Gálatas 4:21-31
4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?4:22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.
4:23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.
4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.
4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
4:26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
4:27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido.
4:28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
4:29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.
4:30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
4:31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
ALEGORÍA DE AGAR Y SARA: LA LEY Y LA PROMESA
Buenos días. Después de su paréntesis para hacer una apelación personal a los gálatas, el apóstol Pablo va a concluir sus argumentos en contra de la judaización con una alegoría extraída de la Ley, el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia; específicamente, de Gén. 16–21. En la primera parte del mensaje veremos brevemente la historia en esta porción bíblica y su significado dentro de su contexto, sin embargo, antes de llegar allí, me gustaría hablarles un poco acerca de la interpretación alegórica que Pablo está haciendo aquí.
Desde el período del Segundo Templo, los rabinos judíos comenzaron a desarrollar un sistema de interpretación bíblica de cuatro niveles principales: 1) Peshat (Literal): La interpretación directa y literal del texto, centrada en su significado evidente y contexto histórico. 2) Remez (Alegórico o insinuado): Busca significados más profundos o simbólicos, a menudo a través de alusiones, alegorías o conexiones con otros textos. 3) Derash (Homilético o exegético): Una interpretación que extrae lecciones morales, éticas o prácticas, frecuentemente usada en sermones o enseñanzas. 4) Sod (Místico o secreto): Un nivel esotérico que explora significados ocultos o espirituales, reservado para interpretaciones místicas o cabalísticas. Las letras iniciales de estas palabras (P R D S) forman la palabra hebrea pardes que significa literalmente “huerto” o “jardín”, evocando la idea del “Paraíso” (el Jardín del Edén). Entonces, en la tradición mística judía, especialmente en la Cábala, el estudio profundo de la Torá a través del nivel Sod (místico) se asocia con una experiencia espiritual elevada, a veces comparada con entrar en un “paraíso” de conocimiento divino.
El apóstol Pablo está haciendo uso aquí del segundo nivel de interpretación, Remez, para extraer un significado alegórico de la historia de Agar y Sara. Este tipo de interpretación de las Escrituras fue ampliamente utilizado durante la era patrística de la iglesia (siglos II-V) y en la Edad Media. Sin embargo, durante la Reforma Protestante, figuras como Martín Lutero y Juan Calvino criticaron el uso excesivo de la alegoría, favoreciendo la interpretación literal y gramático-histórica. No obstante, la alegoría sigue siendo útil en contextos específicos, como en la interpretación de textos poéticos o proféticos.
Dicho esto, quiero advertir sobre los peligros de la interpretación alegórica de las Escrituras. Si bien el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, hace un uso magistral de ésta en este pasaje bíblico, es mejor hacer primeramente una correcta interpretación literal del texto, antes de tratar de embarcarnos en una interpretación alegórica. Y si llegase a hacerse, se debe contrastar dicha interpretación con la ortodoxia, no sea que estemos sacando interpretaciones fantásticas haladas por los cabellos, cosa que fascina en algunos círculos evangélicos.
Yo oro para que, a través de este mensaje, podamos entender bien la interpretación alegórica que el apóstol Pablo hace de la historia de Agar y Sara. Que podamos ver que somos hijos de la promesa, hijos por fe de Sara, la libre. Y que podamos vivir plenamente en la libertad con la que Cristo nos liberó, glorificando a Dios con nuestras vidas. Que busquemos cada día de nuestras vidas hacer la voluntad de Dios y no la nuestra propia, y que, de esta manera, Dios pueda usarnos para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
I.- La historia de Agar y Sara (21-23)
Leamos juntos el v.21, por favor. Pablo continúa sus argumentos preguntando retóricamente a aquellos que quería guardar la ley de Moisés, “¿no habéis oído la ley?” Aquí él está usando la palabra “ley” con dos significados diferentes. Primero, la ley ceremonial de Moisés que contiene los 613 mandamientos; y después, la Torá, o los primeros cinco libros de la Biblia. Así que les está diciendo: “Ustedes que quieren agradar a Dios por medio de guardar la Ley de Moisés, ¿han prestado atención a lo que se enseña en los primeros cinco libros de la Biblia?” De esa manera, va a tomar un pasaje bíblico de la Torá, para mostrarles algo que enseña la ley.
Leamos ahora juntos los vv. 22-23, por favor. El apóstol Pablo lleva a los gálatas a Gén. 16–21 para mostrarles lo que dice la Torá acerca del legalismo que los judaizantes querían imponer. Vayamos nosotros también a esa porción bíblica para recordar lo que ocurrió, aunque vamos a empezar desde un poco más atrás. En Gén. 15:1-6 Abraham está muy triste porque él y Sara no tienen hijos. Había pasado unos 10 años desde que Abram salió de su tierra con la promesa de Dios de darle un hijo, pero todavía el Señor no había cumplido. Él pensaba que su siervo Eliezer heredaría todo lo que Dios le había dado. Pero Jehová le asegura en el v.4: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.” La intención de Dios al demorar Su promesa era dar a Abraham un hijo y heredero cuando ya fuese humanamente imposible para que Abraham aprendiese a depender únicamente de Él.
Pero en Gén. 16 Abraham y Sara flaquean en su fe e idean un plan mediante el cual utilizarán sus propios recursos para ayudar a Dios a cumplir Su promesa. Sara entrega a Agar, su sierva, a Abraham para que le dé un hijo (16:2). Ésta era una costumbre de aquella época. Cuando la señora estéril daba su esclava a su marido para que quedase embarazada, y la esclava daba a luz sobre las rodillas de la señora (Gén. 30:3), entonces el niño era, a todos los efectos, hijo de la señora, no de la esclava. Este fue el plan de Sara y Abram. Y en Gén. 16:15 dice: “Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael.” Así que, cuando Pablo dice en Gál. 4:23 que Ismael nació “según la carne”, significa que fue producto del plan de Abraham y Sara, y no por la voluntad ni la promesa de Dios. Abraham dejó de confiar en el poder de Dios para cumplir Su Palabra y en su lugar confió en su propio poder e ingenio para tener un hijo.
14 años más tarde, en Gén. 17:15-16, Dios le dice a Abraham que su esposa, Sara, tendrá un hijo. Dios tiene la intención de cumplir Su promesa de una manera que elimina todo motivo de jactancia. En Gén. 17:17-19 vemos la incredulidad de Abraham y su deseo de que Dios bendijera los planes que él ya había puesto en marcha: “Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.” Dios rechaza lo que Abraham fue capaz de producir por sí mismo y promete de nuevo que, a pesar de sus imposibles circunstancias humanas, tendrá un hijo de su propia mujer, Sara, conforme a la voluntad y promesa de Dios.
Entonces, Gén. 21:1-3 dice que: “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.” Isaac no nació según la carne porque su nacimiento fue el resultado de la intervención sobrenatural de Dios en cumplimiento de Su propia promesa. Abraham había aprendido la lección: la única respuesta aceptable a la promesa misericordiosa de Dios es la confianza en esa promesa, no las obras de la carne que buscan la bendición de Dios con nuestros propios esfuerzos. Entonces, Gál. 4:23 resume la historia: “Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.”
Este pasaje bíblico de Génesis me trae un precioso recuerdo. Yo confesé a Jesús mi Señor en el año 2000, y empecé a asistir a una pequeña iglesia pentecostal. Sin embargo, unos cuatro años más tarde, dejé la iglesia, y empecé a vivir en mi pecado en la universidad. Un día, en medio de mi pecado, pude sentir la voz de Dios llamándome de vuelta a la iglesia. Así que decidí conversar con la líder de un grupo llamado MUVA (Movimiento Universitario Vida Abundante), con quienes me había reunido en el pasado a orar y compartir la Palabra en la universidad donde estudiaba. Le conté todo mi testimonio para explorar la posibilidad de comenzar a asistir a su iglesia, que se reunía los domingos en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ella me dijo que estaba bien, así que acordamos que el domingo iría allá.
Sin embargo, también conversé con una amiga acerca de mi decisión de regresar a la iglesia, y ella me invitó el miércoles en la noche a un Seminario Bíblico de Génesis que se estaba haciendo en UBF. Acepté su invitación y fui. Esa noche el P. Josué Pinto predicó precisamente Gén. 16. En su aplicación explicaba que Ismael era el hijo de la voluntad de la carne. Abram y Sara no habían consultado a Jehová con su plan, sino que simplemente tomaron su decisión e hicieron como mejor les pareció. Eso me hizo pensar que quizá mi decisión de asistir a MUVA era una decisión de la carne porque yo no lo había consultado con Dios. Y tomé aquello como una señal de Dios, decidiendo ir el domingo a UBF en lugar de MUVA, a ver si Dios me hablaba así nuevamente.
Fui entonces al Culto Dominical y el M. Juan Seo predicó Hechos 7, acerca de la muerte de Esteban. Allí aprendí que, aunque la muerte de Esteban era un evento trágico, Dios lo usó para esparcir el evangelio fuera de Jerusalén, pues, cuando la iglesia fue dispersada por la persecución, ellos predicaban el evangelio adonde iban, y la gente lo aceptaba con gozo. Por tanto, Dios puede usar un evento muy malo y trágico como la muerte de Esteban, para hacer algo muy bueno como la expansión del evangelio y la salvación de muchos.
Eso me hizo pensar también. Lo que yo había hecho al irme de la iglesia era muy malo. Yo estaba pastoreando esa iglesia, y cuando me fui, todos se fueron también, y la iglesia cerró. Sin embargo, yo estaba allí en pecado, al igual que muchos hermanos. Esa iglesia era un gran nido de pecado. Así que pensé que Dios podía usar ese evento trágico del cierre de esa iglesia y la dispersión de la gente, para convertirlo en algo bueno, como mi salvación y la de muchos otros. Esto fue lo que me hizo quedarme finalmente en UBF, y estoy seguro de que no fue la voluntad de mi carne, sino la voluntad de Dios. Amén.
Espero que esto les sirva a ustedes también para reflexionar si lo que están haciendo es la voluntad de Dios o la voluntad de su carne. Si están viviendo sus vidas de acuerdo a la voluntad de Dios o como a ustedes mejor les parece. Oro para que cada uno de ustedes pueda arrepentirse de todo corazón y hacer la voluntad de Dios. Amén.
II.- La alegoría: No somos hijos de la esclava, sino de la libre (24-31)
Leamos juntos los vv. 24-26. Después de referir la historia y dar la aplicación del texto, ahora el apóstol Pablo hace una interpretación alegórica de esa porción bíblica. Representa a las dos mujeres como los dos pactos: Agar como el pacto sinaítico, la Ley; y Sara como el pacto de la promesa, el Nuevo Pacto en Jesucristo. Aunque Ismael fue hijo de Abraham, en el texto bíblico nunca aparece reconocido como hijo de Sara, pues, al quedar embarazada, Agar comenzó a despreciar a su señora, y se enemistaron. Así que Ismael, al ser hijo de una esclava, seguía siendo un esclavo. De la misma manera, los judíos que querían agradar a Dios por medio de la Ley, aunque eran hijos de Abraham según la carne, al estar bajo el pacto de la Ley, eran hijos de esclavitud como Ismael. Por esta razón, cuando los judíos argumentaron que ellos eran hijos de Abraham y nunca habían sido esclavos, “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Jua. 8:34-36). La única manera de ser verdaderamente libres es a través de la justificación por gracia de Jesucristo. La Ley no hace libre a nadie, sino que los esclaviza.
En el v.25 el apóstol Pablo profundiza más en su alegoría comparando a Agar con el monte Sinaí en Arabia. Aquí está relacionando el hecho de que cuando Agar e Ismael fueron expulsados de la casa de Abraham, ellos fueron a habitar a Arabia (Gén. 21:21), donde se encuentra el monte Sinaí. Así que los descendientes de Agar todos eran de Arabia donde estaba el Sinaí. Por tanto, la representación de Agar como el monte Sinaí en Arabia era más que adecuada. El Monte Sinaí, donde se entregó la Ley, era como Agar que daba hijos para esclavitud. Entonces, Pablo mucho más allá y dice que “corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.” Todos los judíos que habitaban en Jerusalén estaban bajo la esclavitud de la Ley dada en el Sinaí. Y ahora Jerusalén era la cuna de la Ley y desde donde ésta era enseñada e impuesta a todos. Aun los cristianos judaizantes que habían venido de Jerusalén a perturbar a los gálatas también estaban bajo la esclavitud de la Ley, mostrando que inclusos los cristianos de Jerusalén estaban bajo esta esclavitud.
En el v.26 hace un contraste inédito y por demás interesante. Contrasta la Jerusalén terrenal con la Jerusalén de arriba, mejor conocida por nosotros como la Nueva Jerusalén. Para los judíos, el Mesías vendría a la Jerusalén terrenal, tomaría el trono y desde allí inauguraría la era mesiánica en la cual la ciudad de Jerusalén sería el centro del mundo y todas las naciones vendrían a ella para aprender la Ley y adorar a Dios en el Templo. Sin embargo, con la nueva revelación en Jesucristo sabemos que habrá cielos nuevos y tierra nueva, y una Nueva Jerusalén que es símbolo del reino de Dios perfeccionado. Allí seremos completamente libres. Por ahora, Jesús nos ha librado del poder y de la consecuencia del pecado, pero en el reino perfeccionado seremos también librados de la presencia del pecado. Pablo representa a Sara como la Jerusalén de arriba que es completamente libre en Cristo.
Leamos juntos el v.27. Al hacer el contraste entre la Jerusalén terrenal y la Jerusalén de arriba, Pablo recuerda la profecía de Isa. 54:1. La Jerusalén terrenal parecía ser la desposada por Dios y tenía muchos hijos en los judíos. En cambio, la Jerusalén de arriba parecía desamparada y sin hijos inicialmente, sin embargo, los hijos de la promesa, aquellos que buscaban la justificación por la fe en Jesucristo, superarían en número a aquellos que buscan su justificación a través de la obediencia de la Ley. Según el estudio de Composición religiosa por país 2010-2050 del Pew Research Center, en el mundo el 31% se considera cristiano, mientras que los judíos solo representan un 0,2% de la población mundial. Así que podemos ver cómo esta aplicación de la profecía de Isaías que hace Pablo se ha ido haciendo realidad. Los hijos de la promesa somos más que de los que buscan su justificación a través de la obediencia de la Ley. Regocíjate y prorrumpe en júbilo.
Leamos ahora juntos el v.28, por favor. Entonces la primera conclusión que el apóstol Pablo extrae de su alegoría es que nosotros, hermanos, como Isaac, somos hijos de la promesa. Aunque no somos descendientes según la carne de Abraham, somos herederos por la promesa. Y, así como Isaac heredó las promesas hechas a Abraham, los creyentes también heredaremos las promesas divinas de redención, porque somos herederos espirituales de Abraham en Jesús. Amén.
Leamos los vv. 29-30. Ahora el apóstol Pablo extrae una aplicación de la porción bíblica en Génesis, haciendo referencia específicamente a Gén. 21:9-19. El hijo según la carne, Ismael, molestaba al hijo de la promesa, Isaac, de la misma manera en que los judaizantes estaban molestando y persiguiendo a los hijos de la promesa entre los gálatas. La consecuencia de aquella persecución fue la expulsión de Agar e Ismael. Así, Pablo les dice a los gálatas que expulsen de sus iglesias a los judaizantes.
Amados hermanos, puede sonar duro hablar de expulsar a una persona de la iglesia, pero no podemos tener en medio de nosotros a aquellos que predican y viven un falso evangelio, pues solo harán daño en la iglesia. Por supuesto que en principio lo que se busca es expulsar la falsa doctrina. Si alguien está enseñando un evangelio diferente se le llama a capítulo y se le expone con amor la verdad para que se arrepienta. Pero si no se quiere arrepentir, e insiste en pervertir la doctrina de otros, no queda otro camino que expulsarle de la comunión de la iglesia para ver si así se arrepiente e intenta recuperar su comunión.
La primera aplicación de esta enseñanza en sus vidas tiene que ser examinarse cada uno y ver si hay algo de legalismo en su pensamiento. Si alguno de ustedes piensa que está ganando el favor o la bendición de Dios con venir a la iglesia o con servir a Dios de alguna forma, entonces está viviendo de forma legalista. O si alguno tiene un corazón de juicio contra su hermano porque no tiene su misma disciplina espiritual, esto también es legalismo. A éstos dice el apóstol Pablo: “¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.” (Rom. 14:4). No es nuestro trabajo juzgar la relación con Dios de los demás, a menos que seamos el pastor de esa persona y estemos tratando de ayudarle. Si alguno de ustedes ve algo en su hermano que no está bien, y tiene un deseo genuino de ayudar, ore por ese hermano y hable con su pastor, de ser necesario. A menos que esa persona haya pecado contra usted, en cuyo caso el primer paso es hablar con la persona para tratar de hacer las paces.
El legalismo es un mal muy peligroso que toma muchas formas diferentes y se infiltra en la iglesia. Debemos tener mucho cuidado de no descuidar el verdadero evangelio, recordándonos que somos salvos por gracia, por medio de la fe, y no por cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer. La obediencia del creyente y su servicio al Señor son una muestra de un corazón agradecido que no contribuye a su salvación, sino que la revela. Pues, manifiesta que realmente ha nacido de nuevo y que el Espíritu Santo está dando fruto en su vida.
Recuerden que las disciplinas espirituales: el Pan Diario, la oración, el estudio bíblico, el testimonio bíblico, el Culto Dominical, la Cena del Señor, no son medios para ganar el favor de Dios, ni contribuyen en nada a nuestra salvación, sino que son herramientas para nuestra santificación que vienen de la acción del Espíritu Santo quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer, según Su buena voluntad. Pero deberíamos preocuparnos si no tenemos el deseo ni la disciplina para ponerlas en práctica porque eso quiere decir que el Espíritu Santo no está trabajando en nosotros. Oro para que el Espíritu Santo trabaje en cada uno de nosotros y nos ayude a practicar fielmente nuestras disciplinas espirituales, a obedecer y aplicar la Palabra de Dios cada día de nuestras vidas, de modo que demos el fruto del Espíritu: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Y que podamos cumplir con la misión a la que hemos sido llamados: predicar el evangelio en la Universidad de Panamá, levantando discípulos de Jesús allí. Amén.
Leamos ahora juntos el v.31, por favor. Este es nuestro versículo clave porque es la conclusión final de la alegoría de Pablo. Hermanos, no somos hijos de la esclava para que estemos en la esclavitud de la Ley, sino de la libre, para disfrutar y regocijarnos en la libertad que nos da Cristo. ¡Gocémonos, pues, en la libertad de Cristo! No vengamos a la iglesia, ni oremos, ni estudiemos la Biblia, ni escribamos testimonio bíblico con pesadez, por obligación. Hagámoslo con alegría, meditando siempre en el gran amor y la gran gracia que hemos recibido de Jesús, y creciendo cada día hasta que Cristo sea formado en nosotros y hasta que Panamá se convierta en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.
ARCHIVOS PARA DESCARGAR
|
[4.May.2025]_Dominical-UBF-Panamá_(GAL_4..21-31)-Mensaje.pdf
|
|
[28.Abr.2025]_Dominical-UBF-Panamá_(GAL_4..21-31)-Cuestionario.pdf
|
¿Desea ver el cuestionario asociado a este mensaje?
Ver CuestionarioFOROS UBF ESPAÑOL
SUGERIMOS LEER
-
APOCALIPSIS: LOS EVENTOS DEL PORVENIR SEGÚN EL TEXTO BÍBLICO
Francisco Lacueva (281 pág)
Bajar PDF / Leer Online
Hasta ahora se han realizado 0 comentarios...