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Mateo 9:1-8
9:1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.9:2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
9:3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
9:4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
9:5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
9:6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.
9:7 Entonces él se levantó y se fue a su casa.
9:8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
LEVÁNTATE Y TOMA TU CAMILLA
LEVÁNTATE Y TOMA TU CAMILLA
Palabra: San Mateo 9:1-8
V, Clave 9:6 “Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”
Desde el capítulo 8 de San Mateo se va manifestando la obra de sanación de Jesús. La palabra de hoy relata cómo Jesús recibe a un paralítico y cómo lo sana. Sobre todo en el curso de sanación, Jesús quiso que todos supieran quien es él. Esto era primero para el paralitico mismo así como los escribas, paralíticos espirituales y toda la gente allí.
Esta palabra de Jesús se dirige directamente a nosotros que sufrimos parálisis en algunas partes ocultas. Lo que nos hace tendidos y paralizados es una parálisis, sea emocional o mental o espiritual. Jesús sabe cómo sanarlas. Con la palabra de hoy Jesús nos ayudará a levantar de la camilla de parálisis. Oro que podamos oír su voz y llevar una vida levantada.
Primero, Ten ánimo, hijo (1-2a). Jesús había calmado la tempestad grande y después sanó a los endemoniados en la tierra de los gadarenos (cap 8). Y volvió a su ciudad Capernaum. Jesús inició a enseñar a mucha gente allí. Según San Marcos 2:2, el verso paralelo, allí se juntaron muchos hasta que ya no cabían ni aun a la puerta. Pero mientras enseñaba la palabra, sucedió algo impresionante. Un paralitico tendido sobre una camilla fue traído ante Jesús. ¿Cómo este paralitico pudo llegar a Jesús? Este paralítico llegó a Jesús por la ayuda de sus ayudantes (Mr 2:3-4).
El parálisis es la pérdida parcial o total de funciones corporales. De manera habitual, suele estar ocasionada por las enfermedades del sistema nervioso o debido a traumatismos graves como el derrame cerebral o lesiones de médula espinal. El paralítico del pasaje habría sufrido la pérdida total de funciones corporales. Sin duda su acercamiento a Jesús, tendido sobre camilla era un desafío grande por la gente. Además, el ambiente del lugar no era tan amigable para que un paralitico llegara de alguna manera interrumpida (3). Sin embargo, este paralitico pudo llegar hasta dónde estaba Jesús con valor de fe.
¿Cómo recibió Jesús a este paralítico? ‘¿Jesús dijo - por qué interrumpiste el ambiente de enseñanza?’ Vamos a leer el verso 2. “Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.”
Jesús no vio su apariencia, ni su manera de acercamiento interrumpida. Jesús no los condenó o reprendió, sino vio lo interior. La palabra dice ‘Jesús vio la fe’. Esto quiere decir que este paralítico vino a Jesús por fe. No tuvo miedo de la mirada de la gente que estaba allí, tampoco tenían duda en la piedad y el poder de Jesús. Puso su mirada solo en Jesús y superó los miedos en su corazón.
Nuestro Dios mira el centro de corazón. Dios mira el motivo escondido, intención, anhelo profundo del corazón de uno. Nadie puede ocultar nada ante Dios. Dios considera y mide los pensamientos del corazón y hace segar frutos correspondientes conforme a aquellos. “Pero Jehová respondió a Samuel: —No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” (1S 16:7)
Además la palabra dice que Jesús vio la fe de ellos. La fe era no solo del paralítico, ni solo de sus compañeros, sino era la fe de sus compañeros. Hubo una colaboración de fe obrada en amor. Si no hubiera la fe del paralítico, no pudieran sus compañeros traerlo ante Jesús. Si no hubiera la fe de sus compañeros, el paralítico no tendrían cómo venir a Jesús solo. Era la fe colectiva. Dios es quien se complace y bendice este tipo de fe obrada en colaboración del amor y la bendice gustosamente. Esta fe obrada entre los hermanos tiene el poder que mueve el corazón de Dios. La fe de los hermanos siempre hace alcanzar a su misericordia sin fallar. Cuando los hermanos trabajan en fe y amor, Dios se glorifica. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.” (Jn 13:35) La fe de este paralitico y de sus amigos movió el corazón de Jesús.
Viendo la fe de ellos, Jesús le dijo al paralitico “Ten ánimo”. Este paralitico pudiera haber sufrido baja autoestima por su estado corporal. Además habría estado con ánimo reducido por el ambiente condenador por los escribas que se encontraban allí. Pero, Jesús inmediatamente le animó, diciendo “ten ánimo”. Jesús sostuvo su fe y le alentó. Jesús lo recibió como su hijo precioso. “ten ánimo, hijo” Jesús es quien alienta a todos los que se le acercan por fe. “tu fe te ha salvado” (Lc 7:50; 8:48; 17:19; 18:42) Jesús jamás echa fuera a quien se le acerca por fe. “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.” (Jn 6:37) Así que acerquémonos a Jesús en fe con nuestro problema de parálisis. Sobre todo luchemos a acercar no solo a mi persona, sino también a una oveja que sufre algún parálisis interior a Jesús quien alienta y bendice la obra de fe en colaboración.
Segundo, tus pecados te son perdonados (2b-6a). El paralítico vino a Jesús, esperando que fuera sanado por él. Se esperaba que Jesús le dijera así “Seas sanado de tu parálisis”. Pero Jesús le dijo “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados (2b)” ¿Por qué Jesús le diría del perdón? ¿Qué tiene que ver su parálisis con pecado? ¿Qué dice Jesús mismo al respecto?
Como nosotros arrojamos preguntas a la palabra de Jesús, allí en el lugar también había un grupo de gente que no pudo entender, ni aceptar su dicho del perdón de pecados. Ellos eran los escribas (‘los maestros de la Ley’ – NVI). Ellos estaban allí para juzgar lo que hacía Jesús en base de la Ley. cuando Jesús dijo “tus pecados te son perdonados”, ellos pensaron en sí mismos “Éste blasfema”. Según la Ley, sus pensamientos eran naturales, porque nadie puede dar perdón de pecados sino Dios. Y Jesús ya conoció estos pensamientos de ellos.
Jesús les hizo una pregunta a los escribas. “¿Qué es más fácil, decir: “Los pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda? (5)” ¿Puede usted responder a esta pregunta? Tal vez ‘los pecados te son perdonados’ es más fácil, porque es cosa invisible y nadie puede comprobarlo. Pero en realidad, las dos cosas son difíciles o más bien imposibles decir algún hombre, porque son cosas de Dios. Por lo tanto, los escribas pensaron “este blasfema”. Cuando Jesús dijo “tus pecados te son perdonados”, podemos concluir en dos respuestas; uno es que Jesús blasfemó o Jesús es el Dios.
Jesús mismo se responde a su pregunta. Vamos a leer el verso 6ª. “Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”. Jesús dio perdón de pecados al paralitico, porque quiso que supieran todos que él es quien tiene potestad en la tierra para perdonar pecados. Jesús quiso que supieran todos incluso los maestros de la Ley que Jesús es el Cristo tan esperado que vino a esta tierra para perdonar pecados.
La sanación corporal es una salvación milagrosa. Pero sin el perdón del pecado, su salvación corporal no vale mucho, ya que va a morir nuevamente a corto plazo. En cambio la salvación del perdón de pecado le da la vida eterna. Aunque su cuerpo sufra el parálisis, un paralitico puede vivir feliz en su alma si recibe perdón de pecados.
Toda enfermedad humana vino del pecado, desde la caída de Adán. En el huerto de Edén no había enfermedad alguna. Pero enfermedad y miseria comenzaron cuando pecaron la humanidad. Y el parálisis mismo puede ser un pecado ante Dios, porque él creó al hombre según su imagen para pionear, administrar y dominar la criatura de la tierra. El hombre es independiente de todas las cosas o dependiente solo de Dios.
Los hombres sufren una parálisis espiritual por sus pecados. Si uno peca, el pecado inmediatamente paraliza su conciencia pura y su pensamiento sano. Cuanto más pecados comete uno, tanto más parálisis controla las áreas de su vida. Pierden la función de su musculo espiritual, mental y emocional y van perdiendo la hermosura heredada por Dios. Por naturaleza pecaminosa la relación entre Dios y un ser humano nace paralizada fundamentalmente. Durante toda su vida uno sufre una parálisis espiritual y no puede alcanzar la felicidad que quiere alcanzar verdaderamente.
Dios tuvo misericordia de la humanidad y envió a su Hijo a la tierra como Hijo del hombre para dar el perdón de pecados. Y lo entregó en la cruz como el Cordero de Dios. Así cualquiera que viene a Jesús por fe recibe el perdón cumplida en la cruz. Cualquiera que viene a Jesús ya puede vivir bajo esa potestad de libertad verdadera de toda parálisis. Cuando viene uno a Jesús arrepentido genuinamente, él ve su fe y lo recibe con manos abiertos, diciendo “Ten ánimo, Hijo, Tus pecados te son perdonados”.
El perdón de pecados es lo que Jesús quiere dar a los que se le acercan por fe. “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (Lc 10:20) Cuando recibimos el perdón de pecado de Jesús, su vida nueva entra en nosotros que éramos los paralíticos espirituales. se nos da los nervios y músculos nuevos en toda parte necesaria y restaura su imagen original que él nos quiere dar progresivamente. Finalmente su perdón de pecados nos da la nueva fuerza a levantar de nuestro parálisis y nos hace llevar una vida que él quiere que llevemos. Tengamos ánimo en Jesús. Jesús nos recibió como sus hijos e hijas. Él dio su vida y derramó su sangre por nosotros. Y su perdón está obrando en nosotros con nueva vida. Y la vida eterna está asegurada para nosotros que le creemos. Oro que sea nuestro corazón lleno de gratitud por su perdón, viviendo una vida como sus hijos perdonados y bendecidos.
Tercero, Levántate, toma tu camilla (6b-8). Ahora ¿Qué dice Jesús a este paralítico? Vamos a leer el verso 6b otra vez. “—dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.” Jesús le dijo “Levántate”. Jesús quiso que el paralitico se levantara de su parálisis físico. Jesús quiso que este paralitico tomara su camilla de parálisis y se fuera a su casa para llevar una vida nueva y sana.
Hasta el momento, todo lo que pudo hacer este paralítico era estar tendido sobre la camilla. Él había podido llegar a Jesús solo por la ayuda de sus compañeros. Pero ahora él mismo tenía que responder a Jesús que dice “Levántate”. Jesús dirigió esta palabra no a todos los amigos, sino únicamente al paralitico. “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él tenía que oír su voz y obedecerla. Él mismo tenía que levantarse de su lugar de parálisis, tomar su camilla e irse a su casa. Ningún otro pudo hacerlo en su lugar. Cuando Jesús se lo dijo, el paralitico la obedeció y se levantó y se fue a su casa. La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Jesús quiere que levantemos de nuestra parálisis. No somos paralíticos físicamente. Pero Uno puede padecer una parálisis emocional tal como no se siente compasión, respeto, amor a otros hermanos. Uno puede tener una dependencia total a cierta persona como a su papá o mamá o esposo o esposa mentalmente. Y no puede hacer muchas cosas independientemente.
Si nos quedamos tendidos y paralizados sobre una camilla por alguna cosa, somos paralíticos en ese punto. En mi caso, al pensar de los fracasos en el ministerio de los jóvenes chilenos, mi corazón quedaba tendido sobre mi camilla de parálisis. Me dada un pensamiento paralitico continuado. Me parecía que levantar a los jóvenes chilenos como discípulo de Jesús, maestro bíblico y pastores es cosa imposible. Pero al leer la palabra de hoy, me doy cuenta de que soy un paralitico espiritual. Fui llevado a Jesús por mis pastores cuando era un paralitico total por mis amigos pastores. Jesús me había dado el perdón de pecados. Pero ahora siento la necesidad de escuchar y obedecer a la voz de Jesús nuevamente. “Levántate y toma tu camilla”. Jesús no me dice “seas un exitoso predicador”, “levantas a muchos discípulos chilenos”, sino me dice “levántate y toma tu camilla de parálisis y vete al tu casa dónde hay tu Dios y verdadero tú en él”. Él quiere que yo lleve una vida levantada de mi parálisis, sea que lleve fruto visible o no. Oro que pueda obedecer a su voz y levantarme de mi parálisis, tomando mi camilla. Amén
¿Cuál es su parálisis? ¿Cuál problema le hace quedar tendido sobre una camilla? Sea pocas o muchas, total o parcial, lo importante es oír la voz de Jesús y obedecerla. “Levántate y toma tu camilla y vete a tu casa” somos ya perdonados. Pero levantarnos es de nuestra decisión y voluntad. Si escuchamos y obedecemos a levantarnos, Jesús nos restaurará los nervios nuevos y sanos y músculos fuertes progresivamente para poder andar sanos y fuertes.
Conclusión, Jesús no ve la apariencia, sino la fe. Sobre todo Jesús ve la fe obrada por amor en colaboración. Jesús es quien da ánimo y perdón a todos los que se le acercan por fe. Finalmente Jesús nos levanta de nuestro parálisis. Oro que podamos ir a Jesús y obedecer a su voz. “Levántate y toma tu camilla y vete a tu casa”
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P. David Leal (MX)
( 19 de febrero de 2021 )
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