Lucas 14:15-24

14:15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.
14:16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.
14:17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
14:18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
14:19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.
14:20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
14:21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
14:22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
14:23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
14:24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

Parábola de La gran cena


¡Buenos días para todas y todos! Es para mí un privilegio estar de nuevo con ustedes, para continuar recibiendo de parte de Dios su preciosa palabra y para compartir con ustedes a partir de este domingo una nueva serie de mensajes dominicales la cual titulé “Parábolas de Jesús”.

La semana pasada tuvimos la oportunidad de participar en nuestra Segunda Convivencia Nacional de Verano “Jesús: El verdadero camino” Allí durante cuatro días y tres noches tuvimos una gran celebración espiritual, tuvimos la oportunidad de escuchar diversas predicaciones con mensajes llenos de enseñanzas prácticas para nuestra vida de fe, cantamos alabanzas a Dios, presenciamos por medio de testimonios de vida cómo Dios ha cambiado las vidas de muchos de los hermanos que asistieron a esa convivencia, vimos danzas venezolanas, teatros, dúo-dramas, y la comida espectacular. Volvimos a Mérida muy animados de haber asistido a esa gran invitación que Dios nos hizo, y espiritualmente fortalecidos para seguir haciendo la obra de evangelizar en esta hermosa ciudad.

En la Biblia aparecen sólo en el NT más de 40 parábolas y muchas de las cuales veremos en esta serie. Quiero comenzar con ésta parábola de la Gran Cena motivado a esta gran fiesta de celebración que tuvimos la semana pasada en la ciudad de Los Teques estado Miranda.

Antes de entrar en el contenido propio del mensaje de hoy, quiero aprovechar para dejar claro qué significa bíblicamente la palabra “parábola”. Una parábola (en hebreo mashal) se refiere a una comparación, refrán, proverbio. Jesús en muchas de sus predicaciones se valió de parábolas para establecer comparaciones entre lo que quería enseñar con lo que los oyentes conocían, de manera que pudiesen entender con ejemplos sencillos cosas complejas. Sin embargo, no cualquiera entendía las parábolas de Jesús, sino aquellos que tenían su corazón abierto para recibir la Palabra de Dios. De hecho todos los que están aquí (y los que nos siguen desde nuestro sitio web) tenemos nuestro corazón dispuesto a escuchar la Palabra de Dios, y es por eso que todas las palabras que veremos en esta serie las comprenderemos ampliamente. ¿Amén?

Entrando en la palabra de hoy vemos que en este pasaje bíblico Jesús compara el reino de los cielos con una gran cena (y muchas de las parábolas que veremos tendrán esta misma relación). Pero ¿qué es el reino de los cielos? Si hablamos de reino es porque hay un rey ¿cierto? Y si ese reino es celestial entonces ese rey es el Rey del cielo, o dicho de otra manera el Rey de reyes, nuestro Señor Jesucristo. Y si además decimos que Jesús es el Rey es porque Él es quien gobierna y tiene control sobre su reino, por lo tanto si yo digo que Jesús es el Rey es porque yo me someto a la voluntad y potestad que ese Rey tiene sobre mí. ¿Cómo puedo saber si Jesús reina en mi vida? Hoy veremos que si hemos aceptado la invitación de Jesús a seguirle, entonces Él ha venido a ser nuestro gobernador y Él es quien reina en nuestra vida.

La Palabra de hoy nos habla acerca de una invitación que Dios nos hace, pero ¿una invitación a qué? No es una invitación cualquiera, Dios nos está invitando a un gran banquete el cual está siendo organizado nada más y nada menos que por el Rey del cielo. Jesús ha invitado a toda la humanidad a la “FIESTA DE SALVACIÓN”. Todos nosotros estamos especialmente invitados a estar con Jesús en el Reino de los cielos, pero no por un rato o unas vacaciones, sino para siempre!

Con toda seguridad todos los que estamos aquí hemos invitado a alguien a alguna actividad importante para nosotros (por ejemplo cumpleaños, bodas, graduaciones, convivencias, parrilladas, etc) si es así entonces vas a entender el contenido del primer versículo que leeremos a continuación. Leamos V16: “Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.” Jesús está comparando la invitación a una gran cena con estar eternamente con El, en esta palabra vemos que Jesús ha estado mucho tiempo preparando con todo detalle en el Reino de los cielos una gran fiesta para recibir a muchísimos invitados, en donde todo es felicidad verdadera y todo sobreabunda, pero muy importante es ver que ese hombre invitó a mucha gente, lo hizo porque su deseo era que todos estuvieran allí y compartir su abundancia con todos sus invitados.

Pero preguntémonos algo: ¿Por qué nos gustan las fiestas? ¿Por qué nos alegra tanto el que nos inviten a un lugar para comer y celebrar algún evento importante como un cumpleaños o un matrimonio? Porque el ser humano tiene un deseo natural de búsqueda continua de la felicidad, porque nosotros necesitamos estar en un ambiente donde nos sintamos como en casa, como en familia y poder compartir abiertamente con el resto de las personas invitadas. Ese deseo de ser felices es puesto por Dios en nuestro corazón y por lo tanto cuando nos invitan a estar en una fiesta nos alegramos mucho.

En los tiempos de Jesús cuando se hacían grandes cenas o fiestas de bodas se acostumbraba hacer dos invitaciones: la primera para anunciar dicho evento, allí con suficiente tiempo de anticipación se hacía la invitación para que los convidados no hicieran otro compromiso ese día, de manera que pudieran asistir y luego unas horas antes o el día anterior se hacía una segunda invitación de confirmación la cual era para indicar que ya ¡todo estaba listo!

En la Palabra de hoy vemos que este hombre había dedicado mucho tiempo y esfuerzo para organizar todo, y el anfitrión procedió a realizar la segunda invitación que decía: “Venid, que ya todo está preparado”. La fiesta estaba a punto de empezar, pero ocurrió lo inesperado… ¿qué ocurrió? Todos a una comenzaron a excusarse.

Leamos V 18b-20: “El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.”

Estas excusas son si se quiere decir absurdas y con poco fundamento. Veamos, la primera dice: “He comprado una hacienda, y necesito ir a verla” Si usamos la lógica es claro ver que el mejor momento para ver una hacienda no es de noche (y mucho menos usando la luz de una vela para verla), la idea sería esperar a que amanezca para ir a verla estar todo el día allá contemplándola. Esta excusa representa el cuidado y atención a las cosas de este mundo. Lo que Dios nos ofrece junto a Él es absolutamente incomparable con cualquier cosa que nos puedan dar en esta vida. Quiero dejar claro también que nuestro Dios no nos pide que abandonemos nuestras propiedades ni que dejemos de estar pendientes de nuestros asuntos personales, pero si nos pide que todas nuestras cosas la dejemos en sus manos y vayamos a El buscando la solución a todos nuestros problemas.

La segunda excusa dice: “He comprado 5 yuntas de bueyes, y voy a probarlos”. Una yunta de buey es un trozo de madera la cual se ata a los bueyes para hacer surcos en la tierra para posteriormente sembrar. Semejante a lo anterior esta excusa es absurda, pues el mejor momento para probar las yuntas y abrir surcos para sembrar no es precisamente de noche. Esta excusa representa el afán y avaricia de las riquezas, pues los afanes y preocupaciones económicas son la causa por la cual buscamos tener estabilidad monetaria y buscamos en el dinero, la fama o el reconocimiento esa felicidad que sólo Dios puede dar. Jesús no nos pide que dejemos de trabajar, ni nos pide que no le demos de comer a nuestra familia, ni que dejemos de estudiar para ser profesionales en el futuro pero si nos pide que tengamos fe en El y que confiemos en que siempre tendremos alimento y nos cubrirá de todo lo que necesitamos. Leamos Mt 6:25,26 “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”.

La tercera excusa dice: “Acabo de casarme, y por tanto no podré ir” esta excusa representa los placeres de esta vida, y aunque pueda parecer de peso en realidad no lo es, pues si uno está recién casado es un motivo de peso para asistir a esa cena para presentar a todos al esposo o esposa. El matrimonio como Dios lo estableció es la base de la familia y una familia completa es la base de la sociedad, y por supuesto Jesús no nos pide que descuidemos a nuestra esposa o esposo pero si nos pide que pongamos nuestra unión en sus manos y dejemos que sea él quien esté en medio de los dos.

Fíjense hermanos que cada excusa una difiere de la otra, y cada una tiene su particularidad, pero todas llegan al mismo resultado: “Tenemos por el momento otras cosas más urgentes que atender” No se dice en esta palabra que los invitados no querían ir, sino que entre sus prioridades no está la de ir a esa invitación; en efecto, todas excusas dan a entender que si no fuese por cosas “más importantes que esa cena” irían.

Muchas veces nosotros también ponemos excusas cuando sencillamente no queremos hacer algo, o cuando no estamos lo suficientemente animados a ir a algún sitio, aquí les presento las excusas más utilizadas (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia):

“No tuve tiempo, de verdad discúlpame”: el ser humano saca tiempo cuando quiere hacer algo, cuando algo realmente tiene prioridad e importancia nosotros hacemos el esfuerzo y sacamos tiempo de donde no lo hay. Por ejemplo si nos invitan a pasar 4 días en Los Roques o en la Gran Sabana con transporte incluido, alojamiento y excelente comida, ¿qué haríamos? Tratamos de pedir un permiso en el trabajo, tratamos de hacer los trabajos de la universidad antes para no tener esa preocupación, si tenemos alguna cita médica la cancelamos o la post-ponemos para otro día.

“Se me complicó todo, de pana!”: Esta excusa es una de las más utilizadas y se tiende a ligarla con otros eventos tales como: “Se me complicó todo porque hubo cola” “Se me complico todo porque no tuve dinero”.

“Es que a última hora…”: Que casualidad tan casualmente casual! A última hora se presentan cosas que no podemos superar. “Yo iba ya saliendo para allá pero a última hora se fue el agua…”

Hay veces en la vida nos pasa que tenemos realmente complicaciones reales y razones de peso que nos impiden asistir a alguna reunión, compromiso o celebración, por ejemplo bastante tiempo un domingo yo venía saliendo de casa de mi mama para ir al servicio en UBF Caracas, en eso me encuentro con mi abuela y ella por voltear a saludarme no se percató de un vidrio que había en el piso y se hizo una cortada en un pie, aquello fue bien fuerte pues de inmediato tomamos un taxi y la llevamos al hospital de emergencia y le tomaron 7 puntos y por consiguiente no pude asistir al servicio, pero esta razón es de peso pues no iba a dejar sola a mi abuela en la calle sangrando. Ahora bien muchas veces damos cualquier excusa que en ocasiones hasta es mentira lo que estamos diciendo. A veces decimos “es que comenzó a llover” cuando en realidad nos hemos quedado dormidos. O decimos “no tenía saldo para avisarte” cuando en realidad se nos había olvidado la cita que teníamos. Es cierto que muchas veces se nos presentan trabas para ir a la iglesia, pero también es cierto que la gran mayoría de las veces podemos “resolver” y buscar la manera para no faltar, de hecho por dar un ejemplo cuando tenemos un parcial importante en la universidad si se va el agua igual presento sin haberme bañado, o si se me pincha un caucho tomo buseta o taxi, si empieza a llover me pongo mi buena chaqueta y me voy con mi paraguas. Todo es cuestión de estar motivado a cumplir con asistir.

Lo cierto de esta historia es que el señor de la casa enojado y triste porque sus invitados especiales no fueron y además sus excusas no eran por razones de peso como para no asistir a tal celebración dijo a sus siervos lo siguiente, leamos V-21b y 22: “Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.” Como vemos el señor de la casa enojado con sus invitados especiales mandó a traer a los cojos, a los mancos, a los ciegos y a todo aquel que sí quiera compartir toda la abundancia que se ofrecería en esa fiesta. Y es aquí que esta palabra se relaciona con cada uno de nosotros, pues todos nosotros espiritualmente hablando somos ciegos, o sordos, o cojos… Pero en esta Palabra Jesús nos muestra que no importa qué tipo de personas hayamos sido, no importa si tu vida ha sido un completo desastre, a lo mejor en tu pasado has mendigado el amor de alguien, a lo mejor con tus ojos o con tus manos has cometido muchas indecencias, a lo mejor con nuestra boca hemos herido a muchas, hemos sido infieles en nuestras relaciones, etc. Pero la Biblia en Isaías 1:18 dice: “Vengan, pongamos las cosas en claro dice el Señor. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!” Dios te dice que no hay pecado más grande que el que El pueda perdonar, por eso estas aquí hoy para que Dios llene tu vida de gozo, alegría, paz, sinceridad, bondad y sobretodo de mucho amor para ti y para dar a otros. Jesús vino a este mundo a buscar a los que estamos necesitados de su palabra, a los que fuimos enfermos a causa de nuestros pecados pero ahora queremos ser sanos por Dios.

Todavía queda mucho lugar en el reino de Dios para todos aquellos que quieran estar en ese gran banquete celestial, y el día de hoy Dios te está haciendo una gran invitación a ser parte de esta gran multitud de personas que están despertando y están abriendo sus ojos. Hermanos Jesús ya no quiere más excusas, sino personas que quieran recibir todas las bendiciones que sólo Él puede dar… Oro para que nuestra ciudad y nuestro país sea ¡uno de los que más invitados acepten este llamado de Jesús! Amén.

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