Mateo 11:16-30

11:16 Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros,
11:17 diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.
11:18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.
11:19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.
11:20 Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo:
11:21 Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.
11:22 Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras.
11:23 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.
11:24 Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
11:25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
11:26 Sí, Padre, porque así te agradó.
11:27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

LLEVAD MI YUGO


LLEVAD MI YUGO


Palabra: San Mateo 11:16-30

V, Clave 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas


La palabra de hoy aborda una gran lamentación de Jesús sobre la generación incrédula por el juicio venidero. Nos da a saber lo que lamenta más el Cristo en toda generación. Y también esta palabra se trata de invitación de Jesús a un descanso en él. ¿Qué palabra más consoladora hay como una palabra en relación con el descanso? 


Necesitamos descansar, porque la vida es trabajada y cargada para todos. Pero ¿cómo podemos llegar a un descanso verdadero? Jesús nos invita a llevar su yugo. La palabra de hoy nos revela una relación simple y maravilloso del descanso con su yugo. Oro que Dios nos ayude a recibir su invitación y vivir ese descanso que Jesús quiere darnos.   


I. LAMENTACIÓN DE JESÚS (16-24)


A Juan que estaba en la cárcel, Jesús le había respondido que el Cristo estaba haciendo lo que tenía que hacer. Le añadió, diciendo “bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (6). Esta respuesta de Jesús era le dio a Juan esa confianza de que Jesús es el Cristo prometido que había de venir según la Escritura. Y ante la gente Jesús elogió a Juan el Bautista como más que profeta que era mayor de todos los que nacieron de mujer y que era aquel Elías prometido en Malaquías. 


Desde ese momento, Jesús inició lamentar de su generación que no recibió ni Juan, ni al Cristo. ‘¿A qué compararé esta generación?’ Jesús comparó a su generación a los compañeros de muchachos en la plaza. En Israel los muchachos jugaban de bailar con flauta y llorar con canciones de duelo. Cuando los muchachos tocaban flautas, otros compañeros bailaban y al entonar canciones de duelo, lloraban. Así era el juego esperado. 


Pero la generación de Jesús era como compañeros que no respondían como les correspondía. Cuando Juan el Bautista predicó el mensaje del arrepentimiento en ayuno, le decía “Demonio tiene” en vez de arrepentirse. Y cuando vino el Cristo comía y bebía junto con los pecadores arrepentidos, decía la gente “Éste es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores” en vez de aceptar la gran misericordia de Dios. La generación de Jesús por ningún motivo recibió el mensaje de Dios, infamando su obra en todo momento. Por lo tanto, ellos serán juzgados por sus propios hijos (19b).  


Jesús lamentó de las ciudades que no se arrepentían. “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que en vestidos ásperos y ceniza se habrían arrepentido” (21). Corazín y Betsaida eran las ciudades vecinas. Ellas estaban ubicadas a la orilla del lago de Galilea. Por esas ciudades Jesús recorría con mucha frecuencia. Pedro, Andrés y Felipe eran de Betsaida (Jn. 1:44). En Betsaida sanó a la suegra de Pedro (Mt. 8:15), abrió los ojos de un ciego (Mr. 8:22), alimentó a cinco mil hombres con cinco panes y dos peces (Lc. 9:10-17), y había dado muchas enseñanzas a la gente (Jn.12:21). A pesar de tantos milagros, muchos no se arrepentían, sino se burlaban de Jesús (Mc. 6:3). Por lo tanto, Corazín y Betsaida recibirán el mayor castigo que el de Tiro y Sidón, ciudades gentiles dónde Jesús nunca había visitado. 


Capernaum era una ciudad dónde todavía se vio más milagros de Jesús. allí Jesús sanó a un criado de centurión (Mt. 8:5-13), calmó la tempestad (Mt. 8:23-27), sanó a un paralítico, la hija de Jairo, una mujer de flujo de sangre, dos ciegos, un mudo y etc. (Mt. 9:1-34). Pero la gente de capernaum por su orgullo no se arrepintieron. Jesús compara Capernaum con Sodoma. Sodoma era una ciudad destruida completamente por su inmoralidad (Gén. 19:1-29). Pero Jesús dice que el juicio de Dios para Capernaum será más grave que el de Sodoma, ciudad de inmoralidad. Ante Dios no hay mayor pecado que el corazón incrédulo y no arrepentido frente a su gracia. Dios es misericordioso, pero también santo y justo. Cada uno tendrá su pago justo conforme a los hechos de su vida.     


En cambio, ¿Qué sucederá a los que creen, se arrepienten y obedecen al Cristo? 


II. ALABANZA DE JESÚS (25-30)


Vamos a leer los versos 25-26. “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. / Sí, Padre, porque así te agradó” Según San Lucas 10:21, Jesús dijo esta alabanza por sus setenta discípulos que volvieron y dieron sus reportes emocionantes de su misión de predicación. Jesús alabó al Padre, Señor del cielo y de la tierra por lo que hizo, porque el Padre Dios escondió las cosas de ‘los sabios y de los entendidos’ y las reveló a ‘los niños’. En el verso 27, Jesús dijo ‘Aquel a quien el Hijo lo quiera revelar’. Esta revelación es del Cristo. Dios revela la salvación del Cristo a los que reciben el evangelio con la sencillez de corazón. 


‘Los sabios y los entendidos’ son quienes no se arrepintieron por su propia justicia. Ellos señalarían a los lideres religiosos que tenían mucho conocimiento de la Ley de Dios, pero no creyeron en el Cristo, ni se arrepintieron. ‘Los niños’ son los que creen humildemente al Cristo y sus hechos en arrepentimiento genuino. Los discípulos que le seguían y servían entran en este grupo ‘niños’. A tales personas el Cristo, Hijo de Dios revela de todo secreto de sí mismo (27b).   


 Y a ‘estos niños’, Jesús da una invitación muy esperanzadora. Vamos a leer el verso 28. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Jesús tiene piedad de esos ‘niños’ que vienen a sí mismo. Jesús miró fatiga y carga de los que le venían. Bajo la maldición de Dios desde la caída de humanidad, los hombres llevan una vida muy trabajada día a día. Además bajo la colonización del imperio romano, los judíos llevaban un yugo muy pesado de diversos impuestos. Y la autoridad religiosa imponía yugos de rituales y deberes sin interesarse proporcionar palabra viva que necesitan sus almas. A los ojos de Jesús, el pueblo de Dios vivía sin su pastor y sin descanso necesitado en su alma.  


 En su gran misericordia, Jesús invita a todos aquellos trabajados y cargados. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Esta invitación no solo a sus discípulos o la gente de aquel época, sino todos los que viven bajo un yugo tan pesado en toda generación hasta la nuestra. Jesús les promete dar el descanso solo si vienen a él. ¿Qué palabra tan esperanzadora hay en nuestro mucho como esta? ¿Quién puede dar esta invitación tan sincera?


Entonces, nuestra pregunta sería ¿Cómo Jesús nos daría ese descanso que necesitamos? Vamos a leer los versos 29-30. “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, / porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” Para llegar a su descanso, Jesús quiere que llevemos ‘el yugo de Jesús’. ¿Cómo se relaciona un descanso con yugo? ¿No esperamos vivir sin ningún tipo de yugo para descansar? Aquí cabe mencionar el sistema del yugo de aquellos días. En el tiempo de Jesús, era común usar dos bueyes en un yugo para el arado. Un buey mayor y experimentado era puesto con un buey más joven para que este aprendiera la tarea del arado. La mayor parte del peso se ponía a ese buey mayor y experimentado y el buey más joven aprendía como cargarlo con la carga mínima, solo por seguir al buey disciplinado


Al considerar ese sistema de yugo de los bueyes, podemos rescatar los siguientes puntos valiosos sobre ‘llevar el yugo de Jesús’. 


Primero, Unidos al Cristo (29ª). “Llevad mi yugo sobre vosotros” Cuando Jesús dice ‘mi yugo’, esto significa que hay un yugo que da Jesús, y hay otros yugos fuera de Jesús. Nos acordamos de que no hay vida sin yugo. Cada persona, desde su nacimiento, lleva su propio yugo que la vida le da; yugo de crecer, de estudio, de trabajo, y de todo tipo de responsabilidad humana. Mientras vivimos en esta tierra, todos debemos cargar yugo de vida y nadie se encarga de esos yugos de realidad, incluido Jesús. Esos yugos de vida se dan por igual a todos.   


 Además de yugos de vida, hay otros yugos pesados que viven en alma del uno; el yugo de pecados y ego (Yo). ¿Cuán pesados son estos yugos? Recuerdo mi vida pasada cómo era el peso de esas cargas. Aunque dormía muchas horas en descanso, mi interior sufría una carga muy pesada en mi corazón continuamente; Manejar mi vida, tomar dirección, enfrentar los temores al futuro incierto y la muerte, culpabilidad de mis pecados y toda pecaminosidad, etc. Llevaba una vida realmente trabajada y cargada hasta que podía entregar el volante de mi vida en las manos de mi Cristo.   


 En toda comprensión y misericordia, Jesús nos invita, diciendo ‘llevad mi yugo’. Según ese concepto de yugo de esa época, esto significa ‘unirse al Cristo, el buey mayor y experimentado’. Por medio del yugo del Cristo, todo peso de carga anterior se transfiere al Cristo y él nos da un descanso. Unidos al Cristo, el Cristo nos deja libre de nuestro ego (yo). Cuando llevamos el yugo del Cristo, él toma el control de nuestra vida. Cuando nos unimos a él, debajo de su yugo, el Cristo direcciona nuestra vida a vida en abundancia (Jn. 10:10). Unido al Cristo, él nos guía día a día un descanso profundo aunque en el mundo cargamos muchas responsabilidades. Sobre todo, él carga todo peso de nuestro pecado sobre sus hombros. Él nos da una libertad verdadera y un descanso desigual. “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8:31b-32). Por lo tanto, hay que dejar el yugo de mi ego y unirnos al yugo de Jesús. Es la vida más sabia y bendecida, porque Jesús nos hace descansar verdaderamente.   


Segundo, Aprendidos del Cristo (29b). Cuando nos unamos al Cristo, él nos da sus yugos nuevos. Él nos da yugos nuevos con el propósito de hacernos aprender de él. “y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” ¿Qué yugo hay en Jesús? Orar, leer su palabra, todo tipo de servir, amar y perdonar, predicar y enseñar a sus ovejas, etc. Todos estos yugos son nuevos y muy desafiantes a nuestra naturaleza contaminada sin duda. 


Pero, el Cristo no obliga a cargar su yugo. Él nos lo da según capacidad de cada uno. Jesús comprende nuestra debilidad, da un ejemplo continuamente sin condenar, tomando la mayoría del peso sobre sus hombros. Él es manso y humilde ante el Padre Dios primero y se entregó su vida en la cruz en obediencia. “Mira que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías 9:9). Bajo el Cristo manso y humilde, podemos llevar una vida realmente feliz y recibimos un descanso profundo aún en medio de cansancio del mundo todo momento. 


En un equipo de trabajo, si el líder es una persona manso y humilde, los miembros del equipo pueden trabajar felizmente en una confianza asegurada. Pero es difícil encontrar tal tipo de líder, aunque hay. Jesús no solo es un buen guiador y líder, sino es el pastor nos ayuda en la marcha y cómo caminar con él hasta asemejarnos a él. ¿Cómo no sería feliz esa persona manso y humilde como Jesús? Por lo tanto, Jesús dijo “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24-27). Oro que bajo su yugo podamos ser como él en nuestra personalidad. 


Tercero, Fortalecidos en Cristo (30). Vamos a leer el verso 30. “porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Jesús dice que su yugo es fácil y ligera su carga. Pero a veces sentimos que algunos yugos no son fáciles y ligeras. No estoy de acuerdo de esta palabra en alguna ocasiones. ¿Cómo podemos entender esta palabra ‘su yugo es fácil y ligera su carga?’ El mayor razón es que Jesús se llevó la carga más pesada sobre su cuerpo. En la cruz Jesús se llevó ese yugo de todos nuestros pecados tan pesados. Al compararse cualquier yugo con ese yugo que tomó Jesús, los demás yugos se hacen fáciles y ligeras obviamente. 


Sin embargo, esta palabra significa más. Nuestro yugo es fácil y ligera nuestra carga, porque Jesús toma la mayor parte de ese yugo que nos da. Sobre todo Jesús da la fuerza para cargar sus yugos mediante la gracia de su cruz y su espíritu santo. Esta fuerza no nos hace cansar. Servir un mensaje requiere un morir mi ego cada semana. Este yugo no es ligero y no fácil para mí. Pero cuando me doy en obediencia y me uno a este yugo, el Cristo como un buey mayor y experimentado me ayuda cómo cargarlo tan minuciosamente. Cuando me uno al Cristo, el mensaje se vuelve un medio que me hace bien y fortalece en gran manera. Y mucha fuerza del Cristo me viene y sostiene, dándome músculos espirituales. Finalmente me salgo muy fuerte por ese yugo del Cristo.  


Los que tienen grandes fuerzas no se cansan y como resultado no necesitan descansar. El descanso del Cristo se encuentra en su fuerza desigual. Esta fuerza viene solo a los que toman el yugo del Cristo. Los que toman yugo del Cristo salen muy fortalecidos como águilas que atraviesa la tormenta con sus fuerzas de alas (Is. 40:31). Y no debemos olvidar que van muchos otros a nuestro lado unidos al Cristo con los yugos mayores, a veces cargando incluso algunos nuestros yugos. Tenemos esa compañía de fe en yugo del Cristo.  


Conclusión, Jesús nos invita “llevad mi yugo y aprended de mí”; “Deja tu ego y únete a mí”. Al unirnos al Cristo, él toma toda carga de nuestro ego, nos guía, nos ayuda cómo marchar en vida, haciéndonos semejante como él. Finalmente nos daremos cuenta de que su descanso sostendrá nuestra vida en seguridad. Oro que podamos amar el yugo del Cristo para llevar una vida descansada en él. Amén.  

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