Daniel 10:10-21

10:10 Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
10:11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
10:12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.
10:13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
10:14 He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
10:15 Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
10:16 Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
10:17 ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
10:18 Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
10:19 y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
10:20 El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a tí? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
10:21 Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.

DANIEL ES ANIMADO Y FORTALECIDO POR EL SEÑOR


Buenos días. La semana pasada aprendimos que Daniel estuvo afligido durante tres semanas a causa de una visión que tuvo de una gran guerra y de tiempos difíciles que venían sobre su pueblo. Durante esas tres semanas Daniel se privó de placeres y se dedicó a la oración, intercediendo por su pueblo para que no tuviese que pasar por ese tiempo tan difícil o que por lo menos pudiese pasarlo rápidamente y que no fuese tan terrible como él lo había visto. Después de esas tres semanas de aflicción y oración, Daniel tuvo una sobrecogedora visión de la gloria de Dios en forma de un misterioso varón celestial. Aprendimos que ese varón debía ser el Verbo Eterno, el Ángel de Jehová, Cristo preencarnado, en una de Sus varias apariciones veterotestamentarias, aunque, sin duda, en la más gloriosa de ellas. 

Hoy aprenderemos lo que sucedió después de aquella magnífica visión. Cómo Daniel fue fortalecido por el Señor después de aquella gran aflicción y después del efecto que tuvo la visión de la gloria de Dios sobre Él. A través de este mensaje, aprenderemos acerca de la debilidad espiritual de los seres humanos, de la necesidad de ser fortalecidos por el Señor, y de la gran batalla espiritual que se está librando en el mundo, y en la que, queramos o no, estamos involucrados. Yo oro para que cada uno de nosotros pueda fortalecerse en el Señor y en el poder de Su fuerza. Que podamos pelear esta gran batalla espiritual y salir victoriosos en el nombre de Jesús, viviendo piadosamente y rescatando a las almas perdidas. Que podamos decir al final de nuestras vidas como el apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2Ti. 4:7-8). Amén.

I.- La gran batalla espiritual (10-17)

Leamos juntos el v.10 por favor. La semana pasada dejamos a Daniel desmayado boca abajo en el suelo después de escuchar las poderosas palabras del Señor. Daniel había perdido completamente sus fuerzas ante la visión de la gloria de Dios y el sonido de Sus Palabras. Entonces, una mano le tocó y le hizo volver en sí, ayudándolo poco a poco a incorporarse otra vez. Pero Daniel solo alcanzó a colocarse sobre sus rodillas y sobre las palmas de las manos, sintiéndose todavía exhausto de aquella poderosa visión.  

¿Quién sería aquel que tocó a Daniel y lo ayudó a incorporarse? No es claro en el texto bíblico. Algunos opinan que es el mismo varón de la visión. Pero para eso tuvo que dejar su apariencia gloriosa y tomar una apariencia más terrenal. Entonces, sería la mano del Verbo preencarnado que le tocó y le hizo incorporarse. Sin embargo, también podría ser otro personaje diferente. Pues ninguna evidencia hay en el texto de que el Verbo Glorioso haya dejado Su gloria eterna y haya tomado semejanza de hijo de hombre (v. 16) para continuar su interacción con Daniel. Además, lo que le dice este mensajero a Daniel en los vv. 12-13 parece apoyar esta opinión de que no era el Ángel de Jehová hablándole. Pero debo insistir en que no hay nada concluyente en este texto que descarte una u otra opinión.

Yo opino que Dios le dio una visión de Su Gloria a Daniel en los vv. 4-9 y, a su vez, envió un mensajero a fortalecerle después de aquella visión de Su Gloria y a explicarle con más detalle la visión que tuvo en el v.1. Pero esta es mi opinión. Y no puede ser tomada como la única posible. Sin embargo, en esta interpretación estará basado todo el resto del mensaje. Y voy a ir más allá y me voy a aventurar a decir que probablemente este mensajero celestial sea el ángel Gabriel, quien ya ha venido a explicar las visiones a Daniel en los cap. 8 y 9. Sin embargo, esto no se dice explícitamente en este pasaje bíblico, y hay posibilidades de que sea algún otro ángel o como le dije antes que sea una manifestación veterotestamentaria del Verbo, la Segunda Persona de la Trinidad. Sea Gabriel, sea el Verbo preencarnado, o sea algún otro mensajero celestial, veamos a continuación cómo interactuó con Daniel. 

Leamos juntos el v.11 por favor. Después de ayudarle a incorporarse parcialmente, el mensajero celestial le dice a Daniel que él es muy amado. ¿Por qué Daniel era tan amado para el Señor? ¿No ama Dios a todos Sus hijos? O, ¿ama Él más a unos que a otros? Aunque Dios ama a todos Sus hijos por igual, con el mismo amor con que ama a Cristo, porque en Cristo es que somos amados; sabemos también que no todos Sus hijos tienen la misma comunión con Él. Hay quienes se acercan más a Dios en su comunión y aquellos que no están tan cerca simplemente porque no oran ni estudian la Biblia. El Sal. 25:14 dice: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.” Aquellos que tienen una comunión más íntima con el Señor a través de la oración y el estudio de la Biblia, temen a Dios, obedeciendo Su Palabra, y pueden experimentar más íntimamente el amor del Señor en sus vidas. Así que son muy amados. Y sabemos que Daniel tenía una comunión muy íntima con Dios, y que obedecía continuamente la Palabra de Dios. Así que sí, él es muy amado.

¿Pueden imaginar lo que significa ser llamado “muy amado” por Dios? Mi esposa se siente muy bien cuando yo le digo que la amo. Y ella en verdad es muy amada para mí. Pero estoy seguro que el gozo de su corazón será infinitamente mayor cuando el Señor la llame y le diga: “Ven, muy amada del Señor”. ¡Eso es otro nivel! Para Daniel estas fueron también palabras de mucho ánimo y le ayudaron a ponerse de pie, aunque todavía temblando porque no había recuperado por completo sus fuerzas. Así que el mensajero celestial le continuará animando y fortaleciendo con sus palabras.

Leamos ahora juntos el v.12 por favor. Este mensajero celestial reveló a Daniel la razón por la que él había venido: A causa de sus oraciones y humillación ante Dios durante las pasadas tres semanas. Dios vio la aflicción de Daniel a causa de la visión que había tenido y escuchó sus oraciones por su pueblo, aun antes de que saliesen de su boca. Así que envió a este mensajero desde el primer día en que Daniel dispuso su corazón a entender el propósito de Dios en esa visión, y empezó a humillarse y orar. Y entonces, ¿por qué demoró tanto? Eso es precisamente lo que va a revelar a continuación.

Leamos juntos el v.13 por favor. Aquí hay un gran misterio. ¿Quién es este príncipe del reino de Persia que se opuso al mensajero celestial durante veintiún días? Sin duda no está hablando de Ciro, pues él no se estaba oponiendo a Dios, sino que más bien había mandado a los judíos a reconstruir el Templo a Jehová como aprendimos la semana pasada. Difícilmente sea uno de los hijos de Ciro que pudiese tener poder suficiente para oponerse a un ángel en su misión, y que el ángel necesitase la ayuda de un arcángel para doblegarlo y que pudiese seguir su camino para cumplir su misión con Daniel. Así que definitivamente tiene que ser un ser espiritual también.

El mensaje del P. Sugel Michelén de esta porción bíblica se titula: “Detrás de la Escena”. Y allí él explica que en este versículo se corre el velo espiritual y se nos deja ver lo que sucede detrás de la escena mundial. En este versículo se nos está revelando la gran batalla espiritual que ocurre delante de nuestras narices, pero que no podemos ver. Una gran batalla entre las fuerzas del bien y del mal. Y el P. Sugel profundiza bastante con respecto a esto. Y dice que las decisiones de los gobiernos mundiales, las guerras, las crisis, y todas esas cosas que ocurren en el mundo, son influenciadas por estos poderes demoníacos que dominan a los hombres impíos. También, el Dr. J. Vernon McGee en su programa “A través de la Biblia”, que en Latinoamérica escuchamos en la voz del P. Samuel Montoya, profundiza muchísimo en Demonología a partir de este versículo y usando algunos otros versículos del Nuevo Testamento. 

Sin embargo, yo no voy le voy a dedicar mucho tiempo a este asunto. Solamente les voy a decir que ellos asocian este príncipe de Persia con los principados que menciona Pablo en Efe. 6:12. Y el Dr. McGee dice que Pablo describe en ese versículo cómo está conformado el ejército demoníaco. Aparentemente, este príncipe del reino de Persia era un demonio poderoso que estaba encargado de influir al Imperio Persa para llevar a cabo el plan de Satanás de poner al mundo en contra de Dios y de impedir que el pueblo de Dios hiciese Su trabajo de traer a la gente al Señor. Este príncipe sería más poderoso que el mensajero celestial (¿ángel?) que vino a Daniel (¿Gabriel?), quizás un arcángel que se unió a la rebelión de Satanás, y por eso hizo falta que el arcángel Miguel viniese a ayudar. Noten que a Miguel se le llama príncipe también en el v.21. En la Biblia pareciese que Miguel estaba asignado como el príncipe espiritual de Israel. Así que algunos concluyen que cada nación (o cada gran imperio, por lo menos), tiene asignado un príncipe espiritual, un arcángel.

Lo cierto es que efectivamente hay una gran batalla espiritual que no podemos ver. Y que tanto ángeles como demonios nos superan por mucho en fuerza espiritual. Satanás y sus demonios están trabajando para alejar a la gente de Dios poniéndole tentaciones, difundiendo mentiras, inspirando las decisiones de gobiernos y naciones para promover ciertas ideologías. Por otro lado, los ángeles obstruyen la obra de Satanás, protegiendo a los escogidos y cumpliendo las misiones especiales que Dios les encomiende. Y todo eso está pasando ahora mismo alrededor de nosotros. 

Aquí mismo en la iglesia hay una batalla espiritual. Algún demonio estará susurrándoles al oído que el mensaje que estoy predicando es falso. Te dirá cosas como: “Tú no necesitas arrepentirte de nada. Tú estás bien con Dios. Sigue viviendo así.” Usarán cualquier medio posible para distraerte del mensaje que Dios te quiere hablar: Se va la luz; se daña el aire acondicionado; hay un gran ruido fuera; un niño llora o habla, y entonces, el demonio te susurra al oído: “Mira ese niño. ¡¿Qué lindo, verdad?! Pero cuánta educación le falta. ¿Por qué no se callará? ¿Será que le pasa algo?” Y mientras miras al niño, ves una mosca, o ves algo en el suelo, y te quedas pensando en ello, y ya te perdiste lo que Dios te estaba diciendo. Así de sutil.

Tenemos que estar alerta espiritualmente. Tenemos que orar para no caer en la tentación. Necesitamos disciplina para vencer nuestros deseos carnales y nuestros hábitos pecaminosos. Satanás te va a colocar todas las formas de tentación posibles para que caigas, pero solo caerás si tú lo permites. Por eso necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Sin Él somos presa fácil del diablo. Pero si andamos en el Espíritu y tenemos el escudo de la fe, no habrá arma de Satanás que pueda con nosotros. Amén.

Lo mismo sucede con las pescas en la Universidad de Panamá. Satanás usa cualquier medio necesario para evitar que vayamos. Luego, cuando estamos allá, intenta estorbarnos para que no pesquemos. Empieza a susurrarnos cosas como: “¿No te da pena?” “¿Para qué le vas a hablar a ese muchacho? No tiene pinta de que vaya a aceptar nada. Sigue adelante.” Y también está trabajando susurrando cosas en los oídos de los estudiantes a los que nos acercamos. ¡Estamos en medio de una gran batalla espiritual por las almas! ¡Primeramente por las nuestras, y por las de todos a nuestro alrededor! Satanás anda como león rugiente buscando a quién devorar. 

Y, ¿cuál es la única forma en la que podemos estar preparados para semejante batalla? Efe. 6:10-18: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”. ¡Oremos para que el Señor nos fortalezca en esta cruenta batalla espiritual! Amén.

Leamos ahora juntos el v.14 por favor. Conociendo el motivo de la aflicción de Daniel, el mensajero celestial vino para darle más detalles de la visión que tuvo en el v.1, que trataba de lo que habría de venir sobre Israel hasta los últimos días. Y eso es lo que le va a revelar en los caps. 11 y 12. Pero eso lo veremos ya la próxima semana. Por lo pronto, veamos lo que sucede a continuación.

Leamos juntos los vv. 15-17. Las palabras del mensajero celestial con respecto a la batalla espiritual que se estaba librando dejaron desconcertado a Daniel. Aunque estaba de pie, tenía su cabeza gacha mirando a la tierra y no podía ni hablar. No sabía qué decir o hacer ante tal escenario. ¿No se han sentido ustedes así en alguna situación? ¿Qué debemos hacer en tal ocasión? ¡Busquemos al Señor en oración! El mensajero celestial tocó los labios de Daniel y entonces pudo hablar nuevamente y confesó: “Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.” Muy probablemente se esté refiriendo ahora a la visión del v.1, especialmente al ver la respuesta del mensajero celestial. Esto es lo que debemos hacer nosotros también delante del Señor. Confesemos nuestra confusión e impotencia delante del Señor y pidámosle siempre su fortaleza en oración. Amén.

II.- Daniel es fortalecido por la Palabra de Dios (18-21)

Leamos juntos los vv.18-19 por favor. Ante la confesión de Daniel, el mensajero celestial le tocó nuevamente y le ánimo con la Palabra del Señor: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate.” Fíjense que, excepto por la reafirmación de que él es muy amado, no hay aquí ninguna palabra convincente para Daniel para animarle por la aflicción que vendría sobre su pueblo. Simplemente le desea paz y le invita a esforzarse y alentarse. Parece como cuando alguien está triste y uno se le acerca y le dice: “No estés triste.” Ahí no hay ninguna solución. Pero, la comparación de hecho no es buena. Las palabras del mensajero celestial son más bien como decirle a esa persona triste: “Dios te ama mucho y sabe lo que es mejor. No estés triste. Confía en el Señor.” Si decimos esas palabras llenos del Espíritu y el amor de Dios, podrían consolar a esa persona triste. Más que las palabras, es el Espíritu con el que mensajero las dice. Esas palabras del mensajero celestial eran las palabras de Dios llenas del Espíritu Santo.

Y fíjense en el efecto que tienen en Daniel. Leamos nuevamente el v.19b. Aunque no había palabras convincentes o razonamientos lógicos allí de por qué Daniel debía fortalecerse y alentarse, mientras el mensajero celestial hablaba, Daniel recobraba sus fuerzas. Es muy importante escuchar la Palabra de Dios en medio de nuestras aflicciones. Es el poder de la Palabra la que puede alentarnos y fortalecernos en nuestras aflicciones y en nuestra lucha espiritual. Fíjense en el consejo del apóstol Santiago: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.” (Stg. 5:13). Si estamos afligidos debemos orar confesando nuestra aflicción, y leer la Biblia buscando Su Palabra para nosotros.

Según hemos aprendido de Daniel, si estamos afligidos y apesadumbrados por alguna cosa, ¿qué debemos hacer? ¡Orar y humillarnos delante de la presencia de Dios! Y si hacemos esto, ¿qué va hacer Dios por nosotros? ¡Nos va a mostrar Su Gloria! Pero debemos perseverar en oración hasta que Dios nos muestre Su Gloria. Daniel tuvo que seguir orando y humillándose durante tres semanas hasta que Dios le mostró Su Gloria y envió a Su mensajero para animarlo y fortalecerlo. Nosotros debemos seguir orando y meditando la Palabra de Dios hasta ser fortalecidos por el Señor y obtener la victoria en nuestra batalla espiritual. Amén.

Y, ¿cuál será nuestra señal de victoria en Panamá? ¡Que Panamá se convierta en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa! Entonces, ¿hasta cuándo debemos orar y humillarnos delante del Señor? ¡Hasta que Panamá sea un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa! Y, ¿cómo podemos nosotros ayudar a que esto se cumpla aparte de la oración? Predicando la Palabra de Dios en la Universidad de Panamá. Y, ¿por qué debemos hacerlo en la Universidad de Panamá? Porque ese es el campo de misión que Dios le ha dado a nuestro ministerio. Si nosotros oramos por Panamá y predicamos el evangelio fielmente en la Universidad de Panamá, yo les puedo asegurar que Dios nos va a dar la victoria y Panamá será un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Una nación que envía misioneros a todo el mundo. Amén. 

Pero, hermanos míos amados, debemos fortalecernos en el Señor y en el poder de Su fuerza. Debemos ponernos toda la armadura de Dios y salir a batallar cada día por la salvación de nuestras almas y de las almas de los escogidos de Dios. Así que esfuércense y aliéntense en la oración y en el estudio bíblico. No deje de comer Pan Diario cada día y orar delante de Dios. No deje de estudiar la Biblia cada semana con su pastor. No deje de escribir testimonio bíblico con arrepentimiento cada semana; es más, si puede, escriba un testimonio corto cada día de Pan Diario también. No deje de congregarse como algunos tienen por costumbre, sino más bien esté aquí temprano cada domingo orando por sus ovejas, por sus familiares, por sus amigos, por sus vecinos, por sus compañeros de clases, por sus compañeros de trabajo, para que puedan venir y escuchar la Palabra de Dios y compartir la comunión de Dios aquí en el Centro Bíblico. 

Por favor, ore por mí para que el Señor me fortalezca en mis batallas espirituales y me ayude a escuchar Su voz y a comunicar Su mensaje a Su pueblo. Oremos por nuestra Convivencia para que todas las actividades puedan ser preparadas bajo la guía del Espíritu Santo y para que podamos participar más de 40 personas. Oremos por cada uno de nuestros hermanos para que el Señor les fortalezca en sus batallas espirituales también. Y oremos, sobre todas las cosas, para que Panamá se convierta en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.

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