Gálatas 5:16-26

5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
5:19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
5:20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
5:21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
5:25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

ANDAD EN EL ESPÍRITU


Buenos días. En las últimas semanas hemos aprendido acerca de la libertad con que Cristo nos hizo libres y los peligros tanto del legalismo como del libertinaje. Muchos creyentes no entienden bien el significado de la libertad que Cristo nos ha dado, y piensan que necesitan ganar el favor de Dios a través de sus obras, cayendo en legalismo, y alejándose de la gracia de Dios. Otros, malinterpretan la libertad de Cristo, usándola como ocasión para la carne, satisfaciendo sus deseos carnales, pensando que la gracia de Dios es una licencia para para pecar, y así caen en el libertinaje. En cualquier caso, ni el legalismo ni el libertinaje nos permiten estar firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres. Ambos caminos nos llevan a la esclavitud, bien sea de la Ley o del pecado.

Entonces, ¿cómo podemos estar firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres? El apóstol Pablo responde esta pregunta a través del pasaje bíblico de hoy: Debemos andar en el Espíritu. Y, ¿qué significa “andar en el Espíritu”? Eso es lo que aprenderemos a través de este mensaje. Veremos qué significa andar en el Espíritu y cómo podemos hacerlo. Además, aprenderemos cuál es la evidencia de que andamos en el Espíritu: El fruto del Espíritu. Yo oro para que cada uno de nosotros podamos entender bien hoy lo que significa andar en el Espíritu, y que el Señor nos ayude a andar en Él y a dar el fruto del Espíritu en nuestras vidas. Que cada uno de nosotros pueda vivir una vida santa y agradable a Dios y el Señor nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.

Antes de entrar en el pasaje bíblico, quisiera contarles una historia. Había un hombre que tenía dos perros de carrera, uno negro y uno blanco, y los ponía a correr para que la gente apostara. Curiosamente, cuando la mayoría apostaba por el perro negro, ganaba el blanco, y el dueño obtenía grandes ganancias. Pero, cuando la mayoría apostaba por el perro blanco, ganaba el negro, y el dueño seguía beneficiándose. Un amigo, intrigado, le preguntó cómo lograba que siempre ganara el perro menos apostado. El hombre respondió: “Es simple. Durante la semana, observo las apuestas. Si la mayoría apuesta por el perro negro, lo dejo pasar un poco de hambre y alimento mejor al blanco, así el blanco corre con más fuerza y gana. Si apuestan más por el blanco, alimento bien al negro.”

Esta historia ilustra la lucha espiritual que ocurre dentro del creyente según nos las describe Pablo en este pasaje bíblico. En nuestro interior, hay una pugna entre la carne y el Espíritu. Dependiendo de a quién estemos “alimentando”, entonces así mismo estaremos viviendo, en el Espíritu o en la carne. Veamos entonces esta lucha espiritual y cómo se evidencia a quién estamos alimentando en nuestras vidas.

I.- La lucha espiritual del creyente (16-21) 

Leamos juntos el v.16, por favor. Este versículo también se podría traducir: “Anden en el Espíritu, y no satisfarán los deseos de la carne.” Es decir, si andamos en el Espíritu, no podemos satisfacer los deseos de la carne; y si andamos según los deseos de la carne, no podemos andar en el Espíritu. Son mutuamente excluyentes. Uno no puede estar, donde está el otro. Así lo dice el v.17, leámoslo juntos, por favor. El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y se oponen entre sí. Es como la luz y la oscuridad, donde está la luz no puede estar la oscuridad, y donde está la oscuridad, pues no hay ninguna luz.

Tenemos dentro de nosotros una lucha constante por decidir si satisfaremos los deseos de la carne o haremos la voluntad de Dios. La decisión que tomemos dependerá de si andamos en el Espíritu o en la carne. Por eso el apóstol Pablo exhorta enfáticamente, como el título del mensaje: “Andad en el Espíritu”. “Andad” está en forma imperativa, es un mandamiento. No dice, “¿puedes por favor andar en el Espíritu?” Dice: “¡Andad en el Espíritu!” Tenemos que andar en el Espíritu para no satisfacer los deseos de la carne. El que no anda en el Espíritu, está satisfaciendo los deseos de la carne. 

¿Qué significa “andar en el Espíritu”? Leamos juntos el v.18, por favor. Andar en el Espíritu significa ser guiados por el Espíritu. Si dejamos que el Espíritu Santo guíe nuestras vidas y nos ayude en nuestras decisiones diarias, entonces no andaremos satisfaciendo los deseos de la carne. Pero si dejamos que nuestro viejo hombre viciado conforme a los deseos engañosos, nos lleve a satisfacer los deseos de la carne, entonces, obviamente, no andamos en el Espíritu. 

¿Cómo podemos dejar que el Espíritu nos guíe? Algunos tienen al Espíritu Santo como un consejero. Es como el GPS cuando estamos manejando. Escuchamos que nos aconseja ir a un lado, pero nosotros tomamos la decisión. Si decidimos tomar una dirección diferente a la que el Espíritu nos está instruyendo, muy probablemente estemos yendo en contra de la voluntad de Dios. Al final, seguramente Dios nos llevará a donde quiere llevarnos. Él corregirá nuestro camino sobre la marcha. Pero muy probablemente sufriremos mucho en el camino por nos seguir la dirección del Espíritu. El Espíritu Santo no debe ser el GPS de nuestras vidas. Debe ser el piloto, quien tenga en su mano el timón y nos dirija a donde la voluntad de Dios nos quiera llevar. Ese es el error de muchos creyentes. No quieren ceder el timón de sus vidas. Quieren que Dios sea su copiloto, no el piloto. Quieren que Dios bendiga sus planes, metas y sueños; no que los cambie por los que son de acuerdo a Su santa voluntad. Por esta razón tropiezan mucho en su camino, se desvían, y se demoran en ver el plan de Dios para sus vidas. Entreguen el timón de sus vidas al Espíritu Santo y no satisfagan los deseos de la carne.

¿Cómo podemos hacer esto? Es como la historia de los perros que les conté en la introducción del mensaje, si “alimentamos” al Espíritu, entonces el Espíritu nos ayudará a salir victoriosos contra los deseos de la carne, pero si “alimentamos” a la carne, pues haremos las obras de la carne. Pero, ¿Cómo sabemos si “alimentamos” a uno o a otro? El apóstol Pablo no explica en este pasaje bíblico cómo se alimenta al Espíritu, pero sí como se alimenta a la carne.

Leamos juntos los vv. 19-21, por favor. Ya aprendimos estos versículos en el mensaje de la semana pasada. Para el mensaje de hoy solo me gustaría recalcar que, si estamos practicando continuamente el adulterio, la fornicación, la homosexualidad, la masturbación; si estamos mirando pornografía, o a los hombres y las mujeres en la calle; si amamos más al dinero, a nuestras parejas, a nuestras familias, que a Dios; si andamos practicando brujería, santería, tarot, mirando el horóscopo, o usando drogas recreativas; si andamos en enemistades, pleitos, queriendo lo que el otro tiene, en iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, borracheras, o de discoteca en discoteca, de bar en bar, de antro en antro; y en cosas semejantes a estas, como mentiras, chismes, burlas, estafas, etc.; entonces, estamos satisfaciendo los deseos de la carne, y, por tanto, no andamos en el Espíritu. Y Pablo hace una seria advertencia aquí: “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Así que, amado hermano, si usted está practicando cualquiera de estas cosas, arrepiéntase. Venga a Cristo con un corazón genuinamente arrepentido y humillado, y pídale al Espíritu que le ayude a no continuar practicando estas cosas. 

Aunque Pablo no nos dice aquí cómo podemos “alimentar” al Espíritu, creo que ya ustedes saben cómo lo pueden hacer: A través de las disciplinas espirituales. La oración es clave para tener una comunión con Dios y rendir nuestras vidas al Espíritu Santo; para pedirle que nos ayude a vencer las tentaciones y a vivir conforme a la voluntad de Dios. El estudio de la Biblia es necesario para conocer mejor a Dios y saber lo que Él espera de nosotros; a través del Estudio Bíblico el Señor nos muestra Su voluntad y nuestro pecado, y nos ayuda a arrepentirnos y a vivir una vida santa. El Testimonio Bíblico nos ayuda a profundizar en la Palabra de Dios y a aplicarla a nuestra vida con arrepentimiento genuino; nos ayuda a tomar decisiones de fe para dejar que el Espíritu guíe nuestras vidas. El Pan Diario nos proporciona un espacio a diario para orar y meditar la Palabra de Dios, así que es una disciplina poderosa para ayudarnos a profundizar nuestra comunión con Dios y para empezar nuestros días llenos de la Palabra y la presencia de Dios. Y el Culto Dominical nos proporciona el espacio para adorar a Dios en comunidad, para escuchar Su Palabra, para servirnos los unos a los otros con amor con los dones que el Señor nos ha dado; nos ayuda a fortalecernos los unos a los otros en la lucha espiritual, exhortándonos y orando los unos por los otros.  

Si estamos practicando estas disciplinas espirituales sinceramente, andaremos en el Espíritu y no estaremos satisfaciendo los deseos de la carne. No porque nuestro esfuerzo de practicar las disciplinas sea necesario, sino porque el Espíritu nos va impulsando a practicarlas y a que crezcamos cada día en amor, fe y comunión con Dios. Así, si practicamos correctamente nuestras disciplinas espirituales (no por nuestro propio esfuerzo ni como tareas obligatorias), el Espíritu Santo tomará el timón de nuestras vidas, y nos fortalecerá y guiará para hacer la voluntad de Dios. Amén.

II.- El fruto del Espíritu (22-26) 

Leamos ahora juntos los vv. 22-23, por favor. Aunque el apóstol Pablo no describe qué podemos hacer para andar en el Espíritu, sí nos muestra cuál es el fruto o resultado de andar en el Espíritu. Si estamos dando el fruto del Espíritu significa que estamos andando en el Espíritu. Veamos, entonces, brevemente, el significado de cada una de estas virtudes que comprenden el fruto del Espíritu, para que evaluemos si estamos andando en el Espíritu. 

Primero, Amor. El amor del que se habla aquí no es el amor de pareja o el amor romántico, sino el amor ágape, el amor de Dios, el amor incondicional. Este es el amor que tuvo Jesús al entregar Su vida en la cruz por nosotros. Este es el amor que debemos tener por nuestros hermanos. El amor ágape quiere decir que no importa lo que una persona nos pueda hacer por medio de insultos, ofensas o humillaciones, nosotros nunca procuraremos sino lo mejor para ella. Es más que un sentimiento, es la decisión de amar a esa persona, sin importar lo que me haga. Si tienes este amor para con los hermanos, entonces estás andando en el Espíritu.

Segundo, Gozo. Este gozo no es una alegría pasajera. No depende de las condiciones en que estemos. Si todo va bien estoy alegre, pero si las cosas empiezan a salir mal me entristezco. Este gozo es una alegría interna constante, que no importa lo que esté pasando alrededor, yo estoy gozoso porque mi Dios está conmigo. Es el gozo que sentían Pablo y Silas en Hch. 16:19-25 que, aunque habían sido brutalmente golpeados, estaban encarcelados en una celda asquerosa, con los pies en el cepo, oraban y cantaban himnos a Dios. Si sientes este gozo, entonces estás andando en el Espíritu.

Tercero, Paz. Esta paz no es una ausencia de problemas. No es un estado de tranquilidad total, frente a una playa, con las olas chocando contra los malecones, y las gaviotas volando. Esta paz es aquella que sin importar si alrededor de ti se está cayendo el mundo, tú estás confiando en Dios y te sientes seguro. Es la paz que tenía Jesús sobre la barca, que dormía plácidamente, aunque había una tormenta horrible alrededor, confiando en la buena voluntad de Su Padre Celestial. Si sientes esta paz en tu corazón, entonces estás andando en el Espíritu.

Cuarto, Paciencia. La palabra griega que Pablo usa aquí es la que se usa para la paciencia de Dios. No significa tener paciencia para esperar las cosas, sino tener paciencia con las personas. Si Dios fuese un ser humano, desde hace rato que hubiese destruido al mundo viendo como las personas se matan unos a otros, o viendo como niegan Su existencia y hacen toda suerte de atrocidades. Pero Él ha tenido paciencia y espera a que la gente se arrepienta. Él tuvo paciencia conmigo y me esperó. Ha tenido paciencia contigo y te ha esperado. Aún espera por ti que no les ha aceptado en tu corazón. Y si no ha venido todavía al mundo para establecer el reino de Dios definitivamente, es porque está esperando a que tú te arrepientas. Esta es la paciencia que tiene con sus hermanos el que anda en el Espíritu.

Quinto y sexto, Benignidad y bondad. Ser benigno significa ser amables con todos. Servirles de todo corazón. Ser bondadoso es ser generoso. Ayudar al que lo necesita. Orar por los hermanos. Darle de comer al que tiene hambre. Visitar a los que están enfermos. Así actúa el que anda en el Espíritu. 

Séptimo, Fe. En este caso no está relacionado con creer, sino que significa fidelidad o digno de confianza. Cumplir con lo que se te asigna. Saber que uno puede darte a guardar algo y que lo guardarás bien. Esta debe ser unas de las cualidades más representativas en los siervos de Dios. Dios nos ha confiado Su Palabra para atesorarla en nuestros corazones y nos ha dado la misión de ir a llevarla a otros. Si somos fieles en hacer estas cosas, entonces andamos en el Espíritu.

Octavo y noveno, Mansedumbre y templanza. Humildes y disciplinados. Tenemos que ser humildes para aceptar la Palabra y la voluntad de Dios. Debemos ser humildes en el trato con nuestros hermanos. Para aprender, tenemos que ser humildes con los que nos enseñan. Los que andan en el Espíritu tienen autocontrol y disciplina para hacer la voluntad de Dios y apartarse del pecado.

¿Amas a tus hermanos incondicionalmente? ¿Tienes gozo en tu corazón en toda circunstancia? ¿Sientes la paz de Dios cada día de tu vida sin importar lo que suceda alrededor? ¿Tienes paciencia con tus hermanos, así como Dios la tiene contigo? ¿Eres amables con los demás sirviéndoles con amor? ¿Eres generoso? ¿Eres fiel en tu servicio a Dios y a los hermanos? ¿Eres manso y humilde de corazón como Jesús? ¿Tienes dominio propio para no ceder ante las tentaciones ni ofuscarte contra tu hermano? Entonces, estás mostrando el fruto del Espíritu en tu vida y estás andando en el Espíritu.

Pero, si te falta cualquiera de estas cosas o falta que sean realmente más evidentes en tu vida, eso indica que todavía no eres guiado por el Espíritu, y puede que estés satisfaciendo los deseos de tu carne. Así que ora para que Dios te ayude a practicar tus disciplinas espirituales y a tener una mayor comunión con Él, de forma tal que el Espíritu tome el timón de tu vida y te ayude a llevar una vida que glorifica a Dios dando el fruto del Espíritu.

Veo que todavía me falta para andar en el Espíritu. Todavía me falta mucho amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre y templanza. Creo que la fidelidad en el servicio del Señor es lo que tengo un poco más desarrollado en mi vida, y todavía me falta bastante también. Sin embargo, también veo que poco a poco el Espíritu me ha ayudado a dar Su fruto en mi vida. Indudablemente, a medida que pasan los años se va haciendo más evidente. Esto muestra que poco a poco voy creciendo espiritualmente. Oro para que Dios me ayude a rendirme cada vez más al Espíritu Santo y que Él pueda tomar control de mis pensamientos, palabras, acciones e intenciones. 

Leamos ahora juntos el v.24, por favor. Solamente a través de confesar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, podemos crucificar la carne con sus pasiones y deseos, y andar en el Espíritu. Si Jesús es realmente nuestro Señor y Salvador, nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con el cuerpo de Cristo y ahora somos nuevas criaturas dirigidas por el Espíritu Santo. Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa agonizante todavía nos molesta dentro de nosotros. La única manera de que andemos en el Espíritu y no satisfagamos los deseos de la carne, es que nos enfoquemos en las cosas del Espíritu, las disciplinas espirituales que ya les he mencionado.

Oro para que cada uno de nosotros practique a diario sus disciplinas espirituales con la ayuda del Espíritu Santo, y que rindamos el control de nuestras vidas a Él. Que no usemos nuestra libertad en Cristo para satisfacer los deseos de la carne, sino que andemos en el Espíritu, glorificando al Señor con nuestras vidas. Que el Espíritu Santo trabaje en nosotros para arrepentirnos de las obras de la carne y nos ayude a dar Su fruto. Que al vivir de esta manera Dios pueda usarnos para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.

ARCHIVOS PARA DESCARGAR



FOROS UBF ESPAÑOL

SUGERIMOS LEER

MÚSICA QUE EDIFICA

SÍGUENOS EN LAS REDES SOCIALES

ACERCA DE UBF

La Fraternidad Bíblica Universitaria (UBF) es una organización cristiana evangélica internacional sin fines de lucro, enfocada a levantar discípulos de Jesucristo que prediquen el evangelio a los estudiantes universitarios.

UBF MUNDIAL

Puede visitar el sitio de UBF en el mundo haciendo clic en el siguiente enlace (en inglés):

SUSCRIPCIÓN BOLETÍN

Ingrese su dirección e-mail para recibir noticias
e invitaciones a nuestras actividades