Mateo 12:15-21

12:15 Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos,
12:16 y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen;
12:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
12:18 He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio.
12:19 No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz.
12:20 La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio.
12:21 Y en su nombre esperarán los gentiles.

SIERVO ESCOGIDO


SIERVO ESCOGIDO


Palabra: San Mateo 12:15-21

V, Clave 12:18 “Éste es mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien se agrada mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio.”


A veces nos preguntamos en corazón como creyentes. “¿Qué visión tendrá Dios con mi vida? ¿Cuál plan tiene mi iglesia sobre mí?” Esa ansiedad espiritual puede perseguirnos, cuando no tenemos convicción de nuestro futuro en iglesia. La palabra de hoy está relacionada con esas preguntas. Sabemos que somos hijos amados de Dios en Cristo. Pero Dios quiere que no quedemos allí, sino maduremos como su siervo. 


En la palabra de hoy Dios da a saber de su visión hacia nosotros a través de la vida del Cristo. El Cristo era el Hijo amado de Dios. Sin embargo, el Cristo se dio como un ejemplo de vida por la cual se manifestó la visión del Padre Dios. Oro que Dios nos ayude a saber de su plan hacia nuestra vida a través de esta palabra. 


I. MI SIERVO ESCOGIDO (12:15-18ª)


Jesús les había pronunciado a los fariseos que él era el Señor del sábado. Y sanó a un hombre de mano seca el sábado. Entonces, salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle (14). Sabiendo ya esta maquinación de los fariseos, Jesús se apartó de allí. Jesús se fue a otro lado no porque temía de ellos, sino porque sabía que aún no había llegado su tiempo y no quería que fuera estorbado la obra de Dios por ellos. Jesús no tuvo contienda con los que le querían destruir. Más bien se retraía en su obra silenciosa.   


 Pese a ese ambiente tensa, le siguió mucha gente a Jesús. ¿Qué hizo Jesús con ellos? ‘Jesús sanaba a todos.’ Jesús sirvió a ‘todos aquellos’ que se le acercaron. Aquí no vemos rechazo a nadie en Jesús, más bien fueron atendidos ‘todos’ a sanación. Jesús entregó su todo para servir y sanarles. Ante Jesús no hay nadie que no tuviera esperanza. Sus hechos lo hablan claramente. De esta manera se les manifestó a todos que Él era el Cristo prometido para ‘todos’. 


Jesús les encargaba rigurosamente que no le descubriesen. Esto mismo fue dicho también a dos ciegos “Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa” (9:30). Jesús ordenó esto para que no pusiera la gente su esperanza en sanación o milagros, sino en su palabra y en su persona misma, el Cristo.  


El profeta Isaías había profetizado de este Jesús como lo siguiente. Leamos el verso 18ª. “He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma” (18ª) Dios llama al Cristo ‘Mi siervo escogido y Mi Amado’. Notamos que Dios enfatizó con un pronombre ‘Mi’. Esto enseña que el Cristo vino desde el Padre Dios, siendo escogido por él. Jesús es un siervo enviado de Dios para la obra de salvación. Ningún otro puede sustituirlo. Y se le llama ‘mi siervo amado’. Por amarle tanto, se agrada Dios de él.  


Por ser ‘el siervo escogido y amado’, Dios le pone su Espíritu sobre él (18b). La compañía estrecha de Dios es la prueba de su amor especial hacia con él. Esta palabra nos hace recordar san mateo 3:16-17. Cuando Jesús fue bautizado en el Jordán por Juan el Bautista, los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía. “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Aquí Dios manifestó que el Cristo es ‘mi Hijo amado’ y se agradó de él. Jesús es el siervo escogido por Dios. Solo por él todos pueden llegar a la sanación perfecta y la salvación eterna. 


Jesús es un ejemplo de todos los hijos de Dios. La visión de Dios sobre sus hijos es que sean como el Cristo. Su visión sobre nuestra vida no es que ganemos algún título humano o éxito en iglesia o reconocimiento de otros, sino que seamos los siervos escogidos y amados del Padre Dios. Ese título se gana en Cristo y Dios nos lo manifiesta en frutos de nuestra personalidad. Entonces, ¿De qué manera Dios nos conduce a ser su siervo escogido?

  


II. HASTA HACER TRIUNFAR EL JUICIO (18c-21)


Primero, Anunciar Juicio a los gentiles. El verso 18c dice “a los gentiles anunciará juicio”. El primero que hace este siervo escogido es anunciar juicio a los gentiles. Nueva versión Internacional (NVI) dice “y proclamará justicia a las naciones”. ‘Los gentiles’ pueden entenderse ‘todas las naciones’, incluyendo a Israel. Y ‘Juicio’ es como ‘Justicia’. Según el contexto, ‘el juicio’ puede ser la Ley de Dios o la justicia de Dios o el juicio final o el evangelio, etc. Algo que está relacionado para la esperanza de los gentiles. Y entendemos que este juicio es el Cristo mismo quien es la justicia de Dios. 


El Cristo desde el inicio de su ministerio anunciaba el mensaje del arrepentimiento. “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (3:2)” Este anuncio era de la salvación para los que creen, mientras el juicio de destrucción para los que lo rechazan. Por oír su anuncio, un alma puede llegar a la salvación. Si no hay anuncio, ¿Quién puede llegar a la justicia de Dios y a su salvación? Romanos 10:17 dice “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” Por lo tanto, el anunciar el juicio de Dios la obra vital de un siervo escogido para todas las naciones.   


Dios ama a los que anuncian su justicia, el Cristo a quienes no lo conocen. Dios quiere que fluya su bendición tan grande a las naciones. Dios quiere que su justicia y juicio se establezcan en el corazón de todos los pueblos para que vivan su vida. Para este trabajo Dios usa a sus siervos obedientes y escogidos. Anunciar el juicio de Dios a otros requiere un gran sacrificio; de esfuerzo, tiempo, material, etc. Es lo que hacía el Cristo. Nosotros, cuando damos tiempo a pan diario, al estudio bíblico, a evangelización, todo tipo de compartir y enseñar, el Cristo la justicia de Dios se anuncia a nosotros primero y a otros por nosotros. Solo y cuando hacemos anuncio de su justicia, aunque somos defectuosos, la bendición fluirá a otros y Dios nos llamará ‘mi siervo escogido’.    


 Segundo, Anunciar por hechos. Vamos a leer el verso 19. “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz.” Estas palabras enseñan sobre la manera de anuncio de su siervo escogido. Él no contienda con los hombres, ni trabaja con vocería como los lideres religiosos que oraban largamente en las esquinas de calles (6:5). El siervo escogido trabaja con hechos en vez de hablar. 


‘Ni nadie oirá en las calles su voz’ no quiere decir que Jesús siempre habla con voz baja o silenciosa. Jesús también hablaba con voz fuerte y necesaria para que se oyera su enseñanza a toda multitud. “Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.” (Lc. 8:8b) “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” (Jn. 7:37) pero el Cristo no trabajaba delante de los hombres con vocería, sino siempre delante de Dios. 


 Jesús trabaja con hechos. Su hablar y sus hechos se concuerdan. “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.” (Jn.14:11) Jesús vivía lo que anunciaba. Jesús sirvió y sanó a todos. Jesús enseñaba y oraba. Jesús amaba a la gente con su gran sacrificio. Finalmente Jesús se mostró su amor hacia los pecadores en la cruz. Él derramó su sangre en esa cruz. Por este hecho del Cristo, las naciones alcanzan la salvación de Dios. 


A veces, sacamos nuestro carácter y levantamos voces, considerándonos que así se gana la batalla. Hacemos ruidos para que otros hermanos, pastores u ovejas nos den reconocimiento y aplauso. Anuncio sin hechos pierde su efectividad y se hace burlado en silencio. El mundo no ve nuestro hablar, sino nuestros hechos y nuestra vida misma para abrir su corazón. Un siervo escogido es quien anuncia el evangelio con sacrificio y amor constante como Jesús. Dios quiere que anunciemos su justicia con hechos. Esta vida no se adquiere un día para otro. Sin embargo, podemos progresarnos, dando un pasito en oración y obediencia. Sin duda el Cristo nos va a guiar hasta ser su siervo de hechos tal como nos había restaurado. Y el nos va a transformar como su siervo escogido.     


Tercero, Anunciar hasta triunfar el juicio. ¿Hasta cuándo anunciamos así su juicio? Vamos a leer el verso 20. “La caña cascada no quebrará y el pábilo que humea no apagará, hasta que haga triunfar el juicio..” Esta palabra nos enseña hasta qué punto debe ser nuestro anuncio.  


‘la caña’ es una planta que tiene un vacío en su centro. La caña no sirve para construcción, ni como leña. Por el vacío que tiene en sí, la caña es un objeto muy insignificativo. Además en la palabra se menciona ‘la caña cascada’ o ‘caña rota’. ¿De qué sirve esta caña cascada y rota? Meramente esta caña es un objeto para quebrar y botar no más. 


‘el pábilo’ puede iluminar el lugar, cuando tenga el aceite en su lámpara. Pero cuando no lo tenga, el pábilo va apagando y humeando. En vez de alumbrar el lugar, el pábilo va manchando y oscureciendo todo su entorno. Este tipo de pábilo debe ser apagado forzadamente.   


‘la caña cascada’ y ‘el pábilo humeante’ representan a la gente desesperanzada; los enfermos, los dolidos y endemoniados (9:35;12:15), los endemoniados (8:28; 9:32; 12:22), los desamparados y dispersos (12:36), los trabajados y cansados (11:28) Todos ellos son como caña cascada y el pábilo humeante. Tales personas fueron despreciados, rechazado y botados por su sociedad.  


Pero Jesús no le trató mal a ninguna alma desesperanzada. Jesús no los quebró, ni los apagó, sino los sanó a todos. Jesús vendó a una alma herida y dolida, sanándolos a todos con su palabra de vida. Una viuda lloraba por su único hijo difunto en la ciudad de Naín. Nadie pudo consolar a ella tan desesperanzada. Pero Jesús le dijo “No llores” y le devolvió a su hijo, resucitándolo (Lc.7:13-15). Mateo era un hombre muy egoísta y secular. Ni siquiera pudo estar entre la multitud que seguía a Jesús por ser tratado como traidor a su nación. Pero Jesús vio su alma herida con compasión y le llamó a ser su discípulo y lo transformó a un San Mateo que fue el autor de este evangelio hermoso. Jesús entregó su vida en la cruz para que toda clase de caña cascada y pábilo humeante fueran sanados y restaurados. Jesús entregó su vida en anunciar hasta que hiciera triunfar la justicia de Dios (20b). Quiere decir hasta que se salvará uno más desesperanzado en su pecado. 


Antes de conocer a Jesús personalmente, ¿cómo fue su vida? Mi vida era realmente una vida que cojeaba. Sin dirección y sin sentido, mi vida iba influenciada por la secularidad y por mi pecaminosidad. Hablaba y actuaba según mi emoción y mi gusto en contienda y vocerío, hiriendo a otros y a mi persona también. Humana y espiritualmente mi vida era como caña cascada y pabilo humeante. Merecía al juicio final de Dios y lo sufría en mi consciencia. Pero Jesús tuvo la gran compasión de mi vida y vendó mis heridas con su sangre restaurador y me llenó de sus palabras de vida, derramando su aceite de Espíritu Santo en mi interior. Esta compasión de Jesús me devolvió la dignidad y esperanza como una vida servidora para los demás. Es un milagro eterno en mi testimonio. ¡¡Gloria a Dios!!


Tantas cañas cascadas y pábilos humeantes viven en nuestro entorno. Y aún dentro de iglesia hay llenos. Se necesitan que se levanten sus siervos escogidos y amados que puedan colaborar con el Cristo en vendar y vivificar a tales almas. Un siervo escogido y amado de Dios no es quien tiene voz grande, una lista de títulos o un éxito, sino la compasión de Cristo a una alma sufrida y desesperanzada. Esa compasión trae toda acción necesaria y creativa para la salvación de uno y su edificación. Dios quiere que seamos no solo hijos amados y servidos, sino sus siervos escogidos y amados como Jesús. Quieren que seamos sus siervos maduros. Durante todo este año, sin darnos cuenta Dios ha venido moldeando y disciplinándonos para que progresemos en madurez. Ahora activamente tomemos su ejemplo en nuestro corazón para que podamos servir a un alma desesperanzada. Cuando una oveja de Dios encuentra al Cristo y se restaura y se salva por nuestro anuncio, entonces, Jesús nos dirá “Mi sirvo escogido y amado” en gozo eterno. Esto será la visión de Dios hacia con nuestra vida aquí en nuestro lugar de vivir.   


Conclusión, Jesús es el siervo escogido de Dios. Dios quiere que seamos su siervo escogido y amado como el Cristo Jesús, anunciando el evangelio con hechos hasta que un alma desesperanzada encuentre su salvación. Es su visión y plan para nosotros. Oro que Dios nos haga sus siervos escogidos en este mundo donde hay llenos de caña cascada y pábilo humeante que buscan su esperanza. Amén. 


 

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