Josué 8:30-35
8:30 Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal,8:31 como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.
8:32 También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.
8:33 Y todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a uno y otro lado del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel.
8:34 Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley.
8:35 No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos.
JOSUÉ RENUEVA EL PACTO
Buenos días. La semana pasada aprendimos cómo Israel, tras su derrota inicial, logró vencer a Hai al obedecer minuciosa y meticulosamente la estrategia de Dios. Los capítulos 7 y 8 de Josué nos enseñan una profunda verdad espiritual: Solamente al obedecer cabalmente la Palabra de Dios podremos alcanzar la victoria en nuestras luchas espirituales; de lo contrario, enfrentaremos una dolorosa y humillante derrota. Si realmente queremos ser verdaderamente felices y victoriosos en este mundo, debemos seguir el manual de vida que el Señor nos ha dejado: La Biblia. Algunos piensan que los mandamientos de Dios son una cerca que restringe su libertad, pero en realidad son una baranda de protección que impide que caigamos hacia nuestra completa destrucción. Si vivimos conforme a la Palabra de Dios, experimentaremos verdadera libertad, gozo y victoria. Amén.
Después de esta alentadora victoria en Hai, el pueblo debía estar pensando: “¿Y ahora qué? ¿Cuál será nuestro siguiente paso para la conquista de la Tierra Prometida?” Sin embargo, para Josué no hay sombra de duda acerca de lo que ahora toca hacer. Él tiene la guía y la conoce muy bien: “Y cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas para tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal, los cuales están al otro lado del Jordán, tras el camino del occidente en la tierra del cananeo, que habita en el Arabá frente a Gilgal, junto al encinar de More.” (Deu. 11:29-30). Él sabía que debían dirigirse a los montes Ebal y Gerizim para renovar el pacto con Jehová dentro de la Tierra Prometida. Y hacia allá se dirigió con todo el pueblo.
Esto nos muestra que Josué conocía muy bien la Palabra de Dios. Lo pudimos ver en la derrota de Hai cuando colgó al rey en un madero para maldecirlo y después lo mandó a bajar antes del anochecer para no contaminar la tierra conforme a lo que ordenó Jehová en Deu. 21:22-23. Sin duda, Josué siguió la instrucción de Jehová cuando le dijo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Jos. 1:8). Él estaría meditando en la Palabra de Dios de día y de noche, y la tendría como dirección para su vida. Así sabía lo que tenía que hacer y hacia dónde dirigirse.
Yo oro para que cada uno de nosotros pueda ser como Josué, que meditemos continuamente la Palabra de Dios y la tengamos como la guía y dirección de nuestras vidas. Que, junto con el pueblo de Israel, hoy podamos renovar nuestro compromiso con Dios de obedecer cabalmente Su Palabra y vivir conforme a Su voluntad. Y que, al vivir de esta manera, el Señor nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
I.- La adoración sobre el Monte Ebal (30-31)
Leamos juntos los vv. 30-31, por favor. El monte Ebal está como a 45 km al norte de Hai, en el corazón mismo de la tierra de Canaán. Todo el pueblo de Israel, incluyendo mujeres, niños y extranjeros, subieron a este lugar (vv. 33,35). Así que después de la gran victoria en Hai, probablemente todos los varones de guerra regresaron al campamento en Gilgal, recogieron a sus familias y ganados, y emprendieron este largo recorrido hacia los montes Ebal y Gerizim. Como mencioné en la introducción, esta acción cumplía la instrucción de Moisés de renovar el pacto una vez que Israel cruzase el Jordán y entrase en la tierra prometida.
Alguno quizá puede preguntarse: “¿Por qué no hicieron esto justo después de cruzar el Jordán en seco, pues Moisés les ordenó hacerlo al entrar en la Tierra Prometida?” De hecho, algunos manuscritos de los rollos del Mar Muerto colocan este pasaje bíblico justo antes de Jos. 5:2, estableciendo que lo primero que hizo Israel al entrar en la tierra prometida fue renovar el pacto en los montes Ebal y Gerizim. Sin embargo, esto plantea serios problemas porque sería difícil que todo aquel pueblo se internase en el corazón del territorio enemigo sin ser atacado por los cananeos y amorreos.
En realidad, los estudiosos modernos cuestionan que la renovación del pacto esté tan temprano en la conquista. Por ejemplo, el Comentario Beacon cita a John Bright diciendo: “Tal ceremonia no puede haber tenido lugar hasta después que el monte de Efraín había pasado a manos israelitas. Pero el libro de Josué no relata cómo sucedió esto, salvo Jos. 17:14-18. Con toda probabilidad los versos 8:30-35 debieran ser considerados como paralelos o suplementarios de Jos. 24:1-28.” Y luego cita a Charles Pfeiffer para defender la ubicación actual del pasaje bíblico: “Aceptando las victorias de Jericó y Hai como evidencias de la fidelidad de Dios, la nación hizo una solemne peregrinación a Siquem, en el corazón del territorio enemigo, para renovar allí su pacto con el Señor.” Esta posición parece estar libre de cualquier dificultad textual seria y está en armonía con la idea de que Josué quiso renovar lo más pronto posible el pacto con el Señor en la Tierra Prometida, tal como había ordenado Moisés.
Como mencioné en mi mensaje del cap. 7, la conquista de Hai era militarmente estratégica, pues aseguraba el control de las rutas claves de la cordillera central de Canaán, dificultando la movilización de coaliciones enemigas y facilitando el avance de los israelitas para la conquista de otras ciudades. Así que, al conquistar Jericó y Hai, Israel se abrió el camino para comenzar las campañas militares hacia el norte y hacia el sur que veremos más adelante en el libro de Josué. Pero antes de eso, debían ir a renovar el pacto con Jehová, tal como había ordenado Moisés.
Otra dificultad que podría haber al hacer esto tan temprano en la conquista era el ataque de las otras naciones, como Siquem, por ejemplo, que se encontraba en el valle entre los montes de Ebal y Gerizim. Sin embargo, después de las contundentes victorias contra Jericó y Hai, cualquier rey cananeo habría temido aventurarse solo a luchar con los israelitas. De hecho, las siguientes batallas en el libro de Josué serán contra coaliciones de reyes, y ya no más contra ciudades individuales. Así que Josué y el pueblo de Israel habrán podido avanzar sin problemas porque el terror de Jehová iba delante de ellos.
Leamos juntos nuevamente los vv. 30-31a. Los montes Ebal y Gerizim se encuentran uno frente al otro, el primero hacia el norte y el segundo hacia el sur, con la ciudad de Siquem situada en el valle entre ambos. Aquella disposición geográfica creaba algo parecido a un anfiteatro, un lugar donde la acústica natural facilitaría la realización de la ceremonia que describe nuestro pasaje. El monte Ebal era rocoso y estéril. Allí encontraron las piedras sin cortar para levantar el altar, y desde él debían proclamar las maldiciones del pacto. Hacia el sur, el monte Gerizim era arbolado y fructífero. Las bendiciones se recitarían desde allí. Incluso las características naturales del paisaje ratificarían el mensaje espiritual de la Ley y proclamaría que solo existen dos formas de vivir: En obediencia o en desobediencia a Dios, y éstas conllevan consecuencias profundamente diferentes.
En el monte Ebal, Josué edificó un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro, tal como lo ordenó Moisés en Deu. 27:5-6a: “y edificarás allí un altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro. De piedras enteras edificarás el altar de Jehová tu Dios”. Esto es cónsono con el mandamiento de Jehová a Moisés en Éxo. 20:25: “Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.” Las naciones paganas esculpían sus ídolos en las rocas de sus altares de sacrificio para adorarlos. Con este mandamiento Jehová está evitando que los israelitas traten de dar forma alguna a las piedras de los altares y adoren idólatramente. Josué obedeció esto al pie de la letra.
Leamos nuevamente el v.31b. Sobre aquel altar de piedras ofrecieron holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz. Los holocaustos eran sacrificios que se quemaban por completo en el altar como un acto de adoración, dedicación y reconocimiento de la soberanía de Dios. No tenían nada que ver con la expiación de pecados, sino que su propósito principal era expresar devoción total a Dios. Al ofrecer holocaustos a Jehová, el pueblo de Israel se rendía en adoración ante Dios y expresaba su deseo de entregar su vida entera para Él. ¿Adoras tú a Dios de esta manera? ¿Tienes el deseo de rendir por completo tu vida a Él? Yo oro para que nuestras vidas sean holocaustos con olor grato para nuestro Dios. Amén.
Por otro lado, los sacrificios de paz, eran ofrendas de gratitud, comunión o acción de gracias, donde se compartía la ofrenda entre Dios, el oferente y el sacerdote. A Dios le correspondía la grosura, símbolo de lo mejor del animal, la cual era quemada sobre el altar; al sacerdote se le apartaba el pecho y la espaldilla del animal; y al oferente se le daba el resto para que lo compartiera con su familia e invitados. Estas ofrendas serían un tiempo de comunión y celebración, participando todos de la mesa con Dios.
Entonces, estos sacrificios fueron un tiempo de adoración, gratitud, comunión y renovación del pacto con Dios para celebrar que el Señor estaba con ellos y les estaba dando la Tierra Prometida. De la misma manera, nuestro Culto Dominical tiene el mismo propósito de adoración, gratitud, comunión y renovación del pacto con Dios cada semana, donde adoramos al Señor, celebramos esta salvación tan grande que nos ha regalado, agradecemos por todas las bendiciones que nos ha dado durante la semana, nos arrepentimos de nuestros pecados y renovamos nuestro compromiso de vivir cada día obedeciendo la Palabra de Dios. Yo oro para que cada uno de nosotros vengamos con este corazón acá cada domingo y que glorifiquemos cada semana el nombre de Jehová en este lugar, y cada día de la semana donde nos encontremos. Amén.
II.- El compromiso para obedecer la Palabra de Dios (32-35)
Leamos juntos el v.32. En Deu. 27:8 Moisés les ordenó escribir muy claramente todas las palabras de esta ley en las piedras del altar, y vemos aquí a Josué obedeciendo. Después de que levantaron el altar, él cuidadosamente escribió sobre las piedras una copia de la ley de Moisés delante de todo Israel. La pregunta sería, ¿cuál ley de Moisés? Generalmente entendemos que la ley de Moisés se refiere a los primero cinco libros de la Biblia, pero sería muy difícil e impráctico que Josué escribiese todo el Pentateuco sobre aquellas piedras. Por otro lado, en el libro de Josué la ley suele referirse a la ley deuteronómica, es decir, al libro de Deuteronomio, la segunda promulgación de la Ley. Esto sería mucho más factible. Algunos interpretan que solo escribió los Diez Mandamientos, sin embargo, el pasaje bíblico parece sugerir un texto mucho más amplio que solamente los Diez Mandamientos. Dado que la ceremonia en Ebal y Gerizim se centra en la proclamación de las bendiciones y maldiciones de Deu. 27–28, creo que sería más apropiado interpretar que esto fue lo que Josué escribió sobre las piedras, y después fueron leídas a todo el pueblo. Lo importante es que vemos a Josué aquí nuevamente obedeciendo meticulosa y minuciosamente todo lo que le fue ordenado.
Leamos ahora juntos el v.33, por favor. Aquí vemos cómo se dispuso el pueblo para la ceremonia. Todo Israel y sus líderes estuvieron de pie a un lado y al otro del Arca del Pacto, símbolo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo. Lo más probable es que el Arca, Josué y los sacerdotes estuviesen en el valle entre los dos montes, mientras que la mitad del pueblo se acomodó desde la falda del monte Ebal hacia la cima, y la otra mitad de la falda de Gerizim hacia la cima, de la manera que Moisés, siervo de Jehová lo ordenó en Deu. 27:12-13: “Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.” Este orden no parece reflejar superioridad alguna de un grupo de tribus sobre el otro, sino que sirve para estructurar la ceremonia de renovación del pacto de manera equilibrada, memorable y significativa, enfatizando la responsabilidad colectiva de Israel.
Leamos juntos el v.34. Según Deu. 27:14, Josué debe haber ordenado a los levitas la lectura de las bendiciones y las maldiciones de Deu. 27–28. Para que tengamos una idea de lo que se leyó, leamos algunas de las maldiciones en Deu. 27:15-19, 24-26: “Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén. Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén. […] Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente. Y dirá todo el pueblo: Amén. Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. Y dirá todo el pueblo: Amén.” Podemos ver que es una lectura responsorial y que cada uno en el pueblo se está comprometiendo a ser declarado maldito si desobedece cualquiera de los mandamientos de Dios.
Leamos ahora también las bendiciones en Deu. 28:1-14: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.”
¡Guau! Esto sí nos gusta, ¿verdad? Esas son las bendiciones que Jehová prometió a Israel por la obediencia a Sus mandamientos. Pero les advierto que esto no necesariamente nos aplica tal cual a nosotros. Puede que la voluntad de Dios para nosotros no sea la bendición o prosperidad material. Sin embargo, Él nos ha dado bendiciones más grandes como escribió el apóstol Pablo en Efe. 1:3-7: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. ¿No es más grande que nos haya bendecido con toda bendición espiritual en Cristo? ¿Que nos haya escogido para ser salvos y santos antes de la fundación del mundo? ¿Que seamos adoptados hijos suyos? ¡Gloria a Dios! Y con esta gracia en nuestros corazones debemos comprometernos a obedecer Su Palabra. Amén.
Luego en Deu. 28:15-68 se pronuncia una maldición contrapuesta a la bendición que leímos, si se desobedece los mandamientos de Dios. ¡Y cuán terrible es esa maldición! En nuestro caso, la desobediencia a la Palabra de Dios es una señal de que no hemos nacido de nuevo, y por tanto estamos bajo la justa condenación de Dios. Aunque el incrédulo pueda prosperar económicamente en este mundo, está en total ruina espiritual, y no le espera nada más que la condenación eterna. Amados hermanos, si alguno de ustedes está en desobediencia a la Palabra de Dios, le urjo a que se arrepienta y reciba a Jesús como Su Señor y Salvador para que pueda recibir el Espíritu Santo que le ayude a obedecer la Palabra y pueda recibir toda bendición espiritual en Cristo. Amén.
Leamos ahora juntos el v.35, por favor. A diferencia de nosotros que nos saltamos la mayoría de las maldiciones, no hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos. Todos, hasta los niños, escucharon las bendiciones de la obediencia y las maldiciones que traía la desobediencia. Incluso los extranjeros, como Rahab, dijeron “Amén” a las maldiciones. Así que cada uno de ellos renovó su compromiso con Dios para adorarle y obedecerle solo a Él en la tierra que les estaba dando como posesión.
Cada domingo yo intento también darles toda la Palabra de Dios desde este lugar para que cada uno de nosotros sepamos lo que el Señor espera de nosotros. Ahora les pregunto a ustedes: ¿Escuchas tú la Palabra de Dios? ¿Conoces las bendiciones de la obediencia y las nefastas consecuencias de la desobediencia? ¿Te comprometes a obedecer cabalmente la Palabra de Dios? Amén, que así sea.
Yo oro para que el Señor nos ayude a recibir y atesorar en nuestros corazones toda Su Palabra. Que hoy y cada día de nuestras vidas renovemos nuestro compromiso con Dios para amarle por sobre todas las cosas y obedecerle. Que el Espíritu Santo nos ayude a recordar cada día todas las bendiciones que tenemos en Cristo Jesús, y las consecuencias que hemos sufrido en el pasado al desobedecer la Palabra de Dios, para que nos fortalezca en nuestra lucha espiritual y nos ayude a salir victoriosos. Y que viviendo de esta manera el Señor pueda santificarnos y usarnos para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
ARCHIVOS PARA DESCARGAR
|
[14.Sep.2025]_Dominical-UBF-Panamá_(JOS_8..30-35)-Mensaje.pdf
|
|
[8.Sep.2025]_Dominical-UBF-Panamá_(JOS_8..30-35)-Cuestionario.pdf
|
¿Desea ver el cuestionario asociado a este mensaje?
Ver CuestionarioFOROS UBF ESPAÑOL
SUGERIMOS LEER
-
ENTENDIENDO EL PROPÓSITO Y EL PODER DE LA ORACIÓN
Dr. Myles Munroe (137 pág)
Bajar PDF / Leer Online
Hasta ahora se han realizado 0 comentarios...