Josué 12:1 - 13:7

12:1 Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente:
12:2 Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón;
12:3 y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet- jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga.
12:4 Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei,
12:5 y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón.
12:6 A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.
12:7 Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución;
12:8 en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo.
12:9 El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro;
12:10 el rey de Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro;
12:11 el rey de Jarmut, otro; el rey de Laquis, otro;
12:12 el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer, otro;
12:13 el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro;
12:14 el rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro;
12:15 el rey de Libna, otro; el rey de Adulam, otro;
12:16 el rey de Maceda, otro; el rey de Bet-el, otro;
12:17 el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro;
12:18 el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro;
12:19 el rey de Madón, otro; el rey de Hazor, otro;
12:20 el rey de Simron-merón, otro; el rey de Acsaf, otro;
12:21 el rey de Taanac, otro; el rey de Meguido, otro;
12:22 el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del Carmelo, otro;
12:23 el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Goim en Gilgal, otro;
12:24 el rey de Tirsa, otro; treinta y un reyes por todos.
13:1 Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer.
13:2 Esta es la tierra que queda: todos los territorios de los filisteos, y todos los de los gesureos;
13:3 desde Sihor, que está al oriente de Egipto, hasta el límite de Ecrón al norte, que se considera de los cananeos; de los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos;
13:4 al sur toda la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de los sidonios, hasta Afec, hasta los límites del amorreo;
13:5 la tierra de los giblitas, y todo el Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat;
13:6 todos los que habitan en las montañas desde el Líbano hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de los hijos de Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los israelitas por heredad, como te he mandado.
13:7 Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de Manasés.

JOSUÉ, REPARTE LA TIERRA PARA TERMINAR LA CONQUISTA


Buenos días. La Biblia terminó de escribirse hace más dos mil años, y mucho de su contenido se centra en la historia y geografía del oriente medio desde hace más de seis mil años. De hecho, este libro de Josué que estamos estudiando narra acontecimientos de hace más de tres mil años en Canaán, una tierra a unos 12,000 km de Panamá. Así que es normal que no podamos entender muchos de los detalles geográficos y culturales que en ella se describen. Muchos pueden sentirse perdidos, abrumados o fastidiados al leer esta lista de nombres de reyes y territorios conquistados por Josué y los israelitas. Incluso el reformador Juan Calvino reconoce en su Comentario al libro de Josué que “no sería muy exacto describiendo enclaves y lugares, analizando nombres, en parte porque admito que no estoy familiarizado con la ciencia topográfica u orográfica, y en parte porque un gran trabajo produciría poco fruto en el lector”. Claro, estamos hablando de alguien que escribió hace más de quinientos años y que no tiene la información y tecnología que tenemos hoy en día. Por la gracia de Dios, nosotros tenemos mapas que nos dan una referencia de los lugares mencionados.

Los caps. 12–22 de Josué pueden parecernos tediosos al leer un montón de nombres de personas, ciudades o territorios que no conocemos, y podríamos sentirnos tentados a pasarlos por alto, así como cuando leemos las genealogías en los primeros ocho capítulos de 1 Crónicas o la Genealogía de Jesús en Mateo 1:1-17. Sin embargo, “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2Ti 3:16-17). Dios dejó por escrito esto para nuestra edificación, y ya hemos visto, por ejemplo, la importancia de la Genealogía de Jesús en Mateo con las valiosas lecciones que podemos aprender de ella. Igualmente, hay muchas lecciones valiosas por aprender en esta segunda parte del libro de Josué.

Mi propósito no es detallar cada lugar o nombre mencionado en estos capítulos, sino extraer principios teológicos y prácticos que siguen vigentes para nosotros actualmente en nuestras propias batallas y en nuestra vida en Cristo. No obstante, antes de hacerlo, necesitamos ubicarnos en el contexto geográfico y cultural que se nos está presentando, reconociendo que nuestra posición en relación con este material es muy diferente a la de los primeros lectores del libro que podían ubicarse perfectamente. 

Para nosotros, las escrituras de la propiedad que poseemos o el contrato de alquiler de nuestra casa o apartamento son documentos legales tremendamente importantes. Leerlos puede resultar tedioso y bastante aburrido, pero procuramos guardarlos y conservarlos cuidadosamente como prueba indiscutible de lo que nos pertenece legalmente. De la misma manera, estos capítulos son importantes para el pueblo de Israel y para cada tribu, porque aquí se encuentran las escrituras de propiedad de su herencia familiar. Esta sección importa como documento de propiedad, pero, por supuesto, también subraya para cada generación sucesiva que Jehová dio la tierra a Israel y que estos acuerdos fueron dispuestos y disfrutados bajo la autoridad de Su soberano Dios, de quien dependen para todas las cosas.

Yo oro para que a través de este mensaje podamos entender la dimensión de las bendiciones que recibieron los israelitas, los territorios que todavía les faltaba conquistar y la estrategia por medio de la cual lo harían. Que podamos relacionarlo también con la dimensión de la gracia y bendiciones que hemos recibido en Cristo, con las batallas que estamos luchando día a día, y los territorios que todavía no hemos dejado que el Espíritu Santo conquiste en nosotros, así como los territorios que todavía nos falta conquistar en la misión de Dios. Que nuestros corazones puedan llenarse de gratitud y alabanza a Dios, y podamos ser fortalecidos para seguir librando cada día nuestra lucha espiritual de negarnos a nosotros mismos, tomar la cruz y seguir a Jesús. Que al vivir de esta manera, el Señor nos pueda santificar y usarnos para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.

I.- Los reyes derrotados y los territorios conquistados (12:1-24) 

Leamos juntos los vv. 12:1-6, por favor. El capítulo 12 sirve como resumen de los primeros once capítulos del libro, reiterando todos los reyes derrotados y los territorios conquistados por Israel hasta el momento. Estos primeros seis versículos resumen las conquistas en Transjordania, al este del Jordán, bajo el liderazgo de Moisés, según se narran en Núm. 21:21-35. Allí, Israel derrotó a dos poderosos reyes: Sehón de los amorreos, cuya tierra iba desde Aroer en el sur hasta el arroyo Jaboc en el norte; y Og de Basán, que dominaba desde el Monte Hermón al norte hasta la mitad de Galaad al sur. Toda esa tierra conquistó Israel en Transjordania y Moisés la repartió por heredad a las tribus de Rubén, Gad y a media tribu de Manasés, a solicitud de ellos. Pero con la condición de que ayudaran a sus hermanos a conquistar Canaán, como vimos que hicieron en Josué 4:12, y hasta su regreso en Jos. 22, después de que toda la tierra fuese repartida. 

Estos territorios no estaban expresamente incluidos en la promesa inicial de Jehová a Abraham en Gén. 15:18-21: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.” El enfoque principal de la promesa y la conquista en el libro de Josué está en Canaán (al oeste del Jordán). Sin embargo, la inclusión de Transjordania en la herencia de Israel refleja la soberanía y la gracia abundante de Dios, Quien no solo cumplió la promesa original, sino que la amplió. Esto resalta que las promesas de Dios a menudo exceden nuestras expectativas, porque Él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20).

Si bien estamos orando para que Dios nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa, si creemos en Sus promesas y obedecemos fielmente Su Palabra, Él puede hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. Puede levantar misioneros entre nosotros y enviarlos para convertir a Surinam en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa; o a Guadalupe; o a Barbados; o a cualquiera de los 15 países que faltan por explorar. Yo oro para que podamos creer verdaderamente en la promesa de Dios y que podamos experimentar Su poder obrando maravillosamente en nuestras vidas y ministerio. Amén. 

Leamos ahora juntos los vv. 12:7-8, por favor. Aquí se reiteran los territorios conquistados por Josué conforme a lo que aprendimos la semana pasada en Jos. 11:16-17. La conquista abarcaba desde Baal-gad en el norte hasta el monte Halac en el sur, incluyendo las montañas, los valles, el Arabá, las laderas, el desierto y el Neguev; que eran las tierras del heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo, que Jehová había prometido a Abraham como leímos antes en Gén. 15. Todas estas tierras repartiría Josué por heredad a las tribus de Israel conforme a la promesa de Dios. 

En los vv. 12:9-24 se reporta la lista de 31 reyes derrotados al oeste del Jordán bajo el liderazgo de Josué. La lista pareciera recordar las batallas en el orden en que ocurrieron comenzando por Jericó y Hai en el v. 12:9, luego la coalición de cinco reyes que atacó Gabaón: Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón en los vv. 12:10-12, que incluye además al rey de Gezer que vino a ayudar a Laquis; de allí continúa con la Campaña del Sur en los vv. 12:13-16a, nombrando nuevas ciudades que no vimos en esa campaña como Geder, Horma, Arad y Adulam; para después irse al norte en los vv. 16b-24, pero aquí parece seguir el recorrido desde el campamento de Gilgal hacia el norte, en lugar de mencionar la Campaña del Norte por orden.

La lista tiene un ritmo que pareciera facilitar su memorización. A nosotros podría parecernos simplemente una tediosa lista de reyes que leeríamos rápidamente, pero para los israelitas era el recuerdo de las victorias que Jehová les había dado y de Su gran gracia para ellos. Seguramente muchos de ellos tendrían recuerdos especiales de algunas de esas batallas. Alguno le diría a su hijo: “Y cuando iba persiguiendo a un amorreo, vi cómo Jehová le arrojó una gran piedra de granizo sobre la cabezota, y ¡pum! cayó muerto al instante. Así que me puse a perseguir a otro, pero lo mismo: Piedra, ¡pum! y al piso. Apenas pude matar a dos porque Jehová peleaba por nosotros.”

Esta lista de reyes nos invita a recordar la gracia de Dios en nuestras vidas. Deberíamos recordar todas las bendiciones que el Señor nos ha dado y todas las maravillas que ha hecho en nosotros y a través de nosotros. Esto nos fortalece para continuar la batalla espiritual. Cuando nos olvidamos de la gracia de Dios, podemos sentirnos cansados y abrumados por las luchas diarias y por el servicio a Dios. Algunos quizá ni siquiera quieren levantarse los domingos temprano porque ya se levantan temprano toda la semana y qué pereza tener que hacerlo el domingo también para venir a la iglesia. Quisieran tener vacaciones o tomar, aunque sea, los domingos para descansar. No se dan cuenta de la gran gracia de Dios que es tener una iglesia en la cual congregarse y servir. 

¿Saben cuántos hermanos en África, en el Medio Oriente, en el Sudeste Asiático, en Corea del Norte o en China sueñan con tener una iglesia como la nuestra? ¿Saben cuántos de ellos arriesgan sus vidas para congregarse en una iglesia que no tiene ni remotamente las comodidades que tenemos aquí? ¿Saben cuántos de ellos anhelarían tener la oportunidad de hablar de Jesús a otros sin miedo a que los acusen y los maten? ¿Saben cuántos hermanos en Panamá están hambrientos de la Palabra de Dios porque no consiguen una iglesia que realmente los alimente con ella? ¿Saben cuántos anhelarían la oportunidad de tener alguien que estudie la Biblia con ellos? ¿Saben cuántos anhelarían tener alguien con quien compartir sus luchas y que les ayude a orar para vencer el pecado? 

¡Nosotros tenemos la gracia de Dios de contar con todo eso aquí! Podemos venir aquí cada semana sin temor a ser perseguidos o asesinados por nuestra fe para adorar a Dios con nuestros hermanos y recibir el alimento espiritual de la Palabra de Dios. Podríamos ir todos los días a la Universidad de Panamá a compartir el evangelio con los estudiantes sin temor alguno. Podemos estudiar la Biblia cada semana con nuestro pastor, orar con él, recibir consejo, consuelo y exhortación para ser fortalecidos en nuestra lucha espiritual. Podemos compartir nuestras luchas espirituales con nuestros hermanos y orar con ellos. Podemos ser edificados y crecer como discípulos de Jesús. ¿No es este un gran privilegio que tenemos? Entonces, con ánimo seamos fieles en congregarnos cada domingo, en nuestros estudios bíblicos cada semana con nuestro pastor y en predicar el evangelio en la Universidad de Panamá, así Dios nos ayudará a crecer como discípulos de Jesús y nos usará para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.  

II.- Los territorios por conquistar y la estrategia para hacerlo (13:1-7) 

Leamos juntos el v.13:1. Josué estaba ya muy viejo y no podía seguir liderando a los israelitas en batallas para terminar la conquista. Según el Dr. MacArthur: “Para este entonces él se estaba acercando a los cien años”, pues toma como referencia que después de haber repartido la tierra ya tenía “tenía ciento diez años y estaba cerca de la muerte (Jos. 23:1–24:29)”. Y pienso que es una interpretación acertada, pues Caleb tenía 85 años y todavía seguiría batallando (Jos. 14:10). Así que Jehová le habla para darle una nueva misión. Pero antes de revelarla, Josué se enfoca en el hecho de que queda aún mucha tierra por poseer, y pasa a describirla.

Leamos juntos los vv. 13:2-6a. Aunque Israel conquistó bastante, aún faltaba mucha tierra por poseer, principalmente en las costas del mediterráneo. Los territorios de los filisteos al sur: Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón; de los gesureos y sidonios al centro-norte; los cananeos en el sur hacia el desierto; y las regiones del norte, como el Líbano y el Monte Hermón, que nunca fueron completamente conquistadas. Incluso algunos territorios ya tomados en la Campaña del Sur fueron repoblados por sus antiguos habitantes, mostrando el desafío que implicaba seguir conquistando como un solo ejército, sin ocupar la tierra. Por esta razón, Jehová va a darle a Josué una nueva estrategia.

Leamos ahora juntos los vv. 13:6b-7. Dada la avanzada edad de Josué y la inmensidad del territorio, Jehová le daría una nueva estrategia y un nuevo trabajo a Su General: repartir la tierra entre los hijos de Israel, conforme a la misión que le dio en su llamado en Jos. 1:6: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.” Ahora cada tribu recibiría su porción y debía expulsar a los pueblos restantes, con la promesa de que Jehová mismo los exterminaría. Aunque ya no pelearían como un solo ejército, Jehová seguiría peleando por ellos.

A diferencia de los trabajos seculares, en la vida de fe no hay jubilación. Puede que nuestros roles cambien, pero siempre seguiremos siendo útiles de una u otra manera para Dios. El Dr. José Ahn sirvió muchos años como pastor y misionero para la Misión Mundial Universitaria. Fue el primer misionero de UBF en Latinoamérica cuando vino a Guatemala en 1976. Ahora a sus 80 años continúa apoyando la Misión Mundial con sus oraciones, palabras de aliento, mensajes bíblicos, estudios bíblicos y compartiendo sus meditaciones de Pan Diario en inglés cada día con decenas de colaboradores en Latinoamérica, incluyéndome. Además, siempre está pendiente de toda la comunidad de UBF orando y compartiendo novedades de muchos colaboradores alrededor del mundo. Sin duda alguna, sigue siendo un general de Dios como Josué.

Repartir la tierra sin haber terminado de conquistarla es un símbolo de nuestra vida espiritual. Cuando recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, naciendo de nuevo, obtenemos el perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestras almas. Pero esa salvación todavía no se ha concretado, pues todavía no hemos alcanzado el reino de Dios. Estamos en el reino de Dios ya, pero todavía no. Todavía necesitamos librar la batalla diaria de la santificación en nuestras vidas. Todavía debemos vencer al agonizante viejo hombre en nosotros que no se resigna a morir. En palabras del apóstol Pablo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” (Flp. 3:12). Debemos continuar batallando contra el pecado cada día hasta que alcancemos el reino de Dios. 

¿Cuáles son las tierras no conquistadas en nuestras vidas hoy? Pueden ser pecados no confesados, hábitos pecaminosos, adicciones, ¿hay algo en tu vida que necesites entregar todavía a Jesús? Pueden ser también talentos o dones no desarrollados. ¿Tienes algún talento que necesitas desarrollar y entregar para el servicio del Señor? Pueden ver que la música es un área que nos falta conquistar en la iglesia. Necesitamos un equipo de adoración.

Así mismo, es una alegoría de nuestra misión. Todavía falta mucho para conquistar con el evangelio. Aunque por la gracia de Dios, Yael, Darío y Karen han establecido un estudio bíblico grupal en la Universidad de Panamá, todavía quedan muchos estudiantes por alcanzar. La meta no es tener un estudio bíblico grupal en la Universidad de Panamá, sino por lo menos uno en cada escuela. Además, aunque ahora nuestro campo de misión es la Universidad de Panamá, más adelante debemos alcanzar también otras universidades: La UTP, la USMA, la UIP, la Universidad Latina, la UMECIT, la Quality Leadership University, la ULACEX, la UAM, la UNACHI, etc. ¡Todavía falta mucho por conquistar! 

Pero la promesa de Dios sigue vigente todavía: Él peleará por nosotros y nos dará la victoria. Solamente necesitamos creer y obedecer. Aunque yo no estoy tan viejo como Josué, me he estado enfocando en la tarea de ayudarles a crecer como discípulos de Jesús y pastores para las ovejas universitarias. He tomado la tarea de Josué de repartir entre ustedes la tierra, ayudándoles a desarrollar sus dones y talentos para ponerlos al servicio del Señor, y que puedan conquistar la tierra que el Señor nos ha dado por heredad. Oro para que Dios me dé la sabiduría para ayudarlos a cada uno de ustedes a crecer como verdaderos discípulos de Jesús que hacen discípulos, y que el Señor levante entre nosotros a los líderes espirituales que Él usará para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa, un pueblo que sirve y glorifica al Señor. Amén.

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