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Lucas 7:11-17
7:11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.7:12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.
7:13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
7:14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
7:15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.
7:16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.
7:17 Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.
JESÚS RESUCITA AL HIJO DE LA VIUDA DE NAÍN
Bienvenidos al servicio dominical amados hermanos. Que el amor y la paz del Señor invada sus corazones. Ya hoy estamos en nuestro 20va lectura de San Lucas, en la cual hemos aprendido mucho de la vida y obra de Jesús. Y hasta ahora hemos visto muchos de sus milagros, especialmente sanaciones, pero en esta mañana aprenderemos de un milagro especial, uno que desafía algo más que a una enfermedad, se trata de una resurrección.
En la biblia se encuentran tres resurrecciones llevadas a cabo por Jesús. Creo que la más conocida es la de Lázaro, pero también está la hecha a la hija de Jairo, y la que vamos a ver hoy, al hijo de una viuda en Naín. La resurrección de este chico es primera en orden cronológico, y más allá de la importancia que tiene por ser la primera, tiene algunas enseñanzas particulares que la hacen fundamental para todos nosotros, las cuales radican tanto en el trato de Jesús para con la viuda y evidentemente con el joven fallecido.
Hoy les pido que nos concentremos en las palabras dichas por Jesús en torno a esta situación, porque aunque son cortas, tienen el poder especial de ayudarnos a salir de situaciones muy destructivas como el desánimo, la depresión, la apatía, el pecado, la doble vida, entre otros. Y por eso le pido al Señor, antes de entrar en el pasaje, que afine nuestros oídos espirituales y por medio de su espíritu sacuda nuestros corazones en esta mañana para que reaccionemos y cambiemos esas malas actitudes.
NO LLORES
Leamos el v.11 “Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.” En el pasaje que estudiamos la semana pasada (Lucas 7:1-10) Jesús se encontraba en la ciudad de Capernaum. Este es un lugar al norte del Mar de Galilea muy cerca de la orilla. Allí fue donde Jesús hizo el milagro de la sanación del siervo del centurión. Pero como acabamos de leer, en este tiempo Jesús se había desplazado al sur, e iba a una ciudad llamada ► Naín. Jesús no estaba solo, iba con sus discípulos y una multitud que lo estaba siguiendo. A pesar de las dificultades propias del traslado en aquella época -recordemos que no habían autos ni carreteras pavimentadas- el Señor hacía un gran esfuerzo por llevar la palabra de Dios y servir a todas las poblaciones del rededor.
Es así como Jesús se movió a Naín. Pero cuando estaba llegando a la ciudad, algo particular estaba ocurriendo. Leamos el v.12 “Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.” Había una procesión para sepultar un difunto. En aquella época se le daba homenaje a las personas fallecidas a través de una marcha, que para algunos de nosotros en Latinoamérica es conocida. En algunos países -y pueblos- de este continente se siguen haciendo estas procesiones antes de enterrar a alguien. Pero lo particular en este evento no era el entierro ni la tradición, sino que se trataba de una madre iba a enterrar a su hijo. No es lo que uno naturalmente esperaría, se piensa que los hijos deben sepultar a los padres, no al revés. Pero adicionalmente notemos dos cosas, uno, que la mujer era una viuda, y dos, que el hijo que iba a sepultar era su único hijo, no tenía más.
Más adelante vamos a concentrarnos en el joven, por ahora pensemos en la condición de esta señora. Por ser viuda sabemos que ella ya había pasado el dolor de una gran pérdida física, la de su marido; lo cual en sí ya era muy doloroso y triste, y ahora estaba sufriendo una pérdida más dolorosa, la de su hijo, su único hijo. Pero, cabe aclarar, que el problema que ella tenía no era solo sentimental, sino también material, porque en esa cultura el trabajo de la mujer era en la casa, y no podía trabajar afuera. Conseguir el dinero y alimento era labor exclusiva de los hombres. Por lo cual, el fallecimiento de su marido y su único hijo la condenaban a la pobreza extrema. Su única esperanza sería mendigar limosna, lo que la hacía dependiente de la buena voluntad de la gente.
Pero ahora veamos el v.13 “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.” Es evidente que la situación de esta mujer le ocasionó una profunda tristeza, y ella, como cualquiera de nosotros lo haría, estaba llorando. Lloraba de tristeza, por su dolor y quizá por la impotencia. También lloraba por la desesperación y el miedo del futuro. Pero Jesús la vio y se compadeció de ella.
Esta mujer simboliza a esas personas que han pasado, o están pasando un profundo dolor. Puede ser por una pérdida física de un ser querido, como en este caso; pero también por una separación (divorcio, inmigración), o el fracaso de un proyecto (perdida de empleo, desaprobar en la Universidad). En fin, la viuda de Naín representa a las personas que sufren algún dolor y que tienen un futro incierto. Si tu situación te está haciendo llorar, estas palabras son para vos.
Es maravilloso ver que aunque a Jesús nadie le pidió ayuda en este caso, él voluntariamente vio a la mujer y tuvo compasión de la situación de ella. A veces podemos pensar que estamos solos en nuestro problema, y siendo sinceros, algunas veces pensamos que hasta Dios nos ha abandonado. Pero vemos que realmente no es así, el Señor no es indiferente a nuestro problema, porque a él como un buen Padre que es, le duele vernos sufrir y llorar. Él no es el culpable del mal que nosotros pasamos, y siendo otro podría “lavarse las manos”, pero no es así. A él le interesa nuestro bienestar y por eso no se queda de brazos cruzados.
En el verso anterior vemos que Jesús se compadeció de la viuda, no fue que sintió lástima, él tuvo compasión. Y usted se preguntará: pero ¿cuál es la diferencia? básicamente es lo que se hace. Tanto al que siente lástima como al que tiene compasión les duele la situación del que sufre, pero el que se compadece es aquel que hace algo para cambiar la situación del agraviado. Entendemos, entonces, que Jesús hizo algo, la pregunta es: ¿qué hizo Jesús por esta mujer? ¿qué hizo para cambiar su situación? y lo primero, ya lo acabamos de leer: Jesús le dijo: no llores. Llorar no es malo. No malinterpretemos estas palabras de Jesucristo. En la biblia vemos, que el mismo Señor Jesús, varias veces lloró. Pero él le dijo a esta mujer que no llorara, para consolarla, para hacerle sentir que él la acompañaba en su dolor, pero también anticipándole que haría algo por resolver su problema.
Hoy Dios te dice “no llores”. Yo -Juan Vivas- no sé qué problema estás pasando. No sé cuál es tu dolor, pero Dios si lo sabe perfectamente. Él ha visto tus lágrimas y en esta mañana, por medio de su palabra, nos hace saber que no quiere vernos sufrir más. Confiemos, que el Señor no está ajeno a nuestro sufrimiento, y que en el marco de su voluntad hará -y está haciendo- algo para nuestro bienestar. Ahora veamos qué más hizo Jesús por la viuda
LEVÁNTATE
Leamos el v.14 “Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.” Lo otro que hizo el Señor por la mujer de Naín tiene que ver con su hijo. Y antes de detallar bien lo que él hizo, es preciso meditar en el muchacho, para entender qué significa para nosotros hoy. Lo que ya sabemos, es que él había fallecido. No se sabe por qué, quizá fue un accidente, quizá lo asesinaron o probablemente fue una enfermedad. Pero más allá de la causa, nos encontramos con alguien que estaba sufriendo la última consecuencia del pecado y que no podía hacer nada por sí mismo ni por otros (como su mamá). Era alguien que no tenía esperanzas. Adicionalmente, al ver las palabras de Jesús, además de otros aspectos del contexto, como que no figura la esposa, ni hijos, sino solo su madre, entendemos que se trataba de alguien joven; lo cual también enseña que el difunto era alguien, que aunque tenía la energía y habilidad propia de la juventud, no la estaba aprovechando, sino que estaba inmóvil.
En este sentido, entendemos que el muchacho de esta historia, por una parte representa al hombre pecador, ya que la muerte es la consecuencia directa de nuestros delitos. Como lo dice Romanos 6:23a “…la paga del pecado es muerte”. Este joven fallecido simboliza a todo aquel que está sin Jesús.
Pero por otra parte, este muchacho personifica a la gente que por una causa u otra no están haciendo -ni pueden hacer- nada por su vida, ni por la de otros; a pesar de tener fuerza, talentos, tiempo, y muchos dones. En otras palabras, el difunto de Naín no simboliza literalmente a los muertos, sino a aquellos que estando vivos, están como muertos. Mucha gente está como muerta a causa de su pereza, otros por su rebeldía. Muchos están como muertos por su incredulidad, por depender de los demás, por indisciplina y por indecisión, etc. Todos estos aspectos son inmovilizadores que nos cohíben de hacer algo por nosotros mismos o por los demás. Son cosas que también nos roban la esperanza. Es difícil para mí mencionar todos los aspectos que nos asemejan con la condición del muchacho. Pero estoy convencido que haciendo un esfuerzo en revisarnos, podemos detectar, cada uno, si somos o no como este joven. Más allá de eso, la invitación es que todos los que estamos oyendo este mensaje actuemos conforme a la invitación de Jesús, que veremos más adelante.
Ahora sí, veamos qué hizo Jesús para resolver la situación del muchacho. Leamos de nuevo el v.14 “Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.” Jesús se acercó donde estaba el cadáver y tocó el féretro. Esto parece un detalle menor, porque en nuestro contexto, nosotros podemos ir a un velatorio, ver un difunto y hasta tocar la urna sin problemas, pero veamos lo que dice Números 19:11 “El que tocare cadáver de cualquier persona será inmundo siete días”, para los judíos acercarse y tocar un féretro (o urna) representaba un problema, porque se volvía inmundo ritualmente, y tendría que pasar un proceso de purificación, pero Jesús lo hizo ¿era necesario? ¿por qué no lo sanó a distancia? Recientemente, la semana pasada, vimos que Jesús podía hacer esto, porque sanó al siervo del centurión sin siquiera verlo. Entonces ¿por qué toco el féretro de este joven? Este acto nos enseña el costo de Jesús para ayudarnos a levantar de la muerte. Muchas veces hablamos ligeramente de la cruz de Jesús pero olvidamos que eso costó caro. Por amor a nosotros, el Señor decidió acercarse a la inmundicia para levantarnos. Él, siendo un ser completamente santo, limpio, pulcro, se hizo un humano, vino a esta tierra y vivió con nosotros -pecadores- para sacarnos de la muerte. Además en la cruz cargó el pecado de todos los seres humanos. Las cosas más viles usted pueda imaginarse, esas las llevó Jesús sobre sus hombros, y fue tratado como que si él las cometió. Eso es lo significa el toque de Jesús. Y aunque ciertamente él pudo haber resuelto nuestro problema de otra manera, lo escogió así para más que darnos vida, darnos el ejemplo, llevar nuestros dolores, enfermedades, etc.
Ahora bien ¿qué más hizo Jesús para ayudar al joven? Veamos de vuelta el v.14 “Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.” Jesús le dijo unas palabras al muerto, le dijo: [Joven, a ti te digo, levántate] ya en reiteradas ocasiones, en Lucas, hemos visto el poder de la palabra de Jesús. Aprendimos cómo la palabra de Jesús es suficiente para liberar a las personas poseídas, también hemos visto que la palabra puede sanar. Y podríamos pensar que hasta ahí llega su utilidad. Pero no, como vemos, la palabra de Cristo también sirve para levantar a los muertos. De hecho, principalmente es útil para levantar a los muertos. En aquella ocasión era un muerto físico, pero también puede levantar a los muertos espirituales.
Entonces, a través de la palabra de Dios, que es la biblia, es que alguien muerto por su pecado puede ser salvo. Pero también, gracias a la palabra de Dios, es que alguien que está como muerto, en el sentido que está inmóvil y no puede hacer nada por ayudarse a sí mismo, ni ayudar a otros, es que puede levantarse. Hay muchos métodos y ciencias que pueden ayudar al hombre en sus problemas, como la medicina, psicología, los grupos de ayuda (Alcohólicos Anónimos), etc. Estas vías bien usadas son muy buenas y muchas son necesarias, pero ninguna de ellas puede resolver el problema del pecado del hombre y ninguna puede dar salvación a nuestras almas. Solo la palabra de Jesús tiene esa potestad. Por eso Jesús le dijo su palabra al joven difunto de Naín. Para enseñarnos esto.
Jesús nos dice hoy: ¡Joven, a ti te digo, levántate! Esto no es una opción, es una orden de la palabra de Dios. También es una palabra de ánimo. Quizá pensaste que no hay solución para tu situación. Una cosa que nos caracteriza cuando estamos “como muertos” es el desánimo y el cansancio de la misma circunstancia, y quizá estás desanimado o agotado, pero Dios hoy te anima y te pide que te levantes. Es difícil, pero te aconsejo que te concentres en el primer paso, luego en el segundo y así un paso a la vez. Dios no nos creó para estar en el féretro de nuestra pereza, ni en el de la rebeldía, incredulidad, dependencia, indisciplina o indecisión. Dios nos dio dones y talentos, a cada uno, para que los usáramos para su gloria en primer lugar, pero también para nuestro beneficio, y para el de nuestro prójimo, entonces no te quedes como muerto. Sino levántate y conquista eso que Dios tiene para vos. Ya basta de sufrimiento y de perder el tiempo. Ha llegado el momento de levantarnos con la palabra de Dios.
Y esto último es la clave, ni lo intentes hacer solo y por tu propia cuenta, porque vas a fracasar y te volverás a desanimar. Recuerda que la clave para levantarte es con la palabra de Jesús. Por eso te animo que si no estás estudiando la biblia, la desempolves y la abras. Si no tienes biblia trata de conseguir una. Siempre es bueno invertir en nuestra propia biblia para valorarla más. Pero si no puedes conseguir una, porque no tienes dinero, al menos usa los recursos que tenés: celular, internet, etc.
Vamos a ver finalmente el v.15 “Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.” Esta es la muestra de lo que sucede cuando recibimos la palabra de Dios: somos levantados como el joven de Naín. Pero fíjate un detalle adicional: el muchacho también habló ¿esto quiere decir que solamente hablaba? No, es obvio que también respiraba y desarrollaba las demás funciones del cuerpo. Pero que él haya hablado significa el testimonio. Es decir cuando los demás lo escucharon hablar, se dieron cuenta del poder de la palabra de Jesús y dieron gloria a Dios por eso, y por la obra de Cristo.
Ayer estaba escuchando música y saltó un testimonio que es un excelente ejemplo para la palabra de hoy. Se trata de la historia de la cantante Christine D’ Clario. Por asuntos de tiempo no puedo extenderme en los detalles. Pero en síntesis, esta era una chica que por la muerte de su padre a los 6 años, debido a una enfermedad del alcoholismo, además de otros aspectos entró en una rebeldía hacia Dios por muchos años. Ella parecía que estaba viva, pero realmente estaba como muerta, porque aunque creía en Dios y hasta iba a la iglesia, no estaba usando los dones que Dios le dio para su gloria, ni para ayudar a otros. Pero un día, cuando fue invitada a un evento cristiano y ella fue al ensayo para cantar, sintió la presencia de Dios y se quebrantó, pero como ella era rebelde, le puso una prueba al Señor, y le dijo: “bueno Dios, si tu existes y si yo te intereso, si es verdad todo eso que dicen en la biblia, tienes hasta la media noche para demostrármelo”. Ella cuenta que esa misma noche una mujer desconocida fue a su casa y le predicó y le indicó que Jesús era el camino. Obviamente ella no aguantó más y tomó la decisión de salir de la doble vida que estaba llevando, decidió dejar de buscar gloria humana y comenzó a usar su precioso don -del canto- para glorificar al Señor y bendecirnos a muchos.
Esta joven era como el chico muerto de Naín. En su caso el dolor y la rebeldía era su urna. Además de la hipocresía y el orgullo. Pero a través de la palara de Jesús ella se levantó y comenzó a hablar, en su caso también a cantar. Fíjense que no se trata de una aparición mística como muchos esperan. El Señor nos habla de forma común a través de sus siervos y hoy, a través de este mensaje también te dice: Joven a ti te digo levántate. ¿qué vas a hacer? ¿vas a dejar que te entierren? ¿o vas a escuchar la palabra y tomar la decisión de dar el primer paso? Oro a Dios que todos los jóvenes menores de 90 años que estamos acá nos levantemos y hablemos. Amén
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