Mateo 26:14-29

26:14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
26:15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.
26:16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
26:17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?
26:18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.
26:19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
26:20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.
26:21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
26:22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?
26:23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar.
26:24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.
26:25 Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
26:26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
26:27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
26:28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
26:29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

MI SANGRE DEL NUEVO PACTO


MI SANGRE DEL NUEVO PACTO

San Mateo 26:14-29

V, clave 26:27-28 “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.


En Betania hubo un derrame de perfume de una mujer sobre Jesús. Fue un derrame de todo amor y vida sobre él. Ahora Jesús se dirige a derramar su vida por toda humanidad. Para comer la Pascua, Jesús toma un tiempo aparte con sus discípulos amados la misma noche de su arresto. Lo llamamos ‘la última Cena o Santa Cena’ dónde Jesús les da a saber el significado de su muerte a sus discípulos, revelando del nuevo pacto. ¿Qué significa ‘esta sangre del nuevo pacto’? ¿Qué tiene que ver este pacto con nosotros? Hoy aprenderemos el significado eternamente admirable de su sangre derramado del nuevo pacto. Oro que Dios nos ayude a recibir su palabra con un corazón atentamente dispuesto y vivirla en la vida diaria. 


Primero, Judas va por treinta piezas de plata (14-25). Judas Iscariote era quien criticó el derrame de perfume sobre Jesús por el desperdicio (26:8; Jn 12:4). Él no pudo aceptar la palabra de Jesús de muerte que no entendía. Judas fue a los principales sacerdotes y les dijo. “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?” Judas decidió entregar a su Maestro por dinero. Tal vez al principio Judas siguió a Jesús, motivado por la obra de Jesús. Pero cuando él amaba más al dinero, se volvió su enemigo. A este Judas los principales sacerdotes le asignaron treinta piezas de plata. Treinta piezas de plata era la cantidad de dinero por un siervo o una sierva aquellos días. Éxodo 21:32 “Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.” Judas aceptó a cambiar a su maestro solo por un valor de esclavo. Y lo ocurrido con Judas, ya Jesús lo sabía (18,21).  

Era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. Se llamaba así ‘la fiesta de los panes sin levadura’, ya que se comía el pan sin levadura durante 7 días tras la Pascua. “En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová. / Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura.” (Lev 23:5-6) Los discípulos iban a preparar para comer la pascua. Entonces, Jesús dijo que fueran a la ciudad a cierto hombre y dijeran ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos’. Jesús no les dio una dirección concreta para que no supiera del lugar Judas Iscariote para poder tener un tiempo aparte importante antes de entregarse a la muerte. 

Cuando llegó la noche, mientras comían, Jesús dijo. Pero Jesús dijo “De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar” (21). Jesús no dijo de ese nombre, para que la consciencia de Judas trabajara solo y se arrepintiera genuinamente. Jesús lamentó por Judas, diciendo. “A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.” Jesús no odió, ni aborreció a Judas, sino tenía un corazón quebrantado hacia con él quien era su discípulo. Pero Judas no se arrepintió hasta que se descubriera la verdad por sí mismo. Judas respondió “¿Soy yo, Maestro?”. Esta respuesta era ya de un enemigo. Finalmente salió del lugar para realizar su decisión de entrega a su Maestro (Jn 13:30).

Aquí vemos si uno ama a otra cosa más que a Jesús, puede caer en el pecado semejante como lo de Judas. Aunque no cometamos el mismo error que Judas, nuestra decisión y mal proceder por nuestro carácter inmaduro o incredulidad pueden entristecer mucho a nuestro Señor Jesús. Y por otro lado, aprendemos cómo Jesús ayuda a un hombre equivocado con toda paciencia y amor. Jesús hubiera podido mencionar directamente su nombre y reprocharlo ante todos. Pero no hizo así para que su arrepentimiento no fuera forzado y simulador, sino fuera voluntario y genuino. Es el arrepentimiento que Jesús espera de una persona. Hasta el último momento Jesús amó a Judas que le iba a traicionar. ¿Cómo servimos a una persona? ¿Realmente con esta paciencia y amor de Jesús servimos a una persona difícil de servir y amar? Oro que Dios nos dé su corazón del pastor para que podamos servir y amar a una persona con toda humildad, paciencia y amor para que la salvación de Jesús se llegue en nuestro servir. 

     

Segundo, mi sangre del nuevo pacto (26-29). Después de salir Judas del lugar (Jn13:30), Jesús comenzó a revelar el significado de su sacrificio. Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Tal como el pan partido, el cuerpo de Jesús iba a ser partido en latigazos y crucifixión. Jesús voluntariamente entregó su cuerpo como un sacrificio del Cordero de Dios. La Biblia afirma el significado de su padecimiento físico de esta manera. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Is 53:5) “por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pe 2:24)

Vamos a leer los versos 27 y 28. “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. En esta palabra, Jesús habla del nuevo pacto que será establecido por su sangre. 

Uno, mi sangre del nuevo pacto (28ª). Jesús dice ‘mi sangre del nuevo pacto’. ¿Qué tiene que ver su sangre con el nuevo pacto? ¿Cuál era el antiguo pacto? Nos es necesario ponderar de la sangre del pacto antiguo. El pacto antiguo era por la sangre del animal. El pacto antiguo fue establecido entre Dios y el pueblo Israel mediante Moisés. Dios les dio la Ley y los diez Mandamientos. El enfoque principal de este pacto era la obediencia a la Ley y el perdón de pecados. Para dar el perdón de pecados, se usaba la sangre de los animales. “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.” (Lev 16:15) Por este derramamiento de sangre de animales, Dios otorgaba a su pueblo el perdón de pecados. Sin embargo, la sangre de los animales no podía proporcionar un perdón completo de pecados ni una transformación interior duradera, debido al efecto limitado de animales. Cada año y cada vez que se cometiera pecado, se necesitaba el rociado de la sangre de los animales nuevamente. Esto era de la sangre del antiguo pacto. 

Pero ahora Jesús dice aquí ‘mi sangre del nuevo pacto’. Es del nuevo pacto, porque la intermediación de entre Dios y su pueblo no es por la sangre de los animales, sino por la sangre del Hijo de Dios. El mediador ya no es el humano defectuoso como Moisés, sino el Hijo de Dios santo que no tiene defecto alguno. Por esta gran diferencia del sacrificio, los que aceptan la sangre de este nuevo pacto, recibe el perdón de pecados perfecto para la salvación eterna. “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, / ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb 9:13-14) A pesar de nuestra incapacidad de obediencia a la ley, Dios nos considera fiel en la obediencia completa del Cristo quien derramó su vida y sangre del nuevo pacto.  

Ese pacto antiguo fue dado por gracia al pueblo de Israel y era una sombra de lo por venir, ‘del nuevo pacto’. El nuevo pacto no anula el antiguo, sino lo cumple perfectamente. El pacto antiguo y el nuevo son de Dios y de Jesús el Hijo de Dios. Jesús mismo, siendo el dador del antiguo pacto, lo cumplió por su propia sangre del nuevo pacto. La demanda del pacto antiguo fue cumplida en su propia sangre. Ahora esta sangre limpia cualquier tipo del pecado de la humanidad perfectamente. La sangre de Jesús tiene poder que otorga la justicia perfecta, renueva el corazón, restaura el alma muerta, revivifica la imagen tan preciosa en nuestro interior. De esto, el profeta Jeremías ya lo había profetizado de este pacto venidero. “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer 31:33)

Ninguna otra cosa del mundo, aunque fuera cosa tan noble, puede dar el perdón perfecto y hacer estos cambios reales. Ningún esfuerzo humano puede rescatarnos de la destrucción eterna y de nuestra naturaleza caída jamás. Solo la sangre de Jesús, esta sangre del nuevo pacto nos cambia radicalmente y cada día nos lleva al trono santo de Dios para comunicarnos con él como sus preciosos hijos. ¿No es maravillosa esta sangre del nuevo pacto a nuestros ojos? ¡Qué precioso y maravilloso poder tiene esta sangre! Recibamos agradecidos esta sangre derramada por Jesús y la vivamos día a día para su honra y gloria. Amén.   

Dos, por muchos es derramada (28b). Vamos a leer el verso 28 otra vez. “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” El poder y efecto de esta sangre es ‘por muchos’. Esta sangre de Jesús es derramada ‘por muchos’. También se dijo: Bebed de ella ‘todos’. ‘todos’ y ‘muchos’ son la misma palabra. La sangre del nuevo pacto cubre ‘todas las personas’ que lo beban. No solo por ‘los judíos’, sino por ‘todos los que acepten y crean la sangre de Jesús’. cualquier persona que se arrepiente de sus pecados por la sangre de Jesús recibe el perdón de todos sus pecados sin importar su etnia, género, edad y algún otra condición humana. Allí entra el nombre de cada uno de nosotros que estamos aquí. 

Yo fui un pecador inmerecido a su gracia tan grande. Al pensar de mis pecados pasados y presentes, no puedo sino confesar que soy un pecador desesperanzado; mi egoísmo, mis defectos, y toda pecaminosidad que entristece a Dios. Siendo un misionero, a veces me avergüenzo mucho de mi pecaminosidad aún y dureza de corazón en creer. Mi persona misma es la carga más grande para mi. Esto me da un dolor constante. Pero al mirar la sangre derramada de Jesús por mí, su sangre muy preciosa me da un perdón inexpresable y me levanta de mis ruinas. Y me da las nuevas fuerzas para caminar en su verdad, servirle en justicia y servir a sus ovejas. Ninguna otra cosa me hace lo mismo sino solo esta sangre de Jesús. 

La sangre de Jesús me da fuerza contra toda potestad de tinieblas y las asechanzas del Diablo a diario. Su sangre me hace entrar de inmediato el trono de Dios mediante la oración. La sangre de Jesús me devuelve un corazón limpio, agradecido, humilde y prudente que resiste toda tentación y debilidad y me hace ganar la batalla. La sangre de Jesús me hace amar a su iglesia profundamente; colaboradores y hermanos. Alabo a mi Jesús por ese sacrificio tan grande a un pecador grande como yo. Oro que se puedan doblar mis rodillas siempre ante esta sangre derramada de Jesús para poder alabar y servirle cada momento de mi vida. Oro también que la sangre del nuevo pacto fluya en nuestros corazones para que vivamos todos su perdón y bendición. Amén.    

Tres, no beberé más hasta aquel día (29). El efecto de la sangre del nuevo pacto tiene los efectos totalmente nuevo. Vamos a leer el verso 29 “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” Jesús dice que ya no beberá más hasta aquel día en el reino de Dios. Ya no habrá otro sacrificio como su sangre derramada. La sangre del nuevo pacto da la remisión de pecados una vez para siempre (Heb 7:27). su efecto es duradero por la eternidad. Una vez salvo genuinamente, Dios lo guardará y sustentará hasta llegar a su Reino. Los salvos en arrepentimiento genuino, llevan progresivamente los frutos del Espíritu Santo como el don de Dios en la sangre del Cristo. 

Concluyendo, “Bebed de ella todos”. La sangre de Jesús es la sangre de nuevo pacto. Es por todos, por usted y mi persona. Es una vez para siempre. Su sangre nos da el perdón perfecto y salvación y nos lleva al trono de Dios en justicia para poder comunicarnos con él libremente. Se abrió la puerta celestial por esta sangre. ¡Qué maravillosa y admirable bendición es esta! Oro que cada día vivamos en esta sangre del nuevo pacto para que ella nos lleve a las alturas de Dios para su honra y gloria. Amén.  




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