Lucas 9:1-6

9:1 Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
9:2 Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
9:3 Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.
9:4 Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid.
9:5 Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
9:6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

PREDICAD EL REINO DE DIOS


Buen día amados hermanos, bienvenidos al Servicio Dominical, en que hablaremos de la misión que Jesús le dio a sus discípulos: predicar el reino de Dios. Pero antes de entrar en el pasaje, quiero mostrarles un clip del canal BITE que se basa los resultados de un estudio realizado recientemente entre los cristianos de EEUU por la encuestadora Barna Group ►. Quiero aclarar que, si bien este video nos habla principalmente del problema, respecto a la predicación, que presenta la generación Millenial, no quiere decir que sean los únicos con esta situación. El estudio refleja que todas las otras generaciones también presentaron cifras alarmantes.

Y lo que quería mostrar con esto, es que a pesar de que el predicar es parte de la misión fundamental de los cristianos, hoy día es un aspecto que está muy descuidado y que incluso ha sido desplazado en la mente de los creyentes. Esto resalta la importancia del mensaje que vamos a aprender hoy. En este mensaje, a través de cuatro aspectos aprenderemos por qué debemos predicar, qué debemos enseñar y cómo debemos prepararnos para ello. Oro que al final del día nosotros tengamos la convicción firme de ir a predicar el evangelio del Reino de Dios y que, así como los discípulos, obedezcamos a esta comisión y sirvamos en una gran obra para la gloria de Dios. Amén

Primero, Jesús les dio poder y autoridad. Leamos el v.1 Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.” Por la gracia de Dios ya vamos por el estudio de Lucas 9, y hace un par de meses, en el capítulo 6, aprendíamos que Jesús, entre todos los que le seguían, escogió a doce hombres como sus discípulos. Repito, a Jesús lo seguían muchas personas, pero él llamó especialmente a doce: ►Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote, Judas hermano de Jacobo, y a Judas Iscariote, y aunque en Lucas 6:13 podemos ver que Jesús a estos doce los llamó “apóstoles”, en el v.1 y casi el 100% de las veces en los evangelios se les llama “discípulos” ¿por qué? porque un discípulo es aquel que aprende de un maestro y que recibe un entrenamiento y estos doce precisamente estaban pasando por ese proceso de aprender de Jesús ¡Al igual que nosotros!

Podríamos pensar que la palabra de hoy era solo un tratamiento de Jesús para los apóstoles, pero realmente la enseñanza es extensible hacia todos los que sigamos a Jesús y aprendamos de él. Por ende, esta palabra es una enseñanza personal para ti y para mí. Y aclaro esto porque un error común entre muchos cristianos, es pensar que la misión contenida en este pasaje es solo una tarea de unos pocos. Se piensa erróneamente que es una responsabilidad de los Pastores, de líderes, y que el resto solamente ha sido llamado a ser espectador. Pero como dije, esto es una equivocación lo que vamos a aprender a continuación es una labor que debemos hacer todos los cristianos sin excepción. Jóvenes y adultos, hombres y mujeres, los del norte y el sur, etc. todos debemos obedecer esta misión. Sin excepción.

Pero veamos nuevamente el v.1. Fíjense que acá aún no está la Misión que Jesús les dio a los discípulos, pero si figura que antes de enviarlos les dio poder y autoridad. Acá “poder” se refiere a la capacidad de obrar milagrosamente, y “autoridad” habla de la libertad y derecho de actuar. Estos dos aspectos eran como el combustible de un vehículo, sin poder y autoridad los discípulos no habrían podido cumplir la Misión que Jesús le encomendó y al ver que Jesús se los dio antes de mandarlos, nos muestra que si el Señor nos da una labor, de antemano nos prepara con lo que necesitamos para cumplirla. A veces pensamos que nosotros no tenemos lo suficiente para hacer lo que Dios nos pide y por eso nos cohibimos o nos frenamos, y solemos decir “yo no estoy preparado”. Cada vez me convenzo más que esta frase, más que una realidad, es el producto de nuestros miedos, falta de compromiso y hasta pereza. Hermano, si Dios lo ha llamado a hacer algún trabajo, es porque él le ha dado lo necesario para que usted lo lleve adelante con éxito; obviamente, como en todo, necesitamos ser entrenados para desarrollar los dones y cada vez hacerlo mejor, pero no tenga dudas que Dios lo respaldará dándole todo lo que necesite. Amén

Ahora bien, veamos nuevamente el v.1, especialmente el final. Dice que la autoridad y el poder que Jesús le dio a sus discípulos fue sobre los demonios y para sanar enfermedades, lo cual nos enseña un principio importante de la misión que Dios nos ha dado, y es que se trata tanto de una labor espiritual como de un trabajo terrenal. Es evidente que debido al tiempo histórico en que vivimos, distinto al que vivieron los apóstoles, nuestra una misión tiene aspectos diferentes, pero en esencia nuestra misión actual sigue teniendo una componente espiritual y otra palpable. Más allá de esto me parece importante comentar, porque es una duda frecuente entre los cristianos, el asunto de esta autoridad sobre las enfermedades. Antes les pido que leamos 1 Corintios 12: 27,28 “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” Este capítulo de 1 Corintios nos habla de los dones espirituales y como vemos, la sanidad se trata de un don, que al igual que los demás dones el Espíritu Santo da como él quiere y a quien quiere. No todos tenemos los mismos dones. Por lo cual, quisiera que hoy se lleve la idea de que si bien Jesús a los doce discípulos les dio esa capacidad y potestad, no quiere decir que usted o yo lo tengamos, y aclaro esto porque podría llegar a escuchar que muchas personas, a la luz de este pasaje, interpretan erróneamente que todos los cristianos tenemos donde sanidad. Cuando realmente no es así.

Segundo, Jesús los envío a predicar. Ahora veamos el v.2 “Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.” Sin mucho preámbulo, ahora si tenemos en frente la misión que Jesús les dio a sus discípulos. Misma misión que tenemos todos nosotros. Se trata de “ir a predicar el reino de Dios” y aunque se dice rápido y fácil es necesario prestarle atención y entender bien lo que esta labor implica.

(a) Lo primero que podemos aprender es que esta misión implica que nosotros seamos activos, que nos movamos, que vayamos y busquemos a las ovejas. Cuando la palabra dice que Jesús los envió es porque los discípulos tenían que ir y hacer un largo viaje. Quedándose donde estaban no iban a poder cumplir. Y obviamente el “ir” implicaba un sacrificio. Nosotros no podemos esperar que las ovejas vengan a buscarnos, nosotros tenemos la orden de Dios de ir a buscarlas, y para eso debemos ocupar nuestro tiempo y esfuerzos. Al principio les mostré el problema de las generaciones actuales con respecto a la predicación, y veíamos que una de las razones por las cuales los millenials no está predicando es porque no reservamos tiempo en la ocupada agenda para ello. Nosotros solemos apartar tiempo para trabajar, estudiar, salir a divertirnos y descansar, y todo eso está bien, pero lo que no está bien es que no apartemos un espacio para ir a predicar. Basta con que sinceramente revisemos nuestra agenda de la semana pasada y saquemos el porcentaje de tiempo que dedicamos a compartir el evangelio con otros. Sorprendentemente muchos de nosotros no invertimos ni una hora a la semana para ir a predicar. ¿y saben qué es lo irónico? Que es precisamente nuestra generación la que mayores facilidades de comunicación ha tenido en la historia ¿entonces por qué no estamos yendo a predicar? Sin duda es un problema de nuestra decisión.

(b) lo otro que aprendemos de este verso es cuál debe ser el contenido de nuestro mensaje al ir a predicar, dice que debemos predicar el “reino de Dios”. Aunque parezca obvio, créanme que es sorprendente la cantidad de personas que hoy predican otras cosas. Pero Jesús fue claro, el centro de nuestro mensaje no deben ser ideales políticos, ni autoayuda, tampoco la prosperidad económica, moda, etc., nosotros debemos hablar del evangelio del reino de Dios. Si hay algo en nuestro mensaje que no apunta a esto, deberíamos suprimirlo, pero ¿qué es el reino de Dios? en términos simples aquel lugar en que Dios reina, es decir, donde él es el soberano y se cumple solo su voluntad. Pero este lugar no se refiere a un terreno físico como los reinos de este mundo, sino al lugar espiritual del reino de los cielos en que viviremos eternamente los que hayamos de ser salvos. Por lo cual, predicar el reino de Dios implica enseñar a la gente todo lo inherente a su salvación y cómo vivir teniendo a Dios por Rey. Y si bien este es un mensaje muy integral, porque implica muchos aspectos, les quiero mostrar un excelente resumen que nos dejó el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:1-4 “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”

(c) Ahora bien, tenemos rato hablando acerca de “predicar”, pero qué significa a la luz de esta palabra “predicar”. Según el término griego original, predicar es ser “heraldo” y este era un funcionario que tenía a su cargo anunciar públicamente órdenes reales y decretos del rey. Y quiero resaltar lo de anunciar públicamente, porque en palabras anteriores hemos visto que nuestra propia vida (testimonio) puede/debe ser una forma de predicación, y eso es cierto, pero en este caso lo que Jesús le pedía a sus discípulos es que abrieran la boca y proclamaran el evangelio de Jesús. Por eso no debemos conformarnos con ser buenas personas y que el mundo nos vea, sino que también debemos hablarles explícitamente a otros el mensaje de Salvación.

Tercero, no tomen nada para el camino. Leamos el v.3 “Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas”. Ahora vamos a hablar un poco de la preparación que Jesús les exigió a los discípulos. Contrario a lo que pudiésemos pensar, les pidió que no llevaran nada para el camino. Incluso los mandó a despojarse de algunas cosas básicas para un viaje, como el bordón (bastón), alforja (mochila), comida, ropa y dinero. Pero ¿por qué Jesús pidió esto? Hay varios motivos (a) en primer lugar para que los discípulos no llevaran un equipaje excesivo que estorbara su misión. Por una parte, porque el peso los haría a ellos más lentos, pero por otro, porque según la cultura de aquel lugar, la ausencia de todo este equipaje manifestaba que ellos iban en son de paz y daba confianza a los habitantes de recibirlos en sus casas. (b) Y en este sentido, Jesús les pidió que no llevaran nada de equipaje también para que ellos dependieran de la provisión de Dios más de lo que tenían.

Esta palabra no significa que nosotros como siervos de Dios no debamos prepararnos en nada, pues si en algo podemos alistarnos antes de ir a predicar, podríamos/deberíamos hacerlo; Fíjese que los discípulos llevaron al menos una túnica. Eso nos habla de al menos una mínima preparación. Lo que nos advierte este verso es que no posterguemos la obra de la evangelización por un exhaustivo alistamiento, ni pongamos nuestra fe en nuestros recursos, sino que en todo tiempo dependamos de la obra de Dios. Por ejemplo, muchas veces no vamos a predicar porque creemos que necesitamos un gran conocimiento bíblico, y en otras ocasiones no vamos porque esperamos a tener una posición ideal (hablar perfectamente el idioma, tener mucho tiempo, suficiente dinero y una vida sin problemas) y algunos nunca salen a predicar porque nunca llega esta condición perfecta. Pero esto no debe ser nuestra actitud, debemos desafiar y depender de Dios.

Nuestra generación es muy apática para predicar porque estamos enfocados solo en resolver nuestra situación humana, por eso la mitad de los jóvenes cristianos en EEUU piensan que no está bien predicar activamente, sino que basta con su testimonio. Dios no quiere esto, quiere que vayamos y anunciemos con fe, dependiendo de su ayuda.

Cuarto, si los recibieren... y si no los recibieren… Leamos los v.4,5 “Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.” Me parece un punto importante de la comisión que nos da Cristo, que de entrada aclara que hay dos posibilidades cuando nosotros compartamos el mensaje de salvación. Algunos nos van a recibir, y van a aceptar el llamado a seguir a Cristo, pero otros no nos van a recibir, incluso podrían llegar a tratarnos mal. Jesús no nos mintió como muchos coachs motivacionales que andan por allí ofreciéndonos “victorias seguras” en todo lo que hagamos, el Señor fue sincero y nos advirtió la realidad: algunos abrirán su corazón y otros no. Y lo bueno de saber que algo puede salir mal, es que cuando nos sucede, ya nosotros estábamos preparados y no nos deprimimos, sino que tenemos más fuerzas para seguir. No hay nada más peligroso que el “falso optimismo” y Jesús no quiere que en términos de predicación tengamos esta actitud. Obviamente tampoco quiere que tengamos un “pesimismo extremo”. Nuestra actitud al predicar debe ser de una equilibrada y realista, pero con fe.

Entonces, la enseñanza de Jesús en esta parte es que si nos reciben ¡excelente! ¡Gloria a Dios! ¡hemos ganado un alma para el Señor! pero advierte que luego de este milagro debemos salir e irle a predicar a otros. Nuestra tendencia es a querernos quedar donde nos reciban, pero Jesús nos dice “, quedad allí, y de allí salid”. Y por otra parte también nos muestra que si no nos reciben debemos “sacudir nuestras sandalias” ¿qué significa esto? Que no debemos desanimarnos, sino que -con ánimo- debemos ir a predicarle a nuevas personas que quizá si acepten el mensaje. Entendiendo que no nos están rechazando a nosotros, sino a aquel que nos envió, y que ellos por su propia decisión están tirando a la basura el mayor tesoro que alguien les pudiese ofrecer. En aquel tiempo el sacudir el polvo de las sandalias era algo que hacían los judíos para mostrar una separación de aquellos que no vivían conforme a la palabra de Dios (por ejemplo, los gentiles).

Finalmente leamos el v.6 “Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.” hasta ahora hemos aprendido la misión que tenemos todos los discípulos de Jesús, que es predicar el evangelio. Hemos visto que para ello Jesús nos ha dado la capacidad y libertad de actuar, también hemos aprendido que no es necesario una gran preparación, sino que debemos aprender de la provisión de Dios. Y en último lugar vimos que debemos hacer si nos aceptan y que debemos hacer si nos rechazan. Pero todo esto que hemos aprendido sería una linda teoría si nosotros no obedecemos y ponemos por obra lo que nos pide el Señor. Como vemos, en el caso de los doce discípulos ellos fueron obedientes, porque fueron a todas las aldeas, y cumplieron cabalmente lo que vimos en el v.2: predicaron el evangelio y sanaron los enfermos. Y esa me parece que es una buenísima enseñanza final con que debemos quedarnos. Si nosotros, los que estamos escuchando esta palabra de hoy, no hacemos nada por ser obedientes y aplicar la palabra de hoy, entonces hemos perdido el tiempo y hemos deshonrado al Señor, pero si en contraparte luchamos, aunque sea un poco, por superar esos problemas que me impiden predicar, el Señor será glorificado y su reino vendrá a esta tierra como lo oramos cada semana cuando leemos la oración del Señor. Mi oración es que estas palabras hayan hecho impacto en nuestros corazones y que salgamos por todos lados (trabajo, universidad, edificio, ciudad, país, el mundo) a predicar las buenas noticias de Salvación. Amén




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