Hageo 2:1-9

2:1 En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:
2:2 Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo:
2:3 ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?
2:4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos.
2:5 Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.
2:6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;
2:7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.
2:8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
2:9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.

LA GLORIA POSTRERA SERÁ MAYOR QUE LA PRIMERA


Buenos días. Cuando estudiaba la secundaria leí el poema: “Coplas por la muerte de su padre” del poeta renacentista Jorge Manrique. Uno de los poemas clásicos de la literatura española de todos los tiempos. Esta obra pertenece al género poético de la elegía funeral medieval y es una reflexión sobre la vida, la fama, la fortuna y la muerte con resignación cristiana. Se inspira en los precedentes clásicos y medievales del género y en el libro de Eclesiastés. Para ese tiempo yo no sabía estos datos. Pero me impactó mucho el estilo y las palabras y quise hacer un esfuerzo por aprenderme el poema, pero fue infructuoso porque era muy largo (40 estrofas de 12 versos cada uno).

Lo traigo a colación por la primera estrofa del poema que reza así:

 “Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando;

cuán presto se va el placer;

cómo después de acordado

da dolor;

cómo a nuestro parecer

cualquiera tiempo pasado

fue mejor.”

Pueden notar el tono nostálgico y melancólico del autor. Y creo que lo que más me llamó la atención fueron los últimos versos de esta estrofa: “cómo a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor”. Sucede a menudo que recordamos con nostalgia el tiempo pasado. Cuando éramos más jóvenes, más fuertes, “más libres” y, quizás en nuestro pensamiento, más felices. Lo mismo les sucedió a algunos de los israelitas que habían regresado del cautiverio mientras trabajaban en la reconstrucción del Templo. Particularmente a los más ancianos que habían visto la gloria del Templo de Salomón destruido hacía 66 años.

A través de este mensaje veremos las palabras de aliento que el Señor les da al pueblo en medio de cierto desánimo y nostalgia que tenían en la reconstrucción. Les manda a continuar trabajando, dándoles preciosas promesas como: “yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos” (v.4); recordándoles el pacto que había hecho con ellos y cómo los sacó de Egipto (v.5); que Él juzgaría a las naciones alrededor (vv. 6-7); que Él proveería todo lo necesario para la obra (v.8); y la preciosa promesa que le da título al mensaje: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera” (v.9). 

Yo oro para que cada uno de nosotros pueda oír y aplicar estas preciosas promesas de Dios en su vida. Y que prestemos oído a su mandato y trabajemos en la misión de Dios. Y que al hacer esto el Señor nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.

I.- Desánimo durante la reconstrucción (1-3)

Leamos juntos el v.1 por favor. El séptimo mes en el calendario hebreo es Tisri que abarca parte de septiembre y octubre en nuestro calendario. El año sigue siendo el segundo de Darío I rey de Persia como en los vv. 1:1; 1:15 y en el v.2:10. Según Lev. 23:39-44, en el mes séptimo los judíos debían celebrar la Fiesta de los Tabernáculos por siete días desde el día 15 hasta el 21 del mes. Así que este tercer mensaje de Hageo fue pronunciado el último día de la Fiesta de los Tabernáculos, el 17 de octubre del 520 a.C., menos de un mes después del mensaje anterior, donde el pueblo se había arrepentido y había comenzado a trabajar en la reconstrucción del templo nuevamente.

Leamos ahora juntos el v.2. Este mensaje iba dirigido “a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo”, es decir a todo el pueblo, empezando por los líderes. Seguramente recordarán que el primer mensaje iba dirigido solo a los líderes (v.1:1), pero este va dirigido a todo el pueblo, comenzando desde los líderes. Esto nos da una lección. El primer mensaje fue un llamado de atención para los líderes para que llamaran al arrepentimiento al pueblo. Ellos tenían que cumplir con su papel como líderes y ejercer una buena influencia en el pueblo. Sin embargo, tanto el segundo como el tercer mensaje eran de aliento, y en ellos incluyó al Señor a todo el pueblo. El Señor mismo quería despertar el espíritu de todo el pueblo para seguir la voluntad de Dios y la dirección de los líderes.

Generalmente, Dios le da la misión y la visión a los líderes para que puedan comunicarla al pueblo e inspirarlos para alcanzar esa visión. Esa es la gran responsabilidad que tenemos los líderes. Debemos tener nuestros oídos bien atentos a la dirección de Dios y orar por sabiduría para poder comunicar esa visión al pueblo. Pero si nosotros no escuchamos la voz de Dios, ni recibimos visión o dirección de Dios, entonces, ¿cómo vamos a guiar al pueblo? ¿Hacia dónde los vamos a dirigir? Los líderes necesitamos arrepentirnos y tener un corazón humilde para recibir la Palabra y dirección de Dios, y guiar al pueblo. 

Ahora, cuando ya los líderes han comunicado la visión y la dirección al pueblo, y están todos trabajando en ello, puede suceder que tanto los líderes como el pueblo se desanimen. Así que Dios interviene con Su Espíritu para animarlos a continuar trabajando como pasó en los vv. 1:13-14, y como sucede aquí en nuestro pasaje bíblico. Esta es la razón por la cual Dios envió al profeta Hageo a hablar, no solo a los líderes Zorobabel y Josué, sino también al resto del pueblo. Veamos a continuación el mensaje que les comunicó Jehová por medio del profeta.

Leamos juntos el v.3 por favor. Dios hace un par de preguntas peculiares al pueblo: “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” Pareciera que Dios está criticando el trabajo que estaban haciendo, desalentándolos, porque esa casa que están construyendo es como nada al compararla con la anterior. Pero no es así. En realidad, estas preguntas de Dios reflejan el desaliento del pueblo y su origen. Algunos en el pueblo estaban muy desanimados porque les parecía inútil el trabajo que estaban haciendo. Mientras construían pensaban: “¿Para qué hacemos esto si esta casa jamás se va a igualar con el glorioso Templo de Salomón?” “Aunque nos esforcemos mucho no se verá ni remotamente parecida a la Casa de Jehová que construyó Salomón”. Y con este pensamiento se desanimaban y no querían continuar. 

 Obviamente, sólo una pequeña porción de los presentes habría visto la gloria del Templo de Salomón, pues había sido destruido hace 66 años. Así que los que tenían este pensamiento eran los ancianos. Esto se describe en Esd. 3:12: “Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.” Los que habían visto la gloria del Templo de Salomón lloraban porque los materiales con que se estaba haciendo este templo no tenían la misma calidad y esplendor que los de la primera casa. Ellos lamentaban porque les parecía que la gloria de esta casa sería muy inferior a la de la primera. Pero el resto del pueblo se gozaba con gran alegría porque la Casa de Dios estaba siendo reconstruida y podrían adorar a Jehová nuevamente en Su Templo. Sin embargo, los ancianos seguramente criticaban el trabajo y se quejaban, haciendo que los más jóvenes se desanimaran.

¿Les parece esta una situación conocida? Generalmente, los ancianos se quejan de la modernidad, de la juventud de ahora y de las cosas que están haciendo. Añoran el tiempo pasado porque, como escribió Jorge Manrique en el poema que les referí en la introducción, “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero, quizá tengan razón en muchas cosas. Por ejemplo, la música moderna, los bailes, las películas, las series, son todas muy explícitas, porque el pecado va aumentando cada vez más en el mundo. Aun en la iglesia podemos ver que las canciones para adorar a Dios ya no son tan bíblicas como solían ser. Van dirigidas más a las emociones y mencionan cada vez menos versículos bíblicos.

Sin embargo, este tipo de comparaciones entre “los buenos días de antaño” y nuestros días; o entre la obra de Dios en lugares y tiempos diferentes; son raramente benéficos. No le hizo ningún bien al pueblo en los tiempos de Hageo ponerse pensar en lo magnífico que era el templo de Salomón, comparado con su propia obra de construcción. Al contrario, los desanimaba para continuar con la misión de Dios.

Creo que lo mismo nos sucedió a mi esposa y a mí. Veníamos de un ministerio en Caracas que había estado creciendo sostenidamente, y en donde había una cierta forma de adorar, de predicar y de realizar las actividades ministeriales. Teníamos hermosas convivencias con mucha gente, música, teatro, duodramas, testimonios y poderosos mensajes. Pero cuando llegamos a Panamá, había un puñado de gente en el Culto Dominical, se cantaban solo himnos del Himnario Bautista, la forma de predicar y de organizar las actividades ministeriales era diferente. Y nos parecía que eso no estaba dando frutos por la poca cantidad de hermanos que había. Y aunque no lo hacíamos públicamente, criticábamos esto y llegamos a desanimarnos para servir también. La gloria del ministerio de Panamá nos parecía muy insignificante comparada con la gloria del ministerio de Caracas, de la misma manera que a los judíos de la época de Hageo les parecía insignificante el templo que estaban construyendo en comparación con el de Salomón. Y esto hace que uno se desanime. Y si los líderes se desaniman, el resto del pueblo se desanima aún más, y más rápido.

Y lo peor vino cuando finalmente todos los hermanos se desanimaron y se fueron. Y quedamos solamente nosotros sirviendo el Culto Dominical y tratando de continuar con la Misión de Dios en Panamá. Allí vino realmente el llanto y el clamor como el de los más ancianos de Israel cuando se echaron los cimientos para el templo.

Veamos a continuación el propósito de Dios al hacer estas preguntas.

II.- Dios anima al pueblo (4-9)

Leamos juntos el v.4. El propósito de Dios no era criticar el trabajo de ellos ni mucho menos desalentarlos a continuar la obra. Como les expliqué antes, Sus preguntas reflejan el desaliento del pueblo y su origen. Él les está demostrando que sabe cómo ellos se sienten y lo que están pensando. Y ahora los anima diciéndoles: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra”. Él llama a los líderes a esforzarse y al pueblo a animarse. ¡Esfuérzate! ¡Anímate! ¡Levanta tu cabeza caída! ¡Endereza la espalda! ¡Saca la tristeza de tu corazón!

Estas palabras adquirirían un significado especial cuando el pueblo recordaba el relato del primer capítulo de Josué. Allí Jehová había hablado a Josué hijo de Nun, que acababa de ser elegido sucesor de Moisés, diciéndole en varias ocasiones: “Esfuérzate y sé valiente.” A Josué también se le había encomendado una gran tarea: Guiar al pueblo en la conquista de Canaán. Esta era una labor casi imposible. Pero, ¿cuál fue el resultado? El pueblo derrotó a todos sus enemigos y tomó por heredad la tierra que Dios les había prometido. Así que al recibir la misma exhortación, Zorobabel, el Sumo Sacerdote Josué, y el pueblo, podían recordar la victoria que Dios le dio a Josué hijo de Nun y al pueblo de Israel en la conquista, y animarse para hacer esta gran obra.  

Y, ¿qué debían hacer ellos para esforzarse y animarse? Leamos nuevamente el v.4b por favor. ¡Debían trabajar! Puede parecer que trabajar es una consecuencia del ánimo y el esfuerzo recibido por Dios, pero en realidad también ayuda a animarse y esforzarse. Cuando uno comienza a trabajar, aunque no tenga ánimo, consigue el ánimo para trabajar. Muchas veces yo no tengo ánimo para escribir el mensaje dominical. Simplemente me quiero acostar y no quiero hacer nada. No quisiera invertir casi todo el sábado sentado en el escritorio en que paso toda la semana trabajando. Pero, ¿saben qué hago cuando eso me sucede? Aparte de orar, me siento a trabajar. Y mientras estoy trabajando en el mensaje encuentro la fuerza y el ánimo en el Señor para hacerlo. Pero si me quedo solo orando o quejándome difícilmente encontraré todo el impulso necesario y la inspiración para escribir el mensaje.

Si alguno se siente desanimado para hacer la obra de Dios, trabaje. Si no tiene ánimo para dar estudio bíblico, llame a la oveja y dígale para estudiar la Biblia. A veces me ha pasado también que estoy cansado y no quiero dar estudio bíblico, pero igual voy y doy el estudio bíblico y me siento mejor y más animado por la Palabra de Dios. Si no tiene ánimo para ir a pescar, ¿qué debe hacer? ¡Vaya y pesque! Si no tiene ánimo para escribir testimonio bíblico, ¿qué debe hacer? ¡Siéntese a escribir testimonio y arrepiéntase! Si no tiene ánimo de venir el domingo a la iglesia, ¿qué debe hacer? ¡Levántese y venga a la iglesia! ¡Trabaje! ¡Haga la obra de Dios! Y el Señor le esforzará y le animará para Su gloria. Amén.

Pero la promesa del Señor no es que haremos esto por nosotros mismos. Pueden ver en el v.4b que ¡Él está con nosotros! El Señor no nos manda a trabajar y hacer la misión por nuestra cuenta, sino que Él les dijo a Sus discípulos: “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mat. 28:19-20). El Señor está con nosotros haciendo esta obra. Y “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom. 8:31). Así que, esforcémonos, animémonos y trabajemos en la obra del Señor. Amén.

Pero esta no fue la única promesa que Dios le dio a Su pueblo para alentarlo a trabajar. Leamos juntos los vv. 5-8. Después de prometerles Su presencia en medio de ellos, les recordó el pacto que hizo con ellos cuando salieron de Egipto, esto es el pacto de Exo. 19, podríamos mencionar específicamente Exo. 19:5-6: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.” (Éxo 19:5-6). Les promete también que, así como Su Espíritu estuvo con ellos mientras iban por el desierto, estaría con ellos en la reconstrucción del Templo, por tanto, no debían temer. Seguramente esto los llevaba a recordar la Shekhiná, la nube de la gloria de Dios, que iba con ellos en el desierto. Que de día era columna de nube, y de noche columna de fuego. Y que los protegió cuando Faraón los perseguía.

Luego, les recuerda el juicio de Dios para las naciones. Él estremecería los cielos y la Tierra, y haría temblar a las naciones con Su gran juicio. Así como juzgó a Babilonia que fue raída de la Tierra por el Imperio Persa a causa del cautiverio de los judíos, de la misma manera acabaría con todos los enemigos que se le opusieran, conforme a Sus promesas. La frase “de aquí a poco” no está limitada al contexto histórico inmediato, se refieren al control de Dios sobre la historia. Él puede actuar en cualquier momento que Él escoja. Dios actuará con Su juicio en Su tiempo. Así que ellos no debían preocuparse porque los enemigos detuvieran la obra. Dios se encargaría de ellos.

El v.7 es el más controversial del pasaje bíblico y de todo el libro. La traducción de la RVR60 es muy discutida. Muchos comentaristas concuerdan en que “el Deseado de las naciones”, en singular, es una traducción equivocada puesto que el verbo hebreo es plural y exige el sujeto en plural. Por esta razón, casi todas las traducciones modernas traducen siguiendo más o menos la misma línea de la NTV: “…y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo.” En lugar de “el Deseado” traducen “los tesoros”. Apuntando a lo que dice el v.8: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.”. No obstante, parece mejor ver aquí una referencia al Mesías, un Libertador a quien todas las naciones anhelarán. Así interpretaban los rabinos de la antigüedad, quienes creían que el Mesías vendría a este templo reconstruido en los días de Hageo; y también interpretaba la iglesia primitiva, que ese templo se llenó de gloria, al venir Jesús, la gloria de Dios encarnada, al Templo.

Charles Spurgeon comentó lo siguiente con respecto a “el Deseado de las Naciones”: “Él es el único, el verdadero Reformador, el verdadero rectificador de todo lo malo, y con respecto a esto, el deseado de todas las naciones. ¡Oh! si el mundo pudiera juntar todo su justo deseo; si pudiera condensar en un clamor todos sus deseos salvajes; si todos los verdaderos amantes de la humanidad pudieran condensar sus teorías y extraer el verdadero vino de la sabiduría de ello; llegaría únicamente a esto, queremos a un Dios Encarnado, ¡Y tienen al Dios Encarnado! ¡Oh Naciones!, ¡pero no le conocen! Ustedes, en la oscuridad, están a tientas tras él, y no saben que está allí.”

Y luego continúa diciendo: “Hermanos, puedo añadir, Cristo es en verdad el deseo de todas las naciones con respecto a esto, que nosotros lo deseamos para todas las naciones. ¡Oh! ¡Qué el mundo fuera abarcado por su evangelio! Quiera Dios que el fuego sagrado corra por el suelo, que el pequeño puñado de maíz en la cima de las montañas pronto haría que su fruto temblara como el Líbano. ¡Oh! ¿Cuándo llegará, cuándo llegará el día en que todas las naciones le conozcan? Oremos por ello; trabajemos por ello.”

Me parece que Jesús como el Deseado de las naciones sería la interpretación correcta aquí, también por la promesa que luego hace Jehová en nuestro versículo clave, el v.9. Leámoslo juntos por favor. ¿En qué sentido la gloria postrera de esta casa sería mayor que la primera? La semana pasada les mencioné que los judíos interpretaban que a esta Casa le faltaban cinco cosas, entre ellas: El arca del pacto y el propiciatorio, la Shekhiná, y el Urim y el Tumim. ¿Cómo sería más gloriosa esta Casa sin estas cosas? Además, hablamos también que los materiales eran inferiores en calidad y cantidad a los del Templo de Salomón. Sin duda, la gloria del Templo de Zorobabel no era mayor que la de Salomón, aun después de terminado.

Además, de que los materiales empleados en el Templo de Salomón eran mucho más finos, aquel Templo tenía, además de la fuente de bronce para el lavamiento de los sacerdotes, otras diez fuentes de bronce para lavar los utensilios. Dentro del lugar santo, había 10 mesas para los panes de la proposición y 10 candelabros de oro, aunque se usaba uno solo de cada uno a la vez. En el Lugar Santísimo, detrás del gran velo, estaban el arca del pacto y el propiciatorio. En cambio, cuando se finalizó el Templo de Zorobabel, solo había una fuente de bronce, una mesa para los panes de la proposición y un candelabro de oro. Y detrás del velo, el Lugar Santísimo estaba completamente vacío. Así que, definitivamente, la gloria del Templo de Zorobabel no fue mayor que la del Templo de Salomón en cuanto a su construcción.

Sin embargo, después de la profanación de este templo con la abominación desoladora de Antíoco IV Epífanes, tuvo que ser parcialmente reconstruido y rededicado por Judas Macabeo. Y después de esto, Herodes el Grande comenzó una ampliación y remodelación de este Templo en el año 25 a.C. que duró unos 46 años en completarse (Jua. 2:20). El Templo de Herodes, sería en realidad el mismo Templo de Zorobabel, pero remodelado y ampliado. Y su gloria material sí sobrepasó bastante a la del Templo de Salomón. 

El Templo de Herodes ocupaba dos veces más espacio que el Templo de Salomón. El edificio que contenía el Lugar Santo y el Lugar Santísimo tenía la misma anchura y longitud que el de Salomón, pero una mayor altura, 18 m, 4 m más que el de Salomón. En el Lugar Santo había todavía solo una mesa para los panes de la proposición y un candelabro de oro, y el Lugar Santísimo seguía vacío. Tenía al lado otro edificio con 48 cámaras para los sacerdotes. Los atrios eran más grandes y majestuosos que en los templos anteriores, todos con grandes murallas que tenían cámaras de almacenamiento. Había también una sola fuente de bronce como en el Templo de Zorobabel. Herodes utilizó mármol blanco y oro para embellecer el templo, haciendo que brillara bajo el sol. Esto fue lo que asombró a uno de los discípulos que le dijo a Jesús: “Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.” (Mar. 13:1). Así que la remodelación y ampliación de Herodes podría ser una parte del cumplimiento de esta promesa de Dios para el pueblo que había regresado del exilio.

Sin embargo, el mayor cumplimiento de esta promesa se dio en Jesús. Unos quinientos años más tarde, Dios encarnado fue presentado en ese mismo Templo (Luc. 2:22). Doce años después de eso, el joven Jesús se sentó a discutir con los doctores de la Ley, maravillando a todos con Su sabiduría (Luc. 2:46-47). Y en muchas ocasiones durante Su vida terrenal vino y enseñó en los atrios de este Templo. Algunos ven el mayor cumplimiento de esta profecía cuando Jesús purificó el Templo echando fuera a los vendedores y cambistas (Mat. 21:12-13). Así que, definitivamente, la gloria postrera de este Templo fue mayor que la primera.

Y esta promesa la podemos ver en nuestro ministerio también. Cada vez vemos cómo Dios va glorificándose más y más en nosotros y a través de nosotros. Hace un par de semanas les mostré cómo lucía un Culto Dominical en UBF Panamá en el 2017 y vemos que el esplendor actual de nuestro ministerio es mayor que ese. También lo hemos visto con nuestras convivencias. Fuimos 9 participantes en nuestra Convivencia de 2018 “Jesús Es La Resurrección Y La Vida”, y 28 participantes en la Convivencia de 2023 “Y Vimos Su Gloria”. Ahora estamos orando para tener 36 participantes en nuestra Convivencia de 2024. Pero no es fácil. Sin embargo, debemos confiar en las promesas de Dios: “yo estoy con vosotros”, “mi Espíritu estará en medio de vosotros”, “llenaré de gloria esta casa”, y “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.” “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Flp. 4:19). Amén.

¿Qué tenemos que hacer nosotros? ¡Esfuérzate! ¡Anímate! ¡Trabaja! Trabajemos para la obra del Señor. Terminemos nuestros mensajes y testimonios. Vayamos a invitar a la gente para la convivencia. Vayamos a pescar a la Universidad de Panamá. Yo oro para que cada uno de nosotros se anime y se esfuerce en la gracia de Dios, y trabaje en la misión. Que Dios vea nuestro esfuerzo y nos bendiga y nos ayude a convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su Gloria. Amén.

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