Juan 2:1-12

2:1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2:2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
2:3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
2:4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
2:6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
2:7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
2:8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
2:9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
2:10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
2:12 Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

Jesús transformó agua en vino


Buenos días hermanos ¡el Señor les bendiga abundantemente! El día de hoy veremos una historia de celebración, en un ambiente de mucha alegría: Las bodas de Caná. Veremos cómo Jesús se manifestó con el primero de sus milagros en un lugar en donde se celebraba tan importante ceremonia.

Leamos V1 “Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.” Jesús estaba en Galilea y al tercer día de llamar a Felipe y Natanael (dos de sus discípulos) se encuentra en Caná, una ciudad cerca de Nazareth. Dice la Palabra que allí se encontraba la madre de Jesús pero ¿Qué estaba haciendo ella allí? Leamos V2 “Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.” María se encontraba en Caná organizando una gran celebración: ¡una fiesta de bodas! Y fueron invitados Jesús y sus discípulos y ellos sin pensarlo dos veces, o mejor dicho, pensando en la comida, asistieron al lugar.

¿Cómo eran las bodas en los tiempos de Jesús? Era un acontecimiento supremo, para los judíos la ceremonia de bodas era una de las festividades mejor preparadas y en la que se dedicaba mucho dinero, esfuerzo, comidas, bebidas y participaban una gran cantidad de invitados. Estas bodas duraban hasta 7 días, es decir, ¡una semana entera! Se hacían danzas, tocaban canciones y los novios se vestían con la mejor ropa que tenían. Se acostumbraba que el novio salía de su casa con sus amigos hacia la casa de la novia a buscarla y de allí iban juntos cantando y danzando hacia la casa donde vivirían los esposos o hacia el sitio destinado para la fiesta. En fin, la fiesta de bodas (unión de un hombre y una mujer ante Dios y los hombres para toda la vida) era sumamente importante y muy tomada en serio por la sociedad judía.

Recuerdo (en mi caso personal) cómo fue el día de mi boda con mi amada esposa la P. Carmen María, ese día fue de gran celebración en nuestra congregación de UBF Caracas, estuvimos durante casi 4 meses preparando y comprando las cosas necesarias para celebrar ese acontecimiento, y cuando llegó el gran día pude sentir que nuestro Señor Jesús había asistido a esa boda y era Él por medio del Pastor Juan Seo uniéndonos en matrimonio hasta el final de nuestros días. Oro para que en UBF haya muchas bodas en el 2012. ¡AMÉEEEN!

Volviendo al mensaje podemos ver aquí que Jesús estuvo presente en esa gran celebración, por lo que podemos aprender que Jesús celebra nuestras alegrías, Jesús no es un Dios seco, inflexible, amargado sino todo lo contrario es un Dios que se alegra cuando sus hijos están alegres, y celebra cuando sus hijos celebran, en especial las bodas. Uno de los ingredientes o elementos que mantenían una fiesta de bodas “encendida” era el siguiente: leamos V3 “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.” Vemos en este versículo que el vino es por así decirlo el “combustible” de la fiesta, si se acaba el combustible… ¡se acaba la fiesta! Y eso no podía ocurrir pues si una fiesta de bodas judía finalizaba a causa de la falta de vino, para esa familia era una deshonra. No sabemos por qué se acabó el vino (a lo mejor calcularon mal y compraron poco, o fueron muchos “arroceros” o los invitados eran “tanques sin fondo”), tampoco sabemos cuántos días de fiesta habían transcurrido, pero por lo que dice el V3 sabemos que la fiesta estaba en “peligro de muerte” si no se hacía de inmediato una transfusión de vino, la fiesta caería en coma y terminaría tristemente ¡No puede ser! María viendo que esto se avecinaba dice a Jesús ¡No tienen vino!

¿Por qué María dice estas palabras a Jesús? Porque ella sabía que sólo Jesús era el que podía solucionar este gran problema, ella sabía que solo Él tenía el poder de hacer aparecer vino y mantener esa fiesta hasta el final. Con esta pregunta podemos ver que quien tiene todo el poder es Jesús, si María hubiese tenido poder de resolver no le hubiese dicho nada a Jesús, pero no es ella sino Jesús el que puede resolver cualquier problema que tengamos. ¿Amén?

Jesús responde a María de la siguiente forma: leamos V4 “Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.” Jesús responde a María con autoridad, indicándole que es Él quien toma decisión de cuándo, dónde y cómo hacer las cosas, que es bajo la voluntad de Él y no la de ella. Jesús ciertamente quería resolver ese problema pero no queda en manos de María sino en las manos de Jesús resolver a su modo cualquier problema. Y así fue, Jesús finalmente decide resolver, por eso María pide a los siervos lo siguiente: leamos V5 “Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.” Aquí podemos ver dos cosas:

Primero: María estaba colaborando en la organización de dicha fiesta: Ya que ella al darle órdenes a los siervos de esa casa indica que era pariente de los novios y de los dueños de la casa, y en ese caso los dueños de la casa permitían a sus familiares dar órdenes a sus siervos.

Segundo: María deja todo en manos de Jesús. ¿El protagonista de toda esta historia quién es? ¡Jesús, sin duda!… a partir de ahora todo lo que ocurre es netamente decisión y voluntad de Jesús, y veremos de qué forma pudo realizar este gran milagro que estamos viendo en esta historia.

Leamos V6 “Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.” Cada cántaro almacenaba aproximadamente entre 25 a 30 litros de agua, por lo que podemos inferir que cada tinaja almacenaba aprox 75 a 90 litros de agua. Estas tinajas sólo eran usadas para almacenar agua, los judíos tenían como rito (entre otros) lavar los pies de los invitados cuando llegaban a una casa (para evitar los olores típicos del pie de atleta) y usaban de esa agua para esa costumbre. La Palabra dice que había 6 tinajas, o mejor dicho, capacidad para almacenar entre 450 y 550 litros de agua, pero estas tinajas estaban vacías. Leamos V7 “Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.” con este hecho podemos aprender dos cosas:

Primero: la actitud y obediencia de los siervos. Éstos siervos no sólo se limitaron a echar agua en las tinajas sino “llenarlas hasta arriba”. Jesús a pesar de ser un invitado, fue obedecido por los siervos de la misma manera que si hubiese sido el dueño de la casa quien les hubiese hecho la misma petición. Esta debe ser la actitud de los que dicen ser hijos y siervos de Dios, una actitud de obediencia a lo que nuestro Señor nos pide y hacer las cosas “bien hechas y completas”.

Segundo: Jesús trabaja con la fe de sus siervos. En esta palabra podemos ver la importancia que tuvo la fe de María y la fe de los siervos, nótese que fue María quien tuvo fe en Jesús (y no al contrario) en que haría algo para resolver el problema del vino, y la fe de los siervos también fue de vital importancia en esta historia. Cuando los hijos de Dios tenemos fe en que Él hará lo que para nosotros es imposible, entonces podemos ver el poder de Dios manifestado ¡en abundancia!

Leamos V8 “Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.” Como segundo paso Jesús ordena a los siervos algo realmente extraño: llevar agua (que ellos mismos acabaron de echar en las tinajas) a su superior (el maestresala). La orden anterior era sencilla de obedecer, pues ir a buscar agua para llenar las tinajas era parte de su trabajo del día a día, pero llevar agua al maestresala en lugar de vino ¡era una orden muy difícil de obedecer! Los siervos pudieron haber dicho: ¡Señor disculpe pero eso no lo puedo hacer! O ¿Quién se ha creído usted como para que obedezcamos esa orden tan absurda? Pero ellos no dijeron esto sino que simplemente metieron en la tinaja una vasija sacaron agua y la llevaron al maestresala. El maestresala era el jefe de los siervos, el cual tenía como principal función estar a cargo de la distribución y presentación de la comida y bebida en la mesa de su amo, también era el que primero probaba la comida y bebida para garantizar que no contenía veneno. Entre los alcances del maestresala estaba el control y dominio de los siervos que estaban a cargo, por lo que si uno de ellos era rebelde o desobediente podía imponerles castigos físicos para que fuesen obedientes. Por esas razones era realmente difícil que estos siervos se atrevieran a llevar agua en lugar de vino a su superior.

Pero la Biblia nos enseña que la fe y la obediencia a Jesús no es en vano. 1Corintios 15:58 dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Todo el que sirve a Jesús dice la palabra que ese trabajo que hacemos en obediencia no es en vano, y ciertamente lo que llegó a manos del maestresala no fue lo mismo que los siervos echaron en las tinajas. Leamos V9,10 “Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.”

Cuando el maestresala prueba el vino inmediatamente va a donde el esposo y le dice que es muy preciado el hecho de que el haya previsto guardar el mejor vino hasta ese momento. Pero en realidad ni el maestresala no estaba consciente de esto que había ocurrido, ni mucho menos el novio. Jesús hizo en secreto el gran milagro de transformar agua en vino, algo realmente imposible para el ser humano, ni la ciencia más avanzada ni la tecnología más sofisticada pueden hacer algo semejante. En el diccionario la palabra transformar significa: “Hacer cambiar de forma a alguien o algo”, “Transmutar algo en otra cosa” es decir, transformar es hacer algo nuevo de otra cosa que era diferente. Jesús no vació el agua de las tinajas y colocó vino, sino que transformó físicamente esa agua para hacer de ella algo nuevo y excelente: Vino; pero no cualquier vino sino el mejor vino de la fiesta.

La gran mayoría de nosotros sabemos que el agua tiene como fórmula química H2O, lo que se traduce en dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, esta fórmula es muy simple, y en realidad el agua “pura” es igual de simple: no tiene color, no tiene olor, no tiene sabor. También sabemos que el vino proviene de la fermentación de la uva, la cual añejada en el lugar adecuado se alcanza la calidad de olor y sabor que caracteriza al buen vino. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros desconoce cuál es la fórmula química del vino (ni tampoco es el objetivo de este mensaje), pero lo que sí quiero enfatizar es que el vino a diferencia del agua está formado de numerosos compuestos químicamente complejos, para mencionar algunos de ellos se tienen:

Azúcares (glucosa, fructosa, Arabinosa y Xilosa)

Alcoholes (metanol, Inositol, Manitol, Arabitol, Eritritol y Sorbitol)

Ácidos (máltico, acético, láctico, cítrico, tartático, etc)

En fin todo estos ingredientes en sus proporciones adecuadas no es más que vino, y Jesús en su química divina transformó esa agua simple, inodora, insabora e incolora, en vino de calidad de exportación, con un sabor para satisfacer al catador más exigente, con un olor exquisito y un color tinto vivo, y con las 6 tinajas llenas fueron más de 500 litros de vino que hubo en esa fiesta. Con todo esto podemos aprender que Jesús transforma por completo lo que el hombre no puede hacer, y no sólo transforma sino que lo hace en abundancia.

Hermanos en Cristo, quiero dejar muy claro un aspecto que puede llegar a ser un tema de controversia y es posiblemente una gran interrogante entre las personas que estén leyendo este mensaje: ¿Pueden los cristianos beber vino? ¿Es pecado o no es pecado? La biblia no niega que el ser humano beba vino, en este pasaje bíblico Jesús estaba en esta fiesta y bebió vino, pues si observamos bien Jesús fue el proveedor del vino en esta fiesta; igualmente cuando Jesús celebró la última cena con sus discípulos también hubo vino. De hecho el vino tiene propiedades digestivas que ayudan en el proceso de asimilación de los nutrientes de los alimentos y los judíos tenían como costumbre en sus comidas tomar una copa de vino con la finalidad de ayudar a digerir mejor los alimentos.

Como dato adicional quiero agregar que el alcohol que se formaba por la fermentación de la uva para producir vino era en intensidad (o también llamado grado alcohólico) bastante inferior al que hoy en día vemos en los vinos que venden en las licorerías, ya que por motivos de aumentar las ventas muchas marcas de vinos lo que hacen es destilar alcohol artificialmente y agregarlo al zumo de uvas y su grado alcohólico puede alcanzar 14º (y pasar incluso los 20º). Pero el vino en los tiempos de Jesús era por fermentación natural y los efectos en ellos no eran tan dañinos como los efectos que causan las bebidas actuales.

El beber vino no es pecado (pues la Biblia como tal no lo declara) más bien dice en Salmos 104:15 “Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre.” Esta Palabra dice: “El vino alegra el corazón del hombre”, y en estas bodas vemos que la alegría de la fiesta venía por medio del vino, sin embargo, no debemos confundirnos con el vicio del alcoholismo, ni con la bebida sin control, ni con los efectos secundarios que el alcohol produce. Leamos Efesios 5:18 “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,” Como ya lo mencione la Biblia no declara que sea pecado el beber vino, sin embargo, todo vicio, embriaguez y efectos secundarios del alcohol si es pecado y eso sí se menciona claramente en la Biblia y a través de ella Dios nos pide que en lugar de beber licor busquemos la presencia del Señor.

Con esta reflexión puedo decirles con toda propiedad que nosotros los cristianos si no bebemos no es porque queremos ser “más santos” que las demás personas, lo hacemos por testimonio a aquellos que son débiles ante el licor. Si tu hermano(a) eres de aquellos(as) que cuando pruebas una gota de licor no puedes parar hasta haber acabado la botella o la caja, lo mejor es no bebas nada y te apartes totalmente de las personas que sí lo hacen. Con esto tampoco estoy diciendo que los cristianos podemos beber a escondidas (pues quienes lo hacen deben arrepentirse ante Dios por hipócritas y farsantes), sólo intento decir que los cristianos preferimos no beber para evitar confusiones con los no creyentes y no ser tropiezo para ellos (en especial los más débiles) en cuanto a este tema.

Bien hermanos luego de ver el contenido de este pasaje Bíblico les invito a pensar en lo siguiente: ¿Qué es llevar una vida como el agua? ¿Qué es llevar una vida como el vino? Yo conozco a multitud de personas que tienen una vida desordenada, malgastan el dinero en mujeres, fiestas, drogas y licor, maltratan a su esposa e hijos, son irresponsables en sus trabajos, conozco otros cuantos que llevan una vida dedicada exclusivamente a estudiar, afanados por el trabajo, otros que viven para complacer a su pareja (y amantes), incluso algunos de ellos dicen que van a una iglesia pero fuera de ella son totalmente diferentes. ¿Qué tipo de vida llevan estas personas, de agua o de vino? Sin duda alguna llevan una vida de agua, pues aunque hacen lo que quieren y externamente parecen estar muy satisfechos, la verdad es que su interior está vacío, sin vida, sin sabor, lloran amargamente cuando nadie los ve, se deprimen frecuentemente, se sienten solos y por esa soledad buscan amor, paz, felicidad y comprensión en otras cosas y personas que están fuera de Dios.

Afortunadamente para nosotros, Jesús quiere transformar esas “vidas de agua” en “vidas de vino”, en vidas de felicidad, en vidas de superar dificultades en Dios, en vidas de deseo de ayudar a otros, en vidas de formar familias estables, lejos de vicios, peleas y sobretodo donde abunde amor y paz. La vida de vino es en esencia la misma vida terrenal que todos llevamos pero con la gran diferencia que ante los problemas tenemos una actitud de victoria sobre ellos, tenemos una actitud de que sea Dios quien resuelva y no hacerlo por nosotros mismos. Si tú eres de los que ha llevado una vida de agua, no te preocupes, Jesús ahora mismo te pide que dejes todo en manos de Él. A lo mejor tú has sido de los que ha hecho mil intentos de dejar tu vicio o has querido superar alguna dificultad que te ha impedido seguir adelante, sólo es cuestión de dejar que Él haga las cosas como Él quiere y no como tú has querido hacerlo.

Oro para que Jesús haga de tu vida una tinaja llena hasta arriba de vino espiritual, una vida feliz, en la que cuando se presente algún problema tu le digas a ese problema lo grande que es Jesús, una vida de ser un siervo obediente a la Palabra de Dios y así como ese vino alegró la vida de toda una ciudad en la fiesta de bodas, tu vida de vino alegre a todos los que te rodean en casa, lugar de estudios y trabajo. ¡Amén!

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