Lucas 17:20-34

17:20 Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
17:21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
17:22 Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
17:23 Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis.
17:24 Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.
17:25 Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación.
17:26 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.
17:27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.
17:28 Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
17:29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.
17:30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.
17:31 En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.
17:32 Acordaos de la mujer de Lot.
17:33 Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará.
17:34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.

EL REINO DE DIOS ESTÁ ENTRE VOSOTROS


EL REINO DE DIOS ESTÁ ENTRE VOSOTROS


San Lucas 17:20-37                                                                                       

V, C: 17:20b-21 “El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros.”

 

 Hace una semana hubo la lluvia muy fuerte en la zona central de Chile y dejó un gran daño en la comuna de san José de Maipo especialmente. El aluvión ocurrido cubrió el camino de transito de allí y dejó muchas casas inhabitables. El fenómeno natural alertó así a toda población de Santiago.


Si la lluvia de un día afectó a la vida de tanta gente, cuando viene el juicio de Dios, ¿Cómo será ese día y qué nos sucederá en nuestra vida? La palabra de hoy direcciona nuestra vida con la advertencia sobre ese tema. Oro que Dios disponga nuestro corazón para que podamos llevar una vida de esperanza


  1. El reino de Dios está entre vosotros (20-25)


Jesús había enseñado mucho acerca del reino de Dios a la gente. Los judíos también habían esperado el mesías y el reino de Dios. Los fariseos, viendo las obras de Jesús, preguntaron cuándo había de venir el reino de Dios (20ª). Entonces, Jesús les responde y dice “El reino de Dios no vendrá con advertencia”. ‘advertencia’ es en el lenguaje griego “paratērēseōs: παρατήρησις que significa ‘observation’ – traducido en ingles “in ways that can be observed(esv)” “signs that can be observed(nasv)” “something that can be observed (niv)”. 


 Los reinos del mundo venían con las señales observables. Babilonia, Persia, Grecia, Roma, estos reinos eran los reinos visibles de poder y gloria. Pero el reino de Dios no viene de esta manera. Su reino consiste esencialmente de las cosas espirituales tal como santidad, amor, justicia, etc. Como si una casa grande sin amor no significa a una familia, la gloria física de material no es el reino de Dios. Dios es el espíritu. Su reino es el reino invisible a los ojos humanos.  


Y no se dirán “Helo aquí” o “Helo allí”. El reino de Dios no se limita a un lugar o punto local como los reinos del mundo, sino se extiende a toda la tierra y todo universo. Cuando venga el reino de Dios, ese día será un fenómeno al nivel universal como un relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro (24). 


 Vamos a leer el v20b-21. “El reino de Dios no vendrá con advertencia, 21 ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros.” Jesús dice “el reino de Dios está entre vosotros”. Esta declaración quiere decir que Jesús es el Dios mismo y el reino de Dios. Los fariseos no creyeron en Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios. Por lo tanto, ellos no pudieron ver la presencia del reino de Dios ante sus propios ojos.  


“el reino de Dios está entre vosotros”. El reino de Dios se establece en los corazones que creen y aceptan a Jesús. El reino de Dios ya comenzó entre los hombres mediante Jesús. Cuando uno acepta a Jesús como su rey y Salvador, él ejerce su reinado en su corazón y este puede disfrutar la gracia de salvación, la paz, la justicia y el gozo celestial. Desde la venida de Jesús el reino de Dios se hizo presente entre los hombres 


Y ahora Jesús dice a sus discípulos en el v22-25. Después de manifestar que él es el Dios mismo, habla de su día. Este día es el día de segundo retorno. “Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre y no lo veréis” Mientras Jesús estaba entre ellos, todos pudieron acercarse a él y escuchar su palabra de gracia de la manera directa. Pero cuando él retorna a este mundo, ya no podrá ver su presencia de gracia, sino lo encontrarán como el Señor de la gloria y del juicio a toda carne. Los que no lo creyeron y vivieron a su manera no podrán escapar del juicio de su reino.  


  1. Destruyó a todos (26-30)


 Sobre su día, Jesús refiere dos ejemplos ya antecedentes en la historia del mundo en los versos 26-30; el juicio de Dios en los días de Noé y de Lot. Eran los juicios de Dios que la Biblia evidencia. En estos juicios de Dios hay dos cosas comunes. 


La primera es que la gente llevaba una vida dedicada al placer del cuerpo. La gente de Noé comía, bebía, se casaba y se daba en casamiento (27ª). Los hombres de Lot comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban (28). La palabra no menciona tales como ‘buscar a Dios’, ‘adorar a Dios’, ‘se arrepintieron’, etc. El único deseo de la gente de aquellos días era disfrutar el placer del cuerpo y la riqueza del mundo.  


La segunda es que finalmente el juicio de Dios los destruyó a todos (27b, 29). No escapó ninguno salvo los que entraron en el arca de Noé y Lot y sus dos hijas que atendieron la palabra de Dios respectivamente. 


Noé durante 120 años construyó el arca con sus tres hijos. Era una obra tan grande y de largo tiempo. La gente burlaba del juicio de Dios, pero al final fueron destruidos, perdiendo las oportunidades de arrepentirse. Cuando hubo el juicio de Dios en la ciudad de Sodoma y Gomorra, Solamente Lot y sus dos hijas se salvaron. Cuando llegó el juicio de Dios, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos. La mujer de Lot, en el momento de escape, desobedeció a la palabra de Dios y miró atrás y se volvió el pilar de sal. Los que escatiman las cosas de este mundo en el día del juicio de Dios, serán como la mujer de Lot. Todo el que procure salvar su vida, la perderá y todo el que la pierda, la salvará. (33) 


Con estos dos ejemplos, Jesús predice lo que va a suceder en su día en el mundo y su destrucción total. El mundo actual de nuestro tiempo también es muy parecido a aquellos días. El interés principal es el placer del mundo y la comodidad de la riqueza. La gloria del mundo que vemos hoy, será destruida totalmente cuando se queda sumergida en su pecado, burlándose del juicio venidero de Dios. 


  1. Todo el que la pierda, la salvará (31-34)


 En los versos 34-37, el arrebatamiento o la salvación de aquel día sucede personalmente.  Puede suceder que aún entre cónyuges y entre amigos uno puede ser tomado y otro dejado. La salvación sucede según la fe personal de cada uno. Será un evento individual. A esta palabra de Jesús, los discípulos le hubieran preguntado cómo pudieran ser salvos. Pero ellos preguntaron ‘¿dónde Señor?’. Jesús les responde que como donde hay el cuerpo muerto, se juntan las águilas, habrá las señales que indican de los que pierden la salvación con las señales evidentes en aquel día (34).    


De la palabra de hoy, quiero reflexionar tres cosas siguientes. 


Primero, el reino de Dios ya está entre nosotros. Entre los creyentes, se suele pensar que el reino de Dios aún está de lejos. Y además para alcanzar al gozo mayor que Dios nos da, ponemos alguna condición en el corazón, pensando ‘si tuviéramos a muchas ovejas y pastores en la iglesia’, ‘si me case con la persona ideal algún día’, ‘si tuviéramos una vivienda bonita’, ‘si tuviéramos a nuestros hijos graduados de la universidad y conseguir un excelente trabajo’, etc. Por lo tanto, olvidamos el gozo perfecto del reino de Dios que recibimos mediante Jesús.  


Jesús dice que ya el reino de Dios está entre nosotros. Jesús es nuestro reino de Dios, él está presente en nuestro corazón como el gozo del reino perfecto y abundante. San Juan 7:38 dice “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.”. Cuando aceptamos a Jesús como mi salvador y mi rey, su reino comienza a establecer en nuestro corazón ahora y hay que practicar a gozarnos de su reino en el presente, ya que el reino de Dios está brotando cómo ríos de agua viva en nuestro corazón. 


Segundo, El reino de Dios es nuestra esperanza verdadera. Si ponemos nuestra esperanza en este mundo y llevamos una vida muy enredada y anclada a las cosas de aquello, podemos estar muy cerca al peligro de la mujer de Lot. Esta mujer no era incrédula, sino era la persona que conocía a Dios. Pero ella ponía su pie derecho a Dios y su pie izquierdo al mundo y perdió todo. 


 Tenemos que preguntar a nosotros, ‘¿estoy listo a partir al Señor hoy esta noche?’ si nos hace mirar atrás por algunas cosas de este mundo, todavía no estamos listos y estamos cerca a la condición de la mujer de Lot. Esto no quiere decir que debemos apartarnos de nuestra sociedad y vivir en la cueva del monte sin hacer las actividades económicas, sino debemos vivir con un propósito claro en este mundo. Este mundo es solo un paso hacia el reino de Dios que es nuestra patria y nuestro hogar verdadero. Estamos pasando un puente entre esta vida y el reino de Dios mediante Jesús. Nadie construye un edificio sobre el puente. De igual manera no debemos poner toda nuestra esperanza en este mundo como viviéramos eternamente. 


 Tenemos trabajar y luchar con las cosas de este mundo continuamente. Somos tan débiles a la tentación del mundo y del pecado. Siempre la tentación nos persigue hasta la muerte. Por lo tanto, tenemos que poner nuestra mirada a su día glorioso. Tenemos que estar llenos de su reino y su justicia en nuestro corazón para que seamos fuentes de bendición en el manejo de las cosas de este mundo. 


1600 venezolanos ingresaron al pequeño pueblo Colchane de chile, la población menos de 400 personas por la frontera inhabilitada en la busca de sobrevivir. Ellos están en la condición de la muerte o la vida. Muchos pueblos hoy en día están luchando contra covid. Hay tanta miseria en este mundo. Viendo esta miseria, si ponemos nuestra esperanza en este mundo por nuestro propio deleite, jamás podremos escapar de su juicio. Debemos orar por los sufridos, purificando nuestro corazón con la esperanza del reino de Dios. 


Tercero, El reino de Dios llega personalmente. La salvación sucede personalmente. Aun entre cónyuges, la salvación sucederá por cada persona. No importa que si es el hijo de un pastor o una hija de un misionero. Lo que importa es la fe personal. Cuando llega ese día, ya no podremos servir más a otros que resisten a llevar una vida de fe genuina. 


Conclusión, Jesús dice que el reino de Dios está entre nosotros. Él es el reino de Dios. Dónde Jesús viene, esa persona y ese lugar tendrá el reinado de él. Jesús quiere darnos tanto su reino y padeció por nosotros para su día venidero. Oro que podamos pertenecer a su reino, no a este mundo, llevando una vida llena de Jesús y su palabra. Amén. 

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