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Mateo 19:1-15
19:1 Aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado del Jordán.19:2 Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
19:3 Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
19:4 El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,
19:5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
19:6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
19:7 Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?
19:8 El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.
19:9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.
19:10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.
19:11 Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.
19:12 Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.
19:13 Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.
19:14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
19:15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.
LO QUE DIOS JUNTÓ
LO QUE DIOS JUNTÓ
San Mateo 19:1-15
V, Clave 19:6 “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.”
¡Doy gracias a Dios por haber bendecido la conferencia de México con la llenura del Espíritu Santo! Dios se glorificó en toda programación y servicio tan sacrificial de los pastores mexicanos. ‘Su amor sin fin’ llegó a lo más fondo de nuestro corazón a través de esta conferencia hasta decir ‘una conferencia inolvidable’. Nuestro Dios es quien bendice mucho más allá de lo que oramos y servimos siempre.
La palabra de hoy nos ayuda a descubrir una expresión maravillosa de Jesús sobre el matrimonio. Jesús quien es el creador de matrimonio comenta de un misterio del matrimonio en su única expresión. Oro que Dios nos ayude a encontrar de ese misterio escondido del matrimonio y reconstruir ese matrimonio que Dios diseñó al dar nos la vida.
Primero, Lo que Dios juntó (1-6). Terminada su enseñanza, Jesús se alejó de Galilea y fue a las regiones de Judea al otro lado del Jordán. Allí Jesús sanó grandes multitudes. Es fácil pensar que es un trabajo fácil para Jesús la sanación, porque es el Hijo de Dios. Sin embargo, sanar a ‘grandes multitudes’ era un trabajo agotador a Jesús quien tenía un cuerpo limitado como nuestro. Jesús se negó a sí mismo para recibir y atender a tantos con todo su esfuerzo y amor inexplicables. Cualquiera que viera esta obra tan entregada y sobrenatural tenía que venir a apoyarle y reconocerle que él es el Cristo.
Pero, hubo un grupo que le vinieron a Jesús solo con una intención para tentarlo. Era cosa lamentable. ¿Quiénes eran ellos? Eran los fariseos; los lideres religiosos del pueblo. Ellos le preguntaron. “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? (3b)” ¿Por qué esta pregunta fuera una tentación a Jesús? Aquellos días el divorcio era algo controversial. Había dos grupos defensores del concepto del divorcio. El primero era la escuela del Rabí Shamai (un punto de vista más estricto y menos famoso – no permitía repudiar a su mujer excepto un pecado sexual) y la segunda era la escuela del Rabí Hillel (un punto de vista más suelto y popular – admitía repudio por cualquier cosa antojadiza). El problema es que si Jesús dijera ‘licito repudiar a su mujer’, era claro que Jesús no tomaba la Ley de Moisés en serio y también las mujeres que le seguían podían volverle la espalda. Si dijera ‘no es licito’, entonces Jesús podría perder su popularidad con los hombres que gustaban su puesto autoritativo entre los seguidores. Con cualquier respuesta de ‘Si o no’, ganaban los fariseos. ¿Qué trampa tan deliberada y maliciosa? Pero Jesús quien creó la mente del hombre, supo cómo aplastar sus trampas.
Vamos a ver la respuesta de Jesús con los versos 4-6. “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, / y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? / Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” ‘¿No habéis leído?’ era la pregunta reprensiva de Jesús hacia los fariseos que se jactaban de sus conocimientos bíblicos. De verdad ellos habían leído la Bíblica, incluso la memorizaban, pero no la vivían y permanecían ignorantes a ella. El conocimiento bíblico no vale mucho hasta que lo vivan, porque la palabra de Dios no muerta, sino viva.
Jesús no les respondió de una manera “Si o No”, sino les ayudó a volver a la palabra de Dios que ellos pensaban que habían leído mucho. Basado en Genesis 2:24 principalmente, Jesús dijo “No son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” Cuando Dios creó al hombre y la mujer, en el diseño de la creación del matrimonio, no había cabido del divorcio o cosa similar. El matrimonio era una bendición más grande y perfecta entre todas las bendiciones del paraíso. Pensemos un poco más en detalles de esta respuesta de Jesús.
Uno, se unirá a su mujer (5ª). “el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer” Cuando Dios creó al hombre, en su diseño también hubo la creación de ‘su mujer’. Dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer es más que una independencia. El matrimonio es una unión culminante para hombre y mujer que Dios diseñó. En Dios su mujer es ‘ayuda idónea’ y su hombre es ‘ayuda idóneo’. Dios conoce a ambos para que se unan en armonía. El matrimonio es una bendición mayor entre todas y es válido hasta nuestro tiempo en Cristo Jesús. Los casados deben tener esa identidad del matrimonio bendecido por Dios y los solteros deben anhelar esa unión hermosa y misteriosa en Dios según su buena voluntad.
Dos, una sola carne (5b). “y los dos serán una sola carne” ‘una sola carne’ esta palabra es una expresión tan concreta y culminante del matrimonio. Esto no se entiende solo físicamente, sino como una unión perfecta y consumada en todo sentido; emocional, mental y espiritual. Con el tiempo los cónyuges se van asemejando en carácter, gusto, hábitos, etc. y se mueve como una sola carne. Si uno va en alegría, el otro goza lo mismo. Si uno queda contagiado por la influenza, la otra parte lo sufre juntos. ‘Una sola carne’ es una expresión que puede decir solo quien lo creó. No hay otro vinculo más estrecho como el matrimonio, ni siquiera el vínculo de los padres e hijos aún.
Si es una sola carne, el hombre ha de amar a su mujer como a sí mismo y asimismo la mujer a su marido. Sobre este misterio dijo el apóstol Pablo también. “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” (Ef. 5:28) ¡Apreciados varones, si consideramos que somos maduros, demos el amor correspondiente al cónyuge quien Dios permitió como una bendición!
Tres, lo que Dios juntó (6). Leamos el verso 6 juntos. “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” El matrimonio es lo que Dios juntó. Lo interesante aquí es que Jesús ocupó una expresión de poner un yugo en ‘lo que Dios juntó’. ‘Juntó (sunezeuxen; συζεύγνυμι - gr) significa ‘unió por un yugo’. como los bueyes en el arado, donde cada uno de ellos debe de jalar equitativamente, para poder avanzar. Entre los antiguos cuando las personas eran recién casadas, ponían un yugo o cadenas sobre sus cuellos, para demostrar que ellos serían uno, unidos cercanamente, y jalando de una manera equitativa en todos los asuntos de la vida.
En la vida práctica del matrimonio es así. El hombre o la mujer debe alinear sus pasos a su cónyuge. Si uno va más rápido o más lento que otro, el arado del matrimonio irá arruinando la tierra en vez de labrar. Solo al dar el mismo paso, el arado puede abrir surcos y remover el suelo para facilitar la siembra. Esto se han de aprender con tiempo y disciplina. Si un matrimonio aprende bien en dar el mismo paso y velocidad, Dios puede dar frutos en tal matrimonio.
Si bien el matrimonio sabe dar el mismo paso, hay una cosa todavía más importante de no descuidar. Es reconocer y seguir la dirección de quien juntó el matrimonio. Dios lo juntó para su buena obra. El que guía ese yugo es Dios. Aunque el matrimonio es humanamente muy armonioso, si van a otra dirección distinta a la de Dios, tampoco puede dar los surcos que Dios quiera para siembra del reino de los cielos. Dios coloca su palabra cada día como un yugo sobre el matrimonio. Con la guía de palabra, el matrimonio puede dar surcos válidos para su siembra. Dios venía usando a tal matrimonio en su obra con disciplina; Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Rut y Boos, Zacarías y Elisabet, José y María, etc.
Esta palabra me hace aprender que lo más importante en matrimonio no es mi pasión, ni velocidad, sino la correcta dirección y armonía en matrimonio. Muchas veces por ignorar los pasos de mi esposa, actuaba según mi temperamento y ánimo, dejando muy chuecos los surcos hechos. Con el tiempo Dios enseñaba cómo ir juntos al mismo paso en matrimonio. Y también me di cuenta de que mi matrimonio debe tener la guía correcta bajo su palabra para dar buenos surcos en el lugar que corresponde. Si no, nos hacía marchar desde el inicio una y otra vez. Es un trabajo solemne de Dios, porque él quiere dar el mejor fruto a mi matrimonio. Gracias a Dios por su paciencia y compasión de mi vida.
Vivimos en un mundo de un libertinaje en extremo. Los matrimonios sanos son muy escasos, incluso entre los cristianos. Para rescatar a los matrimonios en peligro, debemos dar un buen ejemplo ante ellos, haciéndonos un matrimonio que Jesús quiere que seamos. Hemos de aprender cómo trabajar con el yugo de Dios en el arado. No es fácil obrar. Pero se aprende con humildad en su palabra. Oro que Dios use cada matrimonio de nuestra iglesia como un buen ejemplo para los que anhelan tener esa bendición que Dios diseño desde el principio. Amén
Segundo, por la dureza de vuestro corazón (7-9). Cuando Jesús les ayudó a volver a la palabra de Dios, ellos le echaron otra pregunta. “¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?” Esta palabra se basa en Dt 24:1. “Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.” En este verso, obviamente se está permitiendo el divorcio en la condición de ‘alguna cosa indecente’. “¿Qué constituye esta ‘indecencia?” La escuela del Rabí Hillel entendía que cosa indecente significaba cualquier tipo de indiscreción; incluso hasta el punto de que quemar el desayuno de un esposo era válido para el divorcio. Así que los judíos tenían muy bajos puntos de vista de las mujeres, considerando que una esposa era comprada como propiedad, considerada como esclava en el hogar, y desechada a su antojo. Así satisfacían algunos los judíos sus gustos pecaminosos.
Entonces, ¿Cuál es la respuesta de Jesús? Vamos a leer los versos 8. “Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.” ‘la dureza de vuestro corazón’ era la respuesta de Jesús. el corazón que maltrataba a las mujeres indefensas, el corazón que abusaba la vulnerabilidad de las mujeres para saciar su pecaminosidad, el corazón que no temía a Dios quien valora a la mujer igual que al hombre. Jesús acusó y reprendió fuertemente esta maldad de los hombres.
La carta de divorcio de Moisés no fue dada para justificar el divorcio a los hombres, sino era para proteger a las mujeres indefensas y vulnerables. Con la carta los hombres debían manifestar la justificación clara y razonable para no poder repudiar a su mujer según su capricho pecaminoso. las mujeres no tenían este derecho, sino solo los hombres. Por otro lado, con esta carta de divorcio ratificada por la comunidad, Moisés permitió a la mujer una libertad legal para casarse de nuevo con otro hombre sin temor de alguien. Así esta carta de divorcio de Moisés era un sistema de piedad de Dios hacia las mujeres vulnerables.
Jesús aquí declara de esa ‘cosa indecente’. El verso 9 dice “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.” Según Jesús, ‘cosa indecente’ es ‘fornicación (porneia: πορνεία-gr)’. No se refiere un pecado anterior, sino una inmoralidad sexual actual y constante sin arrepentimiento que destruye y menosprecia el matrimonio que Dios juntó. La inmoralidad de ese nivel es la única razón del divorcio. De otra manera el divorcio no se permite. Esto quiere decir que Jesús ama tanto cada matrimonio y lo considera suyo como una bendición sagrada.
En conclusión, El matrimonio es una sola carne. Ningún vínculo humano es más estrecho que el matrimonio. El matrimonio es lo que nuestro Dios creador juntó. Él nos conoció y puso a nuestro matrimonio un yugo en el arado para su gloria. Si va el matrimonio así como uno, Dios va a hacer una obra grande de salvación. Oro que nuestro matrimonio sea así conforme al diseño de nuestro Dios y los solteros anhelen tal matrimonio hermoso en Cristo Jesús. Amen.
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