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Romanos 8:1-17
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
8:4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
8:8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
8:10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.
8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
8:12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Clamamos ¡¡Abba, Padre!
Lectura 12 de Romanos (del año 2020)
Clamamos ¡¡Abba, Padre!
Romanos 8:1-17
V.C. 8:15 “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡¡Abba, Padre!
Buenos días todos.
¿Cómo están todos? Semana pasada muchos lloraron por m. Hannah Kuper. Pero ayer Dios nos consoló mucho. Ayer compramos la tierra para sepultar a ella. Viendo el lugar tan hermoso, pude sentir que ella está en paz esperando a Jesús venidero. La familia de m. Don fue consolada. Por eso doy muchas gracias. La muerte de un obrero de Dios es maravillosa. Es una gran pena, pero nos da paz y esperanza. En el pasaje de hoy el apóstol Pablo nos habla la clave de la vida cristiana y quienes somos y qué privilegio tenemos. Es una noticia de la victoria y libertad. Oro que Dios nos de entendimiento claro sobre el pasaje de hoy. Amén.
- Los que andan conforme al Espíritu (1-11)
Vamos a leer el vr 1. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. ¿Cuál es el significado de estar en Cristo? Esto no refiere simplemente a una vida religiosa. Significa ser persona bajo del dominio de Cristo.
Los que están en Cristo experimentan y guardan 2 tipos de gracias. Estas son la justificación y la santificación. La justificación es un término legal en que el juez declara, ‘Usted es inocente.’ No hay nada que hicimos nosotros. Sino, de repente, Jesús se encargó de nuestros pecados y nos mandó aceptar su gracia, y nosotros la recibimos. Así Dios nos declaró ‘hechos justos.’ En un instante logramos tener la justicia. Martín Lutero lo describió como ‘una justicia extraña.’ Porque no es una justicia nuestra propia, sino una justicia que nos fue dada. Sin embargo esta justicia es tan perfecta y suficiente para el reino de Dios. La justificación tampoco es algo que solo necesitamos durante la temporada de oveja. La necesitamos aún hasta la muerte. Por la justicia de Jesús, recibimos perdón por nuestros pecados, y por la justicia de Jesús, alcanzamos el cielo. Por eso podemos acercarnos confiadamente al trono de Dios (ref. Heb 4:16).
También tenemos la gracia de la "santificación". La santificación puede dividirse en dos etapas, la santificación decisiva y la santificación gradual. En el momento en que creemos en Jesús, experimentamos una asombrosa santificación. Recibimos la libertad de los hábitos pecaminosos que eran imposibles de romper por nuestra propia fuerza. Recibimos la libertad de la ira, las drogas, la lujuria, de miedo y de tristeza. Es santificación decisiva. Sin embargo, la naturaleza pecaminosa aún permanece en nuestros cuerpos. Así que todavía necesitamos el proceso gradual de santificación. Esto es bíblico e histórico. Si miramos el Éxodo y la guerra de conquista de Canaán, podemos entender muy bien este proceso. En Egipto, Israel servía a ídolos, y merecían morir en el juicio de Dios. Pero a través de la sangre del cordero en la Pascua, Dios consideró su pecado como si no existiera. Y en esa misma noche de la Pascua, el pueblo de Israel terminó su esclavitud y escapó de Egipto. Durante 430 años, no podía; pero en una sola noche, pudieron escapar de la esclavitud de Egipto. Aquí vemos la gracia de la "justificación" y la "santificación decisiva".
Bajo el mando de Moisés y Josué, Israel conquistó el lado derecho e izquierdo del río Jordán en la tierra de Canaán. Uno tras otro, derrotaron a más de 30 reyes de Canaán y luego distribuyeron la tierra a las 12 tribus de Israel. Las tierras ya habían sido asignadas a cada tribu, pero todavía tenían que luchar en muchas áreas para obtener la tierra. Aquí encontramos un concepto bíblico muy importante. Es el concepto de "ya, pero todavía". Dios les dio la tierra. Y ya son suyo, pero todavía aún no estaban ganadas. Entonces Dios les dio la misión de "lucha y conquista". Aquí encontramos el mandato de la "santificación gradual". Es un proceso difícil. Pero es una gran bendición y la orden de Dios.
Hasta aquel entonces, su vida ha sido bastante simple y cómoda. Sólo tenían que seguir las instrucciones de Moisés y Josué y obedecerles, y eso era todo. Pero ahora no estaba ni Moisés ni Josué. Sin embargo, tuvieron que seguir luchando. Ahora el pueblo de Israel tenía que ir más allá del nivel de sólo seguir a una persona y vivir una vida en búsqueda de Dios, escuchando su voz, discerniendo y avanzando. Antes de renacer de lo alto, teníamos la ayuda de un pastor humano. Pero aunque los pastores humanos pueden ayudar en algunas partes, la verdadera lucha que tenemos que llevar debe ser vivir realmente ante Dios, escuchando su voz con discernimiento, peleando, batallando y luchando. Ahora que m. Hannah Kuper dejó esta tierra, Paul y John deben vivir una vida más independiente. Por supuesto misionero Don Kuper sigue aquí, pero padre y madre es muy distinto. Deben crecer más cubriendo lo que hacía misionera Hannah Kuper y hasta el nivel en que luchan independientemente ante Dios y colaboran con su padre. Es difícil, pero es ciertamente una bendición. Creo que Dios los acompañará en todo este proceso.
Miren al versículo 2. Explicaremos esta parte, "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte." Pertenecemos a Cristo, que no está bajo la ley, que nos ama personalmente, nos ayuda y nos guía. En este Cristo, aún los errores se convierten en medicina fortificante. Podemos cometer errores mientras vivimos en el Espíritu Santo. Pero no hay razón para volver bajo la ley del pecado, diciendo: "Soy un pecador que merece morir". Eso no es humildad, es incredulidad. Recuerden la abundante gracia de la "justificación" de Jesús y levántense para continuar la lucha de la "santificación gradual". Podemos aprender de nuestros errores y levantarnos de nuevo. Lo importante es seguir luchando. Esto es la fe.
Miren en el vr 5. "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu." Aquellos que han renacido de lo alto ven la maravilla del reino de Dios. Se enamoran profundamente. Y piensa de día y de noche sobre el reino de Dios. ¿Qué estamos pensando de día y de noche? ¿Cómo servir el excelente mensaje? ¿Cómo hacer que las ovejas crezcan rápidamente? Puede parecer muy espiritual, pero estos pensamientos también podrían ser de la carne. En cambio, debemos pensar en lo que significa "andar con el Espíritu." Esto puede parecer muy abstracto. Pero si seguimos pensando en ello, lo entenderemos. Después las ideas se hacen en acción creativamente, pero a veces fallamos en el medio. Sin embargo, si seguimos pensando en ello, aprendiendo más, y seguimos intentándolo, terminamos experimentando la victoria. Una persona que piensa en la carne todo el día no tiene nada más que pecar. Pierde la fe, pierde su trabajo, pierde su salud y al final experimenta la muerte. Debemos ser personas que piensen en el reino de Dios y que piensen profundamente en la vida andando con el Espíritu Santo.
Mira el versículo 7. El que medita en la obra de la carne se convierte en enemigo de Dios. Cuando vio que un hermano está punto de caer pecado, un pastor me advirtió que tuviera cuidado. Pero este hermano reaccionó con enojo. Ves, los pensamientos de la carne nos hacen ser enemigos de Dios. No sólo no obedecemos, sino que no podemos. Si te sientes hostil hacia la palabra de Dios, debes darte cuenta de que ya estás contaminado mucho. Debe luchar con un profundo arrepentimiento y hay que restaurar nuestro primer amor basado en la gracia de la sangre de Jesús.
Miren el verso 9. "Mas vosotros no vivis según la carne, sino según el Espíritu, se es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él." Debemos amar la venida del Espíritu Santo. Si no, todas las actividades de la iglesia serán de ningún beneficio. Pero si viene el Espíritu Santo, nuestros cuerpos también vuelvan a la vida. Primero, nuestros rostros se iluminan. Nos liberamos de todo estrés, y nace la alegría, y podemos entregarnos a Dios como un instrumento de justicia. El primer mártir entre nosotros en América Latina fue el misionero John Lee en Paraguay. Luego las misioneras Priscilla Chung y Teresa Han de Brasil. Y ahora la misionera argentina Hannah Kuper enterró sus huesos en América Latina. Pero el día del regreso de Cristo, los veremos de nuevo y todos seremos revestidos con nuevos cuerpos de resurrección. Estas son cosas maravillosas que experimentaremos en nuestras vidas y en el día de la resurrección.
- Clamamos ¡¡Abba, Padre! (12-17)
¿Qué identidad tienen los que caminan en el Espíritu Santo? Miren el versículo 12. "Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne." La primera identidad de los que han experimentado la gracia de Dios es como "un deudor". Pero esta deuda no es el tipo de deuda que nos presiona y nos mantiene despiertos por la noche. Es la deuda del amor de Cristo. Es una deuda que nos hace tan felices que nuestros corazones descansen, y nos hace amar tanto a Dios. Es una deuda que nos ayuda a dormir bien, a despertarnos bien, y nos da fuerza. Nos permite vivir nuestras vidas por los demás.
El libro de Gálatas se considera como un Romanos corto. Gálatas 5:13 dice: "Hermanos, habéis sido llamados a la libertad, pero no aprovechéis la oportunidad de la carne con esa libertad, sino servid a los demás sólo con amor".
La segunda identidad que se nos da el Espíritu Santo es ser hijos de Dios. ¿Los hijos de quién? ¡hijos de Dios! Al ver a un huérfano sufriendo, un rey se compadece de él y firma en el documento de adopción. En ese momento, ese huérfano ya es un príncipe. El huérfano no hizo nada en absoluto. Pero en ese momento, se convirtió en un príncipe. Fue trasladado de las calles al palacio real y llevaba ropa nueva y una corona. Aquí vemos otra vez "justificación" y "santificación decisiva". Puede querer aprobar que se ha convertido en un hijo del rey "haciendo algo". Pero eso es imposible. Tiene que cambiar todo, de uno a cien. Puede fallar mucho y pensar que el rey eligió mal, y puede pensar que él no nació para ser el príncipe. Pero éste príncipe debe recordar, el rey no lo adoptó porque era bueno en algo, sino por amarlo nada más. Lo adoptó esperando que él disfrutara del privilegio de príncipe y sea feliz. Aquí entendemos por qué debemos retener bien la gracia de la "justificación" durante todos nuestros días.
¿Nos convertimos en hijos de Dios porque vamos a la oración de la mañana? O ¿porque cuidamos muchas ovejas? No, la única razón es porque Dios nos amó tanto nada más. Después (con el nuevo corazón) orar en la madrugada y leer la palabra nos da gozo, por eso estamos siguiendo. No hacemos para ser salvo, sino hacemos porque nos hace bien, más fortalecido. Así que somos hijos de Dios por la gracia de la "justificación" de Cristo, sin importar cómo estábamos. Este hecho nos salva del estrés del perfeccionismo. Cuando disfrutas de esta gracia, podemos experimentar sanación de toda herida y podemos perdonar a los débiles con esta gracia.
Vamos a ver bien el vr 15. ¿Cuáles son los privilegios de ser un hijo de Dios? "Porque tengo el espíritu de ambos, grito: "Padre de Abba"." El niño confía profundamente en él, lo ama y no tiene miedo. Maia es muy valiente con su padre, el pastor Nicholas. Si necesita algo, lo llama de inmediato. Y le dice: "Papá, cómprame esto. ¿De acuerdo?" Y luego cuelga. Nicholas siente poco decepcionado porque su hija ni le pregunta primero, "Papi, ¿cómo está?" Pero viendo la confianza de su hija, él la ama más y le da todo lo que ella pide y necesita. Este es un hijo o hija. ¿Cómo estamos nosotros delante de Dios? Como hijo(a)s, ¿estamos yendo confiadamente? o ¿temblando con miedo, pidiendo miles perdón y para agradar a Dios pidiendo solo por los otros? ¿Esto agradará a Dios? ¡No! Dios tiene interés en ti, y en nosotros.
Somos sus hijos e hijas. Su espíritu mora en nosotros. Con esta gracia, vayamos ante Dios como hijo(a). Él ya sabía que estábamos llenos de debilidades. Pero nos llamó por amarnos. No hay otra razón. Si intentamos de vivir como hijo(a) digno(a), ya Dios se alegra y nos quiere ayudar. ¿Te caíste? Entonces levántate. Esto es proceso de ‘santificación gradual’. Esto es continuación de crecimiento dinámica con arrepentimiento y nueva fe.
En el vr 17b dice así. “si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” No luchamos para ser hijos de Dios, más bien, luchamos porque ya somos hijos de Dios. En lugar de pedir siempre perdón y disculpas, pensemos bien en cómo andar con el Espíritu Santo. Participa en sufrimiento para matar la obra de la carne. Si repetimos esta lucha, sin darnos cuenta, tendremos el aspecto de un príncipe ni sin darnos cuenta. Este es el siguiente paso del proceso, "justificación", "santificación" y ahora la "glorificación".
Lo más importante en todos estos procesos es la libertad como el hijo de Dios. Sin esta libertad, no podemos lograr la verdadera santificación. Cuando peleamos la batalla de la santificación con libertad y gratitud, no con miedo, viviremos una vida de hermosa, alegre y abundante fe. Jesús quería que experimentemos la gracia. Oro que todos disfruten de esta gracia. Y oro para que todos puedan alcanzar la culminación final de esta gracia y ser "glorificados como hijos de Dios". Amén.
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[31.May.2020]_Dominical-UBF-Argentina_(ROM_8..1-17)-Mensaje.pdf
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Romanos 11 Msg (Clamamos Abba Padre) 2.pdf
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FOROS UBF ESPAÑOL
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M. Juan Carlos Vivas (AR)
( 23 de julio de 2021 )
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