Marcos 5:24-34

5:24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
5:25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
5:26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
5:27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
5:28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
5:29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
5:30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
5:31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
5:32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
5:33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
5:34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote.

Si tan solo te acercas a Jesús…


Buenos días amados hermanos! En estas semanas nos hemos podido percatar que ha hecho mucho frío aquí en Mérida ¿verdad? En mi trabajo las personas se quejaban del frío y me dijeron que no había hecho tanto como ahora… yo como no estoy acostumbrada a tanto frío y tampoco me gusta mucho, todos los días en la mañana me sentaba cerca de la ventana para que me pegara por lo menos un rayito de sol pero pasó una semana y nada que salía, el cielo estaba muy nublado y con neblina las montañas no se veían. Fue tanta mi desesperación que ore todos esos días a Dios para que saliera el sol. Yo deseaba ese calorcito, hasta que el sábado pasado el cielo estaba muy despejado salió un hermoso y brillante sol, así que me levante y fui a la ventana y sentí el calor rico del sol, eso me alegro mucho el día!



Yo deseaba mucho el calor del sol, pero esta mañana quiero hablarte de una historia hermosa y llena de fe, quiero hablarte acerca de una mujer que también deseaba algo con más anhelo. Ella deseaba tocar el manto de Jesús para ser sana y salva. Oro para que así como esta mujer deseaba acercarse a Cristo, también nosotros deseemos acercarnos a él para ser salvos. Amén.

Cuando leemos el vs 24 dice: “Fue, pues con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban”. Jesús iba en camino a casa de Jairo, uno de los principales de la sinagoga, el cual le había rogado que hiciese un milagro con su hija. Iban con ellos una gran multitud de gente siguiendo a Jesús que lo apretaba e intentaban tocarlo y ser sanados; tal vez unos le jalaban el cabello, otros lo pellizcaban, otros le gritaban de lejos, ellos querían llamar la atención de Jesús. Sin embargo Jesús estaba muy centrado en ir a casa de Jairo para salvar a su hija. Pero entre aquella gran multitud había una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre (vs 25). No dice exactamente cuál era la enfermedad pero podemos suponer que era una hemorragia continua parecida a la menstruación de la mujer.

Imagínense sufrir de una hemorragia por doce años. Cuando nosotras las mujeres estamos en nuestro período menstrual sufrimos mucho puesto que nos dan dolores musculares en partes de nuestro cuerpo, dolores de vientre, dolor de cabeza, no tenemos ganas de hacer nada, algunas se ponen de mal humor, etc. Por ejemplo a mí aparte de los dolores me pongo muy sentimental me da por llorar, cualquier cosa que pasa lloro como si se hubiera muerto alguien. Realmente es muy desagradable esta situación. Pero no me imagino estar doce años en la misma condición!

En ese tiempo estaba establecido en Levítico lo siguiente: “la mujer que tenga la menstruación, permanecerá impura por espacio de siete días... Cuando una mujer tenga flujo de sangre durante muchos días, fuera del tiempo de sus reglas, o cuando sus reglas se prolonguen, quedará impura mientras dure su flujo, como en los días del flujo menstrual” (Lev. 15:19,25).

Por esta razón podemos ver que ella estaba doblemente afligida pues aparte de su sufrimiento físico, internamente se sentía impura y despreciada por los demás, tenía mucha vergüenza y quizás no hablaba con nadie de su enfermedad. La palabra dice que había gastado todo cuanto tenía en médicos. En la biblia no dice si era pobre o rica sólo que había dado todo lo que tenía para ser curada, recurrió a todos los médicos habidos y por haber y sólo le iba de mal en peor.

Esta mujer lo había intentado todo pero en medio de su sufrimiento y fracaso, ella oyó hablar de Jesús, de cómo sanó al paralítico, al leproso, al hombre de la mano seca, ella vio una esperanza, y tuvo fe en que así como Jesús pudo sanar a estos hombres también la podía sanar a ella.

Si así como le pasó a esta mujer lo has intentado todo por recuperarte de algún problema o herida sin ninguna solución y sientes que te hundes más perdiendo las esperanzas. Déjame decirte que hay alguien que ha podido solucionar mis problemas ese alguien es Jesús. ¡Él es el único que puede darte la paz que necesitas!

El 28 dice: “Si tocare tan sólo su manto, seré salva”. Podemos ver que esta mujer en medio de sus fracasos con los médicos y la desesperación de ser sana y liberada de ese yugo, pudo creer que si tan sólo tocara su manto iba a ser sana, así de simple. Ella declaró con su boca lo que iba a suceder, se arriesgó y fue a Jesús, realmente fue muy astuta, no quería llamar la atención de nadie ni siquiera de Jesús, sólo quería ser curada y sabía que Jesús lo podía hacer. En esta palabra vemos que ella no fue llamada por Jesús, ni ella lo llamó, sino que ella buscó a Jesús y se acerco a El pero pasando desapercibida.

Si sientes la necesidad de sanarte, de liberarte de tus problemas sólo sé astuto, ve a Jesús ¡cree en Jesús! No pierdes nada con intentarlo, acércate a Cristo y permanece en su presencia. Si fuiste al médico y te dijo que esa enfermedad es incurable, si tienes problemas con tus materias en la universidad o no consigues trabajo no te angusties, Jesús puede ayudarte. Declara con tu boca que para Jesús Nada es imposible. Dile a la persona que está a tu lado “Nada es imposible para Jesús”. Cristo es refugio seguro, incluso para quienes lo buscan como último refugio, como lo hizo esta mujer. Así que todavía estas a tiempo.

Cuando la mujer tocó el borde del manto de Jesús, al instante la fuente de su sangre se secó. Su fe fue sencilla, pero a la vez extraordinaria. Admiro la fe de esta mujer.

La palabra dice que la fe es la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11: 1). Ella tuvo certeza de que si se acercaba a Jesús sería sana y tuvo convicción de algo que aún no había ocurrido, tras haberlo hecho su enfermedad desapareció al instante.

Es importante aclarar que el manto no fue lo que la sanó, ni el tocar a Jesús sino el creer que Jesús lo podía hacer. Entonces, si tan sólo crees en Cristo y abres tu corazón para escuchar su palabra, puedes experimentar un gran milagro en tu vida y así tu fe sea muy pequeña o muy sencilla notarás el cambio al instante, como ahora que estas recibiendo esta palabra. ¿Amén?

Ahora pensemos porque la mujer sólo quiso tocar su manto, porque vino por detrás entre la multitud? Porque no se postró ante sus pies como lo hizo Jairo o no lo llamó o tocó como otros lo hacían? Pues porque ella tenía vergüenza, quería pasar desapercibida. Ya que su enfermedad la hacía sentirse impura delante de los demás y además no quería que nadie se enterara de lo que ella tenía. Tal vez tú también sientes vergüenza por tus pecados y errores cometidos, o quieres pasar desapercibido por temor a lo que sucederá si te acercas a Cristo.

Yo sentía mucho temor, no quería acercarme a Jesús porque valoraba más mi pecado carnal y mi vida desordenada, además pensaba que Dios no podía perdonarme, ni podía llenar la soledad que traía, pero cuando yo creí que Cristo lo podía hacer, fue así. Él le dio alegría y propósito a mi vida y así mismo Jesús quiere darle un bello propósito a tu vida y sobretodo quiere salvarte de la condenación eterna que merecemos a causa de nuestros pecados. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom 3:23) por eso vino Jesús a la tierra, Él nos justificó por medio de derramar su sangre en la cruz y resucitar al tercer día. Así que no tengas temor de acercarte, si tienes tan sólo un poquito de fe y crees en Jesucristo serás salvo!

Leamos los vs 30 al 32 “Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Su discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero el miraba alrededor para ver quien había hecho esto”. Jesús sintió que había salido poder de él, tal vez Jesús no sintió cuando ella tocó su manto. Pero lo que si sintió, fue poder saliendo de él cuando ni el mismo lo había hecho notorio. El poder de Jesús se activó con la fe de la mujer. Ella le arrebató a Jesús el magnífico poder de sanarla.

Sin embargo el quería que esa persona se expresara. El preguntó con ternura e interesado. Los discípulos no entendían porque Jesús decía ¿quién me ha tocado?. Pues toda la multitud lo tocaba. Jesús sabía quién lo había hecho pues él es Dios y todo lo sabe, pero él quería que la mujer dejara su temor y se presentara delante de él echando de lado su vergüenza.

Ella estaba temerosa de presentarse a Jesús puesto que una mujer con flujo de sangre apareciera en público, era considerado una rebelión contra las leyes judías que determinaban lo que estaba limpio y lo que estaba sucio. Además mencionar su enfermedad en medio de la multitud era muy vergonzoso. Pero ella ya estaba completamente sana, así que, finalmente venció su temor, se echó a los pies de Jesús y no conforme con eso le dijo toda la verdad (vs 33)

Evidentemente el amor e interés de Jesús le brindó la confianza y el valor de reconocer también sinceramente su verdad. Ella pudo haberse ido a su casa sin decir ni una palabra, en ese caso se sanaría su síntoma pero no su alma. Pero cuando ella se mostró ante Jesús y le dijo la verdad su curación fue instantánea y completa. Fue completa porque ella no sólo sintió que su cuerpo estaba sano, sino que además la sanó internamente, es decir perdonó sus pecados y curó todo sus temores, heridas y tristezas. Me imagino la alegría de esta mujer al sentirse sin dolor y más importante ¡sin tristeza en su espíritu!

Nuestras dolencias internas son como azotes que acaban nuestra vida y nos llevan hasta lo más profundo de la miseria, si dejas crecer esos sentimientos y no haces nada puedes caer en la desesperación. Muchos se suicidan, o recurren a las drogas y otros intentan tapar su frustración de varias maneras como tener varias parejas o tomar alcohol etc; pero estas cosas sólo te hunden más y te hacen sentir sucio y vacío. Jesús puede sanarte física e interiormente, él quita tu soledad, tu depresión, tus angustias y te da el gozo y la paz que buscas y no sólo por un momento sino para toda la vida.

Así que es necesario confrontarnos con los pecados y heridas de nuestra vida. Cristo está interesado en ti. Cuando confesamos a Jesús nuestros pecados nos sentimos perdonados y tenemos el valor no sólo para admitir esta verdad en silencio, sino también para exteriorizarla. Nosotros los cristianos necesitamos tener confianza hacia una persona que nos muestre un amor similar al de Jesucristo y que nos ayuden con la palabra de Dios. Esas personas son los siervos de Dios, nuestros pastores que nos guían hacía Jesús.

Aunque pasemos desapercibidos para otros Cristo nos ve. Cristo te ama y quiere que te presentes delante de él; no tengas miedo de Dios. Ni de lo que los demás puedan decir o hacer, sólo arrójate a sus brazos y cuéntale lo que te aqueja, lo que estás pasando o sufriendo, dile toda la verdad…¡que él te comprenderá!

Después que ella se presentó ante Jesús él le dijo: Vs 34 “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote” ¿Qué hizo Jesús en esta mujer?

Primero Jesús la llamó “Hija”, estableció una relación especial con ella, una relación familiar. Cuando reconocemos a Cristo como nuestro salvador pasamos a formar parte de sus hijos. Cristo es tu padre celestial y quiere establecer esa relación personal contigo porque tú eres su hijo.

Segundo le dio honor a su fe, su propia fe la sanó, y aparte de eso le dio salvación a su alma. La fe es creer y confiar en Jesucristo como tu único salvador, que murió por tus pecados y que vendrá por segunda vez para llevar al paraíso a los que creyeron en Él. Pues por la fe somos salvos. Y tendremos vida eterna.

Tercero puso alegría en su corazón, a través de la sanación ella experimentó el amor de Jesús. Él le dijo “Ve en paz y queda sana de tu azote”. Jesús nos da la paz y cura nuestras heridas internas y externas. Y además nos da un gozo inexplicable.

De una gran multitud de personas, hoy Cristo te está llamando a ti, para que seas transformado por la gracia de Dios. No sé cuáles son tus luchas o si tienes alguna dificultad en este momento, pero Jesús si lo sabe. Sólo tienes que tener fe en Cristo y él podrá liberarte de todo lo que te perturba. Los que creen, los que confiesan, los que tienen una expectativa, reciben el milagro de Dios. Cuando experimentes a Cristo tendrás cambios completos y favorables para tu vida...

Oro que puedas acercarte humildemente a Jesús y tener fe como la tuvo esta mujer para ser salvo. Amén!

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