Mateo 10:1-15

10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
10:2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;
10:3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
10:4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.
10:5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,
10:6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
10:7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
10:8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
10:9 No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos;
10:10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.
10:11 Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis.
10:12 Y al entrar en la casa, saludadla.
10:13 Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros.
10:14 Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
10:15 De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.

DAD DE GRACIA


DAD DE GRACIA


Palabra: San Mateo 10:1-15

V, Clave 10:7-8 “Y yendo, predicad, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado.” / Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.”


La palabra de hoy es de los obreros llamados por Jesús. Los nombres de quienes Jesús llamó y la instrucción que Jesús les dio nos dan a saber de la característica singular de la obra del evangelio. 


En nuestro tiempo, Jesús nos llama y envía al mundo. ‘¿A quiénes vamos? ¿Qué hemos de hacer y cómo? En la palabra de hoy Jesús nos responde a estas preguntas. Oro que Dios nos ayude a llevar una vida digna de los llamados como creyentes.  


Primero, Autoridad (1). Jesús tuvo compasión de las multitudes, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor (36). Y dijo a sus discípulos que rogara al Señor de la mies que envíe obreros a su cosecha (38). ‘obreros’ eran tan urgentes tanto para el Señor como para sus ovejas desamparadas. Jesús quien era el Señor de la mies (Mt 12:8), comenzó a enviar sus obreros. 


Jesús llamó a sus doce discípulos a enviarlos. Vamos a leer el verso 1. “Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.” Ante todo, dio Jesús a sus discípulos ‘autoridad sobre los espíritus impuros’. La lucha de los obreros no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Ef 6:12) Por lo tanto, los discípulos de Jesús tenían que vestirse de autoridad de Jesús quien es el Señor de todo espíritu creado.  


La autoridad sobre todos los espíritus viene de Jesús. Jesús es la autoridad misma de todo espíritu. Ningún hombre puede luchar contra espíritus impuros y someterlos sin su autoridad, porque los espíritus impuros no temen de nadie sino Dios y su hijo Jesús. Pero si uno recibe autoridad de Jesús, este puede echar fuera los espíritus impuros de los hombres que sufren.  


La autoridad de Jesús no solo sobre los espíritus impuros, sino también sobre ‘toda’ enfermedad y ‘toda’ dolencia. Ninguna enfermedad y dolencia de los hombres pueden escaparse de la autoridad de Jesús. Jesús vino a este mundo a llevarse toda nuestra enfermedad y dolencia. “Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado” (Is 53:4). Cualquiera que se acerca a Jesús puede llevar una vida libre de toda esa atadura. Nosotros somos su testigo en esa libertad. Esta autoridad de Jesús hace a sus discípulos como buenos obreros para su mies (ovejas) 


¿Quiénes recibieron la autoridad de Jesús?


Segundo, Doce apóstoles (2-4). Cuando recibieron autoridad de Jesús, se nombraron ‘apóstoles’. ‘apóstol’ significa ‘enviado (del griego: Απόστολος, apostolos)’. También significan ‘mensajeros’ o ‘embajadores’. En nombres de estos 12 apóstoles, encontramos unas notas particulares. Primero algunos eran solo los hermanos (Pedro y Andrés, Jacobo y Juan). Por su vínculo humano de confianza se hicieron sus apóstoles. En especial, Mateo, el autor de este libro escribió su nombre como ‘Mateo, el publicano’. 


El título ‘publicano’ era un nombre más odiado y menospreciado entre los israelitas junto con ‘prostituta’. Si Mateo quisiera verse distinguido apóstol, él no habría añadido esa palabra ‘publicano’. Marcos en su evangelio San Marcos le llamó a Mateo ‘Levi, el hijo de Alfeo’ (Mr 2:14). Pero aquí Mateo no se avergonzó en presentarse a sí mismo como ‘el publicano’. 


Mateo era un hombre estudiado e inteligente y era quien escribió un evangelio tan precioso ‘San Mateo’. Sin embargo, él con gusto añadió el título ‘el publicano’ a su nombre. Esto puede decirse ‘Mateo, el peor pecador’. Mateo quiso decir que él no merecía ser uno de entre doce apóstoles de ninguna manera. Es decir que lo que le hizo su apóstol era solo la misericordia de Jesús.  


Y también Judas Iscariote fue descrito como ‘el que también lo entregó’. ¿Cómo puede ser acogido un futuro traidor por apóstol? Con esta descripción, Mateo manifestó que la lista de los doce apóstoles no es más que una lista de gracia incondicional de Jesucristo. 


A su vez, esta lista de doce apóstoles nos da a entender que la obra del evangelio es una obra testimonial. El evangelio se transmite mediante aquellos que creen, obedecen y testifican sencillamente por su vida misma. Los apóstoles, a pesar de que no eran excelentes en su condición humana, se hicieron amados apóstoles del Cristo por su simpleza, sencillez y obediencia al evangelio. Como estos doce apóstoles, fuimos llamados como obreros del evangelio cuando creemos en Jesús y su evangelio. “Por medio de él recibimos la gracia y el apostolado para conducir a todas las naciones a la obediencia de la fe por amor de su nombre” (Rom 1:5).

Somos también ‘apóstoles’ en el sentido de ser enviados a testificar del evangelio del Cristo al mundo. Y esto fue solo por su gracia y misericordia. Oro que su gracia nos haga ser ‘los enviados’ para sus ovejas desamparadas en nuestro tiempo.  


Tercero, A las ovejas perdidas (5-6). Ahora Jesús les indica a dónde deben irse. “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, / sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” Los doce apóstoles no fueron enviados a cualquier parte, ni a dónde les gustan irse, sino ‘a las ovejas perdidas de la casa de Israel’. ¿Por qué ellos deben irse primero a ellas?  


Esto no es por el favoritismo de Jesús a Israel. El evangelio ha de llegar primero a los israelitas, porque la Ley de Dios fue dada a ellos. Ellos son quienes tienen el conocimiento de la palabra de Dios. Así la promesa de Dios fue dada por los israelitas. El evangelio vino por medio de Israel y el Cristo nació de la casa de Israel y sus discípulos también son de Israel. Por lo tanto, Jesús les da la oportunidad de escuchar el evangelio primero. Apóstol Pablo también dijo de ese orden espiritual. “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego” (Rom 1:16) En concreto ellos fueron conducidos a ‘las ovejas perdidas de la casa de Israel’. Deben irse a las ovejas perdidas que esperan y anhelan escuchar el evangelio del Cristo. ‘Las ovejas perdidas’ son la mies del Señor. 


Jesús nos envía a un lugar dónde él quiere que vayamos. ¿A dónde tenemos que ir? Primero Jesús nos llamó a ir a los jóvenes universitarios. ‘Especialmente a las ovejas perdidas del campus’. Hasta encontrar a una oveja perdida, tenemos que ir. Y lo cierto es que Jesús nos envía a los que aman y anhelan el evangelio y la palara de Dios. ellos son las ovejas perdidas del Señor. Estando sujetos a esta dirección, el Señor de la mies nos dará autoridad y sus ovejas fieles a su tiempo. Aunque solo una oveja recibiera el evangelio y se salvara durante toda nuestra predica, nuestra misión será cumplida ante Dios.      


¿Qué tienen que hacer ellos con las ovejas perdidas? Vamos a leer el verso 7. “Y yendo, predicad, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”” ‘predicar’ precede a cualquier otra tarea, porque la salvación depende de predicación. Dónde no hay predicación del reino de los cielos no hay salvación. Toda obra de sanación y restauración viene acompañada de la predicación.  


En esta obra de predicar, los obreros pueden esperar algún pago por sus trabajos. Pueden tener un corazón que busca alguna recompensa por su esfuerzo de predicar. Pero ¿Qué les dice Jesús? “De gracia recibisteis, dad de gracia.” (8b) Los discípulos se hicieron obreros por la gracia, no por los hechos. Ellos recibieron el evangelio, salvación, autoridad solo por su gracia. No trabajaron por tales bendiciones, sino Jesús les regaló por su amor. Así que lo que recibieron de gracia, no pueden vender por precio. 


Dad de gracia”. Esto era la vida que Jesús mismo vivió. De gracia, Jesús dio su palabra de vida, sanación, libertad, aún resucitar a los muertos. De gracia Jesús dio su amor incondicional y hasta que dio su vida por los pecadores. Sin demandar algún pago de los hombres, Jesús se dio todo por gracia. La vida de dar de gracia era la vida de Jesús. Solo los que saben del valor tan grande de Jesús pueden llevar esa misma vida.  


Dad de gracia”. Como iglesia, tenemos que dar de gracia. Si perdemos este espíritu de dar, no seremos iglesia que Jesús quiere que seamos. ni un obrero que él quiere que sea. Gracias a Dios. nuestra iglesia hemos venido poniendo esa palabra en práctica hasta ahora. Pero esta vida ‘dar de gracia’ debe aumentarse gradual y progresivamente. A medida que aprendemos más de vida de Jesús, más lo viviremos hacia con los demás, especialmente con las ovejas perdidas. Apóstol Pablo dijo en este sentido. “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor” (Rom 1:14) Por conocer el gran gracia de Jesús hacia su vida, Pablo pudo ser un gran predicador tanto para los judíos como para los gentiles. 


Si da de gracia, ¿De dónde consiguen su provisión los obreros? El verso 9-10 dice. “No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento.” De su alimento y provisión, Dios lo prepara para sus obreros. Jesús quiso que sus discípulos creyeran que el Señor se encarga de toda su provisión (Gen 22:14). Los que confían en Dios, fidelizan a su misión y viven por fe y llegan a experimentar la provisión abundante de Dios. Dios alimenta a sus obreros mediante sus hombres preparados (11). 


Los obreros también han de confrontar el rechazo. El rechazo mengua a un obrero y lo hace retraído. Pero el rechazo no es una cosa que temer, sino es un proceso natural en la obra de Dios. Jesús enseña una postura de los obreros ante tal rechazo. El verso 14. “Si alguien no os recibe ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.” Esta acción era lo que hacían los israelitas cuando venían de la tierra gentil a la de Israel. Es una acción de purificación. Esta acción que Jesús les dice a sus doce discípulos es no un gesto para atemorizar o maldecir a los que rechazan el evangelio. Más bien es lo que alerta a tales personas para que sean arrepentidos. Cuando la casa de Israel no escuchaba el evangelio y lo rechazaba, la paz del evangelio fue trasladada a los gentiles. De esta manera, las ovejas perdidas de los gentiles pudieron entrar en la cosecha del Cristo. 


Conclusión, Los apóstoles son los llamados y enviados a las ovejas perdidas de Dios. En nuestro tiempo Jesús nos llama y envía a sus ovejas, dándonos su autoridad por gracia. Oro que Dios nos ayude a vivir esa vida de dar de gracia en gozo tal como Jesús vivió en esta tierra. Amén   


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