Éxodo 20:1-6

20:1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
20:2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS (I): YO SOY JEHOVÁ TU DIOS


Buenos días. La semana pasada aprendimos la manifestación de Jehová delante de los hijos de Israel en el monte Sinaí para venir a hacer su pacto con ellos. Después de que Jehová les dijo que quería hacer de ellos “su especial tesoro” y un “reino de sacerdotes y gente santa”, los hijos de Israel aceptaron entrar en un pacto de obediencia con Él. Así que Jehová descendió desde el cielo y se manifestó a ellos de forma grande y terrible en el Monte Sinaí. Los hijos de Israel se estremecían por la grandeza con la que Jehová se manifestó delante de ellos. Había una espesa nube sobre el monte, relámpagos, truenos y un ensordecedor sonido de bocina. El monte se estremeció y humeaba cuando Jehová descendió sobre él en fuego. Todo esto lo hizo Jehová para infundir en ellos respeto reverente y que obedeciesen las palabras del pacto.

Los hijos de Israel tuvieron que santificarse durante dos días para prepararse para cuando Jehová descendiese al tercer día a hacer el pacto con ellos. Allí aprendimos que nosotros también debemos prepararnos espiritualmente para tener nuestro encuentro con Dios. Debemos santificarnos, separándonos de nuestra labores cotidianas, y disponer nuestras mentes y corazones para venir y tener un encuentro con Dios cada domingo en nuestro culto dominical. Oro para que hoy podamos tener un encuentro personal con Dios y que su Palabra llegue profundamente a nuestros corazones para que nos dispongamos a obedecerla y a vivir vidas santas y agradables a Dios. Amén.

Hoy vamos a comenzar a aprender los primeros diez mandamientos que Jehová le dio a Moisés y que son el núcleo del pacto que Él haría con ellos. Estos diez mandamientos son considerados los más importantes porque resumen todo el pacto, y porque Dios mismo con su dedo los escribió en dos tablas y se los entregó a Moisés quien después los guardó dentro del Arca del Pacto. Son tan importantes, que de las más de 600 leyes que Jehová dio a los hijos de Israel, estos diez mandamientos son los más conocidos y todavía hoy tratamos de cumplirlos.

Empezaremos hoy con el fundamento de la Ley y con los primeros dos mandamientos relativos al politeísmo y la idolatría. La próxima semana aprenderemos otros tres y la siguiente los cinco restantes. Yo oro para que a través del mensaje de hoy podamos entender el corazón amoroso y celoso de Dios por nosotros y que le demos el lugar que le corresponde en nuestro corazón y en nuestras vidas. Amén. 

I.- La gracia de Jehová como fundamento del pacto (1-2)

Miren el v.1. Moisés subió a la cumbre del monte conforme Jehová le había llamado en Ex. 19:20. Allí Jehová habló a Moisés todas estas palabras del pacto comenzando con los diez mandamientos. El propósito de Jehová con este pacto es que, si los hijos de Israel lo guardaban tal cual se los daba, ellos serían “un reino de sacerdotes y una nación santa”. Así que esta era la razón por la que Jehová daba a Moisés todos estos mandamientos, leyes y estatutos tan específicamente para que el pueblo pudiese guardarlos adecuadamente. 

Miren el v.2. Pero antes de darles todos sus mandamientos y leyes, Dios le recuerda a Moisés quién es Él y lo que hizo por ellos. ¿Cómo se presenta Dios delante de Moisés? “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” Primero, Yo soy Jehová tu Dios. El Señor se presenta delante de Moisés con el mismo nombre con el que se le había revelado cuando lo llamó desde la zarza ardiente en ese mismo monte hace unos dos años atrás, como aprendimos en Ex. 3:14: “Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” Él le recuerda a Moisés que Él es el Dios Eterno y Autodeterminado, Jehová, el nombre con el que Él había escogido ser recordado por todos los siglos. Este es el nombre con el que Él firmaría el pacto con los hijos de Israel y como sería conocido por ellos y por nosotros.

Segundo, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Jehová envió a Moisés a Egipto a liberar a su pueblo que había estado esclavizado allí durante 430 años y no tenía esperanza alguna para salir. Él hizo esto por amor a Abraham, a Isaac y a Jacob, y no por nada que el pueblo de Israel hubiese hecho para merecerlo. Es decir, que Jehová sacó al pueblo de Israel de Egipto por su pura gracia y soberanía para demostrarles que Él es su Dios poderoso como les dijo en Ex. 6:6-7: “Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.”

Entonces de los vv.1-2 podemos aprender que el autor y dador de la Ley no es Moisés, aunque la conocemos como la Ley de Moisés, sino Dios mismo. Jehová era quien estaba dando la Ley a Moisés y lo hacía con su gracia y amor para la santidad de su pueblo. Cuando entendemos y recordamos esto, entonces podemos obedecer los mandamientos de Dios con agradecimiento, pues recordamos que Él nos salvó con su gracia y amor, y lo único que quiere es que nosotros vivamos de manera santa y agradable para Él.

Muchos piensan que la Ley, y los diez mandamientos que forman parte de ella, ya no están vigentes porque eran parte del antiguo pacto de Dios con su pueblo. Sin embargo, la Ley es el estándar de Dios para la santidad del hombre. Allí está escrito lo que Dios requiere del hombre para ser santo. Y como les dije al principio, los diez mandamientos son el núcleo de la Ley y la resumen. Y todavía Jesús los resumió aún más en dos mandamientos que en la actualidad debemos aplicar como toda enseñanza de Jesús: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mt. 22:37-40).

Para saber cómo podemos aplicar estos dos mandamientos en lo que Jesús resumió todo, debemos entender y obedecer los diez mandamientos que Jehová le dio a Moisés y al pueblo de Israel. Ningún cristiano puede amar a Dios por sobre todas las cosas y amar a su prójimo como a sí mismo, sino obedece los diez mandamientos. Como les dije al principio, hoy aprenderemos los primeros dos mandamientos que muestran, en parte, cómo podemos amar a Dios por sobre todas las cosas. 

II.- No tendrás dioses ajenos delante de mí (3-6)

Miren el v.3. El primer mandamiento que Jehová da al pueblo es que no pueden tener otros dioses fuera de Él. Él prohíbe el politeísmo, es decir la adoración a varios dioses al mismo tiempo. Jehová demanda de los hijos de Israel que el único Dios al que pueden adorar es Él, y que no tolerará que se adore a otro dios además de Él. Los hijos de Israel vivían en una región politeísta. Habían estado viviendo en Egipto durante 430 años, y ya aprendimos con las plagas la cantidad de dioses que ellos adoraban. Y se dirigían a la tierra de Canaán donde también había varios dioses como Baal, Asera o Astoret, Moloc y Dagón, entre otros. De hecho, los israelitas fueron los primeros en tener una religión monoteísta en el mundo y fue precisamente, en gran parte, gracias a este mandamiento.

Desde nuestro punto de vista, pareciera que este mandamiento no tiene mucho que ver con nosotros en la actualidad, ¿qué otros dioses podríamos tener aparte de Jehová? Quizás podríamos llamarle con otro nombre, como los hermanos católicos que le llaman Yahvé y como algunos hermanos que prefieren llamarle Señor o Padre en lugar de Jehová. Pero, es el mismo Dios, ¿no? ¿Qué otro dios hay? Pues, en la actualidad, también hay otros dioses fuera de Jehová, aunque hay algunos que opinan que todos son el mismo Dios con diferentes nombres. Por ejemplo, los musulmanes adoran a Alá, que por las características que podemos leer de Él en el Corán, es diferente a Jehová. Y en el hinduismo existen aproximadamente 330 mil dioses. Así que este mandamiento sigue teniendo vigencia. No podemos tener otros dioses fuera de Jehová.

El segundo mandamiento completa la prohibición contra el politeísmo y la idolatría. Miren los vv. 4-5a. Los hijos de Israel no podían hacer esculturas o imágenes de ningún tipo ni de las cosas que están arriba en los cielos, esto es el cielo de Dios, donde están Él y sus ángeles; ni de las cosas que estaban abajo en la tierra, es decir de los animales u otras personas; ni en las cosas que están en las aguas debajo de la tierra, esto se refiere al inframundo. Este mandamiento está abarcando no hacerse esculturas ni imágenes de cualquier cosa que haya en el Universo para adorarla. El pecado no estaba en hacer la estatua como tal, sino en hacerla para adorarla. Este tipo de estatuas que se hacían para adoración se les conocía como ídolos. 

En las culturas antiguas los ídolos eran representaciones de dioses que se creían encerraban el dios dentro de ellas. Así que la gente se hacía pequeñas estatuas de oro, plata, bronce, piedra o madera para llevar consigo a sus dioses a donde ellos fueran y poder adorarlos. Esto es idolatría. Jehová les estaba prohibiendo a los hijos de Israel hacer cualquier escultura o imagen de Él para adorarle. Él no podía ser contenido en estatua alguna para su adoración. Por esta razón se guardó Dios de mostrar forma alguna cuando se les manifestó a los hijos de Israel en Ex. 19, para evitar que ellos se pusiesen a hacer imágenes de Él para adorarlas. Y esto se los recuerda Moisés a los hijos de Israel antes de entrar en la tierra prometida: “Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra.” (Dt. 4:15-18). 

En la actualidad el politeísmo y la idolatría son sinónimos porque implican colocar a otro dios o cosa en el lugar de Jehová, el Único Dios verdadero. Así que estos mandamientos nos piden que no coloquemos nada ni nadie en el lugar de Dios en nuestros corazones. Jehová es nuestro Creador y nuestro Salvador, así que Él, y solo Él, debe estar en primer lugar en nuestros corazones. Cuando adoramos o buscamos otra cosa en lugar de Dios, le estamos faltando al respeto, y no le estamos honrando como es debido. Jesús nos advirtió acerca de esto diciéndonos: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mt. 6:24). 

Donde leemos “riquezas” en la versión Reina-Valera, en realidad dice en griego μαμωνα̂ς, mamonas, que es la palabra hebrea para las riquezas y que está relacionada con el dios de la avaricia o las riquezas, Mammón. Cuando buscamos algo con todo nuestro corazón o empeño, llegamos a poner eso en el lugar de Dios y terminamos amando eso más que a Dios, por lo que, prácticamente, estamos aborreciendo a Dios. El Dr. J. Vernon McGee pone un ejemplo adecuado de nuestra época. Él dice que en la actualidad ya nadie adora al dios griego y romano Baco, el dios del vino y de la orgía. Sin embargo, la gente no quiere sino salir a beber y emborracharse los fines de semana, y a tratar de conseguir sexo casual, que era la forma en la que se adoraba a este dios en Grecia y en Roma. Así que, en la práctica, la gente está adorando a Baco en lugar de a Jehová, haciendo lo que no es agradable a Jehová Dios para satisfacer a sus ídolos del alcoholismo y el sexo.

¿Cómo podemos saber si nosotros estamos adorando a otros dioses o a ídolos en nuestras vidas? Es muy sencillo. Tenemos que ver si realmente Jehová está en el primer lugar de nuestras vidas o no. ¿En dónde estamos poniendo nuestra prioridad? ¿En Dios y en su obra, o en otra cosa? Nosotros apartamos un día a la semana para a adorar a Dios, de eso vamos a hablar con más detalle la próxima semana. Durante seis días a la semana podemos hacer todas nuestras cosas, pero los domingos a las 10:00 am los hemos apartado para adorar a nuestro Dios. Si usted no guarda ese día fielmente cada semana porque tiene que hacer alguna otra cosa, entonces usted está dando prioridad a esa cosa por encima de Dios. De igual manera, nos ponemos de acuerdo con nuestro pastor para tener el Estudio Bíblico 1:1 un día a la semana. Si no asistimos a nuestro estudio bíblico por cualquier otra cosa, le estamos dando la prioridad a eso por encima de Dios.

Muchos cristianos dicen con sus bocas que Dios es lo primero en sus vidas, pero fácilmente se puede ver que la prioridad de sus vidas está en otras cosas. Algunos tienen como ídolos a sus familias. Si sus familiares organizan algo que coincida con una actividad de la iglesia, entonces van con sus familias. Algunos tienen como ídolos a sus parejas. Si su pareja le dice que no debe ir a la iglesia o le invita a pecar, entonces lo hacen, en lugar de amar y respetar a Dios primero. Algunos tienen como ídolos a sus trabajos, a las riquezas, la fama, el poder, el alcohol, las drogas, el sexo, su orgullo, su propio pensamiento u opinión. Aman más estas cosas que a Dios, y no están dispuestos a obedecer a Dios y a su Palabra si esto implica dejar estas cosas. Debemos analizarnos muy bien para ver si no tenemos otros dioses o ídolos que estén ocupando el lugar de Jehová en nuestros corazones. Y si los hay debemos arrepentirnos y poner a Dios como nuestro prioridad obedeciéndole y haciendo su obra, aunque nos duela o no nos agrade.

¿Cuál es el castigo para aquellos que adoran a otros dioses o ídolos fuera de Jehová? Mire el v.5b. Jehová es nuestro Dios fuerte y celoso que no olvidará nuestra transgresión. Él quiere tener con nosotros una relación íntima y personal exclusiva, como un matrimonio. Los matrimonios son sólo de dos personas, nadie más puede estar dentro del matrimonio, si no se convierte en otra cosa. De igual manera, nadie más puede interferir en nuestra relación con Dios porque habrá consecuencias. Jehová nos advierte que las consecuencias pueden ser tan graves que alcancen a nuestros bisnietos. No porque Jehová vaya a castigar a nuestros nietos o bisnietos por causa de nuestro pecado, sino porque nuestro pecado puede tener efectos negativos hasta esa generación.

Pero, ¿cómo bendice Jehová a los que lo ponen como prioridad en sus vidas? Miren el v.6. Él es misericordioso hasta mil generaciones después con los que le aman y guardan sus mandamientos. Cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos somos ejemplo para las futuras generaciones, así que las misericordias de Jehová también los alcanzan. Yo no crecí en un hogar cristiano, así que sufrí mucho a causa de los pecados de mis padres y el mío propio. Y si Jehová no hubiese tenido misericordia de mí, mis hijos y nietos quizás hubiesen sufrido lo mismo. Pero por la misericordia de Jehová, me convertí a Cristo y formé mi familia en Dios y mis hijas están creciendo en un hogar cristiano conociendo a Dios y su Palabra desde niñas. Esto es una gran bendición para ellas y lo será para sus hijos, si Jesús no viene antes. Así que la bendición por amar a Dios y guardar sus mandamientos supera con creces a la maldición de no hacerlo.  

En conclusión, Jehová es nuestro Dios que con su gracia nos ha sacado de la esclavitud del pecado y nos ha salvado. No debemos tener otros dioses o ídolos fuera de Él, sino que debemos amarle y honrarle sólo a Él por medio de obedecer su Palabra y hacer su obra. Dios debe tener la prioridad en nuestros corazones, aún sobre nuestras familias, nuestra pareja y sobre nosotros mismos. Nuestro mayor anhelo y deseo debe ser amar a Dios por medio de obedecer su Palabra, aunque nos duela o aunque no nos agrade. Yo oro para que Jehová sea la verdadera prioridad de nuestras vidas y que ninguno de nosotros tenga otro dios o ídolo alguno en su corazón, sino que cada uno de nosotros amemos a Jehová nuestro Dios por encima de todas las cosas, y con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Amén.

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