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Mateo 23:13-39
23:13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.23:14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
23:15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
23:16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.
23:17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?
23:18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.
23:19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?
23:20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;
23:21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita;
23:22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.
23:23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
23:24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
23:25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
23:26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
23:28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
23:29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
23:30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
23:31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
23:32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!
23:33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
23:34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad;
23:35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
23:36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
23:37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
23:38 He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
23:39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
COMO LA GALLINA JUNTA SUS POLLUELOS
COMO LA GALLINA JUNTA POLLUELOS
San Mateo 23:13-39
V, Clave 23:37 “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”
La palabra de hoy es de una serie de reproches fuertes contra la hipocresía de lideres religiosos; los escribas y fariseos. El reproche de Jesús es largo y fuerte, ya que la hipocresía de ellos era critica. El largo reproche de Jesús manifiesta profundamente su tristeza de un corazón quebrantado hacia los hipócritas que iban al juicio de Dios.
En ese reproche Jesús nos enseña cuál es el fruto más importante que Dios desea recibir de nosotros. Nuestra meta es no solo arrepentirnos de hipocresía, más bien vestirnos de los frutos que le agradan y su corazón hacia los perdidos. Oro que Dios nos dé los oídos para oír ese reproche del Cristo hacia nuestra vida y generación.
Primero, Jesús reprende hipocresía (13-15). En el verso 1-12, Jesús enseñó a la gente hacer lo que dicen humillado ante Dios. Ahora Jesús hace fuertes y largos reproches a los escribas y fariseos en detalles. Vamos a leer el verso 13. “Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.” En los versos 13-39, Jesús lamenta sus hipocresías con decir “Ay de vosotros” 10 veces repetidas. “Ay” puede traducirse “Qué aflicción les espera (NTV)” Es una advertencia superlativa para los hipócritas.
Tal como venimos oyendo el hablar de Jesús, los escribas y fariseos ataban al pueblo cargas tan pesadas que eran imposible soportarlas por sus reglas tradicionales. Haciendo alejarse más al pueblo de la ley de Dios, ellos cerraban el acceso al reino de Dios. Devoraban las casas de las viudas y como pretexto hacían largas oraciones (14). y a sus seguidores hacían más hipócritas crueles que ellos mismos (15). No creían en Jesús, no dejaban creerle al pueblo de Dios, sino lo perseguían y crucificaron (34). Estos recibirán la mayor condenación ante Dios (14,33).
Grave es una vida doble que aparenta representar a Dios y su palabra. Dios no ve lo exterior, sino lo interior. Como sabemos, hay muchos jóvenes que se apartan de la iglesia. Según el sondeo, se dice que uno de los motivos importantes de su apartación es la hipocresía de los lideres de la iglesia. En la iglesia la doble vida estorba en gran manera el camino al reino de Dios.
Dios puede usar solo los hombres sin doblez. Jesús escogió a sus doce discípulos no por su nivel de educación o capacidad humana, sino por su vida sin doblez. Jesús había dicho “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.” (Mt 19:14) El reino de los cielos permite entrar a los hombres sin doblez, porque el reino de los cielos es de pureza y de santidad como lo es el Cristo.
Tal vez no somos tan hipócritas como los escribas y los fariseos. Además reconocemos que no es fácil o casi imposible llevar una vida sin ninguna doblez en el ambiente del trabajo secular. Y ¿Seamos permisivos a hipocresía? ¿Dónde y a qué ponemos nuestra mirada? En el pasaje Jesús demanda a los creyentes el nivel superior de pureza. Si no reflejamos la gloria de Dios mediante nuestra vida sin doblez, perderemos la intimidad de nuestro amado Jesús que no tiene ninguna doblez. Y llegaremos a ser un estorbo al camino del reino de Dios. Vemos en nosotros un carácter inconverso, más egoísta que los incrédulos, menos tolerantes, menos generosos y misericordiosos a veces. Recibimos la salvación por gracia, pero una vez salvos, de Dios recibimos una tarea divina de trabajar por el reino de los cielos. En especial queriendo ser los lideres de la iglesia, nuestra vida debe tener una influencia de vida sin doblez. Oro que nos ayude a luchar contra toda clase de hipocresía y dejar un ejemplo de vida para el reino de Dios.
Segundo, Jesús busca lo más importante de la ley (16-28). Vamos a leer los versos 16-17. “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. 17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?” Aquí Jesús les dice de ceguera espiritual. Los escribas y los fariseos decían que no era nada, si alguno juraba por el templo. Es decir ‘No está obligado pagar el juramento’. Pero decían que era deudor, si alguno juraba por ‘el oro del templo’, es decir, ‘se debe pagar lo jurado’. Asimismo no era nada si alguno juraba por el altar, pero si alguno juraba por la ofrenda que estaba sobre él, era deudor. Para ellos el oro y la ofrenda eran mucho más importante que el Tempo y el altar que los santificaban. Valoraban más el material que a Dios que santificaba todo. Eran ciegos espirituales. El materialismo les dejó esa ceguera.
Ellos diezmaban estrictamente según la ley. Levítico 27:30 dice “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová.” Así diezmaban de todos los simientes y frutos. Parecía que eran cumplidores de la ley. Sin embargo, Jesús nunca hacía reproche tan fuerte a nadie como a ellos. ¿Por qué? Vamos a leer el verso 23. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” Aquí Jesús les enseña cuál es lo más importante que su diezmo. El fruto más importante que Dios quiere recibir es el fruto de vida; la justicia, la misericordia y la fe. Diezmo sin frutos interiores no vale nada ante Dios.
Los escribas y fariseos justificaban sus vidas con el diezmo estricto. Valoraban más el oro y la ofrenda que al Templo y al Dios vivo. Pero no llevaban lo más importante de la ley en su vida. Jesús comparó su vida por colar mosquito y tragar camello. Mosquito y camello son igualmente inmundos según la ley. Pero en tamaño Mosquito es tan pequeño, mientras camello es tan grande en comparación con mosquito. La vida de ellos era como una vida como colar mosquito tan pequeño, pero tragar el camello grandísimo (24). Jesús les dice que son semejantes a sepulcros blanqueados. Por fuera se mostraban hermosos y justos, más por dentro llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia, hipocresía e iniquidad (27-28).
‘la justicia, la misericordia y la fe’ es los frutos y la ofrenda que Dios quiere recibir de los que creen en Dios. Una vida justa sin doblez, una vida misericordiosa hacia con los vulnerables y necesitados, una vida que cree y obedece a su palabra es la vida que Dios busca de la vida de los creyentes. ‘la justicia, la misericordia y la fe’ son lo más importante de la ley. Son los frutos que vienen del amor de Dios.
¿Cómo podemos dar esos frutos a nuestro Dios? Vamos a leer el verso 26. “¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” Hay que limpiar nuestro interior, permaneciendo en su palabra santa. “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Jn 17:17) Jesús puede darnos la purificación perfecta en su sangre, Jesús nos hace misericordiosos por su compasión dada en la cruz, Jesús nos conduce al mundo de fe a través de sus promesas. Oro que Dios nos haga llevar los frutos interiores en Cristo Jesús.
Tercero, Jesús lamenta hacia Jerusalén (29-39). La hipocresía de los escribas y los fariseos se manifestaba en cómo hablaban y trataban a los profetas. Ellos edificaban los sepulcros de los profetas y adornaban los monumentos de ellos (29). De esta manera querían verse diferentes a sus padres que mataron a los profetas. Pero Jesús les dice. En el verso 33 dice Jesús. “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” Jesús les llama así “¡Serpientes, generación de víboras!”. Ellos eran quienes engañan y matan como el Diablo. Jesús sabía que ellos iban a perseguir a los siervos de Dios y a sus discípulos. Jesús sabía que ellos iban a matarle en la cruz.
Pero ellos deben saber que toda sangre justa y derramada caerá sobre quienes lo hacen. Desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías. Abel murió asesinado por Caín su hermano porque era justo. Zacarías era el hijo de sacerdote Joiada. Pero fue martirizado por los hijos de Josías malagradecidos a pesar de la bondad de Joiada (2Cr 24:20-21). Al ver Jesús previamente los tratos de los lideres religiosos con el Cristo, él lamentó profundamente, hablando del juicio de Dios que iba venir a Jerusalén. Vamos a leer el verso 37. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Aquí Jesús expresa su corazón quebrantado hacia los lideres religiosos y el pueblo rebelde e incrédulos. Compara su corazón con una gallina que quiere juntar polluelos. Jesús vio como polluelos aún a los que le perseguían. Pero Jerusalén era como polluelos que no quisieron venir bajo las alas de el Mesías enviado, sino bajo sus propias justicias y tradiciones.
Jesús dice que quiso juntar a sus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas. Una gallina no es tan fuerte como águila. Pero se hace fuerte y sacrificante por sus polluelos. Pelea por ellos a la muerte. El amor de Jesús hacia los pecadores es tan sacrificial y esforzado. Jesús vino a esta tierra con la forma del hombre y peleó por nuestra vida para volvernos bajo las alas de Dios, su protección y salvación. Jesús combatió contra el pecado, la muerte y al Diablo hasta la sangre y muerte por nuestra salvación. Y lo cumplió (Jn 19:30). Sin embargo, los lideres religiosos no quisieron ir bajo las alas de la salvación de Dios. Y Jesús lo lamentó profundamente. Como su lamentación, se hizo realidad la lamentación de Jesús con Jerusalén. En el 70 d.C. la tropa romana liderado por el comandante Titus Jerusalén fue destruido completamente. Ninguna piedra quedó sobre piedra y el pueblo de Jerusalén fue sacrificado a espada y fuego. En esta tierra Jesús vino como una gallina protectora y peleó contra enemigos más fuertes y murió. Pero cuando él retorna de nuevo al mundo, va a venir no como una gallina vulnerable, sino como el juez poderoso que juzga a todo el mundo. Él dará glorias a los que lleven frutos de vida bajo sus alas de cruz.
En conclusión, En su reproche, Jesús nos enseña que el pueblo de Dios debe llevar los frutos de vida; lo más importante de ley. De esta manera se predica con fuerza el reino de los cielos a los perdidos. Solo bajo las alas de Jesús podemos llevar esos frutos de justicia, misericordia y fe. Oro que el deseo de Jesús se cumpla con nuestra vida para la expansión del reino de nuestro Dios. Amén.
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