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Mateo 24:1-28
24:1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.24:2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
24:3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?
24:4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
24:5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
24:6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.
24:7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.
24:8 Y todo esto será principio de dolores.
24:9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
24:10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.
24:11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;
24:12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
24:13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
24:14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
24:15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),
24:16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.
24:17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;
24:18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.
24:19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!
24:20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
24:21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
24:22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
24:23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.
24:24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
24:25 Ya os lo he dicho antes.
24:26 Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.
24:27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.
24:28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
EL QUE PERSEVERE HASTA EL FIN
EL QUE PERSEVERE HASTA EL FIN
San Mateo 24:1-28
V, Clave 24:13 “Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo”
En el siglo 21 la tecnología humana parecía una garantía de un mundo feliz a toda humanidad. Pero esta expectativa se ve disminuyendo por todo lo que ocurre en el mundo. En especial con la llegada de pandemia 2020, un temor fue establecido en ellos en vez de una expectativa ambigua. Guerras y rumores de guerras, diversas enfermedades, fenómenos de desastres de naturalezas con mayor frecuencia y grado nos traen preocupación del futuro. ¿En qué tiempo estamos viviendo? ¿Con qué óptica debemos mirar este mundo?
Los discípulos de Jesús también le preguntaban algo semejante del fin del siglo. ¿Qué señales habrá en el fin del siglo? ¿Cómo han de ser miradas y recibidas? Jesús les respondió no solo para ellos, sino para hasta toda nuestra generación. Su respuesta nos aclara en qué tiempo estamos y cómo debemos vivir hoy. Oro que Dios nos dé un discernimiento espiritual y la dirección necesaria como su pueblo escogido.
Primero, Pruebas del fin del mundo. Tras su lamentación profunda (23:37-38), Jesús salió del Templo. Su anuncio de la destrucción del Templo era alarmante para los discípulos. Cuando ya se iba, se le acercaron sus discípulos a Jesús para mostrarle los edificios del Templo. Tal vez no creían la destrucción del Templo de Jerusalén anunciada por Jesús hace poco.
El Templo venía siendo construido durante 46 años (Jn 2:20) por Herodes el Grande y aún estaba en proceso de construcción hasta alrededor del año 63 d.C. Herodes quería construir el Templo más magnífico de su época y de paso, complacer a los judíos. Josefo, testigo ocular del templo y escritor de la historia judía, informó que el Templo estaba cubierto de oro y de mármol purísimo (‘Guerra Judía’ 5.222-23). La hermosura exterior y la firmeza y el tamaño de material de este Templo les parecían duraderas e imposible a quedar destruido a sus vistas.
Pero Jesús les respondió a sus discípulos. “¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.” Jesús previó el destino de los edificios y les dijo la verdad. Esta palabra fue cumplida aproximadamente los 40 años después (el 70 d.C.) Después del asedio de Jerusalén y la masacre de su gente, los romanos quemaron el templo y luego lo destruyeron por completo para poder llevarse los metales preciosos que se habían derretido entre los escombros. Jesús previó el juicio inminente de Dios sobre el Templo decorado de oro y mármol, pero lleno de iniquidad e hipocresía por dentro. Los discípulos no sabían bien de Dios quien mira el corazón y lo juzga.
Pero la palabra seria de Jesús despertó a sus discípulos. Para ellos la destrucción del Templo significaba el fin del mundo. Y se le acercaron aparte y le preguntaron. “Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?” Vamos a leer los versos 4 y 5. “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe, 5 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y a muchos engañarán.” Respecto a las señales del fin del siglo, Jesús habló primero de las pruebas que vendrán en el mundo. Lo más importante para los hombres su salvación, no necesariamente las señales del fin del siglo. Teniendo toda gloria como la del Templo, si pierde la salvación, no va a valer nada su vida terrenal.
“Mirad que nadie os engañe”. Nuestro interés debe ser la adquisición de discernimiento espiritual, porque vienen engañadores. Los falsos cristos aprovechan las señales del fin del mundo para engañar y robar la salvación. Tal como dijo Jesús, habían surgido muchos falsas doctrinas y evangelios en las iglesias. En la época de las primeras iglesias, filtraban en la iglesia el judaísmo y el gnosticismo (que buscaba del conocimiento espiritual y negaba la encarnación del Cristo). Como dijo Jesús, algunos creyentes se pasaron a otro evangelio (Gal 1:6) y fue advertida la apostasía a las iglesias en las epístolas de Pablo (1Ti 4:1-2; 2Ti 4:3-4; 2Te 2:1-3). Durante siglos, los emperadores romanos obligaban a rendir la adoración a ellos y sus ídolos (ej. Júpiter-Zeus). Hasta hoy se han levantado muchos engañadores como falsos cristos. Según la revista alemana ‘Idea’ en su publicación el Julio 2000, los falsos cristos autoproclamados superaron más de 1500 personas ese año.
La característica más obvia de falsos cristos es su sugerencia que asegura resolver todos los problemas de la humanidad. En este sentido también una ideología como comunismo era un falso cristo. El comunismo engañaba a la humanidad y les traía una pobreza en común y una dictadura peor de la historia humana. Los falsos cristos aprovechan la situación insegura e inestable como guerras (6), pestes, hambres y terremotos (7) para engañar a la gente. Pero sepamos que estos son solo principio de dolores (8) y no hay que preocuparnos y temer innecesariamente.
Junto con el engaño, a los creyentes viene tribulación a prueba. Los engañadores o falsos cristos los mata y odian por causa del nombre del Cristo Jesús (9), porque no pueden engañarlos. Tribulación y persecución son nada extrañas para el pueblo de Dios. Ante esta tribulación muchos tropiezan, se entregan unos a otros y se odian unos a otros (10). Y muchos falsos profetas se levantan y engañan a muchos (11). Aunque no pasamos tribulaciones como las primeras iglesias, si, pasaremos tribulaciones y rechazos que vienen desde el mundo incrédulo.
Entonces, ¿Quién sería el último engañador o falso Cristo en el fin del mundo? ¿Cómo podemos identificarlo? Vamos a leer el verso 15. “Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel —el que lee, entienda”. Ha de haber la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel. Daniel 11:31 dice “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.” Históricamente Antíoco IV Epífanes (rey seléucida del reino sirio helenístico, del 175 al 164 a. C.) blasfemó el Templo de Dios con la abominación. Antíoco se consideraba un dios. Saqueó el templo en Jerusalén y construyó un altar a Zeus y se hicieron sacrificios a los pies de este ídolo en su propia imagen. Este es el primer ejemplo de la Abominación Desoladora. Como lo sucedido con el rey Antíoco, algo parecido va a levantar en el fin del siglo.
Alguien dice que el anticristo último sería una organización internacional o un presidente perverso y poderoso o hasta un líder de una religión. Sea cuál sea, algo que se pone en lugar de Dios y persigue la iglesia a nivel internacional sería ese falso Cristo en nuestro tiempo. Espiritualmente en Cristo somos el Templo de Dios (1Co 6:19). El altar está en nuestro corazón. En este sentido cualquier ídolo que se pone en nuestro altar sería nuestro falso Cristo contra el cual debemos batallar. Es necesario reconocer que somos tan vulnerables y engañosos que fluctuamos y dejamos engañar por nosotros mismos por nuestra naturaleza caída. ¿Cómo lucharemos para defender nuestra salvación y la de otros entre este fin del siglo como pueblo de Dios?
Segundo, la tarea de los escogidos.
Uno, perseverar en el amor de Cristo (12-13). Vamos a leer los versos 12 y 13. “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13 Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” Por los engaños, desastres de la naturaleza y tribulaciones, el amor de muchos se enfría, porque dónde hay engaños, no hay el amor verdadero, el amor de Dios. Cuando dice ‘el amor (Ágape)’, significa ‘el amor fraternal’. Cada vez más los jóvenes cierran su corazón al evangelio y a Dios. Llegan a amar solo a sí mismo y hasta sus familiares como límite.
Donde se enfría el amor a Dios, la realidad conquista el corazón de los hombres. Les parece que es una pérdida de tiempo amar a Dios y a los demás. Influido por este mundo enfiado y tribulaciones que pasan, la iglesia puede perder el amor entrañable a Dios y a los demás, aunque no lo pierda por completo. Si nuestro amor en Cristo se enfría o tibio, el Cristo nos va a reprochar. “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor (Apoc 2:4)”, “Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. (Apoc 3:16)”
‘Perseverar’ no significa solo ‘quedar a la defensiva’, sino ‘actuar activamente en lo que se cree’ es decir ‘amar a otros con todo corazón’. El amor no es el sentimiento, sino una decisión y obediencia. Los que aman a Dios son los impulsados por el amor de Cristo en su pensamiento y decisión, independientemente de su sentimiento y circunstancia. Los que aman a Dios no son los que dicen, sino los que luchan contra todo enfriamiento y obedece a amar a los hermanos, en especial a las ovejas perdidas de Dios. El Cristo Jesús nos dejó un ejemplo de amar a Dios y a sus ovejas. El Cristo es el estándar del amor. Él manifestó su amor incondicional y sacrificial, superando el rechazo del mundo tan pecaminoso. Jesús permaneció en el amor del Padre hasta entregar su vida en la cruz (Jn 15:10).
Los que permanecen en este amor de Cristo, será salvo con seguridad. No solamente se salva en el final, sino con recompensa de Dios. Y será salvo en cada lucha a diario de esta vida terrenal. Oro que Dios nos derrame su amor en Cristo Jesús, para que le obedezcamos y aprendamos una vida de permanecer en amar a los demás.
Dos, perseverar en el evangelio de Cristo (14). Leamos el verso 14. “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” Debemos saber que el fin del siglo no llega hasta que el evangelio del Reino sea predicado a todas las naciones. ‘El evangelio del Reino’ indica ‘el Cristo mismo’ que dio su vida en rescate. Lo importante no es en qué fecha él viene, sino cómo vive hoy su iglesia con el evangelio. Si la iglesia o un cristiano no vive para este propósito, se encontrarán perdidos.
Dios pone sus ojos no en la política, ni en la economía, ni en los desastres, sino en el avance de la evangelización del mundo. Dios pone su esperanza en las iglesias que predican el evangelio y hacen discípulos. En este sentido, los que llevan buenas nuevas en amor de Dios son protagonistas de la historia del mundo. Tales personas serán estimados y honrados en el evangelio glorioso del Cristo.
Tres, perseverar en la oración en Cristo (20). Leamos el verso 20. “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado” Aquí Jesús dice ‘Orad’. Cuando ocurren las señales del mundo, los mundanos no saben qué hacer sino enojarse contra Dios y hasta maldecir su nombre. Y Ellos perecen en su pecado.
Pero los hombres de Dios tienen un privilegio de orar. El pueblo de Dios que no oran u oran muy poco, no pueden experimentar la presencia y compañía de Dios en poder. Jesús da una dirección clara aquí “Orad”. Esto no quiere decir que podemos cambiar el plan universal de Dios que juzgará al mundo pecador, sino nuestra oración puede cambiar el grado del juicio de Dios. Tal como Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra, Dios puede salvar una ciudad por la oración ferviente de pocos justos (Gen 18:23-33). Tal como oró Elías por la lluvia, Dios puede traer un gran alivio por el pueblo de Dios (1R 18:42). Dios puede acortar los días de sus plagas y mitigar su ira sobre la tierra por su iglesia y los escogidos que oran.
“Orad”. Cada cristiano o hogar o iglesia que ora poco debemos arrepentirnos y oír el orden de Jesús en este fin del siglo. Esta semana recibí una noticia de fallecimiento de una niña coreana de tan solo 13 años por un desastre que ocurrió durante su actividad juvenil en bote. Sus padres despidieron a su hija hermosa a su temprana edad sin ser consolado por ninguna palabra. El fallecimiento de una niña echa un mensaje importante que debemos “Orar por los perdidos”. Debo orar más fervientemente en persona, con mi esposa, y junto con toda la iglesia. Cuando oramos, Dios va a usar nuestra vida para cumplir su propósito en este fin del siglo.
Concluyendo, Jesús quiere que su iglesia persevere en su amor y su evangelio glorioso, avivados en oración ferviente. Él quiere que amemos, prediquemos en oración activamente a los demás. Los falsos cristos y toda clase de ídolos intentarán a ocupar altar de nuestro corazón. Pero si permanecemos hasta el fin, seremos salvos en todo sentido. Oro que Dios nos ayude a llevar una vida activa en su amor y evangelio, orando fervientemente. Amén.
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