Lucas 9:18-27

9:18 Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo?
9:19 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.
9:20 El les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.
9:21 Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente,
9:22 y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
9:24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
9:25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
9:26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.
9:27 Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.

TU ERES EL CRISTO


Dios les bendiga mis amados hermanos(as). Debido a la cuarentena en esta pandemia, las plataformas de streaming se hicieron una opción cotidiana de distracción para la mayoría de las personas. Y en este año se estrenó en Netflix una serie llamada ► Cobra Kai que es secuela de una película muy famosa de los años 80’ llamada ► Karate Kid. Sé que la mayoría acá ha visto Karate Kid, yo también la he visto varias veces y me gusta mucho, y en lo personal pienso que en esta película hay una muestra de discipulado. En este caso el joven Daniel LaRusso (el protagonista) es el discípulo del Sr. Miyagi, quien era su maestro de Karate, y quien a través de mucho entrenamiento lo formó como atleta y como persona.

Sin embargo, aunque este es un gran ejemplo, se queda corto en cuanto al discipulado en Cristo, no creo que humanamente hallemos algún caso que nos explique a cabalidad lo que es ser un discípulo de Jesús. Pero gracias a Dios tenemos la biblia, y en el pasaje de hoy aprenderemos bien, de la misma boca del Señor qué debemos hacer los que quieran ser sus discípulos. Oro a Dios que hoy nos animemos a seguir a Jesús y consecuentemente, a vivir como sus discípulos. Amén

CONFESAR A JESÚS COMO EL CRISTO DE DIOS

Leamos el v.18 “Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo?” Aunque una gran multitud de aproximadamente 15-20 mil personas había interrumpió las merecidas vacaciones de Jesús y sus 12 discípulos, como lo vimos la semana pasada, después de atenderlos, ellos finalmente lograron irse aparte y tener un tiempo de intimidad y descanso. Y en ese escenario el Señor estableció una conversación muy importante con los 12. Que inició con esta pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo? Los discípulos habían servido a muchas personas y mientras ellos estaban entre la multitud pudieron escuchar los comentarios de la gente, y al Señor le interesaba saber qué estaba diciendo la gente de él. Pero al parecer, también quería que los discípulos meditaran en la condición del pueblo, porque ellos eran sus ovejas. Y es que, aunque la misión que Dios nos ha dado consiste en predicar el evangelio del reino, para ejercerla es muy importante saber cuál es la opinión de las personas acerca de Jesús. Y si alguien tiene una idea equivocada acerca del Señor, nosotros debemos corregir conforme a la palabra de Dios.

Ahora veamos cuál era el pensamiento de la gente en ese tiempo. Leamos el v.19 “Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.” Las personas confundían a Jesús con Juan el Bautista, Elías, o con algún otro profeta del Antiguo Testamento. Y esta es una idea que ya habíamos visto en Lucas 9:7-9 (leer), pero que evidentemente era una equivocación. ¿pero, por qué la gente pensaba así? Básicamente ellos confundieron a Jesús con Juan porque Cristo había predicado con autoridad pidiendo arrepentimiento, también porque Juan fue el primer profeta que habló en nombre de Dios después de 400 años de silencio entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Sin embargo, no tenía sentido que Jesús fuese Juan el Bautista por dos razones, la primera es que Juan fue quien bautizó al Señor, y además, en este tiempo Juan había sido decapitado por el rey Herodes. Por otra parte, la gente pensaba que Jesús era Elías, porque el último profeta del Antiguo Testamento -Malaquías- había anunciado que antes del día el juicio Dios volvería a enviar a Elías, quien fue un profeta muy poderoso, y para las personas Jesús había mostrado poder similar “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Mal 4:5,6). Y finalmente la gente creía que, si Jesús no era Juan el Bautista, ni Elías, entonces era otro profeta poderoso del Antiguo Testamento que se había levantado de entre los muertos. Como Isaías o Jeremías.

Fíjense que en todos los casos la gente justificaba la existencia de Jesús en la resurrección de alguien. Y a mi juicio, para creer en la resurrección, se necesita una fe mayor que para aceptar a Jesús como realmente es. Y no es que Jesús les ocultó quién era él, al contrario, desde un principio de su ministerio se manifestó claramente, por ejemplo, en Lucas 4 vimos que en una sinagoga de Nazaret, a través de leer el libro de Isaías anunció que él era el ungido y enviado de Dios. Lucas 4:18-20 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” Pero el problema de estas personas era que ellos tenían un prejuicio acerca del Mesías, ellos creían que el enviado debía ser un político que los librara del imperio romano.

Y esta no es una condición muy diferente a la que tiene la gente en el mundo actual. Aunque la biblia dice claramente quien es Jesús, por sus prejuicios, mucha gente sigue teniendo ideas equivocadas de él y le cuesta aceptarlo. Yo he escuchado decir en la calle que Jesús es solo un maestro, otros dicen que es un revolucionario, también dicen que solo es un personaje histórico, un mito (historia inventada), etc. Piensen en la respuesta que le daríamos a Dios si nos preguntara hoy ¿qué dice la gente de mi? es nuestra responsabilidad derrumbar estas ideas equivocadas o torcidas acerca de Jesús ayudar a que este mundo conozca la verdad de él y lo conozca a él.

Ahora leamos el v.20 Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios. Aunque hemos visto que es importante saber lo que piensa la gente de Jesús, lo más importante es qué pensamos nosotros acerca del Señor. Por lo cual, después de escuchar la respuesta de los discípulos, Jesús les preguntó qué decían ellos acerca de él. El único que respondió fue Pedro, quien dijo: Eres el Cristo de Dios. La palabra Cristo viene del griego Cristos y significa “Ungido”, así se le llamaba a los sacerdotes que eran ungidos con el aceite sagrado, especialmente el sumo sacerdote, pero también los profetas eran llamados cristos y al rey de Israel también se le decía así. Sin embargo, acá Pedro no solo dijo Cristo, sino que dijo: el Cristo de Dios. Quiere decir que Pedro reconoció que Jesús era el ungido por Dios para ser nuestro Sumo Sacerdote, Profeta y Rey.

Esta confesión de Pedro es muy importante. Y es necesario que todos los cristianos no solo la creamos, sino que también lo digamos con nuestra boca. Romanos 10:9,10 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Como vemos, la confesión de fe es una cuestión de vida o muerte, y por eso Jesús ayudó a sus discípulos, a través de una pregunta, para que ellos lo confesaran, y Dios también ha diseñado otros momentos, como el bautismo, para que nosotros manifestemos ante los hombres qué es lo que pensamos de Jesús. Sin embrago no quiero que perdamos de vista, que según Romanos deben ocurrir las dos cosas, tanto la confesión, como creer en nuestro corazón. Y a propósito de esto que estamos aprendiendo yo quiero preguntarles dos cosas, primero es ¿quién es Jesús para vos? Y lo segundo es ¿lo has confesado? Si no sabes, o no estás seguro de quién es Jesús, quiero que te lleves hoy este mensaje: Jesús Dios, quien se hizo hombre para salvarnos de nuestros pecados, y fue el enviado para rescatarnos de la muerte por medio de su sacrificio, y para abrirnos el camino al cielo a través de su resurrección. Jesús es nuestro Sacerdote, porque intercede por nosotros ante el Padre, es nuestro Profeta, porque su palabra es palabra de Dios y es nuestro Rey porque es el soberano sobre nuestras vidas y le debemos sujeción, respeto y obediencia. Ahora quiero hablarte a vos, que sabiendo y creyendo esto, nunca lo has confesado, y quiero invitarte a que lo hagas, allí donde estás confiésales a las personas que tienes al lado: Creo que Jesús es el Cristo de Dios, y que es mi Señor y Salvador. Y si estás solo usa tu teléfono y redes sociales y envíales un audio o video a todos con esta declaración.

Si alguien ha hecho estas dos cosas genuinamente, les cuento que hay fiesta en los cielos, porque la biblia dice que por esa fe y esa confesión es salvo. Amén. Sin embargo, si aún no crees en tu corazón que Jesús es el Cristo, te animo a que te acerques a él y tengas una relación con él, para que te des cuenta de quién es. Esa fue la diferencia entre Pedro y la multitud, porque siendo francos, ambos vieron a Jesús y también vieron sus milagros. Pero Pedro vivía con Cristo, estaba día a día a su lado, escuchaba constantemente sus enseñanzas y veía la forma de actuar del Señor. Mientras que la multitud después de ver o recibir el milagro se iban. Ciertamente hoy día Jesús no está entre nosotros físicamente, pero nos ha dejado los medios para que tengamos una relación con él. Nos ha dado la oración como el medio para hablarle, también nos ha dado su palabra para poder “oírle” y conocer su vida. Aunque no creas que Jesús es el Cristo, te animo a permanecer en oración y la palabra de Dios para que un día puedas creer en él y confesarlo como lo hizo Pedro. Amén. Siempre hazte esta pregunta ¿quieres ser Pedro o ser la multitud?

EL CAMINO DEL DISCÍPULO

Leamos el v.23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Cuando una persona confiesa que Jesús es su Cristo, y lo acepta como su Señor y Salvador, es similar al ► disparo inicial de una carrera de atletismo. Es decir, que es solo el inicio de una vida nueva, el deber ser es que a partir de ese momento nos convirtamos en discípulos de Jesús. Algunos cristianos cometen el error de no seguir a Jesús, es decir, solo confesarlo y no hacer más; y otros en lugar de hacerse sus discípulos se convierten solo en sus fanáticos. ¿pero qué caracteriza la vida de un discípulo? la respuesta está en lo que acabamos de leer, y básicamente son cuatro aspectos:

Primero, debemos querer seguirle. Jesús dijo “si alguno quiere venir en pos de mi” y aunque muchas veces los predicadores pasamos por alto este detalle, hoy quiero enfatizar que para ser discípulo de Jesús es necesario quererlo, es decir, tiene que ser una decisión voluntaria, no por obligación ni por apariencia. Y debe ser voluntario porque cualquier cosa obligada nos cae mal, se dice que aún el agua obligada sabe mal; pero también porque este es un camino -el del discípulo- habrá luchas que debemos superar y responsabilidades que debemos llevar, y sin nuestra decisión voluntaria esta será una carga muy pesada. Dios no obliga a nadie a seguirlo, siempre nos ha dado la decisión a nosotros. A esto es lo que llamamos libre albedrío.

Segundo, debemos negarnos a nosotros mismos. Jesús también dijo: “… niéguese a sí mismo” Esta frase puede parecernos rara, al principio de mi vida de fe pensaba que se trataba de decir: Yo no soy Juan Carlos, Yo no soy Juan Carlos. Pero realmente negarse a sí mismo implica dejar en segundo lugar mis propios deseos, planes, actitudes, etc. y poner en primer lugar los de Dios. Esto implica que como discípulos constantemente debemos buscar conocer qué es lo que Jesús quiere para nosotros, cómo quiere que vivamos; y que siempre debemos luchar por hacer su voluntad antes que la nuestra. ¿pero quieren saber una verdad? a la mayoría de los discípulos nos cuesta este aspecto y fallamos en negarnos a nosotros mismo. Nada más hay que pensar personalmente si todo lo que estamos haciendo en nuestra vida es la voluntad de Dios o simplemente son nuestros deseos y voluntades. Pero un cristiano que no se niega a sí mismo está condenado al fracaso, porque como lo dice la biblia: la tendencia de nuestros deseos y acciones es el mal.

Tercero, debemos tomar nuestra cruz. Jesús dijo: “tome su cruz cada día”. Antes de hablar de este aspecto del camino del discípulo, es necesario que veamos el camino de Cristo. Y para ello les pido leer el v. 22 que “… Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.” Ya hemos visto que Jesús fue enviado por Dios Padre a esta tierra, y que fue ungido por él, y este verso resume bien la misión para lo cual él vino: padecer, morir y resucitar. En todo este proceso es clave la palabra “cruz”, porque Jesús padeció mientras cargaba la cruz en que iba a ser asesinado, él murió en una cruz y luego resucitó al tercer día. Entonces cuando el Señor se refiere a la cruz del discípulo se refiere a la misión, responsabilidad o labor que tenemos cada uno de nosotros los cristianos.

Aunque hay muchos aspectos comunes en las cruces de todos nosotros los discípulos, como la predicación, oración, lectura de la palabra, etc. Cada uno también tiene un llamado particular. A algunos el Señor los llamó a servir en su propio país, a otros nos ha dado la misión de ir a otros lugares. El llamado de algunos es la música, el de otros puede ser el servicio, la misión de alguien puede estar en servir en los hospitales y el de otro en servir en la cárcel o en la Universidad. No importa cuál sea tu cruz ni el tamaño de ella, debemos llevarla. Llevar la cruz generalmente no es fácil, a Jesús también le costó llevar su cruz, pero no por esto debemos desprendernos de ella, ni renegar de ella, más bien debemos ser constantes, como dijo el Señor: cada día. Nos sintamos bien o mal debemos seguir a Jesús, nos esté yendo bien o no debemos seguir a Cristo.

Cuarto, debemos seguirle. Lo último que Jesús dijo en este verso fue: “… y sígame”. Si uno revisa el término original, ese “sígame” significa que vayamos detrás de él. Esto tiene implicaciones importantes, lo primero es que nosotros debemos observar -estudiar- bien la vida de Cristo, para después imitarla. Sin conocer a Jesús, y sin entenderlo, no vamos a poder seguirlo. Pero se trata todo de conocer su vida, eso lo hacen también los que no son discípulos, sino que consiste en imitarlo, hacer lo que él haría, actuar como él actuaría. Por eso una pregunta que debería ser común entre todos los discípulos, y que les recomiendo hacerse siempre, es: ¿qué haría Jesús en esta situación? no importa la naturaleza de lo que usted esté haciendo, si quiere ser discípulo de Cristo hágase esta pregunta y actúe como lo haría nuestro Señor.

Finalmente leamos el v.24,25 (BLPH) “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que entregue su vida por causa de mí, ese la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si él se pierde o se destruye a sí mismo?” Hoy hemos aprendido acerca de la confesión de Pedro, y también del camino del discípulo, y me parece un bien cierre entender lo que dicen estos versos. Porque todos nosotros queremos salvar nuestra vida y en ese afán muchos escogen invertir sus días para propósitos solo terrenales, pero realmente esto es una pérdida de tiempo, porque una vez muramos esto se quedará en la tierra y nuestra alma irá a un lugar de tormento. Pero si en lugar de eso nosotros escogemos ser discípulos de Jesús y entregar nuestra vida a su causa, así realmente seremos salvos. “Ganar el mundo” no solo significa acumular riquezas, también implica dedicarnos a conseguir cosas de esta tierra. Por ejemplo, invertir nuestra vida en un ideal político, o alcanzar muchos títulos académicos, cargos en la empresa, conseguir muchos seguidores en redes sociales, etc. Quizá esas cosas por sí solas no están mal, incluso los cristianos podemos procurarlas y conquistarlas, pero si eso nos impide ser discípulo de Jesús, recordemos estas palabras de Jesús: ¿De qué nos sirve? Oro a Dios que hoy muchos de nosotros hayamos confesado a Cristo como nuestro Cristo y que además hayamos tomado la decisión de ser sus discípulos, negándonos y llevando nuestra cruz cada día. Amén.

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