Gálatas 5:7-12
5:7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?5:8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama.
5:9 Un poco de levadura leuda toda la masa.
5:10 Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea.
5:11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz.
5:12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!
UN POCO DE LEVADURA LEUDA TODA LA MASA
Buenos días. En nuestro pasaje bíblico de la semana pasada empezamos a aprender los peligros de una vida legalista, un camino que nos arrastra hacia la esclavitud (v.1), nos impide aprovechar los beneficios de la obra redentora de Cristo (v.2), nos obliga a la imposible tarea de guardar toda la Ley (v.3) y, lo más grave, nos separa de Cristo, haciéndonos caer fuera de la gracia (v.4). Por esta razón, el apóstol Pablo nos exhortó a permanecer firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, para que, guiados por el Espíritu y sostenidos por la fe, aguardemos la esperanza de la justicia que solo Él puede darnos. Esa libertad no es un concepto abstracto, sino un regalo divino que transforma nuestra manera de vivir y relacionarnos con Dios y con los demás.
Si bien aquel mensaje se centró en la libertad con la que Cristo nos hizo libres y cómo podemos estar firmes en ella, en el mensaje de hoy quiero retomar los peligros del legalismo para nosotros, que no solo amenazan nuestra libertad personal, sino que también ponen en riesgo la salud espiritual de toda la iglesia. Pablo continúa mostrando estos peligros: el legalismo nos estorba para correr la carrera de la fe (v.7), no proviene de Aquel que nos llamó a la libertad (v.8), y como una levadura, basta con un poco para corromper toda la iglesia (v.9). Además, nos advierte que aquellos que promueven estas falsas enseñanzas enfrentarán el justo juicio de Dios (v.10), y que el legalismo, al añadir requisitos humanos a la salvación, roba la gloria de la cruz de Cristo (v.11). Este pasaje nos desafía a examinar nuestras vidas y nuestra iglesia: ¿Hemos permitido que sutiles formas de legalismo leuden nuestras vidas y la comunión de la iglesia?
Yo oro para que a través de este mensaje podamos aprender bien los peligros del legalismo, que amenaza tanto nuestra vida como creyentes como la unidad de toda la iglesia. Que cada uno de nosotros se mantenga firme en la libertad con que Cristo nos hizo libres, sirviendo con amor el ministerio y a los hermanos. Que ninguno deje que se cuele en su vida ni una pizca de legalismo que le estorbe para correr su carrera de fe, sino que podamos ser llenos del Espíritu Santo para obedecer la verdad del evangelio. Y que prediquemos el evangelio de verdad a quienes aún no conocen a Jesús, especialmente a los jóvenes estudiantes de la Universidad de Panamá, para que el Señor los libere de la esclavitud del pecado y de la Ley, y convierta a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
I.- ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? (7-9)
Leamos juntos el vv. 7-8, por favor. El apóstol Pablo comienza aquí elogiando el inicio de la carrera de fe de los Gálatas: “Vosotros corríais bien”. Ellos habían comenzado su carrera de fe por el Espíritu (3:3), y Pablo mismo había sido testigo de ello. Cuando él partió de la región de Galacia, había dejado allí congregaciones poderosas en el Espíritu que con amor se servían los unos a los otros, y a sus comunidades. Entonces, les pregunta retóricamente: “¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” Al igual que las preguntas retóricas que hemos aprendido anteriormente, la idea es que ellos reflexionaran qué había pasado en el último año. ¿Cómo estaban abandonando tan rápidamente el evangelio de gracia que habían recibido gozosamente?
El apóstol Pablo les orienta en su reflexión diciéndoles: “Esta persuasión no procede de aquel que os llama.” Cuando los gálatas recibieron el evangelio por parte de Pablo y Bernabé, y escucharon el llamado de Dios en Cristo Jesús, los apóstoles no les pidieron nunca que se circuncidaran, ni que se abstuviesen de ciertos alimentos, o que guardaran el sábado, lunas llenas, u otros festivales, para ser salvos; ellos les predicaron que creyesen que Jesús murió por sus pecados en la cruz y que resucitó al tercer día para que fuesen salvos. Así que claramente el que los llamaba al arrepentimiento, Jesús, no les estaba persuadiendo para que se sometiesen a la Ley de Moisés. La persuasión para hacer esto venía de los judaizantes que predicaban un evangelio diferente y les estorbaban para obedecer a la verdad de Cristo. Los gálatas debían reconocer esto.
Generalmente, nuestra desobediencia al evangelio viene por escuchar las voces equivocadas. Muchos líderes carismáticos desvían al pueblo de obedecer a la verdad, persuadiéndolos para seguir sus falsas ideas acerca del evangelio y de la fe: “Dios te ama tal y como eres, no necesitas arrepentirte”; “Dios quiere tu prosperidad. Él te quiere bendecir materialmente. Solamente tienes que sembrar en Su obra conforme a tu fe. Cuanto más ofrendes, más te va a bendecir Dios”. También sucede que nosotros mismos nos dejamos engañar por nuestros propios deseos que nos llevan a desobedecer la verdad del evangelio y nos impiden progresar en nuestra carrera de fe. Nuestros deseos nos dicen: “Hazlo. No pasa nada. Después le puedes pedir perdón a Dios.” Y entonces vives en el pecado, sin arrepentimiento. O, “No es suficiente creer que Jesús murió en la cruz. Tienes que hacer tu mayor esfuerzo para demostrarle a Dios que vales la pena” Y entonces vives en el legalismo, frustrado porque realmente no sientes que estés haciéndolo bien.
Amados hermanos, no nos dejemos persuadir por las voces dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Acudamos a la Biblia y aprendamos la voluntad de Dios para nosotros. Oro para que no seamos estorbados en nuestra carrera de fe, sino que cada uno de ustedes pueda aceptar verdaderamente a Jesús como su Señor y Salvador, nacer de nuevo, y el Espíritu Santo les ayude a obedecer la verdad del evangelio y a vivir vida santas y agradables a Dios. Amén.
Leamos ahora juntos el v.9, por favor. Alguno puede pensar que los riesgos de ser persuadidos para no obedecer la verdad son muy bajos porque estudian la Biblia y vienen acá los domingos a escuchar la Palabra de Dios. Sin embargo, el apóstol Pablo hace una advertencia muy real: “Un poco de levadura leuda toda la masa”. No se necesita mucha levadura para leudar una masa. Para leudar 1kg de harina solo se necesitan unos 10g de levadura fresca. ¡1% de levadura es suficiente para leudar toda una masa! Solo hace falta una mala amistad para desviar a una persona del buen camino. Solo hace falta un mal pensamiento para llevar a alguien al pecado. Solo hace falta un legalista para acabar con una congregación entera. ¡Es por esto que no podemos tolerar el pecado o las malas enseñanzas ni siquiera un poquito!
No debemos darle ni un huequito a Satanás para que entre y se atrinchere en nuestras vidas. Debemos arrepentirnos inmediatamente de los malos pensamientos y de los pecados que cometamos. Debemos abandonar cualquier mal hábito y cualquier mala amistad que nos lleve al pecado. Debemos corregir cualquier mala enseñanza que hayamos recibido. Debemos vivir en constante oración y estudio bíblico para poder rendirnos al Espíritu Santo y que Él que nos ayude a obedecer la Palabra de Dios. Dejen de llenar sus mentes con la basura que les venden la televisión y el internet. Dejen de prestar sus oídos a los chismes o a conversaciones que no edifican. Busquen continuamente el reino de Dios y su justicia. Busquen continuamente la oración y la Palabra de Dios. Es la única manera de que la levadura del mundo no entre y leude sus corazones.
Si pasamos más tiempo viendo el celular o la televisión que leyendo la Biblia u orando; si pasamos más tiempo con las amistades que no conocen a Dios hablando de cosas vanas, que con los hermanos en la fe hablando de cosas edificantes; si pasamos más tiempo pensando en las cosas de este mundo que en las cosas del reino; ¿cómo serán nuestras vidas? ¿Cómo serán nuestros pensamientos? ¿Cómo el Espíritu Santo nos ayudará a hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo obedeceremos a la verdad del evangelio? ¿Cómo trabajaremos en la expansión del reino de Dios tanto en nuestras vidas como en las vidas de otros? ¡Cuidado! Un poco de levadura leuda toda la masa.
II.- ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! (10-12)
Leamos juntos el v.10, por favor. A pesar del desvío de los gálatas hacia la apostasía por permitir que la levadura del legalismo entrara y leudara la masa de la iglesia, Pablo confiaba en que el Señor haría que los gálatas se arrepintiesen y volviesen a obedecer la verdad del evangelio. Serían los judaizantes quienes llevarían la sentencia por hacer tropezar a los pequeñitos del Señor. Esta confianza de Pablo no se basaba en el carácter de los gálatas, ni en lo convincente que pudiese llegar a ser su carta, sino en el carácter de Dios y en Su llamado efectivo para los creyentes. Dios usaría esta carta como instrumento para hacer que Sus santos perseverasen en la fe.
Algunas veces como pastores podemos pensar que la salvación de las ovejas depende en alguna medida de nosotros. Nada está más lejos de la realidad. Aunque Dios nos usa como instrumentos para llamar a las ovejas perdidas al arrepentimiento y para cuidar a Su rebaño, en última instancia es el propio Dios quien las llama y las pastorea, y no dejara que ninguna de Sus ovejas se pierda. Con esta convicción en nuestros corazones debemos hacer nuestro trabajo pastoral. Debemos ir a pescar para llamar a la gente a tener una relación personal con Dios; debemos buscar diligentemente a las ovejas para que tengan estudio bíblico, reflexionen en su vida y se arrepientan; debemos aconsejarles y orar por ellas; pero sabiendo que son ovejas del Señor y no nuestras, y que Él mismo se encargará de ayudarles a perseverar, si realmente son ovejas de Su rebaño.
En este mismo sentido, si después de buscar, orar y ayudar a una oveja, ésta decide irse de la iglesia y no quiere aceptar más nuestras palabras, aunque las busquemos con amor, debemos recordar que son ovejas del Señor y no nuestras, y seguir orando con la confianza de Pablo de que volverán a obedecer la verdad del evangelio. No nos sintamos tristes ni nos desanimemos. Sigamos buscando a las ovejas perdidas del Señor con la convicción de que el Espíritu Santo les convencerá de pecado, de justicia y de juicio.
Leamos juntos el v.11, por favor. Por las palabras del apóstol aquí pareciera que los judaizantes habían afirmado que Pablo mismo estaba de acuerdo con sus enseñanzas y que predicaba también la circuncisión. Sin embargo, no tenía ningún sentido que dijeran eso, pues ellos mismos estaban desacreditando su apostolado y lo acusaban de predicar un evangelio diluido para hacer discípulos entre los gentiles, como aprendimos en los primeros capítulos de la carta. Así que Pablo pregunta: “si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía?” El hecho de que Pablo fuese perseguido por los judaizantes demostraba que él no se alineaba con las enseñanzas de ellos.
Es más, Pablo afirma que la cruz resulta ser un tropiezo para los que predican la circuncisión. Los judíos y los judaizantes buscaban ganar el favor de Dios a través de su obediencia a la Ley, así que para ellos la cruz era un tropiezo porque les afirmaba: “Ustedes no pueden salvarse ustedes mismos. Nada de lo que hagan será suficiente para ganar el favor de Dios. Jesús debió morir en la cruz en nuestro lugar para que podamos ser aceptos delante de Dios. No hay nada más que podamos nosotros agregar.” La cruz era símbolo de maldición para los judíos. Así que les resultaba repugnante la idea de que el Mesías tuviese que morir en una cruz para hacerles aceptos delante de Dios. Les hacía tropezar. Pero ese fue el plan perfecto de Dios. La salvación vendría por la muerte vicaria, expiatoria y redentora del Mesías en una cruz. Y confiar en la efectividad de esa muerte para nuestra justificación es el único camino para llegar al Padre.
Si Pablo predicaba la circuncisión como medio para ser acepto delante de Dios, entonces el tropiezo de la cruz se habría quitado. Así que él no sería perseguido, sino aceptado tanto por judíos como por judaizantes. Sin embargo, esa no era la realidad. Pablo era perseguido porque seguía enseñando que la salvación es por gracia, solo por la fe en la muerte de Jesús en la cruz. Y seguiría siendo perseguido porque no dejaría de predicar la verdad del evangelio.
Muy probablemente mi predicación no es muy popular. La gente no quiere escuchar constantemente que necesitan arrepentirse y abandonar su estilo de vida pecaminoso. No les gusta escuchar que no hay nada que podamos hacer para ser más o menos salvos, sino que la salvación es un regalo de Dios a través de Jesucristo, y tienen que confiar completamente en Él. Ni tampoco les gusta escuchar que no es suficiente con decir que creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador, sino que nuestras vidas deben reflejar nuestra creencia. Que nuestras palabras y nuestras acciones deben mostrar que hemos nacido de nuevo, y que no tenemos nada que ver con la persona que éramos antes de aceptar a Jesús en nuestros corazones. Y si esto no es cierto en nuestras vidas, entonces debemos revisarnos, arrepentirnos y rendirnos al Espíritu Santo para que produzca en nosotros tanto el querer como el hacer.
No. La gente prefiere escuchar que Dios los ama así tal y como son, y que los va a bendecir con toda bendición de lo alto y los va a prosperar porque son hijos e hijas de Dios, aunque estén viviendo en pecado y no agarren la Biblia ni oren ni siquiera una vez por semana. La gente prefiere escuchar una bonita historia con moraleja o un chiste de la suegra que les haga carcajearse. Pero, aunque estos mensajes sean entretenidos y quizás aleccionadores, no sirven si no los llevan al arrepentimiento y a buscar la santidad.
Así que yo seguiré predicando el tropiezo de la cruz y la necesidad de arrepentimiento y santidad como frutos del Espíritu Santo que demuestran que el creyente ha nacido de nuevo. Y espero que al menos algunos de ustedes reciban estas palabras, se arrepientan, y permitan que el Espíritu Santo produzca fruto en ustedes y les ayude a crecer como verdaderos discípulos de Jesús. Amén.
Leamos juntos el v.12, por favor. ¡Éstas son palabras muy duras! Pablo está deseando que aquellos que quieren imponer la circuncisión en otros, no solamente se corten su propio prepucio, sino todo completo. Galacia estaba cerca de Frigia, donde se adoraba a la diosa Cibeles. Los sacerdotes y los adoradores realmente devotos de Cibeles tenían la costumbre de mutilarse mediante la castración. Así que Pablo está diciendo aquí que si los judaizantes seguían por el camino que empieza en la circuncisión, bien podían acabar castrándose como esos sacerdotes paganos. Con respecto a esto comenta el Dr. William Barclay: “Es una ilustración hosca que hace que una sociedad cortés frunza las cejas; pero todo sería inmensamente real para los gálatas, que sabían todo eso acerca de los sacerdotes de Cibeles.” También comenta el Dr. John MacArthur: “Pablo establece con ironía que como los judaizantes insistían tanto en la circuncisión como medio para agradar a Dios, deberían llegar a ese mismo extremo de devoción religiosa y castrarse por completo.”
Por otro lado, el Comentario del Contexto Cultural de la Biblia de Walton y Keener afirma que: “puede significar cortar los vínculos con la comunidad (‘se cortasen completamente de vuestra comunión’), pero la mayoría de los comentaristas consideran que esas palabras significan que ‘se castraran’ a sí mismos.” En este sentido, Deu. 23:1 dice que los castrados no podían formar parte de la congregación de Israel. Así que, al escribir esto, Pablo muestra su deseo de que los judaizantes fuesen cortados completamente de la comunión de las iglesias en Galacia para que no los hiciesen tropezar más.
Con esa conclusión dramática, Pablo ha dejado claro que el legalismo no es poca cosa: Nos quita nuestra libertad y nos pone en esclavitud; hace de Jesús y Su obra sin provecho para nosotros; nos pone en la obligación de guardar toda la ley; viola la obra del Espíritu de Dios; hace que nos centremos en las cosas que son irrelevantes; nos estorba para correr la carrera de fe; no procede de Jesús; un poco de legalismo afectará a una iglesia entera; los que lo promueven enfrentarán juicio; y el legalismo trata de tomar un poco de la gloria de la cruz. A la luz de la gravedad de todo esto, no es de extrañar que Pablo desease tan enérgicamente que los judaizantes fuesen cortados de la comunión de la iglesia.
Hermanos amados, no dejemos que el legalismo se cuele en nuestras vidas o en nuestra iglesia. Estemos firmes en la libertad con la que Cristo nos hizo libres. Llenemos cada día nuestros corazones con la gracia de Dios para que podamos servir con agradecimiento al Señor. No piensen ni por un momento que cualquier cosa que hacen en la iglesia les ayuda a ser más agradables a Dios, pero sepan que cada vez que sirven a un hermano o que sirven en la iglesia, se acercan más al Señor y le conocen mejor, y evidencian que han nacido de nuevo.
Yo oro para que el Señor nos ayude a estar atentos para que ni el legalismo ni el orgullo por el servicio en la iglesia llene nuestros corazones. Que podamos rendirnos al Espíritu Santo para que produzca en nosotros tanto el querer como el hacer. Que anhelemos cada día la presencia de Dios en oración y escuchar Su voz en Su Palabra, de forma tal que podamos vivir en santidad para Su gloria. Que deseemos cada día servirle en amor y santidad, especialmente predicando el evangelio a los que no le conocen, y particularmente entre los estudiantes de la Universidad de Panamá. Y que al vivir de esta manera Dios nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
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[12.May.2025]_Dominical-UBF-Panamá_(GAL_5..7-12)-Cuestionario.pdf
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P. Verónica Ramírez (SV)
( 18 de diciembre de 2020 )
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