Daniel 8:1-27
8:1 En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.8:2 Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.
8:3 Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después.
8:4 Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.
8:5 Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos.
8:6 Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza.
8:7 Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder.
8:8 Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.
8:9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.
8:10 Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.
8:11 Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
8:12 Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.
8:13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?
8:14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.
8:15 Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre.
8:16 Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.
8:17 Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.
8:18 Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie.
8:19 Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.
8:20 En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.
8:21 El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero.
8:22 Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él.
8:23 Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas.
8:24 Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.
8:25 Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana.
8:26 La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días.
8:27 Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.
VISIÓN DE DANIEL ACERCA DEL TIEMPO DEL FIN
Buenos días. La semana pasada comenzamos con la sección apocalíptica de Daniel. Estudiamos la primera visión de Daniel, en la que aprendimos que Jehová es el Dios soberano que tiene el control de toda la historia y que ha visto el futuro tal y como ha visto el pasado. No es un mero espectador que espera que las cosas pasen para reaccionar, sino que ya sabe todo lo que va a ocurrir y tiene todo el control, y al final prevalecerá Su voluntad y el Reino de Dios será establecido, y toda lengua confesará que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre. Amén.
Oro para que cada uno de nosotros pueda ver la mano de Dios obrando en el mundo, a pesar del aparente triunfo actual del mal. Y que vivamos cada día de acuerdo a los valores del Reino de Dios, y expandiendo el Reino de los Cielos por medio de la predicación del evangelio, y que al hacer esto Dios nos use para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
Hoy vamos a aprender la segunda visión que tuvo Daniel acerca del futuro, esta vez acerca del tiempo del fin (vv. 17,19). La visión comienza con un acercamiento más detallado a los eventos alrededor de la segunda y tercera bestias de la visión anterior, y después incorpora nuevos detalles acerca del cuerno pequeño de la visión anterior que veremos que tendrá un cumplimiento anticipado, y después tendría el cumplimiento final con el Anticristo como aprendimos la semana pasada. Esta visión nos ayudará a tener una idea de lo que sucederá al final de los tiempos.
Yo oro para que cada uno de nosotros pueda tener sus ojos y oídos espirituales bien atentos. Y que podamos ver cómo Dios reveló a Daniel con increíble detalle los sucesos históricos que comenzarían a suceder unos años después. Y que al ver cómo se cumplieron las profecías, podamos tener fe en el cumplimiento de la profecía del establecimiento final del Reino de Dios en la Tierra, y con esta fe podamos vivir cada día en santidad para nuestro Dios, predicando la buena noticia del Reino de Dios a todos a nuestro alrededor, particularmente a los jóvenes estudiantes de la Universidad de Panamá, conforme al llamado de nuestro ministerio. Y que al hacer esto Dios nos use para establecer Su reino en nuestra nación, y convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
I.- Visión del carnero y el macho cabrío (1-8)
Leamos juntos los vv. 1-2 por favor. Un par de años después de su primera visión en sueños, Daniel tiene una nueva visión, esta vez despierto. Esta visión se daría por el año 551 a.C. (tercer año del reinado de Belsasar) cuando Babilonia todavía estaba firme en el poder, pues faltaban unos doce años para su caída que vimos en el capítulo cinco. Así que está visión se ubicaría cronológicamente también entre los capítulos cuatro y cinco de Daniel. En cuanto al v.2, no es del todo claro si Daniel se encontraba físicamente en ese momento en la ciudad de Susa, o si se vio a sí mismo en la visión en aquella ciudad. Pareciera que Daniel fue transportado en la visión a Susa, en la provincia de Elam, pues esta ciudad sería luego la capital del Imperio Medo-Persa. Y allí, junto al río Ulai, transcurriría toda la visión de Daniel.
Leamos ahora juntos los vv. 3-4 por favor. Lo primero que Daniel miró en su visión fue un carnero que estaba delante del río y que tenía dos cuernos. Y aunque ambos cuernos eran grandes, uno era más grande que el otro, y el más grande creció todavía más. Después vio que el carnero hería con sus cuernos al occidente, al norte y al sur, y ninguna bestia podía hacerle frente, ni había quien escapase de su poder, pues era demasiado fuerte, así que hacía lo que le placía y se engrandecía cada vez más.
En el v.20 se nos dice que este carnero representa a los reyes de Media y de Persia. El cuerno más grande representaba a Persia, que era más poderosa; y el cuerno más pequeño, a Media. Tal y como el oso en la visión anterior se alzaba más de un lado que del otro porque Persia tenía más poder e influencia que Media en esa alianza. El imperio Medo-Persa comenzó a expandirse desde el oriente y venía atacando hacia el occidente, a Babilonia y Lidia; hacia el norte, a los escitas; y hacia el sur, a Egipto; y ninguna de estas grandes bestias pudo hacerles frente. Todas fueron conquistadas, y el Imperio Medo-Persa se hizo grande y poderoso, y estuvo en pie por más de doscientos años.
En la primera visión, el Imperio Medo-Persa fue representado con un oso para hablarnos de su ferocidad y fuerza. Aquí se lo representa con un carnero. David Guzik citando a Wood comenta: “Amiano Marcelino, un historiador del cuarto siglo, declara que el gobernante persa llevaba la cabeza de un carnero mientras estaba delante de su ejército.” Y también cita a Strauss diciendo: “El carnero era el emblema nacional de Persia, un carnero estaba acuñado en las monedas persas, así como en el tocado de los emperadores persas.” Así que la figura del carnero era realmente adecuada para representar a este imperio en la visión de Daniel.
Leamos juntos el v.5. Un poco más adelante en su visión, Daniel mira un macho cabrío que viene del occidente corriendo tan rápido que parecía flotar. Este macho cabrío tenía un gran cuerno entre sus ojos. En el v.21 se nos revela que este “macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero.” Este sería Alejandro Magno. Daniel avanzó doscientos años en su visión y miró cómo Alejandro Magno venía a toda velocidad desde el occidente, tan rápido que sus pies parecían no tocar el suelo. Ya vimos la cita de Adam Clarke la semana pasada: “Nada en la historia del mundo tenía igual con las conquistas de Alejandro, quien corría por todos los países, desde Ilírico y el Mar Adriático, hasta el Océano Índico y el Río Ganges; y en doce años subyugó parte de Europa, y toda Asia.” A todo galope, en solo doce años, conquistó casi todo el mundo conocido.
Leamos juntos el v.7. Alejandro Magno vino con toda su furia contra el Imperio Medo-Persa. La invasión de Alejandro Magno comenzó en el año 334 a.C. con la conquista de Anatolia, la parte occidental del Imperio Persa. Allí derrotó a los sátrapas persas y aseguró su control sobre la región. Luego, avanzó hacia el sur y se enfrentó a las fuerzas persas en la famosa Batalla de Issos en el año 333 a.C., donde logró una victoria decisiva. Continuó su avance hacia el sur y conquistó las ciudades fenicias, incluida Tiro. Luego, se dirigió a Egipto, donde fue recibido como un libertador y fundó la famosa ciudad de Alejandría.
La campaña de Alejandro Magno contra Persia culminó en la Batalla de Gaugamela en el año 331 a.C. Allí, su ejército derrotó a las fuerzas persas y logró una victoria aplastante. Esto marcó el colapso del Imperio Persa y la caída de su rey Darío III. Después, continuó avanzando hacia el oriente y conquistó Babilonia, Susa y Persépolis, las antiguas capitales persas. Finalmente, llegó hasta el río Indo, en el actual territorio de la India, antes de que sus tropas se negaran a avanzar más.
Así, fueron quebrados los dos cuernos del carnero Medo-Persa, “y el carnero no tuvo fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder.” Ese fue el fin del gran Imperio Medopersa y el comienzo del gran Imperio Griego que duraría desde el 323 a.C., cuando terminaron las guerras de Alejandro Magno, hasta la conquista de Grecia por la república romana en el 146 a.C. Aunque el establecimiento del dominio romano no rompió la prolongada continuidad en la sociedad de la cultura griega, que se mantendrían en la misma forma básica hasta la llegada del cristianismo, pero sí señaló el final de la independencia política griega.
Leamos ahora el v.8 por favor. No hemos hablado aún de la relevancia de la imagen del macho cabrío para representar al Imperio Griego. Con respecto a esto comenta Clarke: “El macho cabrío era un símbolo muy apropiado del pueblo griego o macedonio. El obispo Newton observa muy apropiadamente que, doscientos años antes de la época de Daniel, se les llamaba Aegeadae, el pueblo de las cabras; el origen de este nombre se dice que es el siguiente: Carano, su primer rey, fue con una multitud de griegos a buscar una nueva morada en Macedonia, fue aconsejado por un oráculo para tomar las cabras como guías; y después, al ver un rebaño de cabras huyendo de una violenta tormenta, las siguió hasta Edesa, y allí fijó la sede de su imperio, e hizo de las cabras sus estandartes; y llamó al lugar Aege o Aegea, la ciudad de las cabras; y al pueblo Aegeadae, el pueblo de las cabras […] Y, en referencia a este origen, Alejandro llamó a su hijo con Roxana, Alejandro Aegus, Alejandro el Cabrío. Todo esto demuestra la gran pertinencia del símbolo aquí empleado.”
En el año 323 a.C., Alejandro contrajo fiebre palúdica y murió a los 32 años de edad. Así fue quebrado aquel gran cuerno, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables, pues por el 301 a.C., cuatro de sus generales se habían hecho con el poder: Casandro, en Grecia; Lisímaco, en Tracia y Asia Menor; Seleuco, en Mesopotamia y Siria; y Ptolomeo, en Egipto y Palestina. Ellos mantuvieron el Imperio Griego, aunque dividido, por alrededor de doscientos años hasta que fueron conquistados por los romanos.
Es destacable cómo el libro de Daniel predice con tal exactitud eventos que sucederían siglos más tarde. Para la época de Daniel, Grecia no tenía prospección alguna de convertirse en un imperio con tal fuerza y con tal velocidad para conquistar. No había manera tampoco de que supiera que aquel gran imperio se dividiría en cuatro partes como claramente predice aquí. Simplemente es asombrosa la precisión con que se cumplió esta profecía. Esto tiene que llevarnos a estudiar cuidadosamente la Biblia y a creer las promesas que en ella nos son hechas. Aunque algo parezca imposible de cumplirse, la Biblia nos muestra vez tras vez, que el Señor cumplirá lo que ha dicho.
Lo hemos visto también con respecto al cumplimiento de las profecías acerca del Mesías, y quizá la más increíble de ellas fue la que el propio Jesús dio acerca de sí mismo: “que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.” (Mat. 16:21). ¿Quién puede predecir que resucitaría de los muertos y hacerlo? ¡Solo Jesús! Y también predijo que iría al cielo a prepararnos lugar y después volvería para llevarnos con Él (Jua. 14:2-3). Así que debemos creer que Jesús pronto vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria y nos llevará a vivir para siempre en el reino de Dios junto con Él. Amén.
II.- El cuerno pequeño y el tiempo del fin (9-27)
Leamos juntos el v.9 por favor. De uno de aquellos cuatro cuernos notables, saldría un cuerno pequeño. Aquí la visión es un poco diferente a la visión anterior. En la anterior, el cuerno pequeño salía de uno de los diez cuernos de la cuarta bestia. Aquí estaría saliendo de la tercera bestia, de Grecia. Y la razón de esto, es que son cuernos diferentes, aunque guardan una gran relación entre sí. Y vamos a ver a quién representa este cuerno y cómo se relaciona con el de la visión anterior.
Este cuerno pequeño creció mucho al sur, al oriente, y hacia la tierra gloriosa. Y en el v.23 se nos dice que este cuerno será “un rey altivo de rostro y entendido en enigmas.” Y continúa en el v.24 diciendo que “se fortalecerá […] y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.” Es decir, que este rey se levantará contra el pueblo de los santos, esto es, contra el pueblo de Israel. A eso es lo que se refiere cuando dice que creció mucho hacia la “tierra gloriosa” como se le llama a Palestina en Dan. 11:16,41,45 y en Eze. 20:6,15.
Leamos ahora juntos los vv. 10-12. Este rey se hará muy grande y poderoso y se ensoberbecerá incluso contra Dios, derrotando por completo al ejército de Israel, y haciendo cesar el continuo sacrificio en el Templo y trayendo la “prevaricación asoladora” que se menciona implícitamente en el v.12, pero expresamente en el v.13. ¿Qué rey cumplió con esta visión? El rey seléucida (del cuerno de Seleuco) Antíoco IV Epífanes. Su nombre nos habla de su altivez pues significa “dios manifestado”. Antíoco Epífanes fue un cumplimiento tan dramático y detallado de esta profecía en la historia, que los críticos insisten que el Libro de Daniel debió ser escrito después de este tiempo, pues el cumplimiento es realmente alucinante.
Antíoco Epífanes ejerció su dominio hacia “el sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa” [Israel] (v.9). Asesinó a gobernantes y persiguió al pueblo de Israel (“y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó”, v.10). Blasfemó en contra de Dios y ordenó una adoración idólatra dirigida hacia sí mismo (“se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos”, v.11). Conquistó Jerusalén, asesinó a muchos en el Templo y detuvo el sacrificio continuo en el templo (“y por él fue quitado el continuo sacrificio”, v.11). Profanó el Templo sacrificando un cerdo sobre el altar y colocando una estatua de Zeus Olímpico en el lugar santo (“y el lugar de su santuario fue echado por tierra.”, v.11). Se opuso a Dios y pareció prosperar (“echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.”, v.12).
Antíoco fue un infame perseguidor del pueblo judío. Él quería que éstos se sometieran a la cultura y religión griegas. El sometimiento de los judíos por parte de Antíoco llegó a su clímax en diciembre del 168 a.C. cuando él regresó de una derrota en Alejandría. Él ordenó a sus generales que se apoderaran de Jerusalén en el Día de Reposo. Allí puso un ídolo de Zeus y profanó el altar al sacrificar un cerdo, y al rociar los jugos del cerdo en el santuario. El sacrificio se detuvo porque el templo fue profanado. Fue responsable por el asesinato de más de cien mil judíos.
¿Por qué Dios permitió que todo esto sucediese? El v.12 nos da la clave: “A causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio”. La prevaricación o el pecado de Israel propició este juicio de Dios sobre ellos. El primer ataque de Antíoco IV en contra de los judíos fue para resolver una rivalidad por el cargo del sumo sacerdote. Un sumo sacerdote piadoso, Onías III, fue quitado del cargo y remplazado por su hermano Jasón, porque Jasón sobornó a Antíoco. Luego, en el 172 a.C., otro hermano, Menelao, le dio a Antíoco un soborno aún mayor, y remplazó a Jasón. Un año después Menelao empezó a vender los utensilios de oro del templo para levantar fondos para pagar el soborno. Onías III le reprochó esto, y Menelao lo mandó a asesinar. Mientras tanto, Jasón juntó un ejército y peleó contra Menelao para recuperar el cargo de Sumo Sacerdote. Antíoco IV llegó a Jerusalén en el 171 a.C. para defender al hombre que le diera el soborno más alto para ser el Sumo Sacerdote. John Trapp comenta: “Esta fue la razón por la cual Dios puso sobre ellos este mal, como lo fue Antíoco, como castigo de su impiedad tan abierta, y de su apostasía formal.”
Leamos ahora los vv. 13-14. Muchos piensan que este santo que hablaba es una aparición veterotestamentaria del Verbo. Podría ser, pero no hay suficiente información como para aseverarlo. Lo cierto es que ese santo le respondió a otro, probablemente un ángel, que preguntaba cuánto tiempo duraría esta profanación y le dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.” Muchos debaten con respecto a este período de tiempo. ¿Serán 2,300 días literales? ¿Serán 2,300 años? El Dr. John MacArthur comenta: “Se trata de dos mil trescientos días, así como en Gén. 1:5 se utiliza ‘y’ en ‘la tarde y la mañana un día’ para aludir a esa unidad de tiempo. El período abarca unos seis años y cuatro meses en los que se sacrifica un cordero dos veces al día, uno en la mañana y otro en la tarde (Éxo. 29:38-39). La profecía fue precisa en la identificación del tiempo que corresponde a la persecución de Antíoco, entre el 6 de septiembre del 171 a.C. y el 25 de diciembre del 164 a.C. Después de su muerte, los judíos celebraron la purificación de su lugar santo en el festival de las luces o Janucá, en celebración de la restauración liderada por Judas Macabeo.” Esta parece una interpretación bastante razonable y da a la profecía una precisión increíble.
Así hemos podido ver el cumplimiento histórico de esta visión de Daniel en los Imperios Medo-Persa y Griego. Pero, veamos lo que dice el pasaje bíblico más adelante. Leamos los vv. 15-16. Aunque ya nosotros hemos entendido la visión, y la hemos comprobado a través de la historia, Daniel no podía entenderla. Así que el Señor le envió al ángel Gabriel para interpretarle la visión. Esta es la primera vez que se menciona a un ángel por nombre en la Biblia, y solamente Gabriel y Miguel son mencionados por nombre en los libros canónicos.
Leamos juntos los vv. 17-19. Cuando Gabriel vino hasta donde estaba Daniel, éste se desmayó. No pudo resistir el poder de la presencia y de las palabras del ángel porque la gloria de Dios y Su Palabra emanaban de él. Pero Gabriel le fortaleció con el toque del Señor que le habrá dado la fuerza espiritual a Daniel para recibir el poder de la Palabra de Dios. Y le repite en dos ocasiones, antes y después de desmayarse, que la visión es para el tiempo del fin (vv. 17 y 19). Esto es un problema para algunos, porque ya vimos que la profecía de los vv. 1-14 fue cumplida en los días de los Imperios Medo-Persa y Griego. Las expresiones “tiempo del fin” y “lo que ha de venir al fin de la ira” comúnmente se refiere a lo que pensamos como el final de los tiempos, que entendemos que comenzó con la primera venida de Jesús al mundo y terminará con Su Segunda Venida.
Algunos, para acomodar los tiempos y el cumplimiento de las profecías, tratan de interpretar que el tiempo del fin comenzó con la persecución de Antíoco IV Epífanes. Pero esto no encaja con el resto de la interpretación de las Escrituras. Entonces, ¿cómo podemos reconciliar esta profecía con lo que conocemos como el fin de los tiempos? En realidad, es muy sencillo. Esta profecía tuvo un doble cumplimiento, y lo podemos ver armonizado con la primera visión. El cuerno pequeño tiene una primera manifestación y cumplimiento con Antíoco IV Epífanes, conforme a esta visión. Pero su cumplimiento final es con el Anticristo, antes de la Segunda Venida, como lo vimos en la primera visión la semana pasada, y como aprendimos también en Mat. 24 con la abominación desoladora, que leemos aquí como la “prevaricación asoladora” en el v.13. Así que Antíoco IV Epífanes fue una prefiguración del Anticristo y de su obra.
Lo que hemos aprendido hoy acerca del cumplimiento histórico de esta visión, prefigura lo que sucederá antes de la Segunda Venida del Señor. La Iglesia apostatará y se corromperá como lo hizo el pueblo de Israel. ¿No lo estamos viendo ahora? Muchos pastores que no predican la Palabra de Dios, sino su propio pensamiento, o la basura esa de la prosperidad. Muchas iglesias que en realidad no son iglesias, donde no se adora a Dios ni se escucha Su Palabra, sino que se reúnen para complacerse unos a otros. Incluso, iglesias lideradas por pastores homosexuales con su pareja. O pastores que obtienen sus cargos con política o sobornos como les acabo de mencionar con Jasón y Menelao. Y muchas cosas peores vendrán. Y en medio de ese ambiente se levantará el Anticristo. Y algunas “iglesias” lo aceptarán como si fuese el Cristo y le adorarán. Así que debemos tener muy abiertos nuestros ojos y oídos espirituales para no caer en tal apostasía, sino que podamos permanecer fieles en la fe y la doctrina que hemos recibido de Jesús y de sus santos apóstoles. Amén.
Leamos ahora juntos el v.27 por favor. Después de recibir aquella impactante visión, Daniel quedó quebrantado espiritualmente e incluso su cuerpo se enfermó algunos días. Él había visto el terrible sufrimiento de su pueblo en los siglos venideros. Su corazón se acongojó y se angustió de tal manera, que llegó a enfermarse. Así deberíamos reaccionar también nosotros ante la poderosa Palabra de Dios. Cuando Dios nos hable y nos muestre nuestro pecado, deberíamos llorar y gritar de arrepentimiento. Debería darnos náuseas al ver nuestro ser pecaminoso y cómo ofendemos a Dios. Deberíamos acongojarnos hasta enfermar al ver el estado de la Iglesia de Dios y de la sociedad en nuestros días. No deberíamos tener ganas de más nada, sino de arrepentirnos y llorar. Pero somos muy indolentes ante la Palabra de Dios. Dios nos está hablando aquí y nos estamos durmiendo en las sillas. ¡Despierta iglesia y clama a tu Dios! “Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efe. 5:14).
Yo oro para que cada uno de nosotros pueda estar alerta espiritualmente. Que podamos velar y orar para no caer en tentación. Que podamos orar por nuestra nación, por la Iglesia Universal de Dios, por nuestra iglesia, por nuestros hermanos, por nuestras ovejas, y por nosotros mismos, porque se acerca el tiempo de la gran tribulación en la que se manifestará el hombre de pecado, el Anticristo. Que el Señor nos ayude a vivir como escogidos de Dios, obedeciendo la Palabra de Dios cada día y estando en comunión con Él, y predicando el evangelio del reino para convertir a Panamá en un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa para Su gloria. Amén.
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P. David Leal (MX)
( 19 de febrero de 2021 )
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