Marcos 3:1-6

3:1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
3:2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
3:3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.
3:4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
3:5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.
3:6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

Jesús restaura lo perdido


¡Buenos días hermanos! Esta semana seguiremos con otro milagro de Jesús, en este caso hablaremos acerca de un hombre que tenía una mano seca, la cual fue restaurada por Jesús en medio de un conflicto religioso y político.

Leamos V1 “Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.” La palabra de hoy se desarrolla en la sinagoga, en la que había una cantidad inmensa de judíos reunidos para escuchar la palabra de ese día, como era su costumbre los sábados.

Vemos en esta palabra que entre la multitud había un hombre, el cual tenía un serio problema ¿cuál?: tenía seca una mano. La Biblia no nos detalla si esta enfermedad fue a causa de un accidente, o si nació con ese defecto, o si repentinamente la mano se le fue paralizando, lo que sí sabemos es que el tener paralizada esa mano, impedía que este hombre pudiese desenvolverse como lo hacían el resto de los hombres sanos. Imaginemos por un momento cómo se sentía este hombre haciendo este pequeño ejercicio: cierra una de tus manos como un puño y así como la tienes intenta quitarte la franela o camisa que llevas puesta. ¿Qué dificultad tuviste? ¿Seguramente fue mucho el tropiezo para hacerlo verdad? Ahora sin abrirla intenta amarrarte (o desamarrarte) los zapatos con doble nudo, otro problema ¿cierto? Así mismo era la condición de este hombre el cual tenía esta dificultad constantemente, ciertamente le era muy difícil desempeñar cualquier oficio, pues para ser pescador se requería la destreza de ambas manos para echar las redes al mar y luego recogerla llena de peces; para ser carpintero se requiere una mano para el martillo y la otra para el clavo; para ser agricultor se requería de ambas manos para sujetar con firmeza los distintos instrumentos de dicho trabajo pesado. Hasta para ser barrendero era un problema, pues para agarrar la escoba se necesitan ambas manos y si se trata de recoger la basura barrida aún mas se necesitan las dos manos.

Este hombre estaba completamente impedido de realizar cualquier trabajo, pues la disponibilidad de ambas manos es necesaria para desempeñar cualquier labor y para ganar el sustento que necesitamos. Todos nosotros tenemos mayor habilidad en una mano que en otra, por eso nos decimos diestros o zurdos (casos excepcionales son los ambidiestros) ¿pero qué mano tenía seca este hombre? Lucas 6:6 nos dice que era la mano derecha la que tenía seca, y posiblemente es que este hombre haya tenido inhabilitada la mano con la que era más hábil, por lo que hacer las cosas con sólo la mano más torpe era aún más complicado (ahora aprieta como puño la otra mano y repite el ejercicio de arriba y compara con cuál mano fue más difícil hacerlo).

La gran mayoría de nosotros no sufrimos de parálisis en nuestras manos (ni en los pies), pero ciertamente en nuestra vida hemos tenido cantidad de situaciones en las que simplemente nos hemos quedado inmovilizados, incapaces de movernos o como dice mi mama “petrificados”. Pero, ¿qué ocasiona que nos quedemos en esa situación? La respuesta es MIEDO, el miedo es según el diccionario “una perturbación del ánimo por un riesgo real o imaginario”. Cuando ocurre drásticamente algo que no esperamos y se altera instantáneamente nuestro ánimo entonces tenemos miedo. Te pregunto ¿A qué le tienes miedo? El mayor de los miedos del ser humano es el miedo a la muerte y de éste se derivan otros como miedo a sufrir accidentes, inseguridad por el hampa, enfermedades (ya que todos estos pueden ocasionar la muerte). Otros le tienen miedo a las lluvias (por las tragedias), otros le tienen miedo al fracaso, a los dentistas, a los exámenes finales en la universidad, a las alturas, etc. Entonces cuando hablamos de esas situaciones en las que nos hemos quedado “en el sitio” es porque hemos sido invadidos por el miedo. Y así como este hombre tenía mucha dificultad para hacer sus cosas, de la misma forma nosotros a causa del miedo hemos estado imposibilitados de hacer las cosas y nos hemos quedado inmóviles. Por lo tanto en nuestra vida el miedo para nosotros es equivalente a la mano seca de este hombre.

Volviendo a la palabra en este escenario aparecen de nuevo a los que llamo “los Droopy de los evangelios”: Los escribas y fariseos (pues están repetidos por todas partes). Como ya lo he mencionado en otros mensajes los escribas y fariseos tenían la tarea de transmitir las enseñanzas de las escrituras al pueblo judío, pero en palabras como esta es claramente evidente que ellos en este día de reposo lo menos que estaban haciendo era “transmitir la enseñanza espiritual”. Leamos V2 “Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.” Ellos en lugar de enseñar la palabra al pueblo judío estaban allí con la mala intención de acusar a Jesús y le provocaban para ver si él haría algún milagro que según ellos estaba prohibido en el día de reposo.

Hablemos un poco acerca del día de reposo… ¿Saben qué significado tiene el día de reposo? Este día es muy referenciado en la Biblia, la primera mención de dicho día está en Génesis 2:2 que dice: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.” Como todos sabemos la tierra, el mar, plantas, animales y los humanos fuimos hechos por Dios y fueron seis los días que tardó en hacer toda la creación, más en el séptimo día descanso de toda su obra, es decir, Dios contempló toda su obra y se deleitó en todo lo que había hecho.

Más adelante en el libro de Éxodo capítulo 20 Dios le da a Moisés lo que todos conocemos como los diez mandamientos, de los cuales el cuarto mandamiento dice así: “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” El día de reposo fue constituido de parte de Dios para Dios, no para el ser humano, es decir, el día de reposo es para descansar de la obra secular (trabajo, estudios, compromisos) y dedicarlo a Dios; pues si Dios siendo el Supremo en todo el universo tomó un día para contemplar todo lo que hizo, ¿cuánto más nosotros (su creación) debemos tomar ese día para alabarlo y reconocer todo su amor y poder?, pero los escribas y fariseos en su exagerada y tergiversada manera de interpretar esta palabra lo tomaron en sentido literal y ese día no hacían absolutamente nada, y este día de reposo, dedicaron toda su atención en acechar a Jesús en lugar de alabar el nombre de Dios. Y si vemos bien es irónico pero ¡los fariseos estaban cuestionando acerca de lo que Jesús hacía el día de reposo pero ellos ese mismo día como lo dice el V6 estaban planificando como asesinar a Jesús! ¡Qué contradictorio!

Hay un detalle que Marcos no detalla pero en Lucas 6:8 dice “Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie.” Dice que Jesús conociendo los pensamientos de ellos (los de su mala intención para acusarlo) los desafió diciendo lo siguiente: leamos V3,4 “Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.” Primero le dice al hombre de la mano seca que se coloque en medio de todos, luego les pregunta a los escribas y fariseos: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Los escribas y fariseos querían acorralar a Jesús pero Jesús con esta pregunta los acorrala a ellos y se quedaron como la mano de aquel hombre… “paralizados”, ¿Por qué? porque si ellos decían ¡Es lícito! Entonces estarían contradiciéndose en cuanto a las tradiciones religiosas que ellos mismos habían implantado de no hacer absolutamente nada en el día de reposo, pero si ellos decían ¡No es lícito! Entonces estarían queriendo decir que es preferible dejar que si alguien se encuentre en peligro de muerte en un día de reposo debe morir simplemente por cumplir con la costumbre.

Jesús al hacer pasar a este hombre al medio de todos quiso darles una enseñanza muy especial, la cual podemos ver explícitamente en Mateo 12:11,12 “El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.” Jesús aquí no está incumpliendo el cuarto mandamiento de Dios de guardar el día de reposo, sino más bien está enseñando de qué manera debemos comportarnos en el día de reposo, es decir, haciendo el bien, pues si una oveja cae en un hueco la idea no es sacarla al día siguiente (a lo mejor ya muerta) sino hacerlo al momento porque es para bien y todo lo que es para bien agrada a Dios y el día de reposo es para agradar a Dios. ¿Amén?

Con esta palabra podemos aprender que Jesús no está interesado en que nos aferremos a seguir tradiciones legalistas e inflexibles, Jesús está interesado en que las cosas que hagamos sean hechas con amor, con deseo “sincero” de ayudar a otros y hacer el bien, eso para Dios vale mucho más que estar dándose falsos golpes de pecho los domingos, o cumplir con una tradición meramente por compromiso u obligación.

Leamos V5 “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.” En este versículo podemos ver que Jesús sintió ira por lo que estaba pasando, pero veamos que la ira en sí no es pecado, el pecado viene cuando tras sentir ira tenemos pensamientos egoístas y mal intencionados como los escribas y fariseos, Jesús expresó su ira con la finalidad de resolver un problema, pero dice la Palabra que a la vez se sintió entristecido por esa falta de amor y misericordia de los líderes religiosos hacia ese hombre que tenía tal dificultad. Luego de esto se dirige al hombre con algo inesperado: “Extiende tu mano”. Esta mano representaba la vergüenza de este hombre pues toda su incapacidad de hacer sus cosas era a causa de esa mano, pero Jesús le pide hacer algo que para el hombre por sí mismo era incapaz de hacer. Si él tenía parálisis de su mano ¿Cómo podía extenderla? Jesús lo pide para que el sacase fuera de sí sus miedos, sus temores, pero… ¿Qué fue lo que en realidad hizo que este hombre fuese sano? ¡La obediencia! Cuando este hombre obedeció a Jesús al ponerle delante de Él su mano, le fue restaurada sana al instante.

Así mismo como Jesús sanó a este hombre a través de pedirle que extendiera su mano, de la misma manera Jesús te pide hoy hermano(a) que saques ante él tu “mano seca”. Todos nosotros tenemos temores, miedos, nos sentimos incapaces de hacer algunas cosas, nos sentimos atados de manos y pies ante ciertas situaciones que han venido inmovilizándose en nuestra vida, pero Jesús te dice que sólo Él puede hacer posible lo que para ti es imposible. Con mucha seguridad alguno de ustedes en la actualidad se encuentra en una situación de crisis matrimonial, en la que simplemente te “paraliza” cada vez que tienes discusiones y peleas de pareja; posiblemente el interactuar con tu jefe de trabajo sea todo un caos y el simple hecho de encontrarte con tu superior te pone los nervios de punta y te “inmoviliza”; tal vez estás viendo clase con un profesor imposible o la materia que estás viendo simplemente te eriza los cabellos y el sólo pensar en los parciales te “congela” ya que no quieres repetir; tal vez haya en tu casa hay tantos problemas con tu familia que sinceramente no te provoca volver y sientes que ya lo perdiste todo. Tal vez desde niño te ocurrió algo muy desagradable y traumático, que hoy en día con sólo recordarlo o estar en lugares semejantes sientes una sensación escalofriante y sientes lo mismo que sentiste cuando niño. Pero Jesús hoy te dice: Extiende a mi tu mano seca, tus problemas, tus miedos, tu preocupaciones, déjalo en mis manos y si decides obedecer el restaurará todo lo que hasta hoy estaba perdido.

Oro para que en nuestra vida podamos superar en Cristo todos nuestros miedos, confiando no en nuestra capacidad sino en que Dios nos restaurará completamente. ¡Amén!

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