Daniel 10:1-9

10:1 En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.
10:2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.
10:3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.
10:4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
10:5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.
10:6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.
10:7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.
10:8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
10:9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

VISIÓN DE DANIEL DEL VARÓN CELESTIAL


Buenos días. La mayoría de los comentaristas concuerdan en que los últimos tres capítulos del libro de Daniel constituyen una sola unidad, bien sea una revelación o una visión que le vino a Daniel de parte de Dios. Aunque en realidad podríamos hablar de dos visiones: Una que se menciona en el v.1: “y tuvo inteligencia en la visión”, y que se explica en los caps. 12-13, que aprenderemos en un par de semanas; y la otra, la visión del varón celestial que aprenderemos hoy. Con este mensaje intentaremos entender esta visión y su significado para Daniel y para nuestras vidas. Yo oro para que Dios nos dé sabiduría y entendimiento para comprender esta visión y que nos muestre también Su Gloria para fortalecernos en nuestras luchas espirituales. Amén. 

Hoy solo alcanzaremos a ver los primeros nueve versículos de este capítulo, pues en él hay muchas cosas que aprender y comprender. Veremos primero el contexto histórico en el que ocurre esta visión. Luego, hablaremos un poco de la primera visión que tuvo Daniel y que no se describe en este capítulo. Después, hablaremos un poco acerca de la lucha espiritual inicial de Daniel. Para finalmente profundizar un tanto en la visión del varón celestial. Yo oro para que a través de este mensaje podamos aprender el corazón pastoral de Daniel y nos aflijamos al ver el estado de nuestro pueblo también y oremos fervorosamente por Panamá para se convierta en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Y que Dios nos muestre Su gloria y nos llene de Su poder. Amén.

I.- La primera visión y la lucha espiritual de Daniel (1-3)

Leamos juntos el v.1 por favor. En el año primero del rey Ciro de Persia, el 538 a.C., él emitió un edicto diciendo: “Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.” (Esd. 1:2-3). Cumpliéndose así la palabra de Jehová en Isa. 44:26 – 45:7, donde se profetiza, unos 200 años antes, que Ciro sería el instrumento de Dios para reconstruir la ciudad y el Templo de Jerusalén; y las profecías en Jer. 29:10 y 25:12 que predecían que la desolación de Jerusalén y el exilio babilónico durarían 70 años, después de los cuales Dios castigaría a Babilonia y el pueblo de Judá regresaría a su tierra.  

Estamos aquí, entonces, en el año tercero de Ciro rey de Persia, el 536 a.C., dos años después de que Zorobabel liderase un grupo de unos cincuenta mil judíos para que regresasen a Jerusalén y comenzasen a reconstruir el Templo de Jehová (Esd. 2). Y, ¿dónde estaba Daniel? Leamos juntos el v.4 por favor. Estaba junto al río Hidekel, que nosotros probablemente conocemos mejor como el río Tigris, uno de los dos ríos que rodeaba Mesopotamia. ¡A unos 900 km de Jerusalén! Y lo lógico sería preguntarse: ¿Por qué Daniel no regresó junto con Zorobabel a Jerusalén? Simplemente, la Biblia no nos da la razón. Pero podemos estar seguros que no fue por indiferencia de Daniel. En el cap. 9 vimos al profeta orando con gran dolor y arrepentimiento para que Dios hiciese resplandecer Su rostro nuevamente sobre Su santuario asolado en Jerusalén (Dan. 9:17). Él anhelaba con todo su corazón que la ciudad y el templo fuesen reconstruidos y el nombre de Jehová fuese adorado allí nuevamente. Seguramente él deseaba con todo su corazón ver el Templo de Jehová en todo su esplendor como cuando de niño iba allí con su familia a adorar a Dios.

Sin embargo, existen varias posibles razones por las cuales Daniel no regresó. 
Primero, Daniel era ya de edad muy avanzada. Tendría unos 90 años. Así que sería muy difícil emprender tan largo viaje, y trabajar para reconstruir la ciudad. Sufriría mucho y no sería de mucha utilidad. Segundo, por su trabajo como consejero real. Puede ser que Ciro no le haya permitido el regreso, sino que le pidió quedarse y continuar como consejero; o, que Daniel consideró que podía ayudar más a su pueblo desde su posición. Tercero, Dios no se lo permitió. Puede ser que Dios le haya impedido a Daniel regresar, o que le haya dicho expresamente que no debía regresar porque todavía tenía una misión por cumplir en el exilio. Podría ser por alguna o por todas estas razones. Lo que sí es cierto es que la voluntad de Dios para Daniel era que permaneciese en el exilio, y Daniel con su comunión tan cercana con el Señor lo sabía, pues de lo contrario estoy seguro que Daniel habría regresado a Jerusalén con sus conciudadanos. 

¿Tenemos nosotros esta comunión cercana con Dios? ¿Sabemos qué misión nos ha encomendado el Señor? ¿Estamos realmente dispuestos a cumplir con Su voluntad? O, ¿nos dejamos llevar por nuestros deseos, emociones, pensamientos y sentimientos? Yo oro para que cada uno de nosotros pueda tener una comunión íntima con el Señor. Y que podamos orar siempre buscando la voluntad de Dios para nosotros. Y que Dios nos revele Su voluntad para nuestras vidas. Y cuando el Señor nos revele Su voluntad, aunque sea contraria a la nuestra, podamos obedecerla fielmente como lo hizo Daniel aquí. Amén.

Leamos nuevamente el v.1 por favor. Entonces, en el año tercero le fue revelada palabra a Daniel. Al parecer Daniel tuvo una visión que no se nos describe aquí, pero que dice al final del versículo que “él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.” ¿Cuál visión sería esa? Pareciera que en el original hebreo sí dice algo con respecto a esto, pero aquí la RVR60 traduce vagamente: “y la palabra era verdadera, y el conflicto grande”. Sin embargo, al comparar con otras versiones de la Biblia tenemos más información. Por ejemplo, la NVI traduce: “En el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel, que también se llamaba Beltsasar, recibió una revelación acerca de una gran guerra [a].  El mensaje era verdadero y Daniel pudo comprender su significado en la visión.” Y en una nota al pie dice que podría ser una gran guerra o acerca de tiempos difíciles. Por su parte la NTV traduce más explícitamente que: “la visión tenía que ver con sucesos que ciertamente ocurrirían en el futuro, es decir, tiempos de guerra y de grandes privaciones.” Así que Daniel tuvo una visión de una gran guerra y/o de tiempos difíciles que vendrían sobre su pueblo en el futuro. Y esa visión es la que se interpreta en los caps. 11 y 12 que aprenderemos en un par de semanas. 

Por ahora, leamos los vv. 2-3 por favor. Aunque Daniel no describe la visión, el v.1 nos dice que la entendió, y al entender la gran guerra y los tiempos difíciles que se avecinaban, se afligió grandemente durante tres semanas. En ese tiempo no quiso comer ningún manjar delicado, ni comer carne, ni vino, ni tampoco se bañó. Estaba tan afligido como si estuviese de luto por la muerte de un familiar muy cercano. Algunos interpretan esta actitud de Daniel como una especie de ayuno, aunque otros dicen que no lo podemos llamar ayuno como tal, pues él muy probablemente comería pan y legumbres y bebería agua. Lo que sí podemos saber es que este tiempo de aflicción no fue una depresión de Daniel, sino un tiempo de recogimiento espiritual que acompañó de oración según leemos en el v.12: “desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras”. Claramente Daniel estaba privándose de los placeres carnales y orando a Dios por su pueblo a causa de la visión que había tenido.

Aunque algunos interpretan que quizá Daniel estaba afligido así al oír las noticias de lo que sucedía en Jerusalén. La reconstrucción del templo se había detenido porque los samaritanos la impedían. Y los judíos que habían regresado a Jerusalén se habían dedicado a reconstruir sus casas y a sembrar sus tierras, olvidándose del Templo de Jehová (Esd. 4; Hag. 1). Esta también podría ser una razón de Daniel para afligirse. Pero creo que tiene más que ver con la visión que había recibido en el v.1, pues el mensajero de Dios trata de fortalecerlo revelándole más detalles de la visión en los caps. 12 y 13, y asegurándole la victoria final del pueblo de Dios.

Antes de que llegara el M. Juan Seo a Venezuela, estaba el M. Pablo Oh sirviendo la misión allí, mientras trabajaba en la Embajada de Corea junto con la M. Ana. A la hora de almuerzo, el M. Pablo y la M. Ana iban a la Universidad Central de Venezuela a pescar entre los estudiantes. Y él no iba a almorzar hasta que lograse pescar por lo menos una oveja. Para él era más importante pescar una oveja que almorzar, aunque tenía hambre. Yo oro para que nosotros tengamos el corazón pastoral de Daniel y del M. Pablo Oh, y que nos sacrifiquemos, aunque sea un poco, para la obra de Dios, orando por la misión en Panamá y pescando ovejas en la Universidad de Panamá, afligiendo nuestras almas hasta que Dios nos permita tener al menos una oveja fiel en la Universidad de Panamá. Y que así Dios nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén. 

II.- La visión del varón celestial (4-9)

Leamos juntos el v.4 por favor. Esta es la primera vez que Daniel nos da una fecha exacta en su libro. Dice que él estaba junto al río Tigris “el día veinticuatro del mes primero”. Siguiendo el calendario judío sería el 24 de nisán. Esta fecha es significativa porque nos da un marco temporal para la aflicción de Daniel. Él estuvo afligido durante todo el mes de nisán. ¿Saben qué se celebraba en ese mes? La Pascua y la Fiesta de los Panes Sin Levadura. El 14 de nisán era la fiesta de la Pascua para recordar la salida de los hijos de Israel de Egipto (Éxo. 12:2-14; Lev. 23:5). Cuando Jehová los liberó de la esclavitud por medio de Moisés. Luego, el 15 de nisán era el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura que se extendía por siete días hasta el 21 de nisán (Éxo. 12:18; Lev. 23:6). Así que Daniel estuvo afligido durante estas fiestas, probablemente porque los judíos no las estarían celebrando en Jerusalén en ese momento, y también por la visión que había tenido acerca de las guerras y opresiones que sufriría su pueblo en el futuro.

Leamos ahora juntos los vv. 5-7. El 24 de nisán mientras estaba junto al río Tigris, probablemente haciendo su trabajo, Daniel alzó sus ojos al río y miró a un varón vestido de lino y ceñido con un cinto de oro muy fino. El cuerpo de este varón era como de una piedra preciosa verduzca, y su rostro tan brillante como un relámpago. En medio de la luz brillante de su rostro, podía ver los ojos de este varón como antorchas de fuego. Sus brazos y sus pies fulguraban como el bronce bruñido. Y su voz resonaba como si hablara una multitud. Aunque Daniel estaba acompañado de otros hombres, ninguno de ellos vio a aquel varón, sino solo Daniel. Ellos sintieron un terror repentino y corrieron a esconderse, dejando solo a Daniel allí. 

¿Quién sería este misterioso varón que vio Daniel en el río? Pues, en este capítulo no se nos da su identidad. Pero quisiera que leyésemos Apo. 1:12-16: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.” ¿A quién vio Juan en Apocalipsis? No hay duda alguna que a Jesús Glorificado. Y el parecido con la descripción de Daniel es extraordinario. Así que pareciera que Daniel vio al Verbo en Su Gloria eterna aquí.

Sin embargo, a pesar del formidable parecido de la descripción de Daniel con la de Apocalipsis, muchos comentaristas dudan de que este sea el Hijo de Dios. Pues en el v.13 dice que el príncipe de Persia le impidió llegar antes a Daniel y el Arcángel Miguel le tuvo que ayudar para que él pudiese venir a Daniel. La duda sería razonable si el varón de la visión y el que le habla a Daniel en el v.13 fuesen el mismo como ellos interpretan. Sin embargo, pareciera en el texto que el varón que le toca y habla a Daniel a partir del v. 10 es diferente al de la visión en los vv. 5-6. Pareciera que en los vv. 5-6 Daniel vio la gloria de Dios manifestada en el Verbo, la Segunda Persona de la Trinidad. Y luego llegó un mensajero divino a fortalecerlo después de aquella gran visión.

Fíjense en la reacción de Daniel ante esta gran visión en los vv. 8-9. Leámoslos juntos por favor. Ante la visión, Daniel desfalleció completamente, pero al oír el sonido de las palabras de aquel varón, se desmayó cayendo de boca al suelo. Comparemos esta reacción con la del apóstol Juan en Apo. 1:17a: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies.” Ambos cayeron como muertos al ver y oír al Verbo en toda Su Gloria. El Comentario Beacon dice: “C. F. Keil identifica al Ser que se le apareció a Daniel como el Ángel de Jehová, el Logos divino, y se refiere a Apo. 1:13.” No hay duda de que Daniel vio al Verbo, la Segunda Persona de la Trinidad, en su visión, cuyas salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad (Miq. 5:2). 

Es increíble cómo algunos hablan de haber tenido encuentros y experiencias con Dios o con Jesús en persona, y que hablaron con Él como si estuviesen hablando con un amigo que se encontraron. El P. Sugel Michelén en su mensaje de esta porción de Daniel cuenta de una vez que el Dr. John MacArthur fue abordado por un hermano al final de una reunión dominical, y de cómo este hermano le contó al Dr. MacArthur que una vez se estaba afeitando en el baño de su casa y tuvo una visión de Jesús entrando por la ventana del baño para darle una Palabra. Y en medio de su historia, el Dr. MacArthur lo interrumpe y le pregunta: “Hermano, ¿y usted continuó afeitándose?” No es posible que Jesús aparezca delante de nosotros y permanezcamos en pie. Mucho menos que terminemos de afeitarnos en tal situación.

La reacción de Daniel y la de Juan son las esperadas de los seres humanos al ver la Gloria Divina. Nadie puede permanecer en pie al estar en la presencia misma de Dios. Nuestros cuerpos humanos débiles no soportan el poder y la gloria de Dios y de Su Palabra. Ante la visión de la gloria de Dios uno debería exclamar como el profeta Isaías: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” (Isa. 6:5). O como Simón Pedro al discernir la naturaleza divina de Jesús después de la pesca milagrosa que “cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” (Luc. 5:8). En la presencia de la Gloria de Dios o de Su Santa Palabra, el terror de la muerte a causa de nuestro pecado debilita nuestro cuerpo hasta sentir que morimos.

No puede ser que al escuchar a Dios a través de Su Palabra mostrándonos nuestro pecado y llamándonos al arrepentimiento, reaccionemos tibia e indolentemente. Tenemos que caer de rodillas y rogar por la misericordia de Dios, conscientes de que merecemos el infierno. No puede ser que nos acerquemos livianamente en oración delante de Dios como si estuviésemos hablando con el vecino. Tenemos que acercarnos con reverencia sabiendo que venimos ante el Trono del Dios Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. No puede ser que vengamos a la iglesia el domingo como si fuésemos a un teatro. Tenemos que venir con la conciencia y la reverencia de que venimos a adorar al Señor de señores y al Rey de reyes, y sentarnos atentos a escuchar Su Palabra sabiendo que Él tiene un mensaje importante que dar a nuestras vidas. Seamos siervos obedientes y reverentes a Dios. Amén.  

Dios le habría dado a Daniel una visión de Su Gloria aquí para animarlo en medio de su aflicción por el futuro de su pueblo. La Gloria de Jehová guardaría a Israel aun en los tiempos más oscuros que le sobrevendrían. Aun en medio de la abominación desoladora de Antíoco IV Epífanes. No dejemos que ningún diagnóstico o pronóstico aflija nuestras almas. En medio de toda situación podemos confiar en que Jehová nos guardará y hará Su voluntad en nosotros. Confiemos en Dios en cualquier adversidad y Él nos mostrará Su Gloria. Oremos para que la Gloria de Dios se manifieste sobre Panamá y la convierta en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Amén.

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