¿Qué cosa nos está permitido en hacer el sábado?
Tercero, hacer el bien en sábado (9-21). En la palabra siguiente, podemos saber qué cosas son licitas para hacer el sábado. Jesús entró en la sinagoga un sábado. Allí había una persona de una mano seca. Este hombre era quien necesitaba la misericordia de Dios. Pero los fariseos, para poder acusar a Jesús le hicieron una pregunta. “¿Está permitido sanar en sábado? (10b)” Ellos advirtieron a Jesús previamente de su posible sanación con el hombre de mano seca. Según ellos, aún sanar a un hombre el sábado no es lícito. Parece que era un sábado de tensión, no de reposo.
En este ambiente acusador Jesús ni siquiera citó los versos bíblicos para su defensa, porque no era necesario hacerlo. Jesús apeló solo a su sentido común en su contexto cultural. Si se hallare una oveja caída en un hoyo, la gente la sacaba del peligro sin reserva. Esto no se consideraba como una violación a la ley. Salvar la vida era el bien ante Dios. Si es así con un animal, sanar a un hombre sufrido en dolor es el bien más valida que rescatar a una oveja.
Jesús dijo a aquel hombre sin explicar más. “Extiende tu mano”. Jesús no quiso que él se estuviera escondido y en vergüenza por su mano seca. Jesús quiso que él extendiera su mano fea hacia el Cristo sin vergüenza. En obediencia, él la extendió a Jesús por fe y le fue restaurada sana como la otra. De esta manera Jesús manifestó que él era el Hijo de Dios. Y así manifestó que el día de reposo existe para sanar y salvar.
El sábado es un día que extendemos nuestras manos secas hacia el Cristo. El día del Señor es un día que llevemos al Cristo nuestros pecados, culpas, faltas, vergüenzas, dolores y todo lo que nos hace enfermar y recibamos la sanación necesaria desde él. El día del Señor es un día dónde llevemos a las ovejas caídas en hoyo para que ellas reciban la salvación y sanación del Cristo. En sanación hay un reposo verdadero. Para esto, el Señor es quien trabaja más arduamente en el sábado. “Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” (Jn. 5:17) Por consiguiente, todo trabajo que nos salva, sana y restaura en su gracia es lícito en el día del Señor.
Cuando fui una oveja en mi iglesia, le había preguntado a una pastora si está bien jugar básquetbol los domingos. Ella me respondió así “Si tu haces algo por amor a Dios sinceramente, todo es lícito”. Esa respuesta quedó marcada en mi mente hasta hoy. Si hago algo que me hace olvidar la gracia, ya no lo hago, al menos lo intento a no hacer. Los domingos y también entre semana lucho a hacer las cosas que me edifica en Cristo Jesús. Sobre todo, Dios me hace aprender a extender mi mano seca sin vergüenza. A veces me cuesta hacerlo. Pero voy aprendiendo hacerlo y vivir su poder restaurador. Gracias a Jesucristo que me sana cada vez que caigo en hoyo. Oro que Dios nos ayude a llevar una vida sanada más y más en su misericordia y gran amor.
Conclusión, Jesús es Señor del sábado. Él nos enseña a leer su misericordia en toda palabra. Este Jesús nos restaura nuestra mano seca cuando se la extendamos por fe. Él quiere que participemos en su obra de hacer bien para sus ovejas sufridas. Oro que su misericordia permanezca en nuestro diario vivir para poder hacer el bien conforme a su corazón. Amén.
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