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Lucas 6:20-26
6:20 Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.6:21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reíréis.
6:22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
6:23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.
6:24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo.
6:25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.
6:26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
LOS BIENAVENTURADOS
Jesús nos enseña hoy cómo vivir una vida bendecida, tal vez, en principio, no será lo que estamos esperando escuchar, pero seguro queremos llevar una vida bendita con este 2020 tan complicado. Entonces, oro que escuchemos atentamente al Señor y practiquemos sus enseñanzas en nuestro día a día para ser felices.
Después de que Jesús levantó a los apóstoles inmediatamente les mostró de forma práctica su sacrificada obra y su poder, sanando a muchos enfermos y liberando a los cautivos por espíritus malos, a multitudes de todos los lugares que venían a Jesús. Haciendo eso, Jesús encontró propicio darles y darnos la siguiente enseñanza. Leamos el versículo 20: "Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios".
Creo que en la multitud los discípulos vieron todo tipo de personas, tal vez vieron a personas que solo venían por su milagro y luego se devolvían saciados a su vida cotidiana, es probable que también hubiera personas con deseo espiritual de conocer más a Jesús y de ser su fiel seguidor. Intuyo que en este versículo Jesús hace caer en cuenta qué es lo más importante de su ministerio, y qué espera de nosotros sus discípulos. Jesús estaba haciendo maravillas, sanando y liberando a los atormentados, y es tal cual esa palabra, “Maravilloso”, gloria a Dios que aún hoy podemos orar y conforme a su voluntad y poder puede sanarnos físicamente y expulsar la influencia satánica de nuestras vidas. Pero el Señor les dice que realmente los dichosos, los felices, los más bendecidos, son los pobres, y según este mismo relato en mateo 5, Jesús se refiere a los pobres en espíritu.
Percibo que siguiendo esta ola de popularidad de Jesús, los nóveles apóstoles podrían haber tenido la tentación de sentirse orgullosos o importantes, por lo que Jesús les explicó el verdadero camino del discípulo para que pudieran entender su ministerio y ser verdaderamente benditos. Éste es el camino de ser constantemente pobres en espíritu.
Todos sabemos lo que es ser pobre. Es tener carencias, necesidades, no tener pertenencias, lo poco que tiene es más que insuficiente. Yo fui muy pobre, es duro, tanto que esa condición unida con mi orgullo generaron en mí las heridas visibles e inconscientes más difíciles de sanar hasta hoy, fue así porque era un pobre-orgulloso que no hacía nada para salir de ahí, solo echarle la culpa a otros, quejarme. Ese tipo de pobre no es bienaventurado. Creo que lo clave aquí es meditar en que el pobre necesita más de lo que tiene ahora, no solo quiere y anhela más, sino el pobre necesita más (precisa y requiere más) de lo que tiene ahora. Jesús está hablando aquí de los pobres-humildes de corazón, que activamente buscan más.
Ahora, es importante notar que la palabra pobre en griego es Ptochos, es diferente a pobreza común, éste pobre proviene de un verbo que significa "encogerse", como solían hacer los mendigos. Se usaba para referirse a una persona reducida a la indigencia total, que se agacha en un rincón pidiendo limosna. Imaginemos, esa persona poniendo una cara de súplica levantando su mano, u ocultando su rostro con la otra mano, por estar avergonzada de ser reconocida. Estas personas, por algún límite externo y de su ser interior, ya no tienen más opción en la vida que pedir, tienen necesidades básicas y ya no tienen manera de ser satisfecha su necesidad. Ciertamente Jesús siempre estaba atento a los excluidos y necesitados materialmente. Sin embargo, la pobreza que nos habla Jesús acá es más profunda, es una necesidad interna.
Jesús nos habla aquí que los bienaventurados son los pobres en espíritu. Es decir, tiene una necesidad espiritual no saciada indestructible, y como el mendigo, ya no hay nada que puedan hacer con sus capacidades para complacer esta necesidad, está urgido y no puede esperar más. Esto me hace recordar la letra de una canción que se llama El Fuego que Me Quema y una parte se lee así: Pienso que sin ti la vida es nada - Y que ya mis ojos no pueden ver - Estoy confundido a tal manera - Quisiera ahora mismo te pudiera ver...Pienso que sin ti mi vida es vana - Y que sin tu amor no viviré - Me encuentro perdido a tal manera - Por favor Señor, ayúdame... - Y adonde iré Jehová sin ti, Si eres el día a seguir - Adonde iré, adonde iré, Jehová sin ti - Tu eres el fuego que me quema…y sigue.
También me recuerda al rey David en el Salmo 51, veamos algunos versículos:
1 Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. 2 Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. 3 Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. 4 Contra ti he pecado, solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; …10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. 11 No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu…17 El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.
Los pobres en espíritu nunca olvidan que están perdidos sin Dios, ellos siempre reconocen su pecado y oran a Dios para que los limpie de su maldad, ellos siempre quieren estar en la presencia de Dios y escudriñando su palabra, siempre aprendiendo. El pobre en espíritu es humilde, no está cuestionando todo, si no que es una esponja para absorber el mensaje de Dios. El Señor nunca va a despreciar a un pobre en espíritu, sino que lo va a recibir y va a poner su reino en su corazón.
Si queremos saber cuando hemos sido más pobres en espíritu, recordemos cuando el Señor reveló nuestros pecados y maldad, cómo clamamos como David el perdón de Dios y cuán dulce era su palabra a nuestro paladar, también podemos recordar nuestros tiempos de mayor dificultad, cuando hemos sido traicionado, cuando alguien está enfermo, cuando se nos murió un familiar, cuando tuvimos un accidente, cuando hemos estado en peligro, a punto de perder período escolar, en medio de una gran prueba, etc. Allí, todos, no tenemos más salida que recurrir al Señor y clamar su ayuda, reconocer nuestra insuficiencia y nuestra necesidad de Dios. Recuerdo cuando mi hija tenía meses de nacida y estaba a punto de morir, yo tuve que dormir en el auto afuera en el parqueadero, ese día clamé a Dios, rogué su ayuda con todas mis fuerzas, me arrepentí de todo, fui lo más sincero que podía ser con Dios, no quería sentirme solo ni desamparado, me comprometí con el Señor, miré profundamente mi ser interior y el Señor me dio su paz.
Hermanos todos somos pobres en espíritu, solo que algunos se consideran ricos, saciados y no necesitados de Dios, pero es un engaño debido a los deleites temporales de este mundo, o al poder que algunos sienten por sus posesiones o conocimientos. Este es el mensaje de reprensión de Dios a la iglesia de Laodicea, leamos en Apoc. 3:17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. Compremos oro refinado en fuego yendo humildemente a la palabra y a la presencia de Dios, y asi seamos ricos espirituales. Amén?
¿Por qué los pobres en espíritu son bienaventurados? Dice el final del v.20 “…porque de ellos es el reino de Dios”. Los pobres en espíritu no tienen pertenencias, pero cuando buscamos a Dios, el Señor nos dice que el Reino de Dios es mío, que maravilloso! El reino de Dios no está en un lugar, ni tampoco es un reino como lo conocemos con muchas comidas y bebida. El reino de Dios es el gobierno de Dios en nuestros corazones, y esta hoy entre nosotros. Cuando tenemos el gobierno del Espíritu Santo tenemos la gracia del perdón de Jesús, la paz y el gozo de Dios que es independiente de las circunstancias. Ser dirigido por Dios y su palabra es ser el más bienaventurado. Queridos hermanos, ser pobre en espíritu es un requisito importante para que un discípulo de Jesús pueda crecer. Digamos al Señor: Dios te necesito, quiero más de ti, gobierna mi vida, háblame con tu palabra. Amén.
Leamos la 1era parte del v-21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.
Cuando vemos esta misma historia en Mateo 5 dice que esta hambre es hambre y sed de justicia. Estas son necesidades elementales para vivir. Nosotros fuimos creados por Dios y para Dios, fuimos creados a su imagen, para vivir una vida en rectitud y en santidad, para que nuestros ojos vean bondad y honestidad, sin embargo nuestro mundo está lleno de pecado, y los hombres sufrimos por esto, por lo que el hombre busca saciar su hambre aprovechando su ser completo al máximo sin importar si se hace daño o si desagrada a Dios. Buscamos poder, placer, dinero, amor, falsa moralidad, etc. Pero estas cosas no pueden saciar. Recordemos a la mujer samaritana, ella tuvo varios maridos, pero no podía ser saciada sino hasta conocer a Jesús. 2 Corintios 5:21 Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios. Nuestra hambre en realidad es hambre de Dios, es hambre de restauración y de salvación. Hoy, gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, podemos saciar esta hambre con la esperanza de restauración que está completando el Señor en nuestras vidas. Jesús es nuestra justicia. Podemos saciar nuestra hambre teniendo una relación correcta con Dios, exponiendo nuestro ser ante él y examinando en su palabra. ¿Cómo podemos conocer el detalle de la justicia de Dios que anhelamos? Profundizando en el estudio de su palabra, así nuestros ojos serán abiertos. Amén.
Leamos la 2da parte del v-21 Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Amén! Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación. Así lo escribió Mateo en su evangelio.
¿Por qué solemos llorar los humanos? Lloramos por la pérdida, por tristeza, por ira, por el miedo, por el fracaso, por nuestros pecados y los de otros, lloramos cuando tocan heridas no sanadas abiertas en el pasado. ¿Los cristianos tenemos permiso de llorar? Claro! No solo eso, debemos llorar, y más aún somos bienaventurados cuando lo hacemos acertadamente. Tal vez escuchaste que los hombres y mujeres de fe no lloran, o que las mujeres empoderadas ya no son tan sentimentales por lo tanto no andan llorando, o tal vez alguien piensa como yo pensaba: “llorar no va a solucionar nada”. Como humanos que somos podemos estar tristes, avergonzados, podemos tener sentimientos de pérdida, podemos estar aún con heridas profundas, claro que sí. Jesús lloró de tristeza por la muerte de su amigo Lázaro, lloró también con mucho dolor sabiendo que le venía un gran sufrimiento en la cruz. Pedro lloró amargamente cuando se dio cuenta que le había fallado a Jesús. Cuando José vio a su hermano menor se le conmovieron sus entrañas y lloró, lloró con todos sus hermanos y largamente en el cuello de su padre, porque él los amaba y recordaba todo su sufrimiento. Los cristianos no somos superhumanos. David lloraba por sus pecados y por la persecusión. Sal 6:6,9 Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama y con mis lágrimas empapo mi lecho…9 ¡Jehovah ha escuchado mi ruego! ¡Jehovah ha aceptado mi oración!
Cuando lloramos de arrepentimiento sincero ante Dios por haber pecado, cuando tenemos dolor y verguenza pero reconocemos la gracia de Dios y el poder de su perdón podemos hallar consolación. Hermanos digámosle a Dios cómo nos sentimos, no reprimamos nuestro ser interior, a veces decirnos palabras de ánimo, incluso bíblicas, como todo lo puedo en cristo que me fortalece, además que esta mal usada, si, nos ayudan a seguir adelante, pero que pasa con la raíz de la tristeza, de la rabia, del dolor? ¿La dejamos atrás sin sanar? Tal vez Dios permite un momento de llorar para examinar profundamente en nuestro corazón y sanar. Preguntemonos por ejemplo ¿Por qué me duele tanto que no me tomen en cuenta? ¿Qué hay en mi pasado que me hirió? O ¿Por qué siento tanto miedo y angustia hasta llorar en esta situación? ¿Qué me pasó antes? Tal vez es una oportunidad para perdonar a un ser querido que nos hirió, o para recibir profundamente el perdón de Dios en esa área y perdonarnos a nosotros mismos y ahora si seguir adelante verdaderamente fortalecidos. Y no pasarle por encima, hasta que sea peor, hasta que nuestra tristeza se convierta en depresión, o nuestra ira en violencia, o nuestros miedos en parálisis y traumas. Hermanos, el que no llora delante de Dios por su enfermedad interna, ciertamente en apariencia parece una persona encantadora y sonriente. Pero es solo orgullo. Por dentro tiene heridas supurando pus y cada vez se encamina a la ceguera espiritual. La clave, es llorar ante los pies de Jesús, detenernos y exponer nuestro ser ante Dios para ser fortalecidos profundamente. A veces no hacemos esto, porque nos podríamos mostrar débiles ante el hermano, esposa o pastor, por aparentar que todo esta bien. Pero si quieren reir deben llorar ante Jesús.
Si llevamos el tiempo de lloro correctamente, éstos pueden ser los mejores tiempos de tu vida, para crecer en la fe, para hacerte más fuerte. No huyamos de la disciplina, demos la cara a Dios tal como somos, él conoce nuestros pecados, heridas y dolores, y quiere restaurarnos, él es nuestro amigo. Amén. Hebreos 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Jesús es capaz de darnos paz, de consolarnos, él es más fuerte que la tempestad y su amor más grande que nuestro pecado. No dudemos de su amor, su amor es muy ancho y profundo. En el tiempo de lágrimas somos como barro en las manos del alfarero.
Ciertamente, muchas veces aparece en la biblia que Dios pidió no llorar más, pero cada uno tiene su contexto, llega el tiempo de reir, del gozo y del consuelo, donde ya no tiene sentido llorar porque ya hemos sido restaurados. Pero también debemos saber que hay lágrimas que no edifican, como cuando solo se quiere manipular con una actitud de víctima, para llamar la atención dar lástima, esa es una carcel, hay personas que lloran solas toda su vida reprimidos sin poder sanar nada, al contrario solo abrir más sus heridas; tampoco es útil cuando lloramos para dañarnos a nosotros mismos, por culpabilidad, por querer pagar nuestra deuda de pecado, eso es remordimiento y no ayuda para nada, debemos llorar de verdadero arrepentimiento y aceptar humildemente el perdón de Jesús. Amén?
Lloremos también por nuestros seres queridos y ovejas para que vuelvan al Señor, sintamos un dolor por nuestra misión que nos mueva a actuar, entonces cuando vemos restauración en otros también somos consolados y reimos de gozo por la obra de Dios.
Hermanos, Dios quiere secar nuestras lágrimas de dolor, pero sin llorar ante Él no habrá lágrimas que secar.
Leamos 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. 23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.
No debemos extrañarnos si recibimos rechazos, falta de entendimiento acerca de nuestra vida de fe por parte de nuestros amigos y familiares. Hay muchas calumnias, e incluso verdades de malos comportamientos de algunos cristianos pero que algunos quieren generalizar a todos. Nosotros vivamos delante de Dios y tomados de esta verdad, que Jesús y los profetas también lo sufrieron, para no desmayar, sino por el contrario gozarnos, tomados de la promesa del galardón celestial.
Cuando vivimos vidas devotas, luchando para obedecer la palabra entonces cambiamos para bien a la imagen de Jesús, este cambio puede incomodar a otros y pueden tildarnos de pedantes o jactanciosos. E incluso pueden alejarse de nosotros, en ese caso el problema esta en esas personas, nosotros debemos orar para manifestar el amor y la gracia de Jesús. Pero, atención, no siempre la persecusión es porque somos muy santos, en todo caso debemos chequear nuestro comportamiento, podríamos estar siendo realmente odiosos o andar juzgando a otros con facilidad, o siendo orgullosos y poco amables, en ese caso no debemos justificar el rechazo sino arrepentirnos y mostrar la misericordia de Jesús. Amén?
Finalmente, voy a leer los v.24-26. El término "ay" se refiere a una aflicción y angustia fuerte que esperan a las personas que básicamente no toman el camino de ser bienaventurado que hablamos antes. El enfoque esta en los placeres del mundo, en buscar una falsa llenura en las propiedades, el desenfreno y la aprobación de otros. Para ellos, la aprobación de Dios y el camino de Dios no significan mucho. No valoran el estilo de vida del reino y piensan que venir a la iglesia para aprender acerca de Jesús es una pérdida de tiempo. Jesús advierte que la tristeza y angustia les espera a las personas que hacen estas elecciones. Mas temprano que tarde, encontrarán que el dinero, la fama y la comodidad física son la única recompensa que obtienen y que estas cosas no duran, nos sacian verdaderamente.
Con este pasaje aprendimos que Jesús nos presenta el camino del discipulo que lleva una vida bendecida, dichosa y el camino del mundo que lleva a una vida de ayes sin salida. Los estándares que Jesús nos llama a vivir son completamente diferentes a los estándares del mundo. Aunque Dios no está en contra de la comida, la risa y el dinero, estas cosas nunca deben convertirse en nuestra prioridad en la vida. Si lo hacen, seguramente traerán angustias y no bendiciones. Que Dios nos ayude a cultivar una vida devocional, de hambrienta búsqueda de su presencia y su palabra, y genuino arrepentimiento con lágrimas. Amén
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