Mateo 7:13-23

7:13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
7:14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
7:15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
7:16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
7:17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
7:18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
7:20 Así que, por sus frutos los conoceréis.
7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

LA PUERTA ANGOSTA


LA PUERTA ANGOSTA


Palabra: San Mateo 7:13-23 

V, Clave 7:13-14 “Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.


La semana pasada aprendimos que hacer las cosas con otros que queremos que ellos nos hagan en vez de juzgarlos es absolutamente la obra que hace nuestro Padre celestial en el corazón de su pueblo. No juzga es más que algo difícil, sino solo es posible por el amor que nos impulsa. 


Ahora Jesús nos aconseja dar los pasos continuos para la vida. Su palabra hoy nos hace revisar cómo andamos. ‘¿Por cuál puerta entramos y por cuál camino caminamos?’ En esta palabra se nos muestra dos puertas con sus caminos; una angosta y la otra ancha. Y nos exhorta encarecida y urgentemente a entrar por la puerta angosta. Oro que a través de la palabra de hoy podamos entrar en esa puerta y caminar por camino que Jesús nos direcciona.  


Primero, Entrad por la puerta estrecha (13-14). Vamos a leer el verso 13-14. “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; / porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”


Aquí aparecen dos tipos de puertas y caminos; una ancha y la otra angosta (estrecha). 

La puerta y el camino anchos permiten entrar a todo tipo de las personas sin importar su condición de altura y tamaño o lo que tenga en sus manos, etc. Su camino es también espacioso que se puede andar cómodamente, haciendo todo lo que quieran. Es un camino fascinante y relajado humanamente. Y muchos entran por ella y caminan por ese camino espacioso. ‘¿Por qué no?’ Así dirían los que andan por allí. 


En cambio, la puerta angosta no ofrece tal comodidad que la puerta ancha. La puerta angosta exige entrar uno por uno en toda humildad. Y puede que suelten las cosas que les impiden entrar. Y el camino angosto requiere tener prudencia y cuidado, pasar soledad e incomodidad y negar su apetito secular. Por lo tanto, pocos son los que la hallan (14b). 


Pero lo importante es su destino respectivo. Según Jesús dice, la puerta ancha y el camino espacioso, aunque son cómodos y muchos van por allá, los llevan a la perdición, mientras que la puerta y el camino angostos a la vida.  


Para entender esto en el concepto práctico, podemos compararlo con salud. Nos gusta comer algo dulce y rica que agrada nuestro paladar sin importar las etiquetas de alto en sodio, azúcar, colesterol y caloría. Además muchos no moderan la cantidad que come muchas veces, incluso mi persona. Y finalmente hemos de ir a Hospital con serio problema de salud que puede causar una perdición definitiva.  Pero los que luchan por su buena salud entran por una puerta angosta. Hacen una buena dieta, absteniéndose de las comidas dañinas, moderan la cantidad que come, Hacen un buen ejercicio para bajar de peso y mantener el buen funcionamiento del cuerpo. Cuesta vivir esta vida. Pero para llevar una buena salud, los hombres se esfuerzan día a día.  


Y también para poder entrar en la mejor universidad, cada uno debe luchar, porque la puerta no es ancha. De igual manera, el buen trabajo también tiene una puerta angosta para pocos.    


La puerta y el camino angostos que Jesús habla no tienen competencia tal como la de una Universidad y una empresa. Cuando Jesús menciona del destino ‘la vida’ y ‘la perdición’, esto directamente apunta a ‘la salvación’. La puerta ancha y el camino espacioso nos llevan a la perdición, mientras los que entran por la puerta estrecha y el camino angosto pueden llegarse a la salvación. La puerta que Jesús habla es singular, no plural. Es la única puerta que lleva a la vida.  


Una vida sin Dios y secular puede ser la puerta ancha. Esa vida no requiere ninguna lucha contra la pecaminosidad. En ese camino uno se deja en una vida según su deseo corrupto; toda lujuria, egoísmo, avaricia, vanagloria, etc. No es necesario absolutamente arrepentimiento, ni sacrificio alguna de su apetito carnal. Incluso una vida religiosa puede ser la puerta ancha y el camino espacioso. La religiosidad ofrece una sensación de paz y satisfacción, pero en realidad lleva una vida como quiera según su deseo humano. Tales vidas finalmente llegarán a la perdición tal como Jesús dice. 


En cambio la puerta estrecha y el camino angosto requieren un arrepentimiento genuino de sus pecados. Se exige un cambio fundamental de actitud y una entrega en corazón. Sin aquello nadie podrá entrar por ella. Es la puerta dónde uno puede entrar con toda humildad y rendición. En este sentido, la puerta que lleva a vida es muy angosta. Y también su camino requiere luchas de toda fuerza, no a medias; muchas veces es el camino de soledad, dolores y paciencia, aunque allí se encuentran los amigos genuinos y valiosos. Lo importante es que esta puerta y este camino finalmente nos lleva a vida y salvación. 


Segundo, por sus frutos los conoceréis (15-23). Entonces, ¿Cómo podemos identificarnos si vamos por esa puerta y ese camino angostos o no?


Uno, por sus frutos los conoceréis (15-20). En el verso 15, Jesús menciona de falsos profetas. “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” (15) En la época de la primera iglesia había falsos Cristos y profetas. Los falsos profetas hablan del ‘Cristo’, pero no vivían su enseñanza. Por fuera tienen vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces que vienen a destruir la vida. Ellos no tienen el amor del Cristo. Su destino es la perdición. ¿Cómo podemos discernir si son los falsos profetas o los siervos verdaderos de Dios?


 Jesús dice “por sus frutos los conoceréis” (16, 20) Todas las personas han de dar sus frutos de su corazón que es la identidad verdadera. Tal como las uvas no se recogen de los espinos e higos no de los abrojos. Los falsos profetas no pueden llevar los frutos del Espíritu de Verdad. Ellos no pueden llevar ningún fruto del Espíritu Santo como gozo de salvación, amor genuino, santidad, humildad, y mansedumbre, etc. Los que andan en esa puerta estrecha y ese camino angosto, van dando esos frutos de vida que son indicios claros de su destino final, la vida eterna. 

En cambio, tales personas llevarán los frutos vergonzosos de pecados. Y en fin, serán cortados y echados en el fuego por el dador de vida (19). Así viendo los frutos de uno, podemos identificar a una persona definitivamente. 


Por otro lado, en Cristo seremos evaluados y medidos por nuestros frutos. Aunque se puede esconder o engañar el proceso, no se engañan los frutos. Entre todos los creyentes, algunos llevarán muchos frutos u otros pocos. Si caminamos de verdad por el camino angosto, llevaremos sus frutos correspondientes que Dios nos da como regalo. Si llevamos buenos frutos en nuestra vida, seremos alabados por Dios y por los hombres evidentemente. 


Dos, por hacer la voluntad del Padre celestial (21-22). Los que entran por la puerta angosta son los que hacen la voluntad del Padre. Vamos a leer el verso 21. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”  Es sorprendente que uno puede profetizar en el nombre del Cristo, echar fuera demonios y hacer milagros en su nombre entrando por la puerta ancha y caminando por el camino espacioso. Si, aún los falsos profetas pueden hacer lo mismo. Por lo tanto, sepamos que es muy peligroso dejar nuestra atracción en milagros, poder supersticioso y algún tipo de profecía extraña, dejando de lado la palabra de Dios. 


Jesús dice “no todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos.” Solo él que hace la voluntad del Padre celestial entrará allí. Es importante observar si uno hace la voluntad del Padre celestial en cosas pequeñas y ocultas. Si luchamos hacer su voluntad por las cosas que enfrentamos, la obedecemos, Dios da un gozo celestial en nuestro corazón. Y Dios con seguridad nos conducirá a su reino. Y si vemos a uno que habla ‘Señor’ o ‘Dios’ pero no vive la palabra, entenderemos que no son del Cristo.  


Tres, Nunca os conocí (23). En verdad, entrar por la puerta estrecha y por el camino angosto es una vida que sigue a Jesús. Vamos a leer el verso 23. “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” Jesús dice claramente “Nunca os conocí; apartaos de mí” Jesús es quien está dando la última palabra en cuanto a salvación de cada individuo. Jesús sabe si uno entra por la puerta y el camino angostos o no, porque él es la puerta y el camino. 


Jesús mismo dijo. “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. / Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Jn 10:7,9) Jesús se manifestó a sí mismo como ‘la puerta de las ovejas’ Jesús es la única puerta que nos lleva a la salvación. Y también dijo “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn 14:6) aquí Jesús declara de sí mismo que él es el camino. Solo Jesús puede llevarnos al Padre celestial. 


Nadie puede entrar por esta puerta con su pecado. Esta puerta estrecha se le abre a quien se arrepiente genuinamente de sus pecados y obedecen al evangelio. Solo quienes niegan su naturaleza pecaminosa día a día, pueden caminar por este camino. Los que entran por esta puerta y este camino angostos son invitados a tomar unas cruces pequeñas dadas por Dios. estas pequeñas cargas son las cruces que Jesús nos da tanto para servir a Dios y a sus ovejas como para aprender de él. 


Cuando Jesús menciona ‘la puerta estrecha’ y ‘el camino angosto’, Jesús mismo primero entró por esa puerta y pasó por ese camino angosto. Jesús negó a sí mismo, tomó su cruz, caminó por el camino de Gólgota y obedeció hasta el fin ante la voluntad de Dios. Jesús amó hacer la voluntad del Padre Dios. De esta manera se abrió un camino nuevo hacia el Padre por Jesús. Apóstol Pablo también dijo “Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su muerte” (Fil 3:10). Así, durante toda su vida, Apóstol Pablo entro por la puerta estrecha y caminó por el camino angosto para conocer del Cristo Jesús.  


Entrar por la puerta estrecha y caminar por el camino angosto cuesta mucho realmente. Pero allí habrá la compañía preciosa de nuestro Señor Jesús y también habrá consolación alentadora de los que caminan por el mismo camino. Pero los que entran por la puerta ancha y caminan por el camino espacioso no tienen ninguna manera para poder conocer quien es Jesús. A tales, definitivamente Jesús dirá “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.


Conclusión, “Entrad por la puerta estrecha y caminad por el camino angosto”. Nuestros Señor Jesús entró por esa puerta estrecha primero y nos invita a entrar por allí por vida. Y amablemente nos acompaña todo momento. Cuando entramos por esa puerta y caminamos por ese camino, Dios nos hará llevar muchos frutos en Cristo Jesús. Esforcémonos, pues, a entrar por esa puerta. Amén.   








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