Romanos 9:1-33

9:1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,
9:2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
9:3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;
9:4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;
9:5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
9:9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),
9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
9:14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
9:15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
9:17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
9:18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
9:19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
9:21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
9:23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
9:24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
9:25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.
9:26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
9:27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;
9:28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.
9:29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
9:30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;
9:31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.
9:32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,
9:33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

Para hacer notorias las riquezas de su gloria


13a Lectura de Romanos (del año 2020)


Para hacer notorias las riquezas de su gloria


Romanos 9:1-33 

V.C. 9:23       “Para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria”





Muy buenos días hermanos. 

La situación de hoy en día nos hace preocupar. Sin embargo, nosotros podemos saludar así “Hola, muy buenos días”. Esto no es por un nuevo cliente, sino es por causa de nuestro Dios tan misericordioso y bondadoso. En la riqueza de su gloria, tenemos muy buenos días. La lectura de hoy nos da un nuevo lente para nuestra vida y para todo el mundo. Con este lente, todo se hace muy lindo y linda. Vamos a ver. 

  1. Depende de Dios quien tiene misericordia (1-5)

En capítulo 8, Pablo habló sobre la victoria en Cristo. Pero al pensar de su pueblo Israel, sintió un gran dolor. Porque Israel es un pueblo muy muy muy especial. En todo el mundo, ¿qué otro pueblo fue rescatado de otra nación por la mano de Dios? ¿qué pueblo caminó con Dios mirando la columna de fuego y de nube? ¿qué pueblo fue alimentado desde el cielo durante 40 años en el desierto? ¿qué pueblo recibió la ley de Dios? ¡Ninguno! Sino solo Israel. Pablo deseaba que Israel fuera estación del poder del evangelio de Jesucristo. Pero Israel no aceptaba a Jesús. Supongamos que, por tu labor, las ovejas crecen muy bien. Pero si tus hijos quienes son tan buenos, guapos y capos, están lejos de Dios, ¿cómo estaría tu corazón? Seguro que llevarías una gran tristeza y dolor constante. Es inevitable. Ningún siervo de Dios cría a sus hijos (físicos y espirituales) sin este dolor. Tampoco crece ningún discípulo sin las lágrimas de su pastor. Pablo participaba en este dolor. Aunque fuera objeto de maldición, quería que Israel sea salvo. Pero Israel seguía rechazando al evangelio. Pablo quiso entender qué estaba pasando con Israel. Oraba, lloraba y oraba y lloraba. En medio de estas oraciones y lágrima, Dios le hizo entender grandes cosas. 

1º se dio cuenta de que la promesa de Dios no había fallado, sino que se estaba cumpliendo bien. La gente de Israel pensaba que todos ellos serían salvos por ser hijos de Abraham. Pero Pablo vio que no todos los hijos de Abraham serían salvos, sino solo los hijos de la promesa. Entre Isaac e Ismael, Isaac fue elegido. Abraham no pudo aguantar esperando la promesa de Dios y tuvo un hijo. Eso era Ismael. Luego, según la promesa de Dios, nació Isaac. La bendición de Dios fue a Isaac. Entre Jacob y Esaú, la gracia corrió a Jacob. Antes de nacer, Dios dijo: (ref. 13) A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. Esto fue antes de su nacimiento. No habían hecho nada bueno, ni malo. Pero Dios eligió a Jacob. Entonces algunos podrían reclamar que su elección fue injusta. Pero Pablo dijo “en ninguna manera” (ref. 14). 

¿Por qué? Leamos el vr 15. “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.” En algunas películas, un ser superior torce la vida de personas para su placer, observando desde lejos. Pero nuestro Dios jamás hace tales cosas. Dios tiene misericordia del que tenga misericordia. Esaú era una persona que no conocía el valor de la promesa. Dar misericordia al que no la merece, es como dar perlas a un chancho. Los chanchos tienen interés solo en la comida. Si les damos un perla, la van a pisar y nos van a atacar, diciendo: Kwek, kwek, ¿por qué me da esto inútil? En Romanos 8:29-30, sale la secuencia de la salvación. Primero Dios nos conoció, nos predestinó, nos llamó, nos justificó y nos glorificó. Dios conoce a todos y destina a cada uno adecuadamente. Entonces aunque sea antes de nacer, de ninguna manera su elección es injusta. Pablo entendió que la voluntad de Dios no estaba fallando, aunque los israelitas no le aceptaron a Jesús, porque Dios los predestinó así, conociendo a cada uno perfectamente. 

Entonces Pablo llegó a un entendimiento muy grande. 2º todo dependió de Dios.Leamos el vr 16. “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Se dio cuenta de que Abraham, Isaac y Jacob fueron elegidos no porque ellos desearon, sino porque Dios tuvo misericordia en ellos, nada más. Pasó lo mismo en la vida de Pablo también. Fue un enemigo de Dios. Pero Dios le visitó y le perdonó y le llamó para el campo misionero. Esa misericordia y amor le cambió a Pablo. Pablo corría su carrera de fe y luchaba para agradar a él que le llamó. Pero fue por Dios nada más. Todo milagro no depende de nosotros, sino de Dios quien tiene misericordia. Miren esto. ¿Qué bebé en este mundo nació porque quiso nacer? ¡Ninguno! Dios le hizo nacer por eso nació nada más. Nosotros también. Éramos muertos e inmerecidos. Pero Dios tuvo misericordia en nosotros y nos eligió incondicionalmente y nos derramó su gracia irresistible. Por eso nacimos de lo alto. Entonces ¿cómo no vamos a correr la carrera de fe con toda la fuerza? La doctrina sobre la soberanía de Dios nos hace andar más en amor de Dios con más fuerza. 

Pero los que no renacieron no tienen esta capacidad, porque su corazón está lleno de deseo carnal y orgullo. Ellos mirando esta doctrina, la toman como una excusa para pecar más ososamente, diciendo: “ah, no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios… entonces no voy a querer vivir una vida justa, ni voy a correr, porque dijo que todo depende de Dios. Si no corro bien. Es culpa de Dios.” Ellos son genios en aprovechar todo como ocasión de burlar aún con la doctrina de Dios. Ciertamente ellos no tienen entendimiento. 

A los que no nacieron de lo alto, lo que debemos hablar no es la soberanía de Dios, sino es el evangelio del arrepentimiento. Debemos enseñar que se arrepienten y que acepten a Jesús quien murió por nosotros en la cruz y resucitó y pongan su esperanza en Dios. Si ellos experimentan renacimiento y después de madurar un poco más, entonces pueden entender la soberanía de Dios. 

Los nacidos de lo alto tienen el Fuego de Dios. Ya no pueden callar. En su corazón, fluye un buen deseo para servir a Dios. Ellos corren y desean imitar la vida de Jesús aún participando en más aflicciones. Pero ellos no tienen jactancia porque saben que todo fue por Dios quien tuvo misericordia. Ellos jamás critican a los débiles, sino tienen gran tristeza y un continuo dolor por ellos y oran y luchan para dirigirles a Dios. La doctrina sobre la soberanía de Dios nos da más razón de servir y amar con firmeza. 

Los obreros de Dios que conocen esa gracia jamás invaden la soberanía de Dios. Trabajar duro es bueno. Pero trabajando duro, a veces un obrero quiere ser el soberano de su vida y en el ministerio de Dios. ¡Cuidado! Esto es el espíritu de ladrón. Es la autopista más directa al infierno, porque van a pelear con todos picando su corazón (incluyendo con Dios, ovejas, hijos y colaboradores). Nosotros NO tenemos capacidad de ser soberanos. Dios es el Alfarero Soberano. Si vemos S. Lucas 10:13-15, Jesús quería bendecir al pueblo natal de los discípulos. Pero la gente no aceptaba el evangelio. Jesús también sentía una gran tristeza y continuo dolor. Jesús también tuvo que orar y orar llorando para entender qué estaba pasando allá. Después Jesús dijo. (Leamos juntos S. Lucas 10:21) “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.” Aun a Jesús, el Espíritu le ayudó a volver a la fe en la soberanía de Dios. Jesús tampoco intentó ser soberano de la obra. Entonces nosotros ¿cómo deberíamos hacer? Dios solo puede hacer el dibujo grande y dirigir. No somos llamado para observar la obra, sino para estar atento a su llamada. A veces la historia va no como nosotros queremos. Pero si reconocemos que Dios es el Soberano Alfarero, aunque no sea como nosotros queremos, igual podemos alabar a Dios y seguir nuestra vida de fe. 

  1. Para hacer notoria las riquezas de su gloria (22-33)

Los vrs 22-24 hablan perfectamente de cómo Dios usa su soberanía. 

Primero leamos el vr 22. “¿y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción.” Hay personas predestinadas para la destrucción. Por ellos, ¿qué hace Dios? ¡Dios les está soportando con mucha paciencia! Como padre espera a un hijo pródigo, en vez de castigar ya sobre cada maldad, él soporta con mucha paciencia esperando que se arrepienten y vivan. Su paciencia es tan grande, por eso muchos no se dan cuenta y dicen que Dios no existe. Pero no es así. Dios está esperando que los malos se arrepientan y vivan. Leamos Ezequiel 33:11. “Diles: vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” Unos hermanos se meten muy ososamente en los pecados (sin temer a la iglesia). Pero no les pasa nada. No se enferman, ni pierden trabajo. Parece que en serio, no pasa nada. Pero no es así. Dios les está soportando con mucha paciencia esperando su arrepentimiento. ¡Dios gime por ellos! 

Leamos el vr 23. “y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria.” Dios muestra a Jesucristo a los vasos de misericordia. Dios les manda el Espíritu de sabiduría y gracia, les da entendimiento y fe y gracia para aceptar su perdón. Pablo dijo que esa misericordia llegó a nosotros. Leamos el vr 24. “a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles.” No éramos pueblo de Dios. Pero ahora Dios nos llama como su pueblo. No éramos amados. Pero ahora somos amados hasta dar su Hijo unigénito por nosotros. Este amor tan grande, nos hace gritar las riquezas de su misericordia a todo el mundo. Leamos 1Pedro 2:9. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 


Había un endemoniado. Quería ser libre y feliz. Por eso anduvo desnudo. Pero su interior se hizo muy sucio y solitario como la tumba. Entonces dejó su casa y moraba entre las tumbas. En su ciudad, nadie quería verlo. Pero Jesús le encontró y le hizo libre de miles demonios. Nadie quería mover ni un dedo por ese hombre, ni aún su propia familia. Pero Jesús para encontrar a ese hombre, cruzando la tempestad, vino a gadareno y sacrificó 2000 cerdos por él. A todo el mundo, Jesús anunció que él valía mucho más de los 2000 cerdos. Creo que él mismo también pensaba que hubiera sido mejor no nacer. Pero Jesús dijo que él debía nacer y es un ser creado a la imagen de Dios. ¡Su vida vale mucho! Este hombre quería quedarse junto con Jesús, porque pensaba que si se queda más allá, el ambiente malo le haría volver loco otra vez. Pero Jesús dijo: (Leamos juntos S. Marcos 5:19) “Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.” Ahora él ya tenía fuerza para superar este ambiente malo. En vez de buscar un ambiente cómodo, él debía empezar a batallar la buena batalla de fe, anunciando desde a su familia cuán grandes cosas había hecho el Señor. Si vemos S. Marcos 5:20, él corrió toda zona de Decápolis. Él cultivó a 10 ciudades. Wau. Él hizo notorias las riquezas de la misericordia de Dios en su vida. Cuando Jesús preguntó su nombre, él respondió raro. Pero ahora él puede responder. “Soy tu siervo y el hijo amado de Dios”. 

Ciertamente nos llegó la misma gracia. Éramos vasos de la ira. Pero Dios cambió todo por Jesucristo. Ahora somos pueblo de Dios e hijos amados de Dios. Por eso, muchos dejando su propio país, están recorriendo al mundo. 9 hermanos están preparándose para anunciar el evangelio como maestro de la Biblia. Dios bendiga su amor hacia Dios. Amén. 

En conclusión: Hermanos ¿ya consiguieron nuevo lente para ver tu vida y este mundo? Es lente de la fe en soberanía y en misericordia de Dios. Mira tu vida con este lente. Ya no vas a llorar ni quejar, sino vas a cantar. Wau. Leamos S. Juan 15:16. “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis frutos, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Amén. Ahora con este lente de fe, vemos mejor y somos más lindos. El enemigo intentará de romper este lente. Pero vamos a proteger y limpiar cada día. Entonces cada día es muy buenos días. Hermanos y hermanas. Sea feliz. Sea fructífero. Somos sus hijos amados. Amén. 

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