Esdras 5:1 - 6:18

5:1 Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.
5:2 Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban.
5:3 En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros?
5:4 Ellos también preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen este edificio?
5:5 Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto.
5:6 Copia de la carta que Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, y sus compañeros los gobernadores que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío.
5:7 Le enviaron carta, y así estaba escrito en ella: Al rey Darío toda paz.
5:8 Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos.
5:9 Entonces preguntamos a los ancianos, diciéndoles así: ¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para levantar estos muros?
5:10 Y también les preguntamos sus nombres para hacértelo saber, para escribirte los nombres de los hombres que estaban a la cabeza de ellos.
5:11 Y nos respondieron diciendo así: Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel.
5:12 Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia.
5:13 Pero en el año primero de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta casa de Dios fuese reedificada.
5:14 También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había puesto por gobernador;
5:15 y le dijo: Toma estos utensilios, ve, y llévalos al templo que está en Jerusalén; y sea reedificada la casa de Dios en su lugar.
5:16 Entonces este Sesbasar vino y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y desde entonces hasta ahora se edifica, y aún no está concluida.
5:17 Y ahora, si al rey parece bien, búsquese en la casa de los tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es así que por el rey Ciro había sido dada la orden para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y se nos envíe a decir la voluntad del rey sobre esto.
6:1 Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia.
6:2 Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así: Memoria:
6:3 En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura;
6:4 y tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey.
6:5 Y también los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios.
6:6 Ahora, pues, Tatnai gobernador del otro lado del río, Setar- boznai, y vuestros compañeros los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí.
6:7 Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar.
6:8 Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra.
6:9 Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno,
6:10 para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos.
6:11 También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto.
6:12 Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente.
6:13 Entonces Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey Darío había ordenado.
6:14 Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia.
6:15 Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío.
6:16 Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo.
6:17 Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo Israel, conforme al número de las tribus de Israel.
6:18 Y pusieron a los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés.

EL TEMPLO ES RECONSTRUIDO A PESAR DE LA ADVERSIDAD


Buenos días. Aunque durante los mensajes en Hageo les mencioné que el Templo fue finalmente reconstruido, Dios puso en mi corazón hacer hoy esta lectura especial para que viésemos las adversidades que pasó el pueblo durante la fase final de la reconstrucción, cómo Dios volcó los planes de sus enemigos, y cómo finalmente el Templo de Jerusalén fue reconstruido a pesar de la adversidad. Vamos a ver cómo Dios usó a sus profetas para animar el pueblo a continuar el trabajo de reconstrucción, y cómo usó también al rey Darío I Histaspes de Persia para que se culminara la obra. 

Solemos pensar que el camino al éxito es un camino recto que va de victoria en victoria, pero eso está muy lejos de la realidad. El camino al éxito conlleva obstáculos, tropiezos, desvíos, giros inesperados, etc. Y lo mismo es cierto con respecto al camino de la fe. Jesús nunca prometió un camino cómodo y fácil, sino una puerta estrecha y un camino angosto por los que sería difícil pasar (Mat. 7:14). Además, el apóstol Pablo exhortó a los discípulos en Asia Menor a que permaneciesen en la fe diciéndoles que “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” (Hch. 14:22). Y Jesús también les prometió a Sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Jua. 16:33). Las tribulaciones, las pruebas, la aflicción son parte del camino de la fe, pero no debemos dejarnos amedrentar por ellas, sino que debemos confiar en Dios que está en control de todas las cosas.

Esto es precisamente lo que aprenderemos en el mensaje de hoy. A pesar de las dificultades, adversidades y tropiezos que puedan surgir en nuestro camino de fe, debemos confiar en Dios que nos ayudará a perseverar hasta el fin. Debemos continuar trabajando sin cesar en nuestra relación con Dios y en Su obra, y Él al final nos dará la victoria. “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Flp. 1:6). Porque “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Rom. 9:16).

Yo oro para que cada uno de nosotros pueda recibir esto en su corazón. Y que, a pesar de las adversidades, pruebas o tropiezos, continuemos trabajando sin cesar en la obra de Dios. Y que, al hacer esto, el Señor bendiga nuestro trabajo y nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.

I.- El Templo comienza a ser reedificado (5:1-5)

Leamos juntos el v.5:1 por favor. Esto es básicamente lo que aprendimos durante los mensajes en el libro del profeta Hageo. Dios levantó a Hageo y a Zacarías, ambos profetas, para exhortar a los que estaban en Judá y en Jerusalén a que retomasen la obra de reconstrucción del Templo de Jehová en Jerusalén. Primero profetizó Hageo durante cuatro meses, llevando cinco mensajes de Dios al pueblo. Y poco antes de que terminara su ministerio, se levantó Zacarías como hemos estado aprendiendo en nuestro Pan Diario. Ya aprendimos durante el mes pasado cómo Hageo exhortó y animó al pueblo a recomenzar la obra de reconstrucción del Templo. Y en los panes diarios veremos cómo Zacarías continuó alentando al pueblo para que terminara.

Leamos ahora juntos el v.5:2 por favor. Por las palabras de los profetas, se levantaron los líderes Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá; y, Josué hijo de Josadac, Sumo Sacerdote; y comandaron la obra de reedificación de la Casa de Dios que estaba en Jerusalén. Ya hablamos suficiente acerca de ellos en los mensajes del libro de Hageo. Si alguno no estuvo durante esos mensajes, les recomiendo que los lean en la página web de UBF Latinoamérica donde los he subido. En este mensaje solo voy a destacar cómo pareciese en este v.2 que ellos solos reconstruyeron el Templo. Obviamente, no fue así. Simplemente, Esdras tiene la costumbre de destacar el trabajo de los líderes. Y lo vemos nuevamente en el v.6:14 donde es obvio que no fueron los ancianos los que edificaban, sino que lideraban los trabajos de reedificación. 

Pueden ver, además, que el v.5:2 menciona que los profetas de Dios les ayudaban. Estos profetas son Hageo y Zacarías. Aunque el Dr. MacArthur comenta que son otros profetas además de Hageo y Zacarías. Y la naturaleza de su trabajo de ayuda también es debatida. Unos piensan que su ayuda consistió en exhortación y ánimo con la Palabra de Dios mientras el pueblo reconstruía; otros, que ellos también ayudaron con sus manos a reconstruir. Sea como fuere, cada uno estaba colaborando la obra de Dios según el don que el Señor le había dado. Y eso es lo importante.

Cada uno de nosotros desempeña un papel en la obra de Dios. Ustedes pueden ver que una de las formas en que yo colaboro a la obra de Dios es con la preparación y predicación de los mensajes dominicales. Y aunque usted no predica el mensaje, usted tiene algo en lo que puede colaborar. Primero, con su presencia en este lugar. Usted no tiene idea de la alegría que nos da verlo aquí hoy. Su presencia aquí ya es un gran aporte para la obra de Dios. También puede invitar a otro a venir. Puede dar estudio bíblico 1:1. Puede ir a la Universidad de Panamá a orar y/o a pescar. Puede orar por nosotros. Aunque no lo crea, la oración es vital para el avance de la obra de Dios. Necesitamos siervos que oren por mí, por mi fortaleza física y espiritual, por mi salud, para que el Señor me conceda sabiduría; por mi familia; por la iglesia; por las ovejas; por los estudiantes de la Universidad de Panamá; por las autoridades de la universidad; por los invitados a nuestra convivencia para que puedan confirmar; por la Conferencia Internacional de Latinoamérica del año próximo, la meta es orar 100,000 veces en total; por Panamá; por las autoridades, el presidente, los diputados, los gobernadores, los alcaldes. ¡Hay mucho por lo cual orar! Por eso son tan necesarios los siervos de oración. Y hay muchas otras cosas más en que pueden colaborar según los dones que Dios les ha dado: la decoración y el mantenimiento del Centro Bíblico, la adoración, económicamente con sus diezmos y ofrendas, y etc., etc., etc. Si hay alguna de estas áreas en las que les gustaría colaborar, acérquense a mí y con gusto conversamos.

Pero, ¿qué sucedió cuando el pueblo se animó y retomó la obra de reedificación? Leamos juntos los vv. 5:3-4. Al oír que los judíos habían retomado la obra de reedificación del Templo de Jehová, el gobernador Tatnai, y Setar-boznai y sus compañeros, vinieron a inquirir con qué autoridad estaban ellos haciendo estos trabajos. Según Walton y Keener, “Tatnai era un pahat o pehu, que servía bajo el sátrapa Ushtanu. Luego fue nombrado sátrapa según una fuente babilónica fechada en el 502 a.C.” Como funcionario local, asumió la responsabilidad de investigar el proceso de la edificación del templo y pidió la confirmación de Darío en cuanto a su legitimidad. Esta diligencia en aplicar la burocracia y en cumplir las órdenes del rey más adelante, seguramente le valieron para ser nombrado luego sátrapa. Evidentemente su propósito era hostil, pero las precauciones extremas que adoptó encubrían cualquier mal designio que pudiera haber tenido. Él quería incriminar y entregar a los principales cabecillas de esta construcción para congraciarse a los ojos del rey Darío, pero lo hizo muy políticamente.

A pesar de sus intenciones, veamos qué sucedió. Leamos juntos el v.5:5. En el pasado, los samaritanos intimidaron y atemorizaron a los judíos, deteniendo así la obra. Llegando incluso a sobornar a los consejeros del rey Ciro para que les ayudasen a impedir la reedificación del Templo (Esd. 4:4-5). Pero ahora los ojos de Dios estaban sobre ellos cuidándolos. Y a pesar de las investigaciones hostiles de Tatnai y su gente, no se dejaron amedrentar. Seguramente, en este sentido colaboraron bastante Hageo y Zacarías diciéndoles que Jehová estaba con ellos como vimos en Hag. 1:13 y 2:4. Así que ellos no cesaron las obras, sino que continuaron hasta que recibiesen una orden contraria del mismo rey Darío.

No nos dejemos amedrentar por las maquinaciones del enemigo. Aunque recibamos amenazas o burlas, tribulaciones o persecuciones, o, aunque se levanten conflictos o escaramuzas, sigamos trabajando fielmente en la obra del Señor, aunque esto nos cueste la vida. Les puedo asegurar que la recompensa excede por mucho al sufrimiento que lleguemos a experimentar. Amén.

II.- El enemigo intenta detener la obra (5:6-17)

Leamos juntos el v.5:6 por favor. Esdras incluye en su crónica una copia de la carta que el gobernador Tatnai y sus secuaces enviaron al rey Darío. Seguramente los judíos recibieron esta copia por ser una de las partes interesadas. En el v.5:7 Tatnai saluda al rey Darío como de costumbre deseándole toda paz. Luego en los vv. 5:8-10 expone su debida diligencia del asunto. Es interesante cómo llama al Templo de Jerusalén “la casa del gran Dios”, quizás en relación con el nombre “Altísimo” que se le dio a Jehová en la corte Babilónica por la influencia de Daniel (p.ej., Dan. 3:26, 4:2); y, probablemente, para despertar la ira de Darío, quien pensaría que el gran dios era su dios, y no el de los judíos. 

Continúa diciendo que están construyendo “con piedras grandes” y “maderos en las paredes”, para llamar la atención de que aquello parecía la construcción de una gran fortaleza. Añadiendo además que “la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos”, como si se apresurasen a preparar una rebelión contra el imperio. Después comenta que preguntó “¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para levantar estos muros?”, mostrando su diligencia, y añadiendo además que estaban construyendo unos muros como si trataran de fortificar su ciudad. Finalmente, asevera que preguntó los nombres de los cabecillas para reportarlos al rey y, por como continua, parece no haber recibido tales nombres, como si trataran de quedar en el anonimato.

Leamos juntos los vv. 5:11-16. Aquí Tatnai registra la respuesta de los judíos. Según su reporte, los judíos se identificaron a sí mismos como “siervos del Dios del cielo y de la tierra”. Nuevamente parece que está tratando de provocar a ira al rey hablando de la supremacía del Dios de los judíos. Luego, menciona que están reedificando la casa que había hecho el gran rey de Israel. Otra vez parece que está tratando de decir como que los judíos no ven a Darío como un gran rey. Después, narra cómo, según ellos, Dios castigó al pueblo por sus pecados permitiendo que Babilonia los conquistara y exilara. Sin embargo, el rey Ciro de Persia dio la orden para que la Casa fuese reedificada, y devolvió los utensilios de la Casa de Jehová por medio del entonces gobernador persa Sesbasar, quien puso los cimientos de la Casa, pero que no había sido terminada todavía.

Leamos ahora juntos el v. 5:17. Tatnai concluye su carta solicitando al rey buscar en los registros de Persia si realmente el rey Ciro había dado tal orden de reedificar la Casa de Dios en Jerusalén, y que el rey les informase cómo debían ellos proceder. Como les mencioné antes, pareciera que la carta no es malintencionada y que los motivos de Tatnai y sus secuaces son legítimos. Sin embargo, como les mostré en el análisis de la carta, todo apunta a que esto fue hecho con mala intención para detener la obra de Dios. 

Muchas veces la oposición de Satanás no es tan evidente para nosotros. Pero él siempre está buscando detener la obra de Dios, aun con sutilezas, por ejemplo, distrayéndonos de lo que es realmente importante. Si nos distraemos podemos dejar de orar, de leer la Biblia, de congregarnos, y de predicar el evangelio a otros. Teniendo esto consecuencias desastrosas en nuestra vida de fe. Y después, simplemente podemos comenzar a justificarnos y pensar que todo está bien. No nos damos cuenta de que esta es una artimaña del enemigo para detener la obra de Dios en nuestras vidas y en las vidas de otros. También, está el orgullo. Sin darnos cuenta puede crecer en nosotros un orgullo como el de los fariseos pensando que estamos bien en nuestra relación con Dios y descuidándola. Empezamos a juzgar los pecados de otros y a condenarlos, como si nosotros estuviésemos libres de pecado. Tengamos cuidado porque ésta es otra artimaña del enemigo para detener la obra de Dios en nosotros y estorbar la obra que Dios está haciendo en otros también. Sean humildes y compasivos con los hermanos, especialmente con las ovejas, confiando en que poco a poco Dios irá cambiando sus vidas, no nosotros. Amén. 

III.- La Casa de Dios es terminada (6:1-18)

Leamos juntos los vv. 6:1-5. Al recibir la carta de Tatnai, el rey Darío ordenó la búsqueda del edicto de Ciro acerca de la reedificación de la Casa de Jehová en Jerusalén. Y lo encontraron en la ciudad de Acmeta o Ecbatana, capital de Media hasta el 550 a.C. Ciro convirtió esta ciudad en la residencia de verano de los reyes persas, quienes trasladaban su corte de Susa a Acmeta para aprovechar el clima más templado. El rollo se halló allí después de haber ampliado la búsqueda, pues no se había encontrado nada en el centro regional de Babilonia, donde se estaba buscando originalmente. El edicto decía exactamente lo que habían reportado los judíos. el mismo rey Ciro dio orden para que la Casa de Dios en Jerusalén fuese reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, dando incluso detalles acerca de sus grandes dimensiones, y ordenando que se pusiesen las piedras grandes y la madera que Tatnai describió que se estaban poniendo. Y que, además, todo el gasto de la reconstrucción debía ser pagado por el tesoro real, y los utensilios que estaban en el tesoro fueron devueltos.

Veamos ahora la respuesta de Darío a Tatnai. Leamos juntos los vv. 6:6-10. Tatnai seguramente esperaba que Darío detuviese la obra que los judíos estaban haciendo. Esa fue toda su intención al enviar la carta. Sin embargo, su sorpresa habría sido mayúscula al ver la respuesta de Darío. Primero, les ordena “alejaos de allí”. ¡Apártense! ¡Déjenlos quietos! Y les ordena dejar “que se haga la obra de esa casa de Dios “. Luego, no solamente debían dejarlos reedificar tranquilos, sino que debían darles del tributo real lo necesario para que la obra no cesase por falta de recursos. En el momento en que los judíos los solicitasen, Tatnai y los otros funcionarios tenían que darles del erario real para que continuasen trabajando en la obra. Y no solo tenían que darles dinero, sino también todo “lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite”; lo que necesitasen los sacerdotes para las ofrendas. Y se los debían dar a diario sin obstáculo alguno “para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos.” ¡Increíble! ¡No pareciese que estuviese hablando aquí un rey pagano! ¡Darío fue más piadoso y generoso que algunos de los propios reyes judíos!

Tatnai había tramado todo esto para detener la obra de Dios, pero Jehová milagrosamente le dio la vuelta a la tortilla, ¡e hizo que Tatnai quedase financiando toda la obra! Esto me recuerda a la historia de la pobre viuda piadosa que estaba orando para que Dios le enviase alimentos porque se había quedado sin nada para comer. Y entonces llamó a la radio haciendo esta petición de oración. Un rico malintencionado al escuchar esto en la radio, ordenó a uno de sus hombres que fuese al supermercado y comprara unas bolsas de comida y se las llevara a la viuda a su casa, pero que al entregárselas le dijera: “el diablo le envía esto”. Aquel hombre fue e hizo como su jefe le había dicho. Compró los víveres, los llevó a la casa de la viuda, y se los entregó diciendo: “el diablo le envía esto”. Ella muy emocionada los recibió y dio gracias a Dios. Pero el hombre le insistió: “Oiga. ¿Me escuchó? El diablo se las envía. ¿Igual las va a recibir?” Y la viuda con una sonrisa le dice: “Cuando Dios manda hasta el diablo obedece”.

Aunque Ciro y Darío no eran judíos, Jehová, el Dios Soberano, Creador del cielo y de la Tierra, había estipulado que después de los 70 años de exilio, Su Templo debía ser reconstruido y Su pueblo debía regresar a Jerusalén. Así que a Ciro y a Darío no les quedó más remedio que ser instrumentos de Dios para que estas cosas sucediesen, porque cuando Dios manda hasta el diablo obedece. Así que, hermanos míos amados, no nos dejemos amedrentar por las adversidades que se nos pueden presentar en la vida. Jehová sigue siendo el Dios Soberano y tiene cuidado de nosotros. Y aunque se levanten vientos y amenacen con hundir nuestra barca, Él hará Su voluntad en nosotros. Amén.

Leamos ahora los vv. 6:13-15. A Tatnai no le quedó más remedio que hacer puntualmente según el rey Darío había ordenado. Y gracias a sus contribuciones, los judíos edificaban y prosperaban, conforme a las profecías de Hageo y Zacarías. Resulta interesante cómo Esdras señaló cuidadosamente que la reconstrucción del Templo había sido ordenada primero por Dios y luego por los reyes, quienes eran sus instrumentos. La voluntad de Dios es suprema sobre toda autoridad, todo suceso histórico y toda fuerza hostil. Él nos puede librar en maneras que ni imaginamos. Si confiamos en su poder y en su amor, no seremos disuadidos por ninguna oposición.

 Así, edificaron y terminaron la Casa de Dios en el tercer día del mes de Adar, último mes del calendario hebreo, en el sexto año del reinado de Darío: esto sería el 12 de marzo del 515 a.C., aunque algunos comentan que en realidad fue entre febrero y marzo del 516 a.C. Lo cierto es que en medio de las adversidades los judíos siguieron trabajando y finalmente terminaron la obra que habían comenzado hacía unos veinte años. Lo mismo debemos hacer nosotros. Debemos seguir trabajando en la obra de Dios a pesar de las adversidades y Él prosperará toda la obra de nuestras manos. Sigamos preparando nuestra convivencia e invitando, confiando en que Dios nos bendecirá y hará Su preciosa obra de salvación entre nosotros. Amén. 

Después celebraremos como los judíos. Leamos juntos los vv. 6:16-18. Cuando terminaron el Templo, después de 4 años de reconstrucción bajo la bendición de Dios, todo el pueblo participó con gozo en la dedicación de la Casa de Jehová. ¿Pueden imaginarse esto? Hace 10 años veían las ruinas de la Casa a medio hacer y pensaban que jamás se reconstruiría y que mucho menos tendría la gloria del Templo que dedicó Salomón. Pero ahora, aunque efectivamente más modesta, estaba en pie nuevamente la Casa de Jehová. Así que se regocijaron en gran manera. Sacrificaron 712 animales entre becerros, carneros, corderos y machos cabríos. Y organizaron nuevamente toda la adoración en el Templo conforme a lo que estaba escrito en el libro de Moisés.

Yo oro para que durante y después de nuestra convivencia nosotros podamos adorar a Jehová con gran gozo como ellos. Que podamos hacer nuestro mayor esfuerzo y traer lo mejor para nuestro Dios. Que no nos dejemos amedrentar por las adversidades de la vida, sino que recordemos siempre las palabras del apóstol Pablo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Rom. 8:38-39). Que Dios bendiga nuestro trabajo y nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria.

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