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Mateo 9:9-17
9:9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.9:10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Porqué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
9:14 Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?
9:15 Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
9:16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.
9:17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.
VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS
VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS
Palabra: San Mateo 9:9-17
V, Clave 9:17 “Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”
En la palabra de hoy se relata del sencillo testimonio de vida de Mateo quien es el autor de este evangelio. Mateo describe cómo fue el llamado de Jesús hacia su vida y cómo reaccionó frente a este llamado glorioso.
A su vez, Mateo da a saber cómo Jesús responde a dos acusaciones. “¿Por qué come con publicanos y pecadores?” y “¿Por qué tus discípulos no ayunan?”. Jesús responde el ‘por qué’. En su respuesta, Jesús nos enseña qué es realmente lo que quiere Dios de nosotros y cómo podemos llegar y permanecer a aquello. Oro que Dios nos ayude a renovar nuestro llamado glorioso, aprendiendo lo que él nos quiere a través de la palabra de hoy.
Primero, Sígueme (9-10). Dos versos 9 y 10 hablan del llamado de Jesús a Mateo. Jesús salió del lugar dónde sanó al paralitico (6-7). En el camino Jesús vio a un hombre llamado Mateo. Él estaba sentado en el banco de los tributos públicos. Capernaum era una ciudad importante como el paso de todos los negociantes del sur hacia la costa y el norte. Así que a la entrada de la ciudad había el banco de los tributos públicos para cobrar los impuestos como Aduana hoy día.
Mateo estaba haciendo su oficio de recaudador de impuesto allí. A diferencia de nuestros días, aquellos días los recaudadores como Mateo se consideraban como traidores de la nación, amantes del dinero y peores pecadores junto con las prostitutas (Mt 21:31-32). El pueblo los trataba con las miradas de odio y desprecio.
Jesús vio a tal Mateo sentado en el banco. Cuando se dice ‘vio (eiden:εἶδον - percibir, notificar, conocer, mirar con atención)’, significa que Jesús lo vio a él con atención y comprensión. En otros versos de este evangelio se emplea el mismo termino. “Pasando Jesús junto al Mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés” (4: 18ª) “Al ver Jesús la fe de ellos” (9:2ª) Jesús vio el vacío, la oscuridad y el deseo que buscaba el camino en su corazón.
¿Qué le dijo Jesús? “Sígueme”. Jesús lo llamó a ser su discípulo. Humanamente Mateo no calificaba a ser su discípulo, porque era un pecador público. Él era un hombre menos respetado por su propio pueblo. Pero Jesús no vio su condición humana. Tampoco Jesús le dijo “arrepiéntete” o “deja todo tu dinero”, sino dijo solo “Sígueme”.
Cuando Jesús le dice “Sígueme”, este llamado quiso decir que él es la dirección verdadera y única para la vida de Mateo. Mateo era un hombre estudiado y muy talentoso. El dinero le compensó a cambio de desprecio del pueblo, pero sin solución de su vacío del corazón. Jesús comprendió su corazón que buscaba la verdad y significado y propósito de su vida. Cuando Jesús lo vio y llamó “Sígueme”, él encontró la dirección verdadera en su vida.
“Sígueme” Esta palabra es un llamado solemne y glorioso del Cristo. Este llamado no es una alternativa u opción que él pueda cambiar a su gusto o a su emoción o alguna conveniencia humana. Literalmente esta palabra significa ‘seguir a Jesús con suma importancia, dejando todo atrás.’ La vida de seguir a Jesús tiene un costo grande. A veces uno hay que dejar todo atrás para seguirle. Pero, la vida de seguir a Jesús le garantiza a uno que Jesús le va a dar la salvación y hacer su discípulo. Y también garantiza la promesa que dará recompensa y gloria por la eternidad. Por este llamado de Jesús, Mateo pudo convertirse una figura grande en toda historia humana. El Cristo nunca se equivoca, ni se arrepiente en su llamado. Jesús conoce a quien llama.
¿Cómo era la reacción de Mateo a la invitación de Jesús? “Él se levantó y lo siguió” (9b). El llamado de Jesús era tan sorprendente y poderoso que Mateo sin vacilar se levantó y lo siguió. Mateo percibió un llamado glorioso del Cristo. Mateo decidió a seguir a Jesús por fe. Él dejó todo su pasado y tomó una decisión definitiva a seguir a quien lo llamó con la autoridad del Hijo de Dios.
Su conversión era efectiva. Mateo recibió a Jesús a su casa. Compartió la mesa y comió con él. También invitó a sus discípulos y a muchos otros publicanos y pecadores. Mateo había venido llevando una vida solo para sí mismo y para su propia familia nada más. Invitar a tanta gente y gastar sus cosas habría sido cosa imposible para él. Pero ahora inició a llevar una vida de servir a Jesús y a otros, sacrificando sus posesiones. Por Jesús, su casa se convirtió en lugar del banquete celestial.
La vida de seguir a Jesús conlleva una vida de compartir con Jesús y con otros. Cuando respondemos al llamado de Jesús, nuestra vida también se goza de la comunión con Jesús. Y el estilo de nuestra vida se cambia a una vida de compartir la mesa con las ovejas de Dios. Cuando servimos a Jesús y a otros necesitados, podemos llevar una vida que goza del banquete celestial. Jesús hoy nos llama de nuevo “Sígueme”. Vamos a tomar una decisión de seguirle nuevamente ante su llamado glorioso. Vamos a compartir nuestra mesa con Jesús y con sus ovejas. Realmente podremos llevar una vida feliz verdaderamente. Oro que Dios nos haga llevar una vida que responde a su llamado glorioso.
Segundo, Misericordia quiero y no sacrificios (11-13). Mientras Mateo y sus amigos se gozaban junto con Jesús, había allí un grupo de gente que disgustaron de lo ocurrido. Ellos eran fariseos. Ellos dijeron a los discípulos de Jesús. “¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? (11)” Los fariseos no pudieron aceptar que un Maestro comiera y compartiera la mesa junto con los pecadores que están lejos de la Ley justa de Dios.
“¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?” Esta pregunta era una condenación no solo a Mateo y sus amigos, sino también a Jesús y sus actos de comer en casa de un pecador. Su condenación era por sus propias reglas legalistas, no por el espíritu de la Ley. Ellos no pudieron ver el gozo del cielo en el corazón de Mateo y de todos los que estaban en la casa de Mateo. Sobre todo ellos no conocieron quien era Jesús quien dio ese gozo a tales pecadores.
Al oír esto Jesús, les dijo. Vamos a leer los versos 12-13. “Al oír esto Jesús, les dijo:
—Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. / Id, pues, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” Como todos saben, Los que se creen enfermos van al médico y los de sanos no van. Aunque esté enfermo, si persiste en no ir al médico, él no puede recibir ninguna ayuda del médico. Así que Jesús no pudo dar el gozo a los fariseos, porque ellos se creían sanos y justos
En el verso 13 Jesús dijo. “Id, pues, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificios” Aquí Jesús citó la palabra de Oseas 6:6. “Porque misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.” En la época de la profeta Oseas, Israel se había alejado de Dios, aunque todavía conservaban los rituales, los sacrificios y las apariencias de la religión. Por eso el Señor le dijo a su pueblo en Oseas capítulo 6:4b “Vuestra piedad es como nube matinal,
como el rocío de la madrugada, que se desvanece.” En su interior había lleno de idolatría, codicia, mentiras, etc. Ellos no se dieron cuenta de que ellos eran solo pecadores miserables que necesitaban la misericordia de Dios. Ellos tenían que reconocer que el espíritu de la Ley y de todo sacrificios era ‘Misericordia (he´sed; hebreo) de Dios’.
El hebreo original ‘he’sed’ (misericordia) representa el trato compasivo que se da a una persona más allá de sus méritos. Es una importante expresión que comunica la idea de un tipo de ‘misericordia fiel y profunda’. Jesús tenía esta misericordia hacia Mateo y sus compañeros pecadores. El evangelio San Mateo cita este mismo verso en otra ocasión, cuando los fariseos lo criticaron por permitir a sus discípulos cosechar el trigo en sábado. “Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, no condenaríais a los inocentes, / porque el Hijo del hombre es Señor del sábado. (Mt 12:7-8)”.
Los fariseos se creían cumplidores de la Ley. Pero no tenían el corazón de Dios. No tenían compasión a los arrepentidos. No aprendieron que ellos mismos son solo pecadores que necesitan misericordia de Dios. Sobre todo ellos no se dieron cuenta de que Jesús es el Hijo de Dios que vino a esta tierra a llamar a todos pecadores al arrepentimiento para dar el perdón de pecados. Por lo tanto, no pudieron saber lo que significaba “Misericordia quiero y no sacrificios”
Este hecho se trata en otros evangelios ‘San Marcos’ y ‘San Lucas’. Sin embargo, esta citación “Misericordia quiero y no sacrificios” aparece solo en San Mateo. Además Mateo cita una palabra semejante “La caña cascada no quebrará y el pábilo que humea no apagará, hasta que haga triunfar el juicio. / En su nombre esperarán los gentiles” (Mt 12:20-21) Mateo se identificó a caña cascada y pábilo humeado. Sintió profundamente un pecador inmerecido ante el Cristo glorioso. ‘Misericordia quiero y no sacrificios’ es un tema principal del evangelio San Mateo. Esta palabra puede ser una palabra del testimonio de Mateo.
¿Cuál es una palabra del testimonio de su vida? Somos pecadores que solo necesitamos la misericordia de Dios para ser salvos. Solo por su misericordia se nos da la salvación y su misericordia nos hace ser misericordiosos a los demás. Su misericordia cambia nuestra vista hacia el mundo. Mis ojos de crítica “¿Por qué?” cambió a los de comprensión, gratitud y compartir la mesa. Es realmente maravilloso. Aprendamos cada vez más el corazón de Dios y vivamos su misericordia para tener su corazón hacia los pecadores que lo buscan desesperadamente. Amén.
Tercero, el vino nuevo en odres nuevos (14-17). Y luego, se le acercaron los discípulos de Juan. Ellos le preguntaron a Jesús. “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” Tal como esta palabra, ellos ayunaban muchas veces y vivían en el desierto en convivencia. Por medio de ayunos, ellos pudieron mantenerse de la contaminación secular y carnal. Los ayunos ayudan a uno a orar profundamente. Y sirven para poder acercarse uno a Dios con toda sinceridad.
La biblia también nos enseña a ayunar por nuestros pecados (Sal 35:13; Joel 2:12). Jesús mismo también enseñó cómo ayunar. “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.” (Mt 6:17-18) Y él mismo ayunó hasta 40 días y 40 noches antes de ser tentado por el diablo (Mt 4:2).
Pero ayunos mismos no dan la salvación, ni la vida. Ayuno es solo un medio por el cual nos acercamos a Dios. Cumplido este propósito, ya no se necesita ayuno, porque la vida de Dios le hace vivir en gozo y alegría. Cuando los discípulos dijeron “ayunamos muchas veces”, sus ayunos se convirtieron en ‘tradición humana’. Ellos estaban poniendo excesiva importancia en su tradición de ayuno de ‘muchas veces’. Mas que nada ellos no pudieron conocer quién era Jesús y cuál es el gozo que da él. Ellos no entendieron el testimonio de su propio maestro Juan hacia Jesús. “¡Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn 1:29b).
Entonces, Jesús les dijo. Vamos a leer los versos 15-17. “15 Jesús les dijo: —¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la rotura. 17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.”
Uno, Jesús es el esposo de las bodas. Aquellos días, a los que estaban de bodas no se les permitían hacer luto, mientras estaba el esposo, porque las bodas era un evento más importante que cualquier cosa. Jesús vino a este mundo como el esposo verdadero a su iglesia. Jesús es la fuente de gozo tan grande de salvación que supera toda tristeza y dolor. Por lo tanto, los que están con Jesús viven un banquete de bodas siempre. El gozo celestial es la característica de la vida de quienes lo creen.
Pero si, el hombre debe ayunar cuando este esposo sea quitado. Cuando fue crucificado Jesús, todos sus hombres y mujeres lloraron, golpeando sus pechos. Así como cuando Jesús sea quitado de nuestro corazón por pecados ocultos, debemos ayunar de todos deleites seculares y carnales hasta que seamos encontrado en él.
Dos, ser odre nuevo. Jesús compara esta tradición ‘ayunar muchas veces’ al vestido y odre viejos. La tradición buena puede ser un buen instrumento para poder llegar a la presencia de Dios. Pero es como un vestido y el vino viejos que no tiene el potencial en sí para dar la salvación.
Pero, el evangelio de Jesús es el paño y el vino nuevos. El paño nuevo tiene fuerza de tirar. El vino nuevo tiene mucha potencial cuando se fermenta. El vestido viejo no puede soportar la fuerza de un remiendo del paño nuevo y el odre viejo no puede contener la fuerza tan potente del vino nuevo. Si intenta el odre viejo contener el vino nuevo, el odre viejo se rompe y el vino se le pierde juntamente.
Por lo tanto, para contener el evangelio de Jesús, uno debe ser el odre nuevo. El evangelio de Jesús es siempre nuevo como el vino nuevo. El evangelio de Jesús tiene la gran fuerza que puede salvar a un pecador y cambiarlo a ser su discípulo santo. El evangelio de Jesús tiene el poder que limpia un pecado horrible. “A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los que no son judíos.” (Rom 1:16)
¿Cómo nos podemos mantener un odre nuevo siempre? El verso 13b dice “porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” El evangelio de Jesús requiere un corazón arrepentido y renovado genuinamente de todos los pecados que entristecen a Dios. Sin arrepentimiento de pecados ocultos, nadie puede ser un odre nuevo. Solo un corazón arrepentido y humilde obtiene esa flexibilidad dada por Dios que conserva el potencial del evangelio poderoso del Cristo. Para ser ese odre nuevo, cada día debemos luchar con la palabra de Dios y obtener un corazón arrepentido y renovado. Oro que Dios renueve cada día nuestro corazón como odre nuevo para que su poder obre en nosotros y la gloria del evangelio permanezca en nuestra vida.
Conclusión, El llamado de Jesús sobre nuestra vida nunca se equivoca y jamás falla. Él nos conoce y comprende. Y nos llama “Sígueme”. Al llamarnos, él lo hace por su misericordia. Quiere que seamos misericordiosos hacia los demás y un odre nuevo para contener el potencial del evangelio. Oro que podamos seguir a Jesús como odre nuevo para que la misericordia de Dios y el poder del evangelio permanezcan en nuestra vida. Amén
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M. Esteban Cho (BO)
( 18 de diciembre de 2020 )
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