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Lucas 8:22-25
8:22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: al otro lado del lago. Y partieron.8:23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.
8:24 Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza.
8:25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
¿DÓNDE ESTÁ TU FE?
Dios les bendiga amados hermanas(os). Bienvenidos al Servicio Dominical para adorar a Dios. Las semanas pasadas desde la sede en Chicago nos pidieron oración por una fuerte tormenta que hubo en esa ciudad, que dejó ►muchos daños materiales. Y en esta última semana, un ►huracán con categoría 4 (llamado Laura) ha sido noticia, porque arribó a otra ciudad de EEUU, Mississippi, y dejó un saldo de al menos seis muertos además de muchísima destrucción material. Nuestra experiencia nos dice que la naturaleza es poderosa, y que aunque los seres humanos tomemos ciertas precauciones, no podremos detener su furia por más que lo intentemos. Sin embargo, en la palabra de esta mañana vamos a aprender que el poder de Jesús es tal, que un día, con solo decir unas palabras controló una terrible tormenta en medio del mar de Galilea que estaba por hundir el barco en que iban él y sus discípulos. Con este contexto vamos a aprender algunos aspectos acerca de la fe, principalmente conoceremos que el tamaño de nuestra fe es evidente en el momento de la dificultad. Oro a Dios que al final del mensaje de hoy conozcamos más a Cristo y nuestra confianza (fe) en él crezca, porque él puede calmar nuestras tormentas.
JESÚS LLEVA A SUS DISCÍPULOS AL MAR
Leamos el v.22 “Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.” Al iniciar este capítulo (v.1) vimos que Jesús estaba predicando por todas las ciudades y aldeas de Galilea en compañía de sus discípulos y algunas mujeres. En ese trayecto se le juntaba multitud de personas y el Señor les enseñaba la palabra, por ejemplo, les dio la parábola del sembrador, luego la de la lámpara encendida, y otras parábolas más. Pero como vemos en el verso que acabamos de leer, después de estas enseñanzas, Jesús subió a una barca con sus discípulos para pasar al otro lado del lago ¿por qué? ¿por qué Jesús querría irse aparte con ellos? Para ser sinceros, la biblia no menciona alguna razón explícita pero, en función del contexto en que vivían Jesús y los doce, y considerando lo que sucederá después, podemos imaginar un par de causas.
Lo primero, es que Jesús quería irse aparte con los discípulos para descansar. Leamos Marcos 6:31 “El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.” Ciertamente, esta fue una ocasión diferente en que Cristo también le pidió a los discípulos que cruzaran el mar, en este caso fue después de un milagro llamado “la alimentación de los cinco mil” que veremos más adelante. Pero lo que quiero rescatar es que cuando al Señor se le acercaba una multitud y ellos la atendían, esto representaba una gran cantidad de trabajo, a tal punto que ellos no podían ni comer, porque estaban muy ocupados. De manera que no es descabellado pensar que en esta ocasión la razón de Cristo para subirse a un barco con los doce, era que estaban agotados y necesitaban descanso.
De manera que, quisiera que charlemos un poco acerca de la necesidad de descanso. Así como Jesús y sus discípulos necesitaron descanso, nosotros también lo requerimos, porque nuestro cuerpo es limitado y el mucho trabajo nos agota y no descansar puede afectar nuestro rendimiento y nuestra salud. Pero el descanso no solo se refiere a la parte física, sino que el descanso también debe ser espiritual. Físicamente descansamos cuando detenemos nuestro cuerpo, esto es mientras dormimos, cuando recibimos masajes, vamos de viaje, etc. Pero el descanso espiritual lo tenemos cuando buscamos a Jesús. El Señor dijo en Mateo 11:28 (BLPH) “¡Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso!”.
Lastimosamente la mayoría de los cristianos cometemos muchos errores en cuanto a nuestro descanso. (a) Algunos no descansan o no descansamos lo suficiente, y esto es un error porque como vemos en la palabra, a pesar de que haya mucho trabajo por hacer, por nuestro bien debemos poner una pausa y reservarlo para descansar. Debemos pensar en qué pasaría si nosotros nos enfermamos ¿podremos atender todo lo que quisiéramos? ¡No! entonces -como dicen- sería peor la medicina que la enfermedad. (b) Otro error común es que nos preocupamos por descansar solo físicamente y olvidamos el descanso espiritual (o viceversa). Esto tampoco está bien, porque nuestro cuerpo es un ser compuesto, tenemos parte física y parte espiritual, y una afecta a la otra. Por eso muchas veces sucede que, aunque dormimos e intentamos descansar físicamente, al final nos seguimos sintiendo agotados ¿les ha pasado? ¡a mi me ha ocurrido! Por eso en nuestro descanso debemos apartar un tiempo para tener mejor intimidad con Dios, la intimidad con Dios debemos tenerla siempre, pero en el descanso debe ser mayor. En ese tiempo debemos preocuparnos por orar más, cantarle más a Dios, leer más la biblia, etc. (c) Un tercer error que se suele cometer, es descansar mucho. Esto es todo lo contrario a lo que vimos antes. Y esto tampoco es correcto, porque hemos sido llamados por Dios para ser activos, para trabajar en su viña, para servir, no debemos abusar del descanso porque muy fácilmente se puede convertir en una “parálisis”.
Muchos recomiendan (y yo coincido) que al menos una vez al año planifiquemos y tomemos un tiempo de descanso, y como hemos dicho, esto no implica dejar de ser cristianos, sino poner pausa en la rutina y recuperar fuerzas físicas y espirituales. Esto es recomendable no solo desde una perspectiva individual, sino también para nuestro grupo familiar. Debemos apartar un tiempo para descansar con nuestra esposa e hijos. Algunos pensarán que no tienen dinero para tomar vacaciones, y aunque es entendible, yo creo que podríamos ser muy creativos y descansar de manera económica, incluso sin necesidad de gastar más de lo que cotidianamente invertimos en nuestro sustento. Si usted tiene la posibilidad de ir de viaje, hágalo, peor si no, al menos tome un descanso sencillo y gratis, en su misma casa o en su ciudad, yendo a las plazas, parques, etc. A veces el problema no es económico, sino de tiempo, realmente muchas personas no pueden pausar sus trabajos porque necesitan producir dinero para mantenerse, y hay otros que directamente no cuentan con algún tiempo libre en toda la jornada laboral. Esto es entendible también. Pero con mucho respeto considero que si nosotros planificamos nuestro tiempo de descanso es posible hacerlo. A veces nos cuesta descansar porque no apartamos la fecha, y por ende no buscamos alguien que nos sustituya.
De este modo, les animo, a la luz de esta palabra, a que consideremos tener descanso, así como Jesús lo hizo con los discípulos. Y mi oración más sincera es que todos nosotros podamos tener un tiempo anual para reposar física y espiritualmente de nuestros trabajos, tanto en la viña del Señor como en las demás actividades que hacemos (Universidad, trabajo, etc).
Segundo, Jesús también llevó a sus discípulos para entrenarlos. Les pido que por favor leamos el v.23 “Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban.” Aunque no está explícito, gracias al verso v.26, donde se dice que el destino de llegada de Jesús y los doce fue una región llamada Gadara, podemos saber que el mar que ellos estaban cruzando fue el Mar de Galilea, y suponemos que zarparon probablemente Capernaum. el Mar de Galilea, por las condiciones geográficas, era un escenario de grandes tormentas, aún hoy día lo es, cotidianamente se registran olas de hasta 7 metros de altura. Pero como podemos notar, durante este viaje de Jesús y sus discípulos, una gran tempestad les llegó. Tan grave que la palabra dice que ellos se estaban hundiendo y peligraban.
Nosotros sabemos que unas de las cualidades de Dios, y por ende de Jesús, es la omnisciencia, esto quiere decir que cuando el Señor le pidió a los discípulos que entraran en el mar, él sabía que iba a ocurrir esta tormenta, pero aun así les pidió que entraran al Mar de noche. La intención de Cristo no era solo que los discípulos descansaran, sino que antes pasaran esta tormenta. ¿con qué intención? Vamos a ver que fue para probar la fe de ellos.
La tormenta de esta historia representa los problemas que enfrentamos en nuestra vida, más particularmente aquellos que surgen a partir de hacer la voluntad de Dios. Como le pasó a los discípulos. Ellos obedecieron a Jesús y en el camino les vino el problema. A veces pensamos que por obedecer a Jesús nada nos va a pasar, pero debemos saber que el Señor a veces deja que nos alcancen tempestades para purificar y probar nuestra fe. A algunos, cuando deciden seguir a Cristo, le surgen conflictos o se intensifican sus problemas, yo he escuchado este tipo de testimonios: “Empecé a estudiar la biblia y ahora me fue mal en la materia”, “Decidí seguir/servir a Dios y ahora tengo problemas familiares”, “Me casé en fe (como Dios manda) y tengo problemas maritales”, “Aunque sigo a Cristo, en mi trabajo recibo muchas injusticias”, etc. Y aunque no siempre nos sucede al principio de la vida de fe, en algún momento, tarde o temprano, llegan las tormentas a nuestra vida. Pueden ser enfermedades, crisis familiares, escases económica, problemas académicos, la muerte de alguien querido, la pérdida de un empleo, el fracaso en un negocio, o una pandemia como la que vivimos hoy. Sea cual sea, debemos saber que Dios la permite por nuestro bien, no lo hace para dañarnos, sino para ayudarnos a crecer. Lo permite porque somos importantes para él. Y mientras tengamos esto claro vamos a poder enfrentar la tempestad de una manera correcta.
Y la pregunta automática que podríamos hacernos es: ¿cuál es la actitud correcta ante la tempestad? vamos a leer los vv. 24,25 “Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: !Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” Fíjense la pregunta que Jesús le hizo a los discípulos: ¿dónde está vuestra fe? La respuesta a cómo debemos actuar ante la tormenta es: [debemos tener fe]. La fe no se trata solo de obedecer lo que Jesús nos pide (los discípulos obedecieron), sino que radica en nuestra actitud cuando las cosas no salen bien. ¿pero cómo debe ser esa actitud? Veamos tres aspectos fundamentales:
Debemos mantener la calma. Cuando Jesús se subió a la barca, se quedó dormido. Esto nos habla del cansancio que tenía el Señor, pues era un ser humano y había trabajado mucho. Y aunque llegó la gran tempestad, no se despertó. Tenía un sueño tan pesado como yo [chiste]. Y aunque varios de los discípulos eran pescadores y debían estar acostumbrados a este tipo de tormentas, ellos se desesperaron y despertaron a Jesús diciéndole: ¡Maestro, Maestro, que estamos a punto de morir! indudablemente los discípulos no guardaron calma, y esa es la causa del regaño del Señor. Ellos creyeron que iban a morir, aunque con ellos estaba Jesús. Y quizá podamos decir: “eso no tiene sentido” (porque si Jesús moría se acababa el plan de salvación) pero si miramos cómo hemos reaccionado nosotros en anteriores ocasiones cuando las cosas han ido mal, notarán que no hemos sido muy diferentes, también nos hemos desesperado. Entonces, para mantener la calma no debemos olvidar que el Señor está en nuestra barca. Aquí la barca representa nuestra vida, y Jesús está en nuestra vida. Por lo cual, si un día siente que está a punto de morir figurativa o literalmente, no olvide que usted está seguro, porque Dios está con nosotros.
Un buen ejemplo de “calma en medio de la tormenta” nos lo dio Jesús cuando le llevaron a una mujer adultera para que decidiera si la apedreaban o no. Esta era una situación muy tensa, no solo porque era una trampa de los fariseos, sino porque también había una algarabía y llantos de la mujer. Pero a pesar de la presión que caía sobre el Señor ¿saben qué hizo él? la palabra dice que escribía en tierra con el dedo sin alterarse (Juan 8:6,8)
Debemos hacer nuestra parte. Al ver el punto anterior, podríamos creer que “mantener la calma” es quedarnos quietos haciendo nada. Pero según la biblia esto no es fe. Santiago 2:17 dice que “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” Por lo cual cuando nosotros nos encontremos en una tormenta no debemos rendirnos, sino que con la misma fe debemos sacar el agua de la barca y seguir remando, a la vez que rogamos y esperamos confiadamente que el Señor haga su voluntad sobre la situación. Yo no dudo que los discípulos hayan dejado de hacer lo que ellos hacían en el mar, insisto, eran pescadores expertos, que estaban acostumbrados a las turbulentas aguas de la noche, ellos pescaban de noche. Su error estuvo en que perdieron la fe y creyeron que de nada les serviría lo que estaban haciendo, que igualmente morirían. Por eso, en medio de la prueba, si algo podemos hacer para salir de la dificultad, hagámoslo, y por lo demás confiemos en Dios.
Un buen ejemplo nos da María la Madre de Jesús, en las bodas de Caná (Juan 2), allí hubo un problema, que se acabó el vino, eso era una tragedia para los novios y María le pidió a Jesús que los ayudara, pero aunque Jesús le decía que no era el tiempo de hacer un milagro todavía, ella hizo su parte y dispuso a un grupo de sirvientes para que ayudaran a Jesús en todo cuanto él necesitara hacer. Esa era su tarea, ella no podía hacer más, si la voluntad de Jesús era hacer un milagro, como en efecto lo fue, él usaría esas herramientas. Hay personas que tienen una tormenta laboral, porque no consiguen trabajo ¿cuál debe ser su tarea? Deben buscar el empleo, entregar currículos y esperar que Dios obre. Si el problema son mis materias ¿qué debo hacer? estudiar. Asimismo, con cualquier problema.
Debemos tener paciencia. Este es el tercer punto que quiero mencionar hoy. Y me pareció importante porque a veces, aunque nosotros tengamos calma y hagamos nuestra parte, necesitamos esperar el tiempo de Dios. Y ese tiempo puede ser corto, como en este caso, que Jesús inmediatamente con su palabra calmo la tormenta, pero también puede ser largo, como pasó con Abraham, que Dios tardó años en darle el hijo que no podía tener o como hizo el Señor con Israel varias veces, en Egipto (400 años), desierto (40 años), cautividad babilónica (70 años), etc. Una manera de tener paciencia es recordar lo que Dios ha hecho con otros, cuando estamos en una tormenta y traemos a memoria la obra de Dios podemos soportar más fácilmente, la memoria alimenta nuestra fe.
De esta manera hermanos, aprendemos hoy, que debemos descansar, tanto física como espiritualmente. Pero principalmente hemos aprendido cómo debemos actuar frente a las tormentas. Vimos debemos tener fe, pero no una fe teórica sino práctica, manifestada a través de mantener la calma, de hacer nuestra parte y de tener paciencia. Dice la biblia que sin fe es imposible agradar a Dios y hoy vemos que Jesús nos invita a revisar nuestra fe. ¿dónde está tu fe? Repítete esa pregunta muchas veces en esta semana. Y medita sinceramente en la respuesta. Hoy hemos aprendido que nuestra fe debe estar puesta solo en Jesús, no debe basarse en nuestras fuerzas, no debe depender de la circunstancia. Porque solo Jesús tiene el poder para calmar la tempestad que sea. Antes vimos que él tenía poder sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y hoy aprendemos que también sobre la naturaleza, aunque ella es muy poderosa. Pero Jesús es el creador de todo lo que existe y por ende tiene absoluto poder, como lo dice Colosenses 1:16 “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”
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