Éxodo 29:1-9

29:1 Esto es lo que les harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto;
29:2 y panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite; las harás de flor de harina de trigo.
29:3 Y las pondrás en un canastillo, y en el canastillo las ofrecerás, con el becerro y los dos carneros.
29:4 Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua.
29:5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod;
29:6 y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa.
29:7 Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.
29:8 Y harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas.
29:9 Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos, y les atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos.

EL TABERNÁCULO (VII): LA CONSAGRACIÓN SACERDOTAL


Buenos días. La semana pasada aprendimos que Dios escogió a Aarón y a sus hijos para que fuesen sus sacerdotes. Y ordenó a Moisés que se les hiciesen vestiduras sagradas que mostraban con gloria y hermosura la gran responsabilidad que tenían para con Dios y el pueblo. Aarón como Sumo Sacerdote sería el representante del pueblo ante Dios y el mediador entre Dios y el pueblo. Él llevaría sobre sus hombros la responsabilidad de los pecados del pueblo. Jehová mandó a poner en su cabeza un grabado que decía: SANTIDAD A JEHOVÁ. De modo que Aarón y el pueblo debían recordar constantemente que él había sido escogido y apartado por Dios para su ministerio y que debía vivir en santidad en todo tiempo.

También aprendimos que Aarón representaba a Jesucristo quien es el Sumo Sacerdote del verdadero Tabernáculo de Dios. Jesús como Sumo Sacerdote vino y presentó delante de Dios el sacrificio perfecto por nuestros pecados, su propio cuerpo y su propia sangre. Y ahora nos ha hecho aceptos delante de Dios, permitiéndonos venir hasta el Lugar Santísimo para adorar a Dios. Y como si esto fuera poco, nos ha ungido como reyes y sacerdotes para nuestro Dios. Por lo que nosotros también debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir. 

Hoy aprenderemos cómo Jehová ordenó consagrar a Aarón y a sus hijos para que fuesen sus sacerdotes y cómo podemos nosotros consagrarnos para ser sacerdotes del Dios Altísimo conforme al llamado que hemos recibido en Jesucristo. Oro para que cada uno de nosotros se consagre delante de Dios y que podamos vivir como verdaderos sacerdotes llevando la Palabra de Dios y orando para que Panamá pueda convertirse en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.

I.- Sacrificios y ofrendas para la consagración (1-3)

Miren los vv.1-3. Jehová ordena hacer ciertos ritos y sacrificios para la consagración de Aarón y sus hijos como sus sacerdotes. Y comienza dando las instrucciones a Moisés acerca de lo que debía sacrificarse. Aunque la próxima semana veremos con detalle los sacrificios que se harían para la consagración, ahora veremos aquí lo que Jehová está pidiendo que se apartase para el sacrificio y aprenderemos cuáles son los sacrificios y ofrendas agradables para Dios. 

Miren nuevamente el v.1. Aquí podemos ver los animales que Jehová mandó tomar para la consagración de los sacerdotes. Debían ser un becerro y dos carneros sin defecto. Aunque aquí pareciera que la frase “sin defecto” es solo para los carneros, en realidad los tres animales debían tener esta característica. ¿Qué significa que un animal sea sin defecto? Lv. 22:20 nos dice cómo sería un animal defectuoso: “Ciego, perniquebrado, mutilado, verrugoso, sarnoso o roñoso, no ofreceréis éstos a Jehová, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar de Jehová.” En general, los hijos de Israel no podían traer animales enfermos, tuertos, ciegos, cojos o mutilados como ofrenda delante de Jehová. Mucho menos podían traerse para los sacrificios para la consagración de los sacerdotes. Debían traer lo mejor del ganado para Dios. Debían seleccionar cuidadosamente de entre su ganado para traer lo mejor a Jehová. 

¿Qué traemos nosotros delante de Dios? ¿Seleccionamos lo mejor para Él o le traemos lo que nos sobra? ¿Cuáles son los sacrificios y las ofrendas que hacemos en nuestro tiempo? Ya no son animales, sino nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y nuestro dinero, esto es lo que sacrificamos y ofrendamos para Dios. Para estar en comunión con Dios necesitamos apartar tiempo para la oración. ¿Oramos? ¿Cuánto tiempo? ¿En qué momento del día? ¿Realmente tenemos apartado diariamente un tiempo de oración? ¿U oramos cuando nos queda tiempo, cuando ya terminamos de ver nuestro programa favorito, o unos minutos antes de dormirnos cuando ya estamos rendidos de sueño? Para conocer mejor a Dios y Su voluntad para nuestras vidas necesitamos leer y estudiar la Biblia. ¿Lo hacemos? ¿Tenemos un tiempo apartado para ello cada día? 

Una herramienta de la que dispone nuestro ministerio para ayudarnos a apartar un tiempo para la oración y la lectura de la Biblia todos los días es el Pan Diario. El Pan Diario es un tiempo de comunión diaria con Dios temprano en la mañana. Esto está basado en Éx. 16, como aprendimos antes. Para comer Pan Diario nos levantamos temprano en la mañana, por ejemplo a las 6 am (puede ser más temprano), y comenzamos orando a Dios para darle gracias por despertarnos un día más con vida y con salud, y para pedirle que nos hable ese día a través de la Palabra. Luego, buscamos el pasaje bíblico correspondiente a ese día en nuestro libro de Pan Diario o en la página web, y leemos y meditamos el pasaje bíblico. Para ayudar a nuestra meditación, hay una breve explicación en el libro de Pan Diario. Una vez que hemos meditado, escribimos lo que hemos aprendido, aplicando la Palabra de Dios. Y después de eso podemos tener nuestro tiempo de oración matutina con Dios. Comer Pan Diario nos ayuda a apartar un tiempo precioso cada día para estar con Dios.

También necesitamos apartar un tiempo cada semana para nuestro estudio bíblico con nuestro pastor. Aunque el tiempo es uno de los bienes más escasos en la actualidad, necesitamos sacrificar de nuestro tiempo para Dios. Deberíamos tener un espacio fijo cada semana para estudiar la Biblia con nuestro pastor y compartir nuestro testimonio bíblico. Debemos tener ese tiempo como sagrado y precioso porque es un tiempo en el que podemos profundizar más la Palabra de Dios. Por ejemplo, Aramis ha apartado cada miércoles a las 7:30 pm para estudiar conmigo cada semana. Y aunque a veces, por su trabajo, ha tenido algunos inconvenientes para llegar a las 7:30 pm, él hace todo su esfuerzo y está ahí cada semana con su corazón dispuesto a escudriñar conmigo la Palabra de Dios. Y eso le ha ayudado a crecer mucho espiritualmente. ¡Apartemos un tiempo fijo cada semana para estudiar la Biblia con nuestro pastor y tengámoslo como sagrado y precioso!

¿Y nuestras ofrendas? ¿Cómo son nuestras ofrendas? ¿Le damos a Dios lo que nos sobra o hemos seleccionado una porción para Dios con sacrificio? Cuando llega la hora de la ofrenda muchos empiezan a rebuscar las monedas o el cambio que les ha quedado, y si no tienen cambio, simplemente no ofrendan. Pero esto no debe ser así. Antes de ir a la iglesia nosotros debemos preparar nuestra ofrenda también a nuestro Dios. Debemos disponer en nuestro corazón cuánto le vamos a dar a Dios con alegría. Yo solía apartar ese dinero en el bolsillo de mi camisa para no confundirlo y gastarlo en el pasaje, o lo doblaba aparte en mi billetera para no usarlo para otro propósito. De la misma manera, cada quincena, lo primero que hago es transferir mi diezmo a la cuenta de la iglesia porque eso le pertenece a Dios. Debemos seleccionar y apartar con amor y reverencia nuestras ofrendas y diezmos para Dios. No podemos traer simplemente lo que nos sobra, ni tampoco darlo con tristeza. Así nos recomienda el apóstol Pablo: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2Co. 9:7).

Miren nuevamente el v.2. Además de los sacrificios animales, debían darse ofrendas de cereales, en este caso, de trigo. Estas ofrendas se presentarían en tres formas diferentes de panes sin levadura. Los panes sin levadura, en hebreo lékjem matstsá, era la forma común de preparación de pan; tortas sin levadura amasadas con aceite, en hebreo kjalá matstsá, era como una torta agujereada en el centro; y, hojaldres sin levadura untadas con aceite, en hebreo raquíc matstsá, eran unas tortas delgadas que al ser untadas con aceite se freían como una hojaldre. Esta diversidad de panes debía ser preparada sin levadura, pues como hemos aprendido antes, la levadura es símbolo de la influencia pecaminosa, así que no se podía venir con pecaminosidad delante de Dios. Y debía prepararse con flor de harina de trigo, que se refiere a la harina de trigo de mejor calidad que podía hacerse en aquella época. Así que aquí vemos nuevamente que tenemos que dar a Dios lo mejor.

En el v.3 podemos ver que todos estos panes debían presentarse en un canastillo, y aparte se presentarían el becerro y los dos carneros. Estos serían las ofrendas y los sacrificios para la consagración de los sacerdotes.

II.- La purificación y la unción de los sacerdotes (4-9)

Miren el v.4. Después de darle a Moisés las instrucciones acerca de lo que debía apartar para los sacrificios y ofrendas, Jehová le instruye en cuanto a los rituales que debía hacer para la consagración, incluyendo los sacrificios que aprenderemos la próxima semana. Jehová comienza instruyendo a Moisés acerca de la purificación de los sacerdotes. Hasta ahora Aarón y sus hijos habían vivido como el resto del pueblo, pero iban a ser apartados por Dios para vivir de forma diferente, así que tenían que ser purificados y consagrados para Dios. Aquí en el v.4 se nos explica cómo sería esa purificación.

Moisés debía llevar a Aarón y a sus hijos a la puerta del Tabernáculo de Reunión, esto es la puerta del Atrio. Allí tenía que quitarles todas sus ropas y lavarlos con agua, en otras palabras debía echarles un bañito ahí a ojos de todo el pueblo. Pero, este no era un baño común, sino un lavamiento ritual, un rito de purificación. Podemos ver este tipo de rituales ejemplificados en el bautismo de Juan. Cuando Dios envió a Juan el Bautista a preparar la llegada del Mesías, Él le mandó a bautizar, es decir, a sumergir a la gente en agua como señal de arrepentimiento por sus pecados. Así lo describe Marcos: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.” (Mr. 1:4). El bautismo en agua es una señal de arrepentimiento procurando que Dios perdonase los pecados. Así mismo, Aarón y sus hijos serían lavados aquí en señal de arrepentimiento por sus vidas pecaminosas buscando que Dios perdonase sus pecados.

El primer paso para nuestra consagración como sacerdotes es el arrepentimiento. Debemos arrepentirnos de nuestras vidas pecaminosas y venir delante de Dios para que perdone nuestros pecados. Esto solo puede hacerse cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, y aceptamos que Jesús murió para perdonar todos nuestros pecados y darnos una vida nueva. Este proceso de arrepentimiento y de limpieza que Jesús hace en nosotros se llama lavamiento de la regeneración como lo expresa el apóstol Pablo: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tit. 3:5). A través del arrepentimiento, Jesús nos ha dado una nueva vida en su sangre, regenerando en nosotros la imagen de Dios que perdimos a causa del pecado. Así que arrepintámonos de nuestras vidas pecaminosas y aceptemos a Jesús como nuestro Salvador, purificando nuestras almas por la obediencia a la verdad (1P. 1:22).

Miren los vv. 5-6. Después de haberle purificado por medio del lavamiento del arrepentimiento, Moisés debía vestir a Aarón con las ropas sagradas que aprendimos la semana pasada, que ahora están nombradas de adentro hacia afuera conforme al orden en que debían colocárselas: la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, el cinto del efod, la mitra y la diadema santa, que es la plaquita de oro que tenía grabado: SANTIDAD A JEHOVÁ. De la misma manera, una vez que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Él nos despoja de nuestras viejas vestiduras de pecado, del viejo hombre y nos viste con Sus ropas de justicia. Nos reviste de Sí mismo como nos dice el apóstol Pablo en Ga. 3:27: “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” Así que “vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Col. 3:12). 

Miren el v.7. Después de haberlo purificado con agua y de ponerle las vestiduras sagradas, Moisés debía ungir a Aarón con el aceite de la unción. Este aceite era una mezcla sagrada de mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y aceite de olivas, cuya receta aprenderemos con más detalle en Éx. 30:22-33. Era usado solamente en el santuario para ungir a los sacerdotes para su oficio y para ungir a los reyes, aunque se usó también para ungir el propio Tabernáculo y sus muebles. Como era una mezcla sagrada, aunque la receta está allí en la Biblia, nadie lo podía preparar para su uso propio pues Jehová advirtió: “Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. Sobre carne de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros. Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo.” (Éx. 30:31-33).   

Antes hemos aprendido que el aceite es símbolo del Espíritu Santo, y esto es especialmente cierto con el aceite de la unción. Por su sagrada mezcla, su particular perfume y su sagrado uso, es símbolo del Espíritu Santo en el AT, y se creía, de hecho, que el Espíritu de Dios venía sobre quien fuese ungido con él. El apóstol Juan nos habla del Espíritu Santo como la unción: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” (1Jn. 2:27). Estas palabras nos recuerdan a las que les dijo Jesús a sus discípulos cuando les prometió la venida del Consolador: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn. 14:26). Así que la unción del aceite santo es símbolo del Espíritu Santo.

Cuando creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador, inmediatamente el Espíritu Santo viene a morar en nosotros como sello de nuestra salvación (Ef. 1:13). También como leímos antes en Tit. 3:5: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”, Él nos renueva en el Espíritu Santo después de habernos arrepentido y de recibir el lavamiento de la regeneración. Como pueden ver el proceso de nuestra salvación también es nuestra consagración como sacerdotes de Dios, ya que Jesús operó espiritualmente todos estos rituales que hemos aprendido hoy que Moisés debía hacer con Aarón y sus hijos. 

Miren los vv. 8-9. Finalmente, Moisés debía vestir también a los hijos de Aarón con sus túnicas sacerdotales y ceñirles el cinto del efod a Aarón y los cintos a sus hijos, y atarles sus turbantes. Así ellos, y sus hijos después de ellos, tendrían el sacerdocio por derecho perpetuo, mientras el sistema de adoración en el santuario estuviese en pie, es decir, hasta que Jesús viniese al mundo como el Mesías. Con estas rituales serían consagrados Aarón y sus hijos, y con los sacrificios que vendrían después, que aprenderemos la próxima semana. 

Ya hemos visto que nosotros también hemos sido consagrados por Jesús como sacerdotes del Dios Altísimo por el lavamiento de la regeneración, por ser vestidos de Jesucristo y por la unción con el Espíritu Santo. Y aunque hemos hablado de consagración durante todo el mensaje, no hemos visto qué significa. La palabra hebrea que se usa en este pasaje bíblico para consagración es cadash, que significa “apartar”. Particularmente en este caso apartar a algo o alguien para el uso santo, es decir que ya no se usaría más ordinariamente. Así que también podría traducirse como santificar. Al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, reconociendo que somos pecadores y que solo su muerte redentora en la cruz puede perdonar nuestros pecados, Él nos santifica por su sangre, por medio del lavamiento de la regeneración; nos quita nuestras ropas de pecado y nos viste con su justicia; y nos unge con el Espíritu Santo para consagrarnos como reyes y sacerdotes para Dios.    

Así que nosotros debemos consagrarnos a la obra de Dios por medio de sacrificar nuestro tiempo y dedicarnos para las cosas de Dios. Los sacerdotes debían dedicarse completamente al Tabernáculo y a su servicio, pues habían sido apartados por Dios de la vida normal que llevaba el resto del pueblo. De igual manera, Jesús nos ha apartado del mundo en que vivimos. Ya no podemos seguir viviendo como los que no conocen a Jesús, sino que debemos llevar una vida santa y diferente. Debemos dedicarnos a la obra de Dios por medio de estudiar la Biblia y aplicarla a nuestras vidas, y por medio de la comunión con Dios a través de la oración. Pero no solamente debemos dedicarnos a nosotros mismos, sino que también debemos servir a los otros, tanto los que conocen a Jesús como los que no, por medio de darles estudio bíblico y orar por ellos. Así debemos consagrarnos ahora como sacerdotes de Dios, pues Cristo ya nos ha apartado para ello.

Yo oro para que cada uno de nosotros pueda vivir como un sacerdote para Dios, viviendo vidas santas por medio de la comunión con Dios en oración y por medio de aprender y aplicar la Palabra de Dios cada día de nuestras vidas. Y que también podamos ser ministros de Dios en este mundo, llevando el evangelio a aquellos que no conocen a Jesús y enseñando la Biblia. Que podamos servirnos en amor los unos a los otros con la Palabra de Dios y orando los unos por los otros. Y que así podamos convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.

ARCHIVOS PARA DESCARGAR



FOROS UBF ESPAÑOL

SUGERIMOS LEER

MÚSICA QUE EDIFICA

  • Caratula
    BLEST

SÍGUENOS EN LAS REDES SOCIALES

ACERCA DE UBF

La Fraternidad Bíblica Universitaria (UBF) es una organización cristiana evangélica internacional sin fines de lucro, enfocada a levantar discípulos de Jesucristo que prediquen el evangelio a los estudiantes universitarios.

UBF MUNDIAL

Puede visitar el sitio de UBF en el mundo haciendo clic en el siguiente enlace (en inglés):

SUSCRIPCIÓN BOLETÍN

Ingrese su dirección e-mail para recibir noticias
e invitaciones a nuestras actividades